Por Alberto Bru, Jordi Pedrosa y Txema Prada (Lista GCE)

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Columna navarra de requetés entrando en una población euskalduna

La derrota: Contactos para la paz y el "Pacto de Santoña"

Las jornadas de persecución que siguen tienen poco interés. Encargado Gámir del mando de todo el Ejército del Norte —en sustitución de Llano de la Encomienda— pasa el de los restos del Ejército de Euzkadi, inverosímilmente, al coronel Vidal, dado su deslucido papel al frente de la segunda División. El 2 de julio, una reorganización reduce las Brigadas de Euzkadi a 12, y las Divisiones a 4. Los mandos de estas corresponden al coronel Putz (luego, al comandante Gómez), al comandante de Milicias, Víctor de Frutos; al comandante Ibarrola y al coronel Irezábal (sustituido más tarde por el teniente coronel Francisco Galán, hermano de Fermín Galán).

El 6 de agosto, el Ejército de Euzkadi —ya "en tierra extranjera"— pasa a llamarse XIV Cuerpo de Ejército, y sus Divi-siones toman los números 48, 49. 50 y 51; al frente del mismo se encuentra el coronel don Adolfo Prado, llegado de la zona Centro. Un estadillo del 10 de este mes acusa la existencia en sus filas de 36.159 hombres, con 269 fusiles ametralladores, 293 ametralladoras, 312 morteros y 68 piezas de artillería, Es indudable que, en el papel al menos, la recuperación se ha conseguido, pero, no resulta aventurado afirmar que un tanto por ciento alto de esos efectivos está formado por esforzadas y valientes gentes de Santander y Asturias.

Las últimas paginas del Ejército de Euzkadi tienen una caligrafía apresurada. El 14 de agosto se rompe el frente santanderino. en dirección a Reinosa, y el puerto del Escudo y, una semana después, el coronel Prado ordena el repliegue del XIV Cuerpo “a una línea de contención” delimitada por Santoña y el río Asón; no se combate ya, y a la noche desertan tres batallones, marchando a Santoña en total estado de indisciplina. El repliegue continúa en días sucesivos, y con el repliegue las deserciones o retiradas, sin orden superior, a Santoña y Laredo. Algunos batallones son trasladados muy a retaguardia, como medida precautoria. El 31 de agosto, en la orden de la Agrupación nacional que opera por el Este de la provincia santanderina se lee: “El enemigo, totalmente desorganizado, no se encuentra sino como individuos aislados, dispuestos a entregarse a los acantonamientos más próximos o en sus antiguos domicilios”. ...El Ejército de Euzkadi, el elegante Euzko Gudarostea, había dejado de existir.

El Pacto de Santoña

Su punto final sería el llamado “Pacto de Santoña", un mito más de nuestra guerra, sobre el que tanto se ha especulado políticamente. Los relatos hablan aquí, frecuentemente, de un convenio entre ambas partes, luego pisoteado por los mandos "nacionales".
Una vez más los aliados italianos intervienen en asuntos ajenos a lo propiamente guerrero y también se dedican a la intriga más o menos política. Queda siempre la interrogante si actuaron de consenso con el Alto Mando de Burgos o bien si lo hicieron por su cuenta, demostrando ser un aliado poco fiable. Fuera como fuera lo cierto es que lo vascos desde fechas bien tempranas, tomaron contacto con los italianos, por su cuenta y a espaldas de Valencia, mientras reclamaban insistentemente su ayuda. Veamos como ocurrieron los hechos.

Las dos iniciativas emanaron una, del Gobierno italiano. por medio de su cónsul general en San Sebastián marqués de Cavaletti. y otra del Vaticano.
El primero de ellos se entrevistó en San Juan de Luz el 11 de mayo, con el canónigo Alberto Onaindía. quien transmite sus proposiciones al presidente Aguirre: éstas se limitaban a ofrecer las garantías del Gobierno italiano para la rendición de Bilbao; Aguirre respondió que no podía haber diálogo sobre rendición y afirmaba que cuenta con su pueblo y con algo más. El cónsul Cavaletti visitó de nuevo al padre Onaindía, en la residencia de éste en San Juan de Luz con ofertas que en realidad se limitaban a reiterar las garantías del Gobierno de Italia a los vascos si éstos aceptaban rendirse.

