fasenlínea.com

Análisis, comentario Y Demás

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otros textos de Y Demás

Harry Casey se sigue hablando de tu con las pistas de baile

Lo extrañaremos, Ric Ocasek

R.E.M., su historia en fijo II

Leo Sayer sigue inmune al temor del olvido

La vida en un día con Howard Jones

Don Felder, coautor del hotel más famoso del rock

Archivo

 

 

 

Y DEMÁS/Música

MC Hammer, un magnífico oportunista que se fue a la quiebra

Aprovechó la oleada del rap a finales de los 80 y logró una fortuna más que respetable la cual dilapidó en apenas un par de años. Moraleja: no bases tu carrera en un género débil ni tampoco quieras respaldarla presumiendo unos megapantalones bombachos

Versión impresión

Por Germán Bitze*

NOVIEMBRE, 2019. En alusión a la inmortal frase de Winston Churchill, nunca antes tantos hicieron tanto dinero con tan poco talento. Nos referimos, claro, a los intérpretes de rap que pulularon a fines de los 80 y principios de los 90. La técnica del sampling, esto es, usar el fondo de una conocida canción para ponerse a dar de rappes sobre ella, la mayoría de las veces, en el colmo de la desfachatez, sin molestarse en pagar regalías al autor original; ya no era necesario siquiera tener el talento básico, incluso rudimentario, para utilizar los propios instrumentos musicales y realizar un cóver.

El ejemplo prístino de ese tsunami de mediocridad lo tuvimos con un tal Vanilla Ice, un tipo de Miami quien "tomó prestado" el riff del tema "Under Pressure" y le puso de nombre "Ice Ice Baby". Esto provocó la comprensible y esperada ira furiosa de John Deacon, el talentoso bajista de Queen, quien obligó al rapperete y a su disquera a compensarlo financieramente por su violación por derechos de autor. El sampleo casi ha desaparecido hoy, máxime por la cantidad de demandas penales y por la pérdida del factor sorpresa, algo que se agradece.

Otro rappero de aquél momento fue Stanley Burrell, quien luego sería conocido por el mundo como MC Hammer. Pero a diferencia de otros "artistas" que sampleaban y gozaban de fama robándose trabajos ajenos, MC Hammer sí era más talentoso, no tanto como para hacerle la competencia a genios de la música afroamericana como Stevie Wonder, Prince o Lionel Richie pero tampoco tan devastador y lamentable como, por ejemplo, rapperos de la talla de Yo-Yo o Vanilla Ice, quien afortunadamente hoy se dedica a los bienes raíces, ya sin seguir perjudicando a la música y a los tímpanos de millones de personas que gustas de escuchar música.

Tal vez el sitio de MC Hammer hubiera quedado perfecto como el competidor, o quizá el sucesor, de Rick James. Después de todo, cuando Burrell-Hammer dio el brinco a la fama, el superfreak James se encontraba a las puertas de la prisión y ya llevaba buen rato con conseguir un solo título de éxito. Pero a Hammer le urgía cocinar las cosas por lo que acudió al sampleo del tema emblemático de James al que puso el nuevo nombre de "Can't Touch This". Motown, la disquera de James, no perdió tiempo en darse cuenta que ese "préstamo" venía sin permiso y actuó legalmente contra el rappero que vestía paracaídas acondicionados como pantalones. Éste fue a hablar directamente con un amoscado James aunque se dio la química inesperada entre lograron un acuerdo mutuo, pago que reactivó el alicaído flujo de regalías para James que ya casi estaba seco, algo que luego permitiría costear los gastos legales de James cuando estuvo en prisión, y para darle mantención a su esposa Hijazi y al hijo de ambos.

Pero antes de los pantalones bombachos tuvimos a un muchacho de Oakland que asistía, cada que podía, a los partidos de sus amados Atléticos. Eran los inicios de los 70, años en que la novena californiana disfrutaba todo un alud de elogios gracias a sus "bigotones" como el pitcher Rollie Fingers, batería indiscutible que llevaría a la novena a ganar la Serie Mundial por tres años consecutivos. Sin embargo el ídolo del adolescente Burell era Hank Aaron, junto al cual incluso se tomó una fotografía. Fue aquel detalle, por cierto, el primer "préstamo" que hiciera Burrell: dado que el apodo del salondelafamista Aaron era Hammering Hank (el Martillo Hank), ahora ya nos explicamos el porqué de su nombre artístico. Como se ve, Burrell no se ha distinguido precisamente por ser original.

Otro brinco que dan los biógrafos al repasar la historia del caído rappero es que en sus inicios no solo pensó en convertirse en predicador sino que grabó un disco de góspel. Cuando sus ventas, de malas a regulares, dieron la señal inobjetable de que jamás llegaría a hacerse millonario recorriendo un sendero donde únicamente los predicadores célebres son los que hacen dinero, Burell contrató un agente quien a los pocos meses le dio una noticia de órdago: solo necesitaba de su firma para cerrar un contrato con Capitol Records en Los Ángeles.

Había un factor más, por cierto. Luego se supo que varios activistas estaban presionando a Capitol para que incluyera a más rapperos entre sus artistas, esto pese a que habían pisado sus instalaciones de Capitol los zapatos de Nat King Cole, de Ray Charles por un par de discos, o que con Capitol Tina Turner hubiera tenido un revival impresionante a mediados de los 80. Los ejecutivos de esa disquera optaron por Burrell, ahora convertido en MC Hammer, y lanzaron el álbum Please Hammer Don't Hurt 'Em a finales de 1990. Era su tercer disco, pero para términos prácticos --es decir, comerciales y que redituaban jugosos dólares-- era el primero.

