Informe Iceberg, junio de 2001


ANEXO 30

ENCUESTA KOSS: LA MADRE DE TODAS LA FALACIAS

Uno de los estudios sobre la incidencia de la violación más frecuentemente citados en las publicaciones feministas es el realizado en 1985, bajo la dirección de Mary Koss, para la revista Ms. La escritora y periodista Wendy McElroy se ha referido a ese estudio con la expresión "The Mother of All Myths", cuya traducción podría ser "la madre de todas las falacias".

Mary Koss y su equipo basaron su estudio en las entrevistas realizadas a 3.187 universitarias estadounidenses (de una muestra total de 6.159 estudiantes de ambos sexos), a las que formularon diez preguntas sobre la violación sexual mediante la fuerza física, pero también otras como la siguiente:

  • "¿Ha mantenido usted relaciones sexuales sin desearlo debido a que un hombre la invitó a consumir alcohol o drogas?"

que, en caso de respuesta afirmativa, permitía incluir a la encuestada en la cifra de mujeres violadas. A esas diez preguntas siguieron otras varias acerca del carácter concreto de la violación, como por ejemplo: ¿Habían estado bebiendo? ¿Qué emociones sintieron durante y después del acto? ¿Qué forma de resistencia utilizaron? ¿Cómo calificarían el suceso?

Mary Koss y sus colegas llegaron a la conclusión de que

  • el 15,4% de las mujeres encuestadas habían sido violadas,

  • el 12,1% habían sido víctimas de intento de violación,

  • es decir, el 27,5% de las encuestadas habían sido víctimas de violación o intento de violación,

ya que sus respuestas coincidían con los criterios de violación establecidos por Mary Koss (penetración mediante el pene, dedos u otros objetos bajo la coacción de la fuerza física, el alcohol o las amenazas).

Sin embargo, no fue ésa la percepción de las supuestas víctimas, ya que sólo la cuarta parte de las mujeres consideradas violadas por Mary Koss estaban de acuerdo con esa conclusión, es decir, según las palabras de la propia Mary Koss, "sólo el 27% de las mujeres incluidas en la cifra de mujeres violadas se consideraban a sí mismas víctimas de violación." De las restantes, el 49% dijeron que había existido un problema de "mala comunicación" con el "agresor", el 14% dijeron que se había tratado de un "delito, pero no violación" y el 11% dijeron que "no se sentían víctimas".

De acuerdo con su concepto de la violación y de las agresiones sexuales masculinas, Mary Koss preguntó también:

  • "¿Se ha entregado usted a juegos sexuales (caricias, besos o manoseos, pero sin coito) no deseados, debido a que no tuvo más remedio que ceder ante la constante insistencia de un hombre?"

A esa pregunta, el 53,7% respondieron afirmativamente, por lo que Mary Koss las incluyó en la cifra de víctimas de agresión sexual.

En la presentación del estudio en 1988, la Fundación Ms. afirmó que, según las conclusiones del mismo, "una de cada cuatro mujeres encuestadas había tenido una experiencia que respondía a la definición legal de violación o intento de violación."

Desde entonces, la expresión one in four ( "una de cada cuatro") se convirtió en cifra oficial sobre la violación de mujeres y se citó abrumadoramente en los departamentos de estudios sobre la mujer, centros de atención en casos de violación, revistas femeninas, publicaciones de todo tipo, folletos, posters, pancartas de manifestaciones, etc. y fue una de las razones fundamentales para promulgar en 1993 la Ley de Mujeres contra la Violencia (VAWA), cuyo título IV se titula significativamente: "Campus universitarios seguros para las mujeres".