Las ofertas fueron transmitidas a Aguirre. quien las rechazó siempre con tanta cortesía como firmeza. Insistió Cavaletti, con mucha tenacidad a medida que se agravaba la situación militar en el mes de junio; incluso en una nota del día 7 llegó a sugerir una especie de protectorado italiano que serviría de garantía a Euzkadi durante varios años. Aun con el "Cinturón de Hierro" roto, batiéndose en los arrabales de Bilbao. Aguirre no aceptó nada y terminó por no responder a las notas del padre Onaindía. que servía de intermediario. Fue en cambio (siempre según la documentación aportada por el padre Onaindía en su libro El «pacto» de Santoña Juan de Ajuriaguerra. presidente del Bizkai Buru Batzar quien, por intermedio de su correligionario José Michelena encargó a Onaindía que como cosa particular de él hablase con el cónsul para decir que se esperaba que si las tropas de Franco entraban en Bilbao, los italianos salvaguardarían las vidas de la población civil. Los nacionalistas vascos se comprometerían por su parte a estar hasta el último momento para evitar desórdenes. Pero esto era ya el preámbulo de unas laboriosas negociaciones entre la dirección del Partido Nacionalista Vasco y el Alto Mando italiano (y en modo alguno del Gobierno del País Vasco) que dieron lugar al tan polémico pacto de Santoña.

Cabe preguntarse hasta que punto, los italianos podían ser garantes de nada cuando Burgos seguía siendo el centro de poder decisorio nacional. Es posible que los italianos intentaran inscribir el nombre de Vizcaya entre sus éxitos militares a fin de paliar el reciente desastre de Guadalajara.
Por lo que al Gobierno vasco se refiere, había también sido objeto de tentativas semejantes, a través del padre Pereda sacerdote jesuita, que corrieron análoga suerte.

Había existido, sin embargo, otro intento de mediación que provenía nada menos que de la Santa Sede y que para-dójicamente fue desconocido por el Gobierno vasco hasta después de terminada la guerra civil. En efecto, la Secretaría de Estado de! Vaticano envió un telegrama a Aguirre y !o hi-zo a través de una de las dos vías normales por las que Euzkadi recibía los mensajes, Barcelona o Londres, que retrans-mitían por radio a Bilbao. La Secretaría de monseñor Pacelli escogió la línea de Barcelona y automáticamente el telegrama fue a parar a la correspondencia del Gobierno de la República, enviado a Valencia por el funcionario de servicio en Barcelona. Su texto es el siguiente:
(AD VALENCIA BARCELONA AD 8.0 16-35 = DG EL DJC =PARA CONOCIMIENTO GOBIERNO REPUBLICA, A Continuación TRANSMITO TELEGRAMA RECIBIDO DE PARIS, QUE QUEDA SIN CURSO. HASTA QUE SE ME AUTORICE ESPECIALMEN TE, SI SE CONSIDERA CONVENIENTE LLEGUE A SU DESTINO:11126 SSS CInA DEL VATICANO 1 200/ 199 8 1340 ETAT =SU EXCELENCIA AGUIRRE, BILBAO = TENGO EL HONOR DECOMUNICAR A VUESTRA EXCELENCIA QUE LOS GENERALES FRANCO Y MOLA, INTERROGADOS EXPRESAMENTE ACERCA DEL ASUNTO, HAN HECHO CONOCER AHORA A LA SANTA SEDE LAS CONDICIONES DE UNA EVENTUAL RENDICION INMEDIATA DE BILBAO. 1: SE EMPEÑAN EN CONSERVAR INTACTO BILBAO. 2: FACILITARAN LA SALIDA DE TODOS LOS DIRIGENTES. 3: COMPLETA GARANTIA QUE EL EJERCITO DE FRANCO RESPETARÁ PERSONAS Y COSAS. 4: LIBERTAD ABSOLUTA PARA LOS MILICIANOS SOLDADOS QUE SE RINDAN CON LAS ARMAS. 5: SERAN SOMETIDOS A LOS TRIBUNALES LOS CULPABLES CONTRA EL DERECHO COMUN DEVASTACIONES Y DESTRUCCIONES. 6: SERA RESPETADA LA VIDA Y LOS BIENES DE AQUELLOS QUE SE RINDIEREN DE BUENA FE, AUN PARA LOS JEFES. 7; EN EL ORDEN POLITICO, DESCENTRALIZACION ADMINISTRATIVA EN LA MISMA FORMA QUE LA DISFRUTEN OTRAS REGIONES. 8; EN EL ORDEN SOCIAL, JUSTICIA PROGRESIVA, TENIENDO EN CUENTA LOS MEDIOS DE LA HACIENDA NACIONAL, SEGUN LOS PRINCIPIOS DE LA ENCICLICA «RERUM NOVARUM STOP CONFIANDO EN LOS GENEROSOS SENTIMIENTOS DE VUESTRA EXCELENCIA Y DE ESOS QUERIDOS HIJOS, EL SANTO PADRE EXHORTA A VUESTRA EXCELENCIA A TOMAR EN ATENTO Y SOLICITO EXAMEN DICHAS PROPOSICIONES CON EL DESEO DE VER FINALMENTE CESAR EL SANGRIENTO CONFLICTO. =CARDENAL PACELLI=)
Llegado el telegrama a manos del entonces presidente del Gobierno, Largo Caballero, éste reunió un “consejillo” de cinco ministros que decidió interceptar el telegrama y no decir una palabra de él. En este “consejillo” no participaron los mi-nistros nacionalistas catalán y vasco (Aiguadé e Irujo. res-pectivamente). pero tampoco los anarcosindicalistas ni los comunistas. En suma, no fueron convocados doce ministros. Tal vez se temía por parte del Gobierno a un posible acuerdo de paz entre el Gobierno vasco y Franco a espaldas de el, de ahí el secuestro del mismo.

