Por Alberto Bru, Jordi Pedrosa y Txema Prada (Lista GCE)

Foro Guerra Civil Española (Entrar)

Desfile de las unidades vascas del Euzko Gudarostea en la Gran Vía de Bilbao

Formación del Gobierno y del Euzko Gudarostea (Ejército Vasco)

Las fuerzas de Mola habían conseguido llegar por la costa, hasta Ondárroa, importante localidad pesquera, perteneciente ya a Vizcaya. Desde el 24 de septiembre se había combatido delante de Eibar; los combates llegaron hasta los altos de Elgueta. Entre el 29 de septiembre y el 4 de octubre, un importante aprovi-sionamiento de armas conseguido por una delegación vasca en el exterior permitió detener la ofensiva rebelde; gudaris y milicianos, apoyándose en la línea del Deva, consiguieron estabilizar el frente, conservando Eibar y Elgueta, pero ce-diendo una cabeza de costa, que comprendía Motrico y Ondárroa. Así quedó el frente durante el invierno, mientras que en otros sectores de Vizcaya las milicias mantenían sus posi-ciones de Ochandiano y el Gorbea.

Camino cubierto en el Cinturón de Bilbao

El 7 de octubre de 1936, en la Casa de Juntas de Guernica, los concejales vizcaí-nos, guipuzcoanos y algunos alaveses eli-gieron, por casi total unanimidad, primer presidente del Gobierno de Euskadi a José Antonio Aguirre, abogado de treinta y dos años, alcalde de Guetxo y diputado a Cortes desde 1931. En nombre del Gobierno de la República. José Echevarría Novoa, gobernador civil y presidente de la Junta de Defensa de Vizcaya, invistió como lendakari a Aguirre, quien pronunció este juramento:
"Ante Dios humillado, en pie sobre la tierra vasca, con el recuerdo de los antepasados, bajo el árbol de Guemica. juro cumplir fielmente mi mandato".
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Posición del EPR en el Frente Norte

A continuación, dio a conocer la lista de su Gabinete y su programa ministerial, pactado previamente por los partidos coaligados: el PNV y los integrantes del Frente Popular de Euskadi.

El gobierno de Aguirre fue de concentración nacional, pues en él estuvieron representadas todas las fuerzas pro-republicanas del País Vasco, con la sola excepción de los anarquistas de la CNT.

Su composición fue la siguiente: Presidencia y Defensa, José Anionio Aguirre (PNV); Gobernación. Telestoro Monzón (PNV); Justicia y Cultura, Jesús M.a Leizaola (PNV); Hacienda, Heliodoro de la Torre (PNV); Agricultura, Gonzalo Nárdiz (Acción Nacionalista Vasca); Industria, Santiago Aznar (PSOE); Trabajo, Juan de los Toyos (PSOE); Asistencia Social, Juan Gracía (PSOE); Comercio y Abastecimiento. Ramón M. Aldasoro (Izquierda Republicana); Sanidad. Alfredo Espinosa (Unión Republi-cana), y Obras Públicas, Juan Astigarrabía (PC de Euskadí).

Este Gobierno se mantuvo sin variación hasta la caída de Vizcaya en junio de 1937. Ese mismo mes. Espinosa fue fusilado por los franquistas, siendo sustituido por De la Torre. Se observa cierto equilibrio numérico entre consejeros nacionalistas (cinco) y no nacionalistas (seis). La mayoría de ellos eran personalidades relevantes de sus partidos y sindicatos, habían desempeñado cargos públicos en la República y habían participado en los Comités y Juntas de Defensa que se crearon en Vizcaya y Guipúz-coa durante el verano de 1936 y desapare-cieron al constituirse el Gobierno vasco. Socialmente, representaban a las clases medias y trabajadoras. Era un Gabinete muy joven, con una media de edad de treinta y ocho años, tan sólo un consejero superaba los cincuenta años.

A partir de octubre, quedaron paralizadas las operaciones por parte del lado "nacional". Se abría un paréntesis de calma, que Aguirre aprov-chó bien, a favor de una serie de circunstancias favorables, de las cuales no fue la menor la llegada de algunos nuevos lotes de material de guerra desde el extranjero.

Como persona decisiva para el envío de ese material, Aguirre contó con la ayuda inapreciable del marino nacionalista Lezo Urrezketa.

