Hasta finales del siglo XIX la vida transcurría
apacible por estas tierras. Sus gentes se dedicaban al campo, el ganado,
la arriería, la labra de maderas y el trato. La construcción
del ferrocarril trastocó todo, activó la minería y
facilitó el intercambio de personas con lugares tan lejanos como
Bilbao.
Sobre la estación de Matallana podemos
leer en el libro de Javier Fernández López:
"Concebida en un principio como estación
de tercera clase, se la dotó de un pequeño edificio de planta
baja y de someras instalaciones, que ya en 1901 hubieron de reformarse
para compensar el crecimiento del tráfico.
Además de las minas a las que se accedía
por un ramal que nacía en esta estación y un cargadero en
muelle, Matallana cobró progresiva importancia como punto de encuentro
de la línea de León con la general del ferrocarril, empalme
que se materializaría en 1923. A tal efecto se ampliaron las vías
para establecer un andén intermedio de trasbordo de viajeros, y
en 1924 se llevó a cabo una pequeña reforma del edificio
de viajeros, que pronto evidenció no ser suficiente, levantándose
un piso en 1931, y construyéndose un pabellón de retretes
y almacén.
Poco antes del inicio de la Guerra Civil, en el
primer semestre de 1936, se instaló un triángulo para dar
vuelta a las locomotoras, aprovechándose las facilidades que ofrecían
las curvas de salida dirección Bilbao y la de las minas.
En 1950, se instala una báscula de 30 toneladas
procedente de Cistierna, y en 1954, se edifica el depósito de hormigón
armado para aguada, se prolonga el almacén de mercancías
y se restaura, dándole el característico aspecto actual,
el edificio de viajeros."
(El Ferrocarril de
La Robla - Javier Fernández López, Carmelo Zaita)
Por lo dicho anteriormente la fotografía
anterior es de antes de 1923. En el centro de la fachada se reconoce el
reloj, arriba a la derecha se adivina un pequeño soporte de tubo
para una bombilla con su plato de porcelana. Encima del tejado del pequeño
edificio de la izquierda se ve la sombra del depósito del agua.
Delante de este edificio se puede ver un coche descapotable, con su rueda
de repuesto en el lateral, tan fuera de contexto en esta fotografía
como el señor con sombrero que permanece en la vía frente
a la estación. Es posible que el automóvil trajese hasta
aquí a este señor tan bien vestido y al que hace la fotografía.
No lejos de aquí existió una pequeña
central eléctrica sobre el canal de riego, quizás ella proporcionaba
la electricidad. Ese mismo canal movía poco más adelante
un aserradero que funcionó hasta los años setenta y un molino
harinero dotado de una turbina.
(La fotografía es del libro
"El ferrocarril de La Robla, Cien años del Hullero (1894 - 1994)"
editado por FEVE).
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