A fin de cuentas, aquel mensaje, objeto de temores y suspicacias, sólo anunciaba unas promesas, poco fiables, en caso que se rindiesen el Gobierno vasco y su ejército, que en aquel mo-mento conservaba sus líneas de fortificaciones.
Fueron varios los intentos de obtener una paz por separado (una capitulación, de hecho) por el Vaticano, Gomá y por el cónsul Cavaletti antes de la toma de Bilbao; y hay que recor-dar también que, a partir del 13 de junio, Juan de Ajuriaguerra tomó la iniciativa de contactar con los italianos para ofrecer quedarse en Bilbao hasta el último momento y evitar desórdenes. Por fin. el 25 de junio se entrevistaron Ajuriaguerra y el agregado militar italiano, Da Cunto, en Algorta (en realidad, era el coronel De Carlo, su nombre verdadero).

En esa entrevista se trató de las condiciones en que even-tualmente podría tener lugar una rendición del Ejército de Euskadi al Ejército italiano. Se acordó establecer un contrato permanente entre técnicos militares. La cosa quedó ahí, pero poco después intervino el viaje oficial a Roma (mantenido en secreto respecto al Gobierno republicano, claro está) del canónigo Alberto Onaindía (testigo y a veces protagonista de excepción en el enrevesado laberinto de negociaciones ocul-tas del nacionalismo vasco). Llevaba por un lado la representación del Gobierno Vasco para que exponer el "problema nacional vasco" y la situación actual de Euzkadi ante el jefe y el Gobierno italiano; también llevaba la del Euzkadi Buru Batzar para que acuda ante el jefe del Gobierno de Italia y le exponga los deseos y esperanzas de tipo humanitario y de derecho de gentes que abriga el pueblo de Euzkadi y las reivindicaciones políticas que constituyen la doctrina y el problema del nacionalismo vasco.

La primera credencial la firmaba Aguirre: la segunda, el presídente del EBB, Doroteo Ziaurriz. Más concretas eran las instrucciones que le había dado Juan Ajuriaguerra. por carta que le transmitió el diputado peneuvista a Cortes José María Lasarte, designado enlace para negociaciones presen-tes y futuras. En ella le decía ( texto de Onaindía. en su obra clave El «pacto» de Santoña. p- 67); “Vaya usted a Roma y hable con el Duce, indicándole el problema actual en la forma en que se le ha indicado a Domingo Lasarte. Además, usted debe plantear el problema vasco en toda su amplitud: 1† Qué es Euzkadí. 2.† Los vascos no son españoles. 3 † Por qué los vascos están en la guerra. 4.a Actuación de los vascos con gran civilidad en esta guerra, únicos en los dos bandos...” Y así siguen las exposiciones hasta llegar al punto “7.† Esperanza de que el Duce apoye nuestras legitimas aspiraciones”.

