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Colosio, 27 años después. ¿Qué habría pasado si...?

 

Increíblemente, ya pasó una generación de que ocurrió el atentado que más ha conmocionado a México en medio siglo. La investigación se burocratizó y terminó en una enredadera de especulaciones, incluso chismes. ¿Pero qué habría pasado si el mitin en Lomas Taurinas hubiera sido un acto político más de Luis Donaldo Colosio? Las cosas serían distintas hoy, aunque no mucho

 

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Por Roberto Rojas P

 

MARZO, 2021. Escribo esto en las horas previas a que se cumpla otro aniversario, el 27, de que Luis Donaldo Colosio, el candidato priista a la presidencia de México, fuera asesinado la tarde del 22 de marzo en Tijuana, en un barrio marginal conocido como Lomas Taurinas.

Es increíble que ya haya pasado una generación de aquellos momentos dado que muchos quienes nacieron en 1994 hoy ya están casados y tienen sus propios hijos, del mismo modo en que muchos protagonistas políticos y otros que manejaron la nota en los periódicos y ya no están con nosotros, llámense Manuel Camacho Solís, Jacobo Zabludosvky, el director de la revista Proceso, Julio Scherer y Miguel Ángel Granados Chapa, entre otros.

También nos vienen a la mente los momentos en los cuales Talina Fernández, quien se encontraba en Tijuana aquel día, retomó su rol periodístico, donde empezó, para que luego recibir una regañada de Zabludovsky por "no acercarse" más al hospital donde agonizaba Colosio. Del mismo modo recordamos cómo las primeras imágenes mostraban a Mario Aburto luciendo un bigote y al día siguiente aparecía rasurado, motivo que de inmediato hizo que prendieran las teorías conspiratorias por todos lados, y eso que entonces aún no había redes sociales.

También recordamos el funeral, al día siguiente, la cámara enfocando a una emocionalmente devastada Diana Laura Riojas, la ciudad que poco después seguiría los pasos del candidato ultimado y quien no permitió la entrada a Camacho a la funeraria, otro pretexto para detonar más teorías conspiratorias.

Los siguientes meses serían catastróficos para México, incluida la muerte de Ruiz Massieu, a quien su carrera política se había ido por el resumidero con la muerte de Colosio --se le barajeaba como secretario de Gobernación-- la designación de Ernesto Zedillo, la designación como fiscal de Mario Ruiz Massieu para aclarar la muerte de su hermano, lo que eventualmente desembocaría en una traición entre hermanos.

Así, ya va para casi tres décadas de todo eso. Hoy Luis Donaldo y su esposa reposan en un mausoleo en Magdalena de Kino y la memoria del ex candidato poco a poco se esfuma en el colectivo priísta, memoria que hoy se resume a estatuas del político sacrificado.

Con el tiempo, la teoría más manejada se basaba en el hecho de que el entonces presidente Carlos Salinas había ordenado sacar de escena a Colosio, supuestamente porque el de Agualeguas enfureció luego de escuchar el discurso el 20 de noviembre del 93 en el Monumento a la Revolución donde Colosio daba cuenta de un país que estaba muy lejos del oasis salinista que esperaba ansioso la entrada de México al Tratado de Libre Comercio. Cuando Scherer publicó un libro donde Colosio le leyó el discurso horas antes de leerlo y reconoció que aún no se lo había mostrado a Salinas.

Sin embargo esa teoría carece de sustento. Pareciera que son lo mismo, pero los políticos no suelen utilizar las mismas tácticas de los gángsters, máxime si de por medio existe una imagen pública qué proteger.

Es dudoso que un político con la inteligencia y agudeza de Salinas hubiera planeado el atentado, máxime cuando a partir de ese momento todo su proyecto, su reputación y su paso a la historia como el gran renovador se fueron al carajo, adicional esto a que, con Colosio, el pelón ex mandatario indudablemente había hecho la mejor elección para consumar una transición pacífica que al mismo tiempo mantuviera su proyecto económico.

