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Otra herencia funesta de Peña Nieto: boom de la economía informal
Con su fallida miscelánea fiscal del 2013, el gobierno federal no solo tronó a la actividad productiva sino que aceleró el éxodo hacia el sector informal. La herencia de Peña Nieto amenaza con empeorar dado que ningún candidato parece contemplar una reducción de impuestos y, por el contrario, se insiste en esquemas meramente recaudatorios
FEBRERO, 2017.
Cuando el despacho en que trabajaba como abogado
prescindió de sus servicios hace ocho años, Juan
Sergio Contreras (nombre cambiado) vio su
liquidación como una oportunidad y decidió abrir un
pequeño local comercial para vender afiches
deportivos. En ese entonces el norte del país
atravesaba por una dura oleada de violencia producto
del choque del crimen organizado con el gobierno
federal por lo que Contreras decidió abrir a
principios del 2013, seguro de que los priístas
habían aprendido la lección de mantener la
estabilidad económica mientras fueron oposición.
"Recuerdo cómo en una entrevista televisiva Peña
Nieto dijo que para él era una prioridad impulsar el
pequeño comercio y simplificar el enredado y confuso
esquema fiscal mexicano", recuerda Contreras. "Esa
fue la luz verde que me animó a abrir mi
establecimiento en febrero del 2013".
En los primeros meses, efectivamente, el nuevo
gobierno parecía respetar la estructura fiscal del
calderonismo pero a fines de ese año, sin
consultarlo con los sectores productivos y mucho
menos con los microcomerciantes, el gobierno federal
aumentó los impuestos a los refrescos, subió un
punto el IVA y eliminó varias exenciones que habían
permitido a empresarios como Contreras seguir a
flote y con ganancias relativas. "A partir de enero
los inspectores cayeron como buitres sobre mi
negocio, tuve un par de auditorías en menos de
cuatro meses, lo que me retenía el Seguro Social se
disparó y, para acabar pronto, todos los servicios
que presta el Estado subieron desmesuradamente".
A fines de diciembre y con una Navidad
más que austera, Contreras cerró su establecimiento y despidió a sus
siete empleados, pero no ahogó las ganas de juntar dinero para sacar
adelante a su familia.
Para febrero del 2014 Contreras se había sumado el numeroso ejército de
trabajadores informales gracias a las "palancas" de un amigo que le
permitieron poner un stand en un tianguis el cual abre los
martes, sábados y domingos. "Lo único que tuve que hacer es pagarle a un
líderzuelo y rápido se me proporcionó un cable con energía eléctrica. En
los días más flojos ganó unos 2 mil pesos diarios vendiendo
afiches deportivos pero cuando hay final de futbol o el Superbowl
mis ganancias aumentan hasta 12 mil pesos en un fin de semana, cantidad
que dufícilmente ganaba cuando era yo contribuyente cautivo y de lo cual
tenía que dar hasta un 40 por ciento de mis ganancias a un Estado
gastalón e irresponsable... en los tres niveles, municipal, estatal y
federal".
Agrega: "No niego que dentro de la
economía informal hay enormes mares de corrupción pero son mucho menores
al monstruo que existe dentro de la economía formal con un Estado
insaciable decidido a matar la creación legal de fuentes de trabajo".
El Otro Sendero, el conocido libro publicado en los años 80 por
el analista peruano Hernando de Soto lo dejaba en claro: hay una
conexión innegable entre un Estado intervencionista y voraz y el
crecimiento de la economía subterránea, es decir, aquel sector de la
actividad productiva que no reporta contribuciones al fisco.
De Soto señalaba que en América latina
existe un incipiente potencial para hacer negocios y crear empleos
superior a la exigencia de buscar reivindicaciones sociales."La mayoría
de los pobres [en Perú] preferirían tener su propio negocio para
subsistir en vez de crear comunas o centros colectivos para repartir la
riqueza (...) saben perfectamente que una una transacción comercial
mutua beneficia a más gente que el reparto y entrega de tierras por
parte del Estado".