Please Hammer Don´t  Hurt 'Em vendió 5 millones de clones en apenas un puñado de meses, justo a tiempo para que James y Hammer se pusieran a fumar la pipa, sin duda de la paz, aunque nunca sabremos de qué sustancia, y se hicieron amigos, aunque no cercanos: el hoy finado superfreak tenía complejo de elefante y era dado a dar de trompadas a sus amigos sin externarles advertencia. El caso es que "Can´t Touch This", reproducida tantas veces por MTV que los televidentes ya hasta la repetían en sus esófagos, lo convirtió en multimillonario en ese mismo lapso. Al terminar 1992, se estima que el otrora Burrell avenido a MC Hammer se había embolsado él solito 23 millones de dólares. Nada mal par alguien que hasta ese momento jamás había pegado de hit con todo y que sus ídolos hubieran sido figuras beisboleras.

Luego vino la historia de quien tiene un golpe de suerte sin estar preparado para ello y sin saber administrarlo. No todo fue culpa directa del Martillero de Oakland: pese a haber engrosado su cuenta bancaria con dólares a reventar, siguió siendo un hombre generoso que además financió otras carreras musicales al fundar su propia disquera de la cual honestamente no salió nada memorable. Luego vendrían aventuras en el universo de los negocios donde Hammer dejó ir millonadas. Otra parte se la gastó en mantener gorrones, entre amigotes y familiares, muchos de los cuales "descubrieron" con gusto que Burell era parte de su parentela el mismo momento que se hizo famoso.

Pero también el mismo Hammer tuvo mucho de culpa: se compró varios (carísimos) caballos puras sangre para que compitieran en el Derby de Kentucky, creó su propia línea de ropa y abrió un megacentro para realizar competencias y espectáculos de baile. Recalquemos que, con excepción de la inversión con los equinos, uno de los cuales incluso llegó al tercer sitio en un Derby, fueron fracasos financieros, aunque ahí también hubo pérdidas. Su mansión cerca de Oakland contaba con una veintena de sirvientes, unas flota de automóviles (con un Porsche como lo más baratón), viajes, muebles de lujo y hasta pinturas esculturas, algunas de dudoso gusto... ya sabemos hacia dónde conduce todo eso.

Y también contribuyó para llegar a esa ignominia el hecho que su siguiente disco, llamado Too Legit To Quit, no fuera un fracasado pero tampoco lo que esperaban Hammer y su disquera, vendiendo apenas un tercio que el Please Hammer. Adicionalmente el álbum se retrasó debido a la desorganización del rappero y del equipo que le acompañaba. Luego vendría el tema a ritmo de rap "The Addams Family" para la versión fílmica de la legendaria serie sesentera pero igualmente se atoró por algún lado y tampoco se convirtió en hit de las listas. Era obvio que Hammer tenía apuntada la esperanza en que el Too Legit le permitiría mantener sus jequerías, pero no fue así: en 1996, apenas cinco años después de su monumental éxito en las listas, el martillero se declaró en quiebra.

Sus andanzas en el gangsta rap tampoco fueron lo que podríamos decir afortunadas. Mandó a la basura sus característicos bombachos para sustituirlas por cadenas, una gorra como la que usaba el Wash and Wear de los Polivoces (solo que negra) y un jersey de los Halcones de Atlanta tamaño carpa circense y grabó videos musicales donde lo único que recuerda la gente son los agraciados traseros de las chicas que ahí aparecen. Pero eso no fue suficiente. The Funky Headhunter solo sirvió para recalcar el efímero momento en el que el martillero había estado en el everest de la fama; con el fracaso de este álbum mal avenido, Hammer ya no volaba sino que atravesaba profundidades mayores a las que suele recorrer un minero.

 Su siguiente proyecto --hay que reconocerle su incansabilidad... ¿existe esa palabra?-- fue escribir libros infantiles. No le fue mal aunque Simon & Schuster, la famosa editorial, le dio un jugoso adelante a Hammer para escribir un seriado que el rappero "olvidó" entregar por lo que se le exigió regresar al dinero. El irónico contraste: Hammer era más que bueno para gastar miles de washingtons pero pésimo para pagar sus adeudos, con el agravante de que su amnesia también afectó los intereses del fisco norteamericano. Si éste se negó a perdonar a Al Capone, mucho menos habría de tener contemplaciones con un gangstarappero en decadencia.

Con la quiebra financiera se esfumaron los automóviles de lujo, los cuadros de dudoso gusto con precios infladísimos y hasta una enorme H chapada en oro que adornaba la puerta principal de su mansión. Los amigotes y los familiares gorrones se esfumaron, lo mismo que futuros contratos discográficos pero algo salió de todo aquel menjurje de excesos y despilfarros: Hammer volvió a ser Burrell y se convirtió en ministro religioso algo que, ha dicho en ocasiones posteriores, "había aplazado hasta que se hizo inevitable". Bien por él.

Y mejor aún porque en sus servicios, Hammer/Borell ya no lleva puestos esos extravagantes bombachos. Haya sido por obra del Señor o no, hizo algo loable en apagar esa moda ridícula que él mismo impuso en los ya hoy cuasiderruidos años 90.

 

___________________

* Psicólogo que no ejerce, escribe, lee y los fines se semana duerme sin parar, se estrena en fasenlinea. Promete colaborar frecuentemente.

 

Textos relacionados

 

 

 

¿Desea opinar sobre este texto?

[email protected]  

[email protected]

 

0 opiniones

 

 

© copyright, Derechos Reservados, 2019

 

 

 
 

 

Inicio

Nacional

Internacional

Cibernética

 

Literatura

Cine

Medios

Y demás