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"LOS CUATRO SÍMBOLOS REPRESENTATIVOS DE LAMBAYEQUE"

EL TUMI DE ORO”

Cuando empezaron las excavaciones en la zona de Batán Grande, en 1936, el Gobierno del presidente Oscar R. Benavides mandó al sabio Julio C Tello como su representante y encargado de controlar las piezas arqueológicas que se encontraron. El Tumi o Cuchillo de Oro de Illimo fue extraído de la Huaca “La Ventana”, en 1937 por el arqueólogo Julio C. Tello y el huaquero Teofilo Granados. Poco después, ya en Lima, el sabio en conferencia amplia y con presentación de fotografías señaló que fueron tres tumis de oro que se habían encontrado junto con otras joyas fabulosas.

 

Corrieron rumores que en el viaje habían desaparecido dos de los tres tumis por obra no de ladrones vulgares sino de personas de nivel superior; incluso se publicó en los periódicos. Pero no fue cierto, los tres tumis ingresaron al Museo Antropológico Nacional; existe la constancia con los cargos y fotografías. En Noviembre de 1981 se produjo un acontecimiento decepcionante: uno de los tumis fue robado por desconocidos; nunca se aclaró el hecho, fue un verdadero escándalo; al año siguiente la policía encontró restos de la joya arqueológica, completamente inservibles.

 

Los otros dos tumis permanecen en el museo, uno es de oro y plata y el otro de oro puro; los tres eran “hermanos”;  pesan alrededor de medio kilo, con unos 40 centímetros de alto.

 

Los dos tienen los antebrazos horizontales con los dedos abiertos y tocándose las dos manos entre si sobre el abdomen; aparecen unos muñecos o incipientes alas a la altura de los hombros.

En otro museo importante de Lima existen varios tumis, unos extraídos seguramente de otras tumbas de la misma huaca “La Ventana” y de otras huacas; todos los brazos abiertos horizontales; hay unos 20 centímetros entre las dos manos donde aparecen turquesas; hay de oro puro de 22 quilates; de oro y plata, de plata y de cobre dorado; incluso hay uno sentado sosteniendo un tumi pequeño en sus manos todo de oro.

Que se sepa no hay otros tumis originales en otros museos excepto en un museo de Berlín, Alemania; donde hay uno sentado, todo de oro.

 

"LA LEYENDA DE NAYLAMP"

Todo empezó como en un cuento de hadas. Siguiendo la corriente del Niño, algunas embarcaciones en forma de balsa viajaban hacia el sur. La navegación, iniciada en la costa occidental de México proseguía serena y regular sobre la clara inmensidad del océano Pacífico. Encabezaba el grupo la nave del jefe: un inmenso abanico de plumas multicolores adornaba su proa.

 

Sobre el puente de mando se erguía un hombre de elevada estatura, aspecto aristocrático y altivo ,tez clara y facciones netamente semitas; envolvía un voluminoso turbante rematado por una diadema de plumas, sujeta a su vez por una magnífica turquesa.

Naymlap-éste era su nombre-, el héroe divinizado, guiaba su flota hacia la región que más tarde se llamaría Perú. Tras algunos días de navegación, al avistar una playa que le pareció adecuada para sus proyectos, emitió una orden. Las naves viraron hacia el éste. Poco después, la proa de la nave capitana encallaba dulcemente en la arena.

Un nuevo ciclo histórico estaba a punto de comenzar Junto a la playa había centenares de embarcaciones quietas, en las que se amontonaban miles de hombres, mujeres y niños; pero nadie se movía.

 

Poco más tarde, un hombre bajó de la nave capitana: era Pitazofi, encargado de hacer sonar la trompa real, un instrumento construido con un caracol llamado Spondylus. Avanzó algunos pasos y luego, llevándose a los labios el nacarado cuerno , la arrancó un sonido ronco y potente.

Acto seguido el jefe de los portadores de la litera real, Nicacolla, bajó a tierra seguido de sus ayudantes. Ellos también se quedaron inmóviles apenas pisaron la playa, mientras resonaba otro toque de trompeta y descendía de la nave otro viajero, con un pesado cofre a cuestas.

Se trataba de Fongasidas, cuya función consistía en esparcir por el suelo, delante del cortejo real, puñados de piedrecillas rojas a fin de proteger de al augusto ocupante de la litera.

