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Aviso al campo mexicano: las remesas no serán eternas

 

Cientos de comunidades pequeñas en todo el país viven exclusivamente de lo que les envía la parentela asentada en Estados Unidos pero ello no ha contribuido gran cosa a que esas regiones se desarrollen ante esa lluvia de capitales. ¿No sería ideal un plan federal que otorgue exenciones fiscales para detonar ahí importantes fuentes de empleo y de paso revigorizar el agro? Porque la llave gringa se puede cerrar súbitamente para los paisanos, más como andan las cosas por allá

 

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Por Roberto Rojas P

 

JUNIO, 2020. La última vez que visité Fresnillo fue allá a fines de los 90. Es una ciudad pequeña cercana a la capital Zacatecas. Debo admitir que pese a la perenne crisis económica que hemos estado sufriendo en México, Fresnillo no parece pasarla tan mal. Más tarde visito a mi amigo Alfredo, habitante de una de esas ciudades que uno se pregunta cómo diantres la hacen para sobrevivir. Luego de ir a cenar unos deliciosos tacos en una concurrida esquina --no ha dejado de trabajar pese a la pandemia, algo que no requiere mucha explicación dado que, me dicen, el taquero tiene clientela aun entre los miembros del ayuntamiento-- Alfredo me invita a acomodarme su mi habitación que preparó en su casa. Pero dado que muchas cosas han pasado desde los años de la carrera es necesario platicar y desvelarnos para recordar anécdotas. Así pues, requerimos combustible.

Pasamos por dos six a una tienda de conveniencia; la cerveza, que en otras comunidades ha empezado a escasear, es noticia de la que en Fresnillo jamás nadie se ha enterado. "Mañana iremos a visitar algunas comunidades cercanas", me dice, "te vas a sorprender", esto en relación a la pregunta qué le hago. ¿Cómo es posible que Zacatecas, uno de los estados más pobres del país --el INEGI lo ubica en el lugar 27 de las ahora 31 entidades-- no refleje esa posición y en vez de ello circulen por sus calles muchos vehículos y motocicletas de modelo reciente?

"Y eso que no has visto muchas casas por dentro", me advierte Alfredo. "Conozco gente y amigos donde lo único mexicano son sus habitantes".

Desde los años setenta, cuando el flujo migratorio de zacatecanos a Estados Unidos se desató, el estado se ha desplomado en el ranking de los más dinámicos aunque, paradójicamente, el último decenio ha circulado mucho dinero como nunca antes... dinero, claro, que llega a la entidad en dólares. Muchas de sus pequeñas comunidades, desde Miguel Auza hasta Río Grande y Sombrerete tienen cientos de cuentas tan abultadas como si fueran ahorradores en ciudades más grandes, como Torreón, Saltillo o San Luis Potosí.

Este año se marcó, por obvias razones, un descenso notable de visitantes del norte, los cuales suelen provocar una lluvia de billete verde para las fiestas patronales, bailes que duran hasta dos días y quinceañeras que son llevadas al salón de fiestas en un automóvil del año.

Este año los fiestones locos disminuyeron notablemente, pero como dice Alfredo, no problem, para eso existen las transferencias, un torrente de papel washingtoniano y frankliniano que mantiene a flote a prácticamente toda el área rural de Zacatecas. El fenómeno se repite en otras latitudes como Aguascalientes y Michoacán donde el éxodo al norte rebasa por mucho al de las otras entidades. Como sea, Zacatecas ya no es un apéndice de México para su supervivencia, sino de Estados Unidos; es tan dependiente del billete verde quizá más que la misma Puerto Rico.

El primer lugar que visitamos es una comunidad menonita cercana a Miguel Auza
. Alfredo me invita a probar una pizza hecha de queso menonita (desde afuera: la pandemia todavía no permite entrar a degustarla dentro del establecimiento). Es deliciosa, increíble: las casas de los miembros de esas comunidades son modernas, si bien muchos menonitas solo usan la electricidad para cuestiones laborales. Alfredo me dice que su alta productividad los hace "me temo, la única gente que hoy trabaja en Zacatecas", dice en broma", los demás están fuera del país".

Algunas comerciantes locales incluso aceptan manejar dólares en el precio de sus productos pero Alfredo me dice que esa costumbre ha bajado ante el acoso del narcotráfico en muchas de esas comunidades. "La mayoría de la gente recibe sus transferencias en pesos, después de todo ¿para qué conservar los dólares si los pesos te van a rendir muchísimo más?

 

Alfredo me presenta a Bertha, una cincuentona habitante de Miguel Auza. Me cuenta que ella y su familia llevan casi cinco años sin trabajar y que viven exclusivamente de las remesas que les envían sus dos hijos, uno de ellos en Phoenix y el otro en Bakersfield, California. "Aquí nomás no encontraban empleo, uno se fue a los dos meses después del otro y allá siguen, nomás encontraron trabajo y nos envían remesas cada mes". Doña Bertha no quiere dar cifras exactas pero más tarde Alfredo estima que Bertha recibe alrededor de 800 y mil dólares mensuales... casi 17 mil pesos, el equivalente a un sueldo profesional medio en México. ¿Para qué molestarse en buscar empleo?

 

Los dos hijos se casaron con hijas de inmigrantes mexicanos lo que les ayudó a regularizar su situación migratoria, "Pero de todos modos cuando andaban de ilegales les iba bastante bien, y aunque ya tienen esposa e hijos no dejan de mandarme mi remesita", dice doña Bertha, orgullosa". Una historia similar la cuenta Arturo, el único de los cuatro hermanos que se quedó en Zacatecas; probó suerte trabajando un tiempo cerca de Houston "pero no me gustó el ambiente allá".