Y pese a la rabieta que hizo Camacho, era evidente que Salinas habría cometido un error enorme de haberlo favorecido con el dedazo, sobre todo por su relación con los grupos radicales de izquierda que podrían espantar a los inversionistas extranjeros. El problema fue que Camacho mostró abiertamente su desagrado cuando Colosio fue "el bueno", algo imperdonable en un partido donde todos los aspirantes tenían la obligación de tragarse el coraje y apoyar al candidato sucesor.

Años después aparecieron las "memorias"  de Camacho las cuales se dijo que eran apócrifas y donde Camacho respondía a su jefe "te equivocas, Carlos", cuando supo que el "ungido" era Colosio.

Pero es dudoso que Camacho haya planeado el atentado. La indignada reacción de la viuda del candidato en la funeraria fue interpretada como haberlo culpado de lo ocurrido en Tijuana aunque eso nunca se pudo corroborar. Más bien todo se debió a que Camacho (discúlpese el lugar común) había "sembrado cizaña" y no se había alineado, como debió haberlo hecho, con la decisión final del Señor Presidente, y ya se sabe que la indisciplina dentro de un gobierno totalitario es siempre interpretada como un símbolo de debilidad.

Y aunque la posibilidad que Aburto haya actuado solo se mantiene como la más probable, con todo y que luego haya salido una nota en la cual en realidad Colosio había recibido otro disparo en el abdomen, algo de lo cual nunca se informó en los momentos inmediatos al atentado. (Nos vamos a abstener, por cierto, de abundar en los argumentos expresados por Aburto, un tipo claramente trastornado).

Ahora bien, especulemos un poco: ¿que habría pasado si el mitin en Lomas Taurinas hubiera pasado sin mayores incidentes?

Es indudable que Colosio habría ganado la elección, sobre todo apoyado con una máquina electoral priísta todavía muy bien aceitadita. Pero dado que cuando ocurrió lo de Lomas Taurinas, la popularidad de Colosio aún volaba bastante bajo, el rompimiento con Salinas habría sido inevitable, quizá en los primeros meses del nuevo gobierno (rompimiento, por cierto, que de todos modos se dio un asunto que llevaría a Salinas a su ridícula "huelga de hambre" en un barrio de Monterrey, aunque de haber ganado Colosio, Salinas muy posiblemente habría obtenido la titularidad en la Organización Mundial del Comercio).

El proyecto económico salinista heredado por Colosio seguramente habría sido bombardeado por los grupos dentro del PRI que ya estaban viendo amenazados sus intereses con las reforma salinistas. Es posible que Colosio se hubiera movido a la izquierda, sobre todo para contrarrestar las candilejas dirigidas al entonces poderoso ejercito zapatista así como quitarle fuerza a Camacho quien, sin duda, ya estaría pensándose a sí mismo como el sucesor de Colosio en las elecciones del 2000.

Lo que es más difícil de dilucidar es que con Colosio presidente habríamos tenido error de diciembre, consecuencia éste del magnicidio del sonorense y de Ruiz Massieu, la incertidumbre en Chiapas y la progresiva pérdida de credibilidad de los mercados internacionales en el presidente Salinas. La máquina económica salinista habría sufrido un tropiezo durante ese sexenio pero quizá no habría sido tan grave en el entendido que el único problema inmediato a resolver en ese momento sería la insurrección zapatista.

Al final, el sexenio de Colosio hubiera resultado muy parecido al de Ernesto Zedillo, tal vez un poco más dinámico, con algunos avances económicos pero con mucho menor arrastre que el de Salinas, simplemente porque el salinismo era obra de Salinas y sin su presencia no se habría prolongado gran cosa.

 

Jamás sabremos si Luis Donaldo Colosio hubiera sido un gran presidente: quizá al final su gobierno terminaría descarrillándose, como el de Salinas, o tal vez terminaría hundido en un caso de corrupción. De hecho, las apuestas iban en su contra aún desde el mismo momento de la denominación; el PRI ya llevaba a sus cuestas una división interna lista para cobrar facturas.


 

 

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