Volvió a escucharse la trompa y, seguido por seis hombres que transportaban enormes cajas, desembarcó LLapchilully, encargado del guardarropas real; luego le tocó el turno a Ochocali,¨cocinero-jefe¨,junto con sus ayudantes.

 

Por último desembarcó Allopoopo, cuya misión era preparar el baño del rey a cada etapa del viaje.

Todos aguardaban inmóviles. Y he aquí que, sin que resonara la trompa, cuatro individuos lujosamente ataviados y con sendas coronas de oro sobre las sienes, desembarcaron con paso solemne llevando a hombros una litera sobre cuyos cojines estaba muellemente recostada la princesa Ceterni, esposa del rey.   

 

De pronto, una voz ronca dejó oír una orden y todos los pasajeros de la nave capitana se ordenaron en fila sobre la cubierta: Naylamp avanzó entre ellos, estrechando contra el pecho un gigantesco Spondylus. Apenas hubo desembarcado, se postró ante su dios.

Todos los demás pasajeros a tierra ...

 

¿Cuál fue la primera orden del rey? Tal como harían más tarde los conquistadores, ordenó que se erigiese, en el lugar exacto del desembarco, una señal tangible de su llegada, un monumento que celebrase, de acuerdo con sus intenciones, la alianza entre el mar y la tierra, es decir, entre sus respectivas divinidades: Chia (la luna) y Ra, el dios solar generador de mieses...

Por último, vale la pena recordar que a orillas del lago del Guatavita se celebraba todos los años una ceremonia religiosa que consistía en arrojar al agua algunos trozos de arcilla verde; dichos trozos habían de transformarse, en el interior del palacio lacustre, en una estatuilla que representaba a una rana, naturalmente de jadeíta.

La ciudad de LLampallec está ya edificada, la religión ha arraigado sólidamente, y la economía de la nueva nación es segura y estable. Entonces, tal como ya lo habían hecho Quetzalcóalt y Viracocha, el primero respecto a mayas y aztecas, y el segundo respecto a los pueblos andinos, Naymlap decide partir y dejar a su gente.

Acercándose a la orilla del mar, despliega las alas y pronto desaparece tras el horizonte.

Quedaba su hijo, Si-Um, quien reinó sobre el país durante muchos largos años. Antes de morir se hizo encerrar en un subterráneo para dejarle a su descendencia, a manera de legado, el mito de la inmortalidad.

Tres de sus hijos crearon pequeños principiados locales. La dinastía propiamente dicha tuvo aún once representes, el último de los cuales, Fempellec, quiso trasladar a otro sitio la estatua de Naymlap, que, por aquel entonces, estaba en el templo de Chia, la Luna.

Sin embargo, por alguna causa desconocida, no pudo llevar a término su proyecto: cuentan que se le apareció un "demonio" bajo el aspecto de una joven que lo sedujo y le convenció que renunciase a su propósito.  Estalló entonces una terrible tempestad que duró treinta días, y, cual auténtico diluvio, arrasa con las cosechas casi por completo.

 

El pueblo, desorientado y preso de irritación ,se reveló contra el soberano, y, tras sumar a su causa a nobles y sacerdotes, los rebeldes capturaron a Fempellec, lo amarraron fuertemente, arrojándole al mar. Así, por extraña fatalidad, la mítica dinastía de Naymlap, que había llegado del mar, concluyó también en mar. Nadie volvió a ocupar aquel trono hasta que el Gran Chimú de Chan Chan extendió su dominio sobre casi todas las regiones occidentales de América del Sur.

 

"EL SEÑOR DE SIPÁN"

El señor de Sipán constituye, sin exagerar, uno de los descubrimientos más fascinantes e importantes de los últimos tiempos. Su importante belleza histórica estuvo oculta durante siglos, hasta, que, entre excavaciones, surgió cual “ave de Fénix”. Un orgullo, sin duda, para el Perú y el mundo entero.

 

En el valle de Lambayeque, al norte de nuestro bello país, emergen los campos de caña de azúcar dos grandes construcciones piramidales de más de treinta metros de altura, y delante de ellas se impone una antigua plataforma de adobe. Restos valioso que pertenecen a la Cultura Mochica, que floreció mil años antes que los incas y forman parte de un importante santuario religioso.