 

Posteriormente Arturo llegó a un acuerdo con los hermanos que se quedaron allá: la haría de "velador" de sus propiedades y a cambio le mandarían una remesa como pago. "Tres veces a la semana le doy la vuelta a las casas que tienen aquí... cuando vienen no tienen qué hospedarse en un hotel o quedarse con nosotros. Todos salimos ganando" dice Arturo, y agrega que como "velador" le pagan 200 dólares mensuales cada uno. "Son casi 10 mil pesos mensuales, la verdad no necesito trabajar aunque agarro chambas como electricista pero nada más como pasatiempo. La verdad me está yendo mucho mejor que si me hubiera quedado en Estados Unidos".

 

Estos dos ejemplos (y luego que platiqué del asunto con Alfredo el último día que nos vimos), daba cuenta inequívoca del porqué en las zonas rurales y en los pueblos mexicanos no ha habido estallidos sociales ni sus habitantes pasan hambre. después de todo, la reforma agraria arruinó al campo mexicano; instituciones como la desaparecida Banrural --apodada Bandidal, con toda justicia-- enriquecieron brutalmente a decenas de burócratas urbanos que ni idea tenían de cómo se manejaba un tractor y se sigue explotando como carne de cañón a los ejidatarios... bueno, los que quedan, esto sea el partido que sea el que esté en el poder. Pero la población en esas comunidades parece tener un aguante sobrenatural.

 

"Durante muchos años los priístas saquearon al campo zacatecano, y cuando llegaron los perredistas las mañas siguieron", dice Alfredo. "Pero a nadie pereció importar mucho el asunto; si a ti te llegaban tus remesas, de qué te apuras".

Peligrosa economía ficción
 

Ya de regreso, platiqué con el contador José Miguel Paredes, estudioso del fenómeno de las remesas provenientes de Estados Unidos. "Esas comunidades viven en una economía ficción... ninguna comunidad o lugar puede ni debe depender de las remesas para sobrevivir".

 

Agrega: "La economía norteamericana, con todo y el coronavirus, será capaz de levantarse cuando acabe la pandemia, pero eso no descarta una posible recesión en Estados Unidos durante esta década. Si se le cierran las fuentes de empleo a nuestros paisanos las remesas también se van a detener.

 

"Lo que mucha gente que odia a Estados Unidos no ve, es que una caída en su economía, una recesión o peor aún, una depresión llevaría a México igualmente al abismo dado que dependemos prácticamente para todo del vecino del norte, y algo similar le sucedería a Canadá", dice Paredes. "No estamos preparados pese a estar recibiendo millones de dólares cada año producto de las remesas; se estima que éstas se ubican en segundo lugar detrás de los ingresos petroleros y arriba de las divisas que entran por concepto de turismo, más aún con esto del coronavirus hizo que el turismo extranjero se desplomara".

 

Del mismo modo Paredes lamenta que el gobierno federal, "y no solamente con López Obrador, se han preocupado en lo mínimo por crear o fomentar un programa que estimule la inversión de esos gigantescos capitales, ya sea mediante estímulos fiscales para que abran sus propios negocios o reaviven la actividad agropecuaria o se creen pequeñas industrias en toda esa zona. Con ello ese dinero, en vez de irse casi todo en la compra de bienes de consumo, se podrían abrir muchas fuentes de trabajo reinvirtiendo esos capitales".

 

Continúa: "La gente no tendría necesidad de emigrar a otras latitudes. Alguna vez esas regiones eran productivas y nadie tenía necesidad de abandonar su lugar de nacimiento. Deben aprovecharse esas remesas en vez que ese dinero se convierta en pasivos que en poco o nada sirven para remediar la pobreza en esas áreas. En lugar de estar esperando que una multinacional llegue a esas regiones y abra empleos, con el dinero de las remesas trabajando en su beneficio no las necesitarían tanto".

Lo más lamentable, dice el contador Paredes, "es que esas comunidades no han fomentado una cutura del ahorro o de invertir esos capitales en negocios productivos... la mayor parte se va en comprar artículos de consumo caros y ostentosos".

Lo que vi durante la visita a mi amigo Alfredo, deja claro que existe ese potencial en áreas como Zacatecas donde se ve actividad aunque, de no ser por las remesas, serían pueblos fantasmales. Pero si muchos de esos emigrados pudieron crear sus propios negocios allá y prosperar, ¿por qué no acá? Sería bueno intentarlo. Luego que pase pejelandia, me temo.
 

 

 

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2 opiniones

jc_arellano escribe 03.07.20

Como están, en relacion al artículo sobre las remesas, creo que "Alfredo" tiene razón: si tu estás recibiendo buena lana te vale lo que te rodea y te vuelves apático, de hecho ese fue un motivo por el cual miles de zacatecanos decidieron buscar fortuna en el otro lado, pero también por esa apatía permitimos que los políticos nos sigan robando y empobreciendo, después de todo si yo estoy recibiendo buen dinero, qué me preocupan la suerte de los demás Esta forma de pensar desafortunadamente es muy comun en México

ray_ayala escribe 04.97.20

Por supuesto que todo Fresnillo conoce esos tacos, son los riquísimos Tacos Don Luis en Plomo y Hombres Ilustres!! qué bueno que a este señor Roberto Rojas lo hayan llevado a probarlos, provecho

 

 

 
 

 

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