Desde mediados del siglo XIX, y hasta comienzos
del siglo XX, la minería del carbón aprovechó los
abundantes yacimientos existentes por encima de los valles y, por tanto,
por encima del nivel de aguas. El sistema de explotación consistía
en la perforación de una galería de dirección paralela
a la capa, o sobre ella, en cuyo caso se le llama guía. Encima de
esta galería se practicaban dos galerías menores para cortar
la capa de carbón a unas alturas determinadas sobre el nivel del
valle. Las labores de disfrute se basaban en la continuación de
dichas galerías, comunicándolas mediante pozos abiertos cada
50 metros dentro de la capa. De esta manera quedaban delimitados unos macizos
de carbón entre los pozos y las galerías, permitiendo su
aprovechamiento, el desagüe fácil por la galería inferior,
el relleno de los espacios explotados y una ventilación natural
abundante en minas con muchos escapes gaseosos.
Mina de montaña.
En este sistema, empleado principalmente
en capas estrechas, los macizos de carbón se extraían por
el método denominado de bancos o testeros ascendentes. El banco
era un bloque de carbón de unas dimensiones aproximadas de tres
varas de alto por cuatro de profundidad (2,5 x 3,34 metros) y la anchura
que tuviese la capa. A medida que era arrancado el carbón se introducía
el relleno de escombros por la parte superior del macizo, utilizándose
solo en los pozos una estructura auxiliar de madera. Cuando las capas eran
de escasa potencia, inferiores a 80 centímetros, el hueco dejado
por la explotación se rellenaba con los mismos escombros que el
macizo suministraba.
Pica, herramienta para arrancar
el carbón.
Hacho, herramienta para colocar
la entibación de madera.
En el caso de que las capas no aflorasen
a la superficie, desde el fondo de los valles, y a distancias convenientes,
se abrían galerías maestras transversales, llamadas socavones,
para ir a cortar perpendicularmente las capas de carbón. Desde el
punto de encuentro se abrían galerías de prolongación
sobre el carbón, practicando a nivel superior y paralelamente otras
galerías que dividían la capa en tantos pisos como permitía
la altura del terreno sobre el nivel del valle. Posteriormente se abrían
pozos y chimeneas entre las galerías formando macizos que se explotaban
como se ha indicado anteriormente. El carbón una vez arrancado caía,
por su peso, por pozos o chimeneas hasta la galería inferior en
donde se cargaba en vagonetas y se transportaba al exterior por la galería
transversal.
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