 

Allí, en el lugar conocido como huaca rajada, los huaqueros saqueadores de los restos arqueológicos, escogieron la coma de la pirámide más pequeña y trabajaron de noche para no ser descubierto por la policía. Cuando habían cavado 7 metros, de profundidad, descubrieron una de las tumbas más ricas jamás halladas. El saqueo fue total, muy pocas piezas han sudo recuperadas; se sabe que contenía gran cantidad  de objetos de otro y plata así como muchas piezas de finísima cerámica. Luego de este penoso episodio, Huaca Rajada fue custodiada día y noche para evitar nuevos saqueos

 

A raíz de este acontecimiento el Dr. Walter Alva y un grupo de investigadores, tras elaborar una serie de planos y mapas, decidieron excavar en la superficie de la plataforma que había sido huaqueada y al hacerlo realizaron uno de los descubrimientos más importantes para la arqueología peruana y mundial. En 1987 encontraron los restos intactos de un dignatario de la jerarquía Mochica, el Señor de Sipán; la cámara de este sacerdote guerrero se hallaba delante de dos grandes construcciones piramidales. El importante descubrimiento sólo es comparable, según se afirma, con el hallazgo de la tumba del faraón  Egipcio Tutankamon Howar Carter, ingleses. En el atuendo funerario se observan numerosas y finas piezas de oro, plata, cobre dorado y piedras preciosas como turquesas y conchas “espndylus” originarles del norte de Ecuador.

 

Estas conchas de unos 7 a 9 centímetros de largo, son normalmente más largas que las anchas, son tan irregulares que se ven casos al revés; están conformados por dos valvas calizas unidas por una especie de bisagra, constituyendo una sola pieza. Se ven de tres colores predominantes; el rojizo, violeta y blanco; pero también sin raras en su coloración, viéndose tonalidades intermedias.

 

Y la piedra “lapislázuli” procedente de las costas de Chile, es un mineral formado de silicato de aluminia, cal y sosa, y es de un color azul. También se hallaron cinco nichos con 212 vasijas, conteniendo ofrendas de comida y bebidas.

 

Cuando regreso el Señor de Sipán de Alemania, ya restaurado, fue recibido en el Aeropuerto Internacional de Lima con honores de jefe de Estado, en ceremonia oficial con presencia de altos dignatarios del Gobierno. Lo mismo sucedió cuando llegaron sus restos al aeropuerto José Quiñónes, en alta investidura por las autoridades lambayecanas en forma corporativa, con gran concurrencia de súbditos paisanos, quienes celebraron su vuelta al terruño.

 

El Señor de Sipán fue importante dignatario de la jerarquía Mochica, cuya edad oscilaba entre los 35 y 45 años, con una estatura aproximada de 1.66. el estudio de su osamenta indica que desarrollo impresionante musculatura. Su dentadura, en buenas condiciones y poco desgaste, sugiriendo que tuvo una dieta cuidadosamente preparada.

 

Este dignatario fue encontrado en un gran ataúd de madera de algarrobo dentro del cual y rodeándolo, se encontraron una gran cantidad de pectorales, collares, coxales, orejeras, coronas, estandartes  y toda la indumentaria de un Señor perteneciente a alto cargo. Acompañando al Señor de Sipán en la misma cámara funeraria y alrededor del ataúd principal, se encontraron siete personas adultas entre hombres y mujeres, y un niño aproximadamente  de 9 años, al igual que auquénidos, llamas adultas sacrificadas. Habían unas banquetas que tenían nichos con innumerables piezas de cerámica, cantaros con presentación de prisioneros desnudos con sogas al cuello, guerreros sostenían mazos y escudos, figuras sentadas con las manos en el pecho o rodillas. En la antecámara había un individuo adulto en posición extendida boca arriba con el brazo derecho sobre el pecho y con los pies cortados. Su atuendo aérea el de un guerrero, tenía puesto un casco y sostenía un escudo redondo.

