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Lo extrañaremos, Miguel Ángel Granados Chapa

El periodismo mexicano acaba de perder a uno de sus más valiosos elementos, un columnista valiente de convicciones firmes y cuya mención ponía nerviosos a los burócratas del poder. Un adiós, envuelto con admiración y respeto, a Miguel Ángel Granados Chapa

OCTUBRE, 2011. Apenas el domingo Enrique Krauze había publicado una carta abierta en torno al retiro periodístico de Miguel Ángel Granados Chapa cuando esa misma tarde quien fuera uno de los periodistas más valiosos de México dejó de existir. Autor de la columna Plaza Pública que estaba a punto de cumplir 30 años, Granados Chapa siempre gozó del respeto por su integridad intelectual, aun por parte de sus críticos; fue alguien enormemente informado, alguien que conoció las intrínguilis del poder como pocos. Un alto político priísta llegó a decir que cuando sus subalternos le comunicaban que "te había mencionado Granados Chapa en su columna", se ponía a temblar.

A últimas fechas al periodista se le veía bastante desmejorado. Las causas de su deceso pronto serán reveladas. Lo que hoy importa es su legado; los zapatos que hoy deja son enormes, un verdadero reto para las nuevas generaciones de periodistas nacionales.

Granados Chapa comenzó a tomar notoriedad a principios de los setenta en el diario Excélsior cuando Julio Scherer era su director. Tras el golpe echeverrista al periódico la plana se dividió entre quienes formaron Proceso y el Unomasuno. Granados Chapa pasó primero por un medio y luego por el otro. Más tarde formó junto con el también fallecido columnista José Luis Mejías una dupla de columnistas letales para el poder priísta. Sabía de los peligros cómo cuando Manuel Buendía fue asesinado en 1984 pero, según dijo a la revista Contenido, "al final la verdad prevalece sobre todo lo demás, esto es lo que me inclina a seguir escribiendo". En 1983 aceptó la invitación de Alejandro Junco para escribir en su nuevo diario Reforma. Ahí colaboró hasta que se despidió de sus lectores, el pasado viernes 14 de octubre.

Con el repunte del neocardenismo en 1988 Granados Chapas se alineó con éste último, e igualmente justificó la aparición del EZLN del cual consideraba que sus demandas eran justas y fue también uno de los más duros críticos del salinismo. Cuando Vicente Fox fue electo presidente en el 2000 se preguntaba si éste podría llenar todas las expectativas que en él se habían depositado y dudaba si lograría concluir con éxito la transición democrática. Sobra decir que no se equivocó.

Conforme se fortalecía la candidatura de López Obrador a la presidencia en el 2006, Granados Chapa le profundizó su respaldo, incluso cuando fue uno de los observadores del proceso el día de las elecciones. Siguió apoyándolo hasta que optó por distanciar una vez que el tabasqueño radicalizó su protesta. "El camino escogido por el candidato perredista es muy riesgoso y pudiera vulnerar el estado de Derecho", escribió. De cualquier manera siguió apoyando el "voto x voto" y lamentó que el resultado final de aquella votación hubiera quedado en tinieblas".

Hombre de izquierda, Miguel Ángel Granados Chapa supo mantener su integridad dentro de una corriente política donde abundan el doble discurso y la incongruencia, tanto así que jamás se podrá achacársele de ello en cualquiera de sus columnas. Escribió sobre lo que pensaba y con ello nos hacía reflexionar aun si no se estuviera de acuerdo en sus opiniones. Y es que cuando se defiende aquello que tiene qué decir en vez de callarlo para no quedar mal es el aspecto que más engrandece a un periodista. Granados Chapa nunca faltó a ese cometido. Lo extrañaremos: quedan pocos, muy pocos como él, dentro del periodismo mexicano. Lo extrañaremos, maestro Granados Chapa

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