Sin embargo, es patente que la razón de las altas cifras obtenidas por Mary Koss es el nuevo concepto de violación introducido en su encuesta. Por ejemplo, la pregunta "¿Ha mantenido usted relaciones sexuales sin desearlo debido a que un hombre la invitó a consumir alcohol o drogas?" permite considerarse víctima de violación a cualquier mujer que se arrepienta retrospectivamente de la experiencia de la noche anterior. Una respuesta positiva a esa pregunta no indica que las relaciones sexuales se hayan mantenido por la fuerza o que un hombre haya emborrachado o drogado deliberadamente a una mujer para impedir su resistencia a la relación sexual. Es muy fácil que, en algún momento de su juventud, una mujer haya tenido, tras una noche de juerga y alcohol, una relación sexual esporádica de la que se arrepienta o guarde un mal recuerdo al día siguiente. Pero eso, contra el criterio de Mary Koss, no constituye una violación.

Tampoco hay que olvidar que la inmensa mayoría (el 73%) de las mujeres clasificadas por Mary Koss como víctimas de violación no pensaban que hubiesen sido violadas. Como la periodista Cathy Young señala, "las mujeres acceden a tener relaciones sexuales después de un rechazo inicial por múltiples razones, pero rara vez por miedo a que su pareja las golpee".

Otro aspecto fundamental del estudio es que, según confesión de las propias entrevistadas, el 42% de las mujeres incluidas en la cifra de víctimas de violación siguieron manteniendo relaciones sexuales con sus "agresores" en ocasiones posteriores. Asimismo, el 35% de las mujeres consideradas víctimas de intento de violación mantuvieron posteriormente relaciones sexuales con sus "agresores". La propia Mary Koss trata de quitar toda su significativa importancia a estas cifras con argumentos bastante pobres, afirmando que "no se sabe si [las relaciones posteriores] fueron voluntarias o forzadas" y que la mayor parte de esas relaciones "acabaron rompiéndose con posterioridad a la victimización", pero todos sabemos que la mayoría de las relaciones entre universitarios acaban rompiéndose.

Al fin y al cabo, puesto que la mayoría de las mujeres que Mary Koss consideró víctimas de violación no se consideraban violadas, nada tiene de extraño que siguiesen manteniendo relaciones con sus "agresores".

En fin, las cifras más destacadas del estudio de Mary Koss podrían resumirse así:

 

  • Se entrevistó a unas 3000 universitarias estadounidenses
  • Se concluyó que el el 27,5% de las encuestadas habían sido víctimas de violación o intento de violación
  • La inmensa mayoría (el 73%) de las mujeres clasificadas como víctimas de violación no pensaban que hubiesen sido violadas
  • Un elevado porcentaje de las mujeres consideradas "víctimas" de violación (el 42%) o intento de violación (el 35%) siguieron manteniendo relaciones sexuales con los supuestos "agresores".

 

Aunque al observador imparcial puedan parecerle ridículas las conclusiones del estudio, sus efectos no lo fueron, ya que desde entonces se desató una verdadera histeria de "crisis de violación" en los campus universitarios estadounidenses, se crearon costosos centros de atención permanente (24 horas) para mujeres violadas en las universidades (con un promedio global de ¡0,5 denuncias anuales por universidad!), se convocaron reuniones, manifestaciones, actos públicos... Se elaboró toda una nueva terminología: las víctimas pasaron a denominarse "supervivientes", y sus amigas "co-supervivientes", también necesitadas de ayuda y asesoramiento. En algunas reuniones informativas, se designaba a las mujeres que no habían sido aún violadas como "supervivientes potenciales", y sus compañeros de clase varones como "potenciales violadores". Durante años, se han destinado cuantiosos fondos a atajar esa imaginaria "crisis de violación" de las universitarias, cuyo riesgo real de ser violadas en el campus es 30 veces menor que el de la población en general. También se ha señalado que una razón obvia para esa desigualdad es que las líderes feministas proceden en su mayoría de la clase media y presionan con objeto de obtener una mayor protección para sus miembros.

Por fortuna, la histeria de la "crisis de violación" y el lema "una de cada cuatro" no han hecho los mismos estragos en nuestras universidades, pero no cabe duda de que sus efectos han llegado hasta nosotros de una u otra forma. Al final, es la presunción de inocencia la que se ha sacrificado en aras de estas y otras histerias.

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