Aguirre ha hablado del gran desfile de presentación de su Ejército, que tuvo lugar en las calles bilbaínas —y que silenció la prensa local, no sabemos el porqué— con las siguientes palabras: "Los trabajos se verificaron con gran celeridad y eficacia hasta el punto que el día 14 de noviembre, es decir, sin cumplirse un mes desde que fueron iniciados en forma legal, pudo mostrar el Gobierno Vasco al pueblo su obra en un desfile organizado por las calles de Bilbao, con sus bandas de música seguidas de carros de asalto, en gran parte construidos y en parte llegados recientemente en un barco ruso que los traía de aquel país".

Con la llegada de armas que trajo aquel barco, habrá que añadir seis piezas de artillería y 15 cazas, denominados “Chatos” el Gobierno Vasco puso a disposición del mando para el día 20 de noviembre un Ejército de maniobra de 25.000 hombres (10.000 más de lo previsto), compuesto de 87 batallones de Infantería de 750 hombres cada uno, seis batallones de Intendencia y Sanidad, transmisiones, zapadores, etc. y un Regimiento de Artillería, aparte, naturalmente, de las unidades divididas en sectores y organizadas en Batallones que cubrían todo el frente de Guipúzcoa y que ascendían de 12 a 15.000 hombres más.

Es claro que Aguirre exageraba, probablemente llevado de la intención de ponderar sus trabajos al frente de la Consejería de Defensa. Un tanto ingenuamente no se dio cuenta de que 87 batallones a 750 hombres cada uno suman, indefectiblemente, 65.250 hombres. Tal inflación de los méritos propios es, con todo humanamente disculpable. Porque, eso si, resultaba evidente que en Vizcaya se había creado una fuerza armada; al menos en apariencia. El contraste con Santander y Asturias era enorme, así como con Cataluña, Andalucía y Valencia; sólo con el Centro cabía establecer comparaciones.

Día clave este del desfile del 14 de noviembre, capaz de cegar a quien nunca dispuso de unas unidades militares a sus órdenes. De él nacería, seguramente. la idea de conquistar Vitoria —¡viejo sueño desde el 19 de julio!— y de él surgiría un enfrentamiento entre Euzkadi y la República, no sabemos si inevitable, pero si catastrófico, pues cercenaría totalmente los lazos de unidad de criterio que debió presidir en el Cantábrico la acción conjunta de los republicanos.

Ese día 14 era nombrado jefe del Ejército del Norte el general don Francisco Llano de la Encomienda, con mando sobre Asturias, Santander y Vizcaya; sin embargo, desde el primer momento surgió entre profesional de la milicia y Aguirre una más que áspera incompatibilidad. No era lo peor la ausencia de armonía: la gravedad máxima radicaba en repetidos actos de desobediencia por parte del Presidente vasco, lo que creó una situación que hacía augurar los peores presagios.

La fe de Aguirre en su obra era absoluta, como hija de su especial psicología política. “la organización y puesta en pie del Ejército de Euzkadi —diría el Presidente, con evidente orgullo— fue obra exclusiva del Gobierno vasco... El Gobierno de Euzkadi trajo las primeras armas, equipó a las tropas con sus compras en Cataluña y Francia, llamó las quintas y organizó los servicios del Ejército. Y puso en marcha las industrias de guerra.". SIGUE