 

En los meses de agosto y septiembre de 1998 se han producido nuevos hallazgos en el mausoleo del Señor de Sipán en el lugar llamada Huaca Rajada, del complejo arqueológico de Sipán, que se encuentra ubicado a 35 Km. Al este de la ciudad de Chiclayo y a 2km. del pueblo de Sipán; dos tumbas  descubiertas pertenecen a un alto jefe militar y a un aprendiz de sacerdote o  “chaman” compadrados de sus respectivos guardianes. En la cámara de alto jefe militar fueron hallados pectorales, estándares y escudos de plata y cobre así como vasijas de cerámica con restos de alimentos y bebidas, el personaje vestía ropa de guerrero, indicando que se trataba de un jefe militar principal a su costado derecho se encontró un vasallo al que le faltaban los pies como indicio de que no debía abandonar su puesto de vigilancia; algo más lejos habían esqueletos de llamas que formarían parte del ritual funerario. En la tumba del “chaman” que tenía menos jerarquía se encontraron sonajeras y piezas de bronce para el culto, además dos estandartes de chaquira, un pectoral de conchas y cerámicos.

 

El hallazgo ha permitido conocer mejor el complejo mundo político-religioso de la sociedad Mochica. Se puede ahora entender que los Moche fueron una sociedad altamente organizada y tenían un orden jerárquico que era muy respetado, que se basaba en la autoridad del Señor de Sipán. Siguiendo la religión, los sacerdotes y tercera el asta militar, de guerreros.

 

 Muchas investigaciones se han hecho sobre el Señor de Sipán. Una poco comentada, pese a su importancia, para conocer cómo vivía, es la referida a su alimentación.

 

Es sabido que los Mochicas conocían la cerne de vacuno, de cerdo, polo  gallina, consecuentemente leche, queso, mantequilla, huevos, tampoco arroz, cítricos. Ellos los suplían con langosta, pescados y mariscos, diferentes variedades de papa, ají y rocoto. Conocían el cebiche que lo hacían con tumbo ácido que le daba gusto a fruta; su sustento proteico se basaba en la pesca en la pesca y la caza pues comía ancas de rana, conejos de indias, etc. Choclo, yuca, zapallo, fruta como la cocona, las moras, las uvillas, maní, chinchas deliciosas, mieles y dulces combinados con camotes, yucas y cereales. Preparaban el charqui con carne de auquénidos serranos.

El señor de Sipán fue proclamado como el lambayecano más famoso del Siglo XX. La mentalidad del antiguo peruano estaba en la creencia de inmortalidad de ser humano. De allí que la muerte era considerada un paso más a la otra vida.

 

"EL HUEREQUEQUE"

Uno de los símbolos de los Lambayecanos es el huerequeque, ave zancuda de color plomo cenizo, con cabeza grande redonda, pico corto, ojos grandes, hermosos, blanquecinos; de 38 a 40 centímetros de alto, cuyas patas, muy largas, tienen tres dedos cada una; su nombre científico es Burhinus Superciliaris y es oriundo de la costa del pacífico a lo largo del Perú pero es muy raro verlo en el centro y el sur; la región Norte, especialmente Lambayeque es su habitad ideal

Su plumaje tiene finas manchas y líneas parduscas, vientre blanco,. Presenta una franja superciliar blanca en la cabeza y una franja negra encima en la parte posterior de la corona. La hembra se parece al macho; los juveniles, son más manchados que los adultos.

 

Cuando es adulto, en edad sexual se “arma” como el pavo, abriendo su cola en abanico.

 

Es una especie avícola característica de terrenos planos semidesérticos; antes se les veía en los arrozales entre Chiclayo y Lambayeque, cruzando la carretera como pequeñas avestruces; sus gritos nocturnos se distinguen  por una serie de gritos comenzando con sonidos bajos y sonoros y terminando con tonos altos, como un repetido “Kiú Kiú Kiú”. Ahora esta en vías de extinción

Se amansa fácilmente; los capturaban para tenerlos en cautiverio para limpiar la casa de insectos y pequeños animales. Para saber donde estaban les ponían una especie de medias con pequeñas campanitas que sonaban cuando el ave se movía.

 

A los Lambayecanos les dicen “huerequeques”, porque ha sido el lugar donde abundaban. En el local del Club Lambayeque lo exhiben con orgullo, ya disecado. Hay un cantar popular que dice “De Chiclayo a Lambayeque mataron un huerequeque y del buche le sacaron un cholo de Lambayeque”.

 

 

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