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Ecuador: ¡aquí nomás mis correas truenan!

Ha roto diarios y revistas que hablan más de él en su programa de TV y ha mostrado una intolerancia tal a la opinión crítica que a nadie extraña que una ley recientemente aprobada busca acallar a quienes no creen, como seguramente ocurre con el presidente Rafael Correa, que el país es una nueva Disneylandia versión andina

JULIO, 2013. Rafael Correa ha mostrado tener una piel bastante delicadita. Más que Cristina Kirchner y más aún que un bocón como Nicolás Maduro, el presidente ecuatoriano hace alarde de una intolerancia tal a las opiniones divergentes que recientemente logró que el Congreso aprobara una "Ley de Medios" con 108 votos a favor y 26 en contra. Una vez que obtuvo la mayoría en el recinto, Correa retomó esta iniciativa que, por su carácter ambiguo y combinado con su inocultable desprecio de hacia la prensa (se sobreentiende que la prensa que lo critica) busca asfixiar el ejercicio libre de esta profesión en Ecuador.

Ya anteriormente este voluble mandatario había conseguido que el director del diario El Universo se exiliara en Miami y lo obligara a indemnizara al mandatario por 23 millones de dólares por "daños y prejuicios", algo que el Poder Judicial, también controlado por Correa, avaló sin reservas. ¿Y cuál fue el motivo del enojo presidencial? Una acusación de corrupción que incluye, entre otras cosas, un deposito hecho en Alemania de 20 millones de dólares que el presidente había transferido a mediados del 2011, de manera tal que, fiel a la consigna estalinista de responder con adjetivaciones en vez de con argumentos ante una grave acusación (fórmula que igualmente siguen Maduro y la señora Kirchner), Correa los acusó de "mediocres" y demandó judicialmente a los periodistas. La "Ley de Medios" hará que sean innecesarias posteriores demandas: bastará que el presidente o cualquier funcionario señale a equis publicación de "difamación" para que se exija se le indemnice por "daño moral"; es decir, de súbito se eliminaría lo que los abogados llaman "descargo de pruebas".

Para darnos una idea, si esta ley estuviera aplicándose en México los medios que subieron a la red los videos donde el ex gobernador de Tabasco Andrés Granier podrían ser demandados por el aludido por "manchar su nombre" pese a en los videos presumía tener una enorme colección de trajes y camisas de marca. Igualmente quien señalara que Granier había consumido botellas de vino con valor de 95 mil pesos cada una podría ser acusado de insinuar que es un alcohólico. Los responsables de hacer mofa del "no te preocupes Rosario" o quienes subieron los videos donde se ve a empleados de Sedesol realizando proselitismo a favor del PRI en Veracruz se arriesgarían a ser perseguidos judicialmente por querer "desprestigiar" la actividad de un organismo público.

El problema es que la ley está redactada con tal ambigüedad, que las figuras que pueden ser demandadas por el Estado ecuatoriano se encuentran a total discreción de sus burócratas . El inciso de "todo aquél" que se menciona varias veces en la "Ley de Medios" puede abarcar lo mismo a un peluquero, un taxista o un maestro de escuela que hable mal del gobierno o del presidente. La condición es que "todo aquél" manifieste su opinión mediante un artículo periodístico, radial o incluso un tuit.

¿Y quiénes se encargarán de hacer que esta ley se aplique con todo rigor a quien critique al presidente Correa? Un grupo de organismos burocráticos, faltaba más, entre ellos un Consejo de Regulación y una Superintendencia de Información y Comunicación. Ambos gestapoides tendrán la misión de vigilar, decidir los castigos que se aplicarán y hacerlos cumplir hacia todo aquel que se exprese mal de Correa o denuncie cualquier acto de corrupción dentro de su gobierno. Son los alcances del populismo cuando ya no tiene límite legal alguno que logre enjaularlo nuevamente.

A Correa, por cierto, no le cayó nada bien cuando salió a la venta un libro donde se acusa de actos de corruptelas a su hermano mayor Fabricio, un "hermano incómodo" versión ecuatoriana. Según el periodista Álvaro Vargas Llosa, el enojo de Correa fue tal que pateó todo mueble que tenía delante suyo y juró vengarse de los periodistas. Los corajes han sido asunto frecuente en su presidencia: en el 2010 estuvo a punto de agarrarse a trompadas con el ex presidente colombiano Álvaro Uribe durante una Cumbre Iberoamericana en Santo Domingo y el año pasado estuvo a punto de ser linchado cuando se enfrentó a un grupo de huelguistas en Quito. También se le ve enojado y molesto en su programa semanal, copia de Aló Presidente, donde gusta de romper periódicos y revistas que "publican mentiras" las cuales, previsiblemente, nunca refuta con argumentos, siempre con adjetivos.

El mundo periodístico ideal de Correa es aquel donde los medios le envian florecitas, le escriben poemas, le cantan odas o charangas y encuentran impecable su actuar como presidente de la República. Su ideal sería encontrar encabezados en primera plana con líneas como "Brilla hoy un sol resplandeciente, gracias presidente Correa", "Las flores celebran su gestión, señor presidente" o "Loor a Rafael Correa". Algo más próximo a una Cuba o una Corea del Norte que a un país que hasta hace poco podía presumir de su democracia.

La esperanza para derruir a esta Gestapo creada por Rafael Correa se encuentra en las redes sociales. De su hábil utilización dependerá que, en lo que resta de su gobierno, Ecuador pueda aspirar a tener una prensa libre a otra donde se quiera reflejar a una Disneylandia y el mandatario se obstine en suplir a Mickey Mouse.

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