ANEXO
30
ENCUESTA
KOSS: LA MADRE
DE TODAS LA FALACIAS
Uno de los
estudios sobre la incidencia de la violación más frecuentemente
citados en las publicaciones feministas es el realizado en 1985,
bajo la dirección de Mary Koss, para la revista Ms.
La escritora y periodista Wendy
McElroy se ha referido a ese estudio con la expresión "The
Mother of All Myths", cuya traducción podría ser "la
madre de todas las falacias".
Mary Koss y su
equipo basaron su estudio en las entrevistas realizadas a 3.187
universitarias estadounidenses (de una muestra total de 6.159
estudiantes de ambos sexos), a las que formularon diez preguntas
sobre la violación sexual mediante la fuerza física, pero también
otras como la siguiente:
que, en caso de
respuesta afirmativa, permitía incluir a la encuestada en la cifra
de mujeres violadas. A esas diez preguntas siguieron otras varias
acerca del carácter concreto de la violación, como por ejemplo: ¿Habían
estado bebiendo? ¿Qué emociones sintieron durante y después del
acto? ¿Qué forma de resistencia utilizaron? ¿Cómo calificarían
el suceso?
Mary Koss y sus
colegas llegaron a la conclusión de que
-
el 15,4% de
las mujeres encuestadas habían sido violadas,
-
el 12,1% habían
sido víctimas de intento de violación,
-
es decir, el
27,5% de las encuestadas habían sido víctimas de violación o
intento de violación,
ya que sus
respuestas coincidían con los criterios de violación establecidos
por Mary Koss (penetración mediante el pene, dedos u otros objetos
bajo la coacción de la fuerza física, el alcohol o las amenazas).
Sin embargo, no
fue ésa la percepción de las supuestas víctimas, ya que sólo la
cuarta parte de las mujeres consideradas violadas por Mary Koss
estaban de acuerdo con esa conclusión, es decir, según las
palabras de la propia Mary Koss, "sólo
el 27% de las mujeres incluidas en la cifra de mujeres violadas se
consideraban a sí mismas víctimas de violación."
De las restantes, el 49% dijeron que había existido un problema de
"mala comunicación" con el "agresor", el 14%
dijeron que se había tratado de un "delito, pero no violación"
y el 11% dijeron que "no se sentían víctimas".
De acuerdo con su
concepto de la violación y de las agresiones sexuales masculinas,
Mary Koss preguntó también:
-
"¿Se ha
entregado usted a juegos sexuales (caricias, besos o manoseos,
pero sin coito) no deseados, debido a que no tuvo más remedio
que ceder ante la constante insistencia de un hombre?"
A esa pregunta,
el 53,7% respondieron afirmativamente, por lo que Mary Koss las
incluyó en la cifra de víctimas de agresión sexual.
En la presentación
del estudio en 1988, la Fundación Ms. afirmó que, según
las conclusiones del mismo, "una de cada cuatro mujeres
encuestadas había tenido una experiencia que respondía a la
definición legal de violación o intento de violación."
Desde entonces,
la expresión one in four ( "una de cada cuatro")
se convirtió en cifra oficial sobre la violación de mujeres y se
citó abrumadoramente en los departamentos de estudios sobre la
mujer, centros de atención en casos de violación, revistas
femeninas, publicaciones de todo tipo, folletos, posters, pancartas
de manifestaciones, etc. y fue una de las razones fundamentales para
promulgar en 1993 la Ley de Mujeres contra la Violencia (VAWA), cuyo
título IV se titula significativamente: "Campus universitarios
seguros para las mujeres".
Sin embargo, es
patente que la razón de las altas cifras obtenidas por Mary Koss es
el nuevo concepto de violación introducido en su encuesta.
Por ejemplo, la pregunta "¿Ha mantenido usted relaciones
sexuales sin desearlo debido a que un hombre la invitó a consumir
alcohol o drogas?" permite considerarse víctima de violación
a cualquier mujer que se arrepienta retrospectivamente de la
experiencia de la noche anterior. Una respuesta positiva a esa
pregunta no indica que las relaciones sexuales se hayan mantenido
por la fuerza o que un hombre haya emborrachado o drogado
deliberadamente a una mujer para impedir su resistencia a la relación
sexual. Es muy fácil que, en algún momento de su juventud, una
mujer haya tenido, tras una noche de juerga y alcohol, una relación
sexual esporádica de la que se arrepienta o guarde un mal recuerdo
al día siguiente. Pero eso, contra el criterio de Mary Koss, no
constituye una violación.
Tampoco hay que
olvidar que la inmensa mayoría (el 73%) de las mujeres
clasificadas por Mary Koss como víctimas de violación no pensaban
que hubiesen sido violadas. Como la periodista Cathy Young señala,
"las mujeres acceden a tener relaciones sexuales después de un
rechazo inicial por múltiples razones, pero rara vez por miedo a
que su pareja las golpee".
Otro aspecto
fundamental del estudio es que, según confesión de las propias
entrevistadas, el 42% de las mujeres
incluidas en la cifra de víctimas de violación siguieron
manteniendo relaciones sexuales con sus "agresores"
en ocasiones posteriores. Asimismo, el
35% de las mujeres consideradas víctimas de intento de violación
mantuvieron posteriormente relaciones sexuales con sus
"agresores". La propia Mary Koss trata de
quitar toda su significativa importancia a estas cifras con
argumentos bastante pobres, afirmando que "no se sabe si [las
relaciones posteriores] fueron voluntarias o forzadas" y que la
mayor parte de esas relaciones "acabaron rompiéndose con
posterioridad a la victimización", pero todos sabemos que la
mayoría de las relaciones entre universitarios acaban rompiéndose.
Al fin y al cabo,
puesto que la mayoría de las mujeres que Mary Koss consideró víctimas
de violación no se consideraban violadas, nada tiene de extraño
que siguiesen manteniendo relaciones con sus "agresores".
En fin, las
cifras más destacadas del estudio de Mary Koss podrían resumirse
así:
|
Aunque al
observador imparcial puedan parecerle ridículas las conclusiones
del estudio, sus efectos no lo fueron, ya que desde entonces se
desató una verdadera histeria de "crisis de violación"
en los campus universitarios estadounidenses, se crearon costosos
centros de atención permanente (24 horas) para mujeres violadas en
las universidades (con un promedio global de ¡0,5 denuncias anuales
por universidad!), se convocaron reuniones, manifestaciones, actos públicos...
Se elaboró toda una nueva terminología: las víctimas pasaron a
denominarse "supervivientes", y sus amigas
"co-supervivientes", también necesitadas de ayuda y
asesoramiento. En algunas reuniones informativas, se designaba a las
mujeres que no habían sido aún violadas como "supervivientes
potenciales", y sus compañeros de clase varones como
"potenciales violadores". Durante años, se han destinado
cuantiosos fondos a atajar esa imaginaria "crisis de violación"
de las universitarias, cuyo riesgo real de ser violadas en el campus
es 30 veces menor que el de la población en general. También se ha
señalado que una razón obvia para esa desigualdad es que las líderes
feministas proceden en su mayoría de la clase media y presionan con
objeto de obtener una mayor protección para sus miembros.
Por fortuna, la
histeria de la "crisis de violación" y el lema "una
de cada cuatro" no han hecho los mismos estragos en nuestras
universidades, pero no cabe duda de que sus efectos han llegado
hasta nosotros de una u otra forma. Al final, es la presunción de
inocencia la que se ha sacrificado en aras de estas y otras
histerias.
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