Fue Onaindia a Roma. acompañado del director de "Euzkadi" el diario del PNV. Vieron al conde Ciano, pero no a Mussolini. Obtuvieron muchas promesas a cambio de una rendición. Los negociadores vascos insistieron en que no debía aparecer como una rendición, sino que era preciso simular una victoria italiana, suponemos que era una proposición tentadora, quizás la deseada por Roma. Además, ya en este momento las divergencias en la dirección vasca eran claras: Aguirre quería seguir la lucha y para ello lograr el traslado de las tropas vascas desde Santander hasta Cataluña. Fue a Valencia e hizo esa proposición a Azaña, a Prieto y a Negrin. Se creyó en las altas instancias del Estado que el plan no era factible, y eso le causaría una gran desilusión. Pero todavía pensaba en esa solución a finales de agosto, en Santander, y así se lo expuso a los comisarios nacionalistas Lejarcegui y Ugarte.

A mediados de julio, cuando la batalla de Brunete seguía indecisa, sembrando en el centro de España la destrucción y la muerte, continuaba el intercambio de notas entre los italianos de la Brigada FlechasNegras y la delegación del PNV en San Juan de Luz (Francia). Pero mientras esos negociadores buscaban la manera de legitimar ante terceros la rendición de los vascos. Aguirre. que llegó a París procedente de Valencia y Barcelona a finales de julio, se negó terminantemente el 1 de agosto a establecer ningún contacto con el embajador de Italia en París o con el general Roatta.

Las negociaciones quedaron suspendidas hasta el 17 de agosto, cuando en plenos combates se resquebrajaba ya el frente de Santander. Ese día. Ajuriaguerra y Lasarte se en-trevistaron en Biarritz con el coronel De Carlo (Da Cunto). Los vascos pidieron la libre evacuación de la población civil y que los batallones vascos que se rindieran fueran conside-rados como prisioneros de guerra bajo soberanía italiana. Al día siguiente se comunicó a los italianos el emplazamiento de las unidades vascas en el frente de Santander.
El 21 y 22. mientras los frentes se van hundiendo, se aceleran las conversaciones. Los delegados vascos piden que se ac-tive la ofensiva sobre Torrelavega y que se modere la de Sola-res; por su parte, de esa manera podrán controlar el orden público en Santander y garantizar la evitación de excesos. El mismo ofrecimiento hecho en vísperas de la caída de Bilbao.

Los batallones nacionalistas vascos que quedaban en la reestructuración en cuatro divisiones del Ejército del Norte recibieron información de lo que su partido proyectaba alrededor del 20 de julio, comunicada por Lucio Arteche, según infor-maron después los comisarios Víctor Lejarcegui e Iñaki Ugarte. dirigido al EBB del PNV y firmado en Guétary el 25 de agosto de 1938. Según aquella, los vascos no lucharían. sino que se mantendrían en situación defensiva, sin abandonar tampoco el frente que miraba a Euzkadi, o sea sin prestar ninguna colaboración al resto del Ejército del Norte.

El 23 de agosto por la mañana las unidades vascas se nie-gan a obedecer las órdenes de Gámir de desplazamiento hacia Asturias, En Santoña se apoderaron por la fuerza de la Academia de Oficiales y liberaron a los 2.500 presos franquistas detenidos en El Dueso. A las órdenes de Félix Retolaza y Pedro Duanabeitia reestructuran sus fuerzas en tres sectores desde la costa hasta Solares. Ese mismo día 23 llega Ajuria-guerra a Laredo para dirigir personalmente la operación.

El plazo acordado para la rendición era el 24 de agosto a medianoche. Pero como tardaban los barcos (que habían de evacuar a los dirigentes políticos y funcionarios vascos, así como a los oficiales que lo deseasen), Ajuriaguerra y Arteche. reunidos con los mandos nacionalistas, decidieron pedir una prórroga de 48 horas. Se enviaron varios oficiales a las líneas italianas para establecer el calendario y las moda-lidades de rendición. Pero dos de ellos volvieron diciendo que las condiciones que aceptaban no eran las pactadas con Ajuriaguerra. sino otras más duras.

¿Qué había pasado? Que los franquistas habían intervenido, y muy particularmente el comandante Barba, conocido ultra-derechista que había organizado en 1934 la UME (Unión Militar Española). Los oficiales enviados habían aceptado, aun sin estar facultados para ello, un acuerdo de siete puntos en que se decía que la rendición es incondicional, como lo ha especificado "Su Excelencia el Generalísimo", y se respetarán las vidas de todos, salvo los que hayan cometido crímenes. Esto da base a la tesis franquista (sostenida sobre todo por Martínez Bande. basándose en el documento del día 24) para hablar de un pacto de Guriezo. que no seria sino una rendición incondicional.

He aquí la versión de Martínez Bande: El convenio fue firmado en Guriezo, el 24 de agosto, entre don Sobrino Eguileor