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Libertad de expresión asfixiada: métodos sutiles, igual propósito

Buena parte de América latina tiene arrinconada su libre circulación de ideas, y en este proceso de amenazas sobresalen tres países que, para tal efecto, han utilizado métodos de asilenciamiento con matices populistas. Al final, dice nuestro entrevistado, es la misma mordaza, incompatible con lo que se supone es una región democrática

FEBRERO, 2014. La presidenta argentina Cristina Kirchner ofreció descuentos en el pago del papel para los medios impresos que le son afines, algo similar han hecho Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela y, un poco menos sutilmente, el ecuatoriano Rafael Correa acude al amedrentamiento abierto. Mientras en Colombia, México y Guatemala la libertad de expresión se ve amenazada por agresiones el crimen organizado y los caciques locales, en otros países se han empleado fórmulas más encubiertas que, curiosamente, son más que similares a las que existían en los tiempos del presidencialismo absolutista en México.

"¿Cómo olvidar que en los 70 y los 80 el gobierno federal operaba a la paraestatal Pipsa y cómo a los medios críticos en papel de les 'demoraba' en ser entregado? Argentina, Venezuela, Ecuador y Nicaragua están suprimiendo a la libertad de prensa con estos métodos que yo llamo invisibles pero que son tan letales como si se llegara alguien a destruir sus imprentas", refiere Raúl José Arviles, especialista en medios impresos.

Son sutilezas que contrastan con las gorilocracias sudamericanas de los 70. Durante los años del pinochetismo en Chile y de Videla en Argentina, cada noche un oficial del ejército "revisaba" las notas de los periódicos y "editaba" aquellas que consideraba inconvenientes por lo que la edición aparecía llena de "huecos" y espacios en blanco. "Era una censura burda, estúpida, que ayudó a que esas dictaduras se desprestigiaran mucho más rápido", señala Arviles y agrega que "al final, esto era más conveniente para los editores que terminar desaparecidos; a Videla se le apodaba la Pantera Rosa pero luego se le llamó Houdini por su habilidad para esfumar disidentes".

Cristina Kirchner, cuyo ego es tan grande como su intolerancia a la crítica, envió un decreto con el cual arrancó un canal de televisión al diario Clarín con una supuesta "estrategia antimonopólica" y le pegó duramente a ese periódico pues esa era su fuente de ingresos más fuerte, además que se le "escamoteó" o "atrasó" la entrega del papel el cual, por supuesto, es administrado por un armatoste estatal. Su esposo, el fallecido Néstor Kirchner, ordenó una exhaustiva auditoría fiscal a La Nación cuando el diario publicó un artículo sobre unas propiedades en La Patagonia que cuestionaban la supuesta "austeridad" de la pareja presidencial.

Raafael Correa no duda en mostrar su furia ante los "balconeos" de la prensa. Cuando el diario El Mundo de Quito publicó que el presidente ecuatoriano había realizado un depósito por 20 millones de dólares en un banco alemán, Correa, conocido por ser de mecha corta, destruyó parte del mobiliario de su oficina en un ataque de rabia y demandó al medio por 500 millones de dólares "por daños y perjuicios". "Con un sistema judicial cómplice del gobierno de Correa, a los editores de no les quedó otra que huir al extranjero", dice Arviles. "Esto le sirvió de distractor pues Correa jamás se molestó en presentar información que desmintiera la acusación. Algo similar hizo cuando se publicó una nota sobre los negocios turbios de su hermano".

Pero el pisoteo mayor a la libertad de prensa se ha dado en Venezuela. Desde la llegada del chavismo en 1998 se han cerrado más de 250 medios críticos, una cantidad espeluznante que no ha bajado ni un milímetro con Nicolás Maduro: "La amedrentación tiene varios niveles, empieza con el recorte de la publicidad oficial a modo de indirecta y sigue hasta el cierre definitivo mediante un decreto. En Argentina la señora Kirchner prohibió a los supermercados anunciar sus ofertas en los diarios para así dejar a esos medios sin una importantísima tajada publicitaria. Y como se sabe, cuando haces esto en nombre de "castigar al comercio hambreador" te ganas el aplauso de las clases bajas, estos son ataques a la libertad de expresión con métodos populistas, y son tan ominosos como cuando los gorilas en Sudamérica te mandaban arrestar", agrega Arviles.

Previsiblemente, a los medios internacionales no parece importarles gran cosas estas agresiones. "Nada más imagina si un día Fox o Calderón rompieran frente a las cámaras un ejemplar de la revista Proceso o George W. Bush hiciera pedazos en un programa de TV al New York Times como frecuentemente lo hace Maduro con los periódicos que lo critican, el escándalo habría sido internacional, pero parece que ni Maduro, ni Cristina Kirchner ni Maduro merecen ser molestados por su intolerancia a la libertad de expresión.

"Mientras nuestros gobernantes no entiendan que la libertad de expresión es inseparable en un sistema democrático difícilmente podremos decir que nos estamos desarrollando", finaliza Arviles, "es parte de ejercer la política el aguantar vara y responder con argumentos, nunca con amenazas. Los Correa, los Maduro y los Kirchner son una vergüenza para todo aquel que se diga defensor del libre intercambio de ideas".

 

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