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Y DEMÁS/Momentos de
ayer
A medio
siglo del Verano de Amor, una síntesis
Aquellos
que eran jóvenes entonces y que han sobrevivido son hoy
septuagenarios en su mayoría. Hace cinco décadas se dio el
nacimiento del hippismo en San Francisco, y un sueño de
fraternidad universal que no tardó en derrumbarse aunque eso
sí, todo aconteció con un fondo musical de primer nivel
Versión impresión
JULIO, 2017.
Dice una máxima por ahí que su usted recuerda los sesenta es
que no estuvo ahí. Frase paradójica pues si hay una década
de la que a diario recibimos toneladas de información y se
le ha idealizado tanto, es precisamente la de los sesenta:
Beatles,
Stones, Clapton, Hendrix y
Doors por uno de sus puntos cardinales; la muerte de los
dos dos Kennedy, el Ché y Luther King por el otro; Vietnam,
Paris y Tlatalolco en el tercer punto, y los movimientos
sociales en su cuarto y último punto. Quizá en el centro de
todo ello, y combinados todos esos elementos, fue cuando se
dio hace ya medio siglo el famoso Verano de Amor.
Parece increíble, pero la mayoría de los jóvenes de ese
momento son hoy septuagenarios, parte del baby boom
de la posguerra que inundó a decenas de países con niños
inocentes que, al entrar a la adolescencia, se dejarían
crecer las barbas, renegarían del mundo de sus padres en
busca del edén de la igualdad y la fraternidad universal
mientras que ellas, educadas en su mayoría en colegios
religiosos, ya no saldrían de casa sin la píldora
anticonceptiva, decididas a encontrar ese mundo de justicia
desprovista de todo egoísmo capitalista.
El Verano de Amor fue un movimiento que se movía alimentado
por el soundtrack de la música. El rock había pasado
de ser mero pasatiempo y se estaba convirtiendo, gracias a
las canciones de Bob Dylan, los Beatles y los Rolling
Stones, en un medio para expresar, precisamente, que nadie
estaba recibiendo satisfacción. Fueron los orígenes,
asimismo, del hippismo que tuvo su razón para brotar
en una redada de rutina en la confluencia de Haight y
Ashbury en San Francisco: la policía había detenido a un
grupo de jóvenes por posesión de mariguana y ello desató una
serie de protestas que luego recibieron eco entre la gente
que fumaba la yerba con regularidad, en especial varios
músicos locales.
Entre ellos se encontraba Jerry García, hijo de un español
emigrado a California en los años 30. García y varios amigos
fundaron The Grateful Dead, siendo de los primeros en
ofrecer conciertos gratuitos en la esquina de esas dos
calles y que luego pasaría a tener fama universal.
Mientras los jóvenes que ansiaban "enterrar" al mundo de los
mayores encontraban un pretexto para viajar a San Francisco,
el idealismo del Verano de Amor fue creciendo gracias a
canciones como "San Francisco", interpretada por Scott
McKenzie y coescrita por John Phillips, a su vez líder
fundador de The Mamas and Papas, los cuales a su vez habían
contribuido con el mito gracias a la bella "California
Dreamin'".
Por la misma línea caminaban los Jefferson Airplane, quienes
habían permanecido en el desinterés hasta que entró al
frente del grupo Grace Slick, una muchacha nacida en Chicago
y quien gracias a la sicodélica "White Rabbit" de 1966
perfilaba lo que vendría luego a ser el Verano de Amor.
Jefferson Airplane recalcaba un llamado al amor fraternal
con "Somebody to Love" al tiempo que los angelinos The Doors
daban una importante campanada con "Light My Fire",
composición que identifica prístinamente a lo que fue el
Verano de Amor de 1967.
Y desde la lejana Gran Bretaña los Beatles advertían al
mundo que todo lo que necesitas es amor al tiempo que las
notas del Sgt. Pepper
seguían resonando por todo el mundo.
El Verano de Amor partía desde tres puntos. Uno, la música
como medio de protesta; dos, la oposición a la guerra de
Vietnam y, tres, la obsesiva búsqueda de la igualdad, el
abandonar las ambiciones materialistas y alcanzar el amor
comunal.
Durante el verano se hizo común repartir gratuitamente
naranjas, bebidas azucaradas y emparedados a los jóvenes que
se reunían en el Golden Gate Park, muy cerca de Haight-Ahsbury,
la mayoría de ellos procedentes de todo Estados Unidos y aun
de otros países en búsqueda del sueño hippie de paz y
armonía. También abundaban los conciertos de los principales
grupos musicales de San Francisco --además de los ya
mencionados estaban los Quicksilver Messenger Service,
quienes luego pasarían a la historia al participar en el
festival de Monterey, también ese año-- y, el mes de agosto,
la sorpresiva visita del beatle
George Harrison quien
con una guitarra al hombro se puso a recorrer las colinas
del bello parque.
Sin embargo muy pronto Harrison se desencantó: el movimiento
de los Flower Power, el amor, la armonía y la
fraternidad universal ya era un caos absoluto desde sus
inicios y, como se vería más tarde, el músico previó que el
sueño hippie terminaría en desastre. Desencantado, Harrison
ya no volvería a San Francisco en muchos años.
Asimismo y como parte del Verano de Amor, al consumo de
mariguana se agregó otra droga, ésta sintética, creada en
laboratorio por Timothy Leary, un profesor de Harvard quien
luego se convertiría en gurú de esa droga, llamada ácido
lisérgico aunque más conocida por sus siglas LSD. Sus
efectos se reflejarían posteriormente en el mundo de la
música, el cine y la literatura. Más tarde se conocerían los
devastadores efectos del LSD en el cerebro, pero durante el
Verano de Amor, etapa cándida por lo demás, se pensaba que
su uso podía potenciar las capacidades mentales y creativas.
Lo cierto es que además de dejarnos excelentes canciones
aunque con letras ya un tanto caducas, el Verano de Amor
mostró que el poder de la música era más poderoso de lo que
se creía hasta entonces. Pero al final las protestas no
tuvieron gran efecto dentro del ajedrez político de los
mayores: Estados Unidos saldría de Vietnam, derrotado, hasta
ocho años más tarde, trece meses después del Verano de Amor,
el republicano Richard Nixon era electo presidente -su
posterior renuncia tuvo poco que ver con la presión de los
hijos de las flores-- mientra que la pesadilla de Altamont a
fines de la década daba cerrojazo a un verano de amor al que
rápido le llegó a su invierno.
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