El problema para los burócratas, naturalmente, es que con más
microempresarios independientes ellos pierden poder y control político.
O como escribió alguna vez el economista Luis Pazos: "Lo que impide
explotar el enorme potencial productivo de países como México es la
burocracia que ve al poder como un ente que debe ser monopolizado y no
debe ser compartido con nadie".
"Hay tres clases de economía informal, la del ilegal que alguna vez fue
legal, la del ilegal que quiere ser legal y la ilegal que seguirá siendo
ilegal", establece el contador Raúl Perea, "esta última se presenta en
el tráfico de armas, venta de droga, lavado de dinero y otras
actividades ilícitas".
En su opinión, personas como Contreras
"marcan el enorme fracaso que representa el sexenio de Peña Nieto para
que la gente con iniciativa o una buena idea se haya ido por la libre. Y
es que te puedo asegurar que si mañana desparecieran todos esos trámites
idiotas que impone la burocracia mexicana al comercio legal, la mayoría
de quienes se encuentran dentro de la economía subterránea optarían por
dejar de estar ahí. En la economía subterránea no impera el estado de
derecho, tampoco hay prestaciones de ley, fondos de retiro o cajas de
ahorro, la gente vive al día esperando que no sufra una enfermedad que
lo mande a un hospital y lo saque de circulación".
Y si bien hay gente dentro del sector informal que puede acogerse a
servicios de seguridad social, en opinión de Perea ese no es el origen
del problema sino una consecuencia de la voracidad fiscal. "Nuestros
burócratas siguen creyendo que aumentando los impuestos aumentará la
recaudación cuando la experiencia nos demuestra con admirable terquedad
que ese esquema solo fomenta la evasión fiscal y el empleo informal. Es
cierto, cada aumento de impuestos mete a las arcas del Estado millones y
millones de pesos, pero serían mucho más con una economía donde se está
creando riqueza en vez de buscar sofocarla".
Contreras acepta que no es fácil moverse en la informalidad pese a que
generalmente obtiene buenas ganancias. "No puedes conseguirte
proveedores, por ejemplo, al momento que te piden facturar ya patinaste,
también me sería muy difícil conseguir visa si no compruebo que tengo un
empleo en una empresa establecida".
Contreras se graduó en Leyes y encontró empleo con cierta facilidad. Pero ya lleva rato en que sus conocimientos no le han servido de nada, si mucho para entablar discusiones y ofrecer asesoramiento legal, "aunque las leyes han cambiado tanto desde entonces que ya me siento descontinuado", bromea.
Perea considera que la inversión en
gente como Contreras "representa un enorme desperdicio de recursos de
quienes se graduaron en universidades públicas y que no ejercen en
aquello que la sociedad gastó tanto dinero para prepararlos. El Estado
mexicano destruye con su voracidad recaudatoria aquello que
supuestamente prepara con esmero en las aulas universitarias durante
cuatro años. Es dinero echado a la basura".
Para colmo, no se avizora que algún candidato incluya en su programa
cambiar el esquema fiscal mexicano. "Si alguien lo propone rápido van a
decir que quiere imitar a Trump, que es agente de la CIA y ese tipo de
pendejadas", dice Perea. "Pero lo cierto es que la reducción impositiva
estimula la creación de empleos y por ende la creación de más riqueza.
El esquema meramente recaudatorio es contraproducente.
Desafortunadamente los candidatos, empezando por López Obrador, insisten
en que el Estado nos siga tratando como niños chiquitos o, peor aún,
como castrados de iniciativa".
Por lo pronto Contreras espera que el tabasqueño no gane la Presidencia el próximo julio: "Si ahorita se calcula que los informales representamos el 40 por ciento de la economía, con ese señor nos llenaríamos de exiliados fiscales porque seguramente los impuestos aumentarán muchísimo con las ideas que trae ese señor. Peña Nieto nos jodió a los microcomerciantes, pero el ya saben quién trae la espada desenvainada para desaparecernos".
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