En el País Vasco se habían formado, como en otras partes, batallones de milicias. Aunque se decretó su militarización guardaron largo tiempo su carácter de partido, lo que fue estimulado por el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y sus miembros del Gobierno autónomo.

Es más, siempre hubo una diferencia latente (a veces explicitada con rotundidad) entre el punto de vista del Gobierno vasco, que era el de tener un ejército nacional vasco y el del Gobierno central de la República, que era el de considerar las unidades militares vascas como parte de! ejército en formación del Estado republicano (y concretamente como su XIV Cuerpo de Ejército).

 

Jose Antonio de Aguirre y Lecube

Manuel de Irujo

Cardenal Gomá

Telesforo Monzón

Martínez de Aragón

Gral. Llano de la Encomienda

Gral. Gamir

La relación de los batallones es la siguiente:

PNV: 12 batallones; ANV 2 batallones; Bizkaiko Mendigoxale Batxa 2 batallones; STV 3 batallones; UGT-PSOE 7 batallones; JSU 9 batallones; PCE 4 batallones; Izquierda y Unión Republicana 2 batallones; CNT 6 batallones.

El presidente vasco quiere formar un Ejército propio y distinto al de las milicias irregulares, que, además, no son una fuerza armada en el sentido exacto de la palabra. Será, pues, el Euzko Gudarostea, un Ejército Vasco, no “español”, y él será su artífice.

Consecuentemente, Aguirre llama a los pocos militares que tiene alrededor y que le ofrecen alguna confianza, aunque, por cierto, no abunden en sus apellidos la fonética vasca (Montaud, Sanjuán, Vidal). Después decide actuar. El cónsul soviético (Tumarov) ha servido en la armada rusa y tiene conocimientos militares; tampoco su ayuda es despreciable.

Mando militar propio, desligado del Ejército del Norte

Hay un punto de partida de enorme trascendencia: el decreto del 25 de octubre firmado por Aguirre y publicado en el Diario Oficial del País Vasco, donde se establece —acorde con la declaración ministerial del día 7— que “todas las unidades, Armas y Cuerpos del Ejército” que operan en Vizcaya quedan “bajo la autoridad superior del Consejero de Defensa de Euzkadi”; esto es, de él mismo. Con lo que se crea un Mando militar propio, supremo, desligado del Ejército del Norte, que existía ya, en principio.

Con la autoridad que le da el Decreto, Aguirre se lanza a una labor muy activa, dictando una serie de importantes disposiciones, que han de prefigurar su Ejército en ciernes. En definitiva decide las siguientes medidas:

- a) Llamar cuatro reemplazos: 1932, 33, 34 y 35.
- b) Militarizar las milicias, que deberán usar uniforme y quedar sujetas al fuero mi-litar.
- c) Militarizar los técnicos y obreros especializados, así como la incautación de las fábricas y talleres, es de-cir, la industria, la podero-sa industria vizcaína.
- d) Establecer zonas de guerra
- e) Crear los organismos competentes: Estado Mayor y Departamento (o pequeño Ministerio) de Guerra, con todas las dependencias pro-pias de una administración militar.

Así el Gobierno Vasco llegó a crear un pequeño ejército de 40.000 hombres que llegaría a ser de 45.000 en el mejor momento)
El 6 de noviembre, Aguirre organiza su Estado Mayor y coloca a su frente un hombre de máxima confianza; el teniente coronel don Alberto Montaud por quien siente una admiración sin límites. (“Es la máxima capacidad militar que he conocido y tiene una preparación y cultura no ya popular sino universal.”) Como Jefe de Operación de Euzkadi figurará el comandante don Modesto Arambarri, el comandante Antonio Naranjo como Jefe de la Sección de Organización, Capitán José María Arbex como Jefe de la Sección de Información, al Capitán Ernesto Lafuente como Jefe de la Sección de Servicios y como encargado de la Sección Topográfica a Manuel de Uribe Echevarria.

La máquina está creada. Una febril actividad se desarrollará a partir de este momento. Pero veamos, incidentalmente, algunos otros problemas, más políticos que militares.
El mismo día en que Aguirre asumía el Mando Supremo de las fuerzas vascas, es decir, el 25 de octubre, firmaba un Decreto de suma importancia en que se disponía, según se ha apuntado antes, que las mili-cias quedasen sometidas al Código de Justicia Militar, reves-tidas del fuero, carácter y con-dición castrenses; los batallo-nes se uniformarían debida-mente, pudiendo conservar sus nombres propios aunque ofi-cialmente tuviesen un número, por el que serían conocidos, estando, además mandados por Jefes profesionales (con ello se conseguía su despolitización). Excelentes propósitos y sabias medidas, pero ¿llegarían a buen fin?

En pocos sitios como en Vizcaya se había “politizado” tanto la guerra. A favor de esta corriente estaba el afán de Aguirre, más o menos oculto, de no perder en control de los batallones netamente naciona-listas, que en algún momento difícil podrían apoyar su poder harto inestable. Por lo mismo, ¿temía acaso que la ideología de esos batallones se diluyera por los atractivos tentadores de otras ideologías revoluciona-rias? La oposición tenaz a la implantación del Comisariado así parecía confirmarlo.

Porque ¿qué espíritu tenían los batallones de Euzkadi? Los testimonios ajenos a aquel Partido, bien que de personas de solvencia, denuncian una oposición profunda, radical, entre los nacionalistas y “los otros”; batallones todos que, por ser “políticos”, acusaban la tremenda contradicción que suponía la absurda alianza, el imposible “matrimonio de convivencia” planeado a lo largo del verano y consumado el 1 de octubre.

Leamos algunos de dichos testimonios: Manuel Azaña, presidente de la República, afirma en el tomo IV de sus “Obras Completas” ”Los nacionalistas no se baten por la causa de la República ni por la causa de España, a la que aborrecen, sino por su autonomía y su semi-independencia”.

Ramos Oliveira, escritor marxista, en el Tomo III de su “His-toria de España” “El Jefe de Estado Mayor, coronel Montaud, era también hombre franco: "Nuestros campesinos, si usted quiere oir la verdad, están más con el enemigo que con noso-tros".
Solano Palacios, escritor anarquista, afirma en “La tragedia del Norte”:
“El campesino vasco, pegado a sus costumbres milenarias... no admitirá jamás... una revolución que trastocase este orden de cosas que la rodea y forma parte de su mundo Interior”.

Dolores Ibárruri. personalidad comunista harto conocida, en el tomo XI de la obra “Guerra y Revolución de España", asevera: “Los dirigentes nacionalistas se opusieron sistemáticamente a la creación del Ejercito Popular... Los líderes nacionalistas que-rían disponer de una fuerza ar-mada propia, al servicio de sus intereses políticos particulares”.

Mijall Kolstov, corresponsal ruso de Pravda en Bilbao y en las páginas de su “Diario” “reina aquí una confusión enor-me. Lucha de intereses y de influencias: nacionales, políti-cas, territoriales... Los propios nacionalistas vascos actúan de modo insensato e inexplicable. Sólo cabe explicar sus actos por las contradicciones y las luchas entre los mismos nacio-nalistas”

El Gobierno autónomo de! País Vasco recabó para sí las competencias de organización y administración del ejército vasco, excepto en lo que se refería a operaciones de guerra. Largo Caballero, jefe del Gobierno de la Segunda República y ministro de Defensa, pareció estar de acuerdo por sus manifestaciones verbales (enero 1937). pero los malentendidos no hicieron sino multiplicarse. De hecho. la llegada a Bilbao, en diciembre de 1936. del general Llano de la Encomienda, destinado a mandar el Ejército del Norte. agravó la situación-

Esta lucha larvada y no siempre contenida se acentuaría con la marcha desfavorable de la guerra. En el mes de mayo la llegada de un batallón asturiano o santanderino inspiraría verdadero pavor al “cashero” y a sus familiares vecinos del sitio don-de dicho batallón acampara; y en los últimos días de la resis-tencia bilbaína, la latente opo-sición se manifestaría al abor-darse puntos tan controverti-dos como estos ¿Debería destruirse todo? ¿Se debería continuar la resistencia a cualquier precio?

SIGUE

 

1- Los vascos toman posturas en la guerra civil       • 7- Alava, el sueño del Lehendakari
• 2- Un vasco, ministro sin cartera en el gobierno “español”     • 8- Guadalajara: cambia las cosas
• 3- Formación del Gobierno y del Ejército de Euzkadi     9- Del Cinturón al Arenal, pasando por Archanda
• 4- Organización y material de guerra     • 10- La crisis política y militar de Euzkadi
• 5- El problema de la Aviación y la Marina     • 11- La derrota, contactos para la paz y el "Pacto de Santoña"
• 6- Gran exhibición bélica en Bilbao     • 12- Exilio y posguerra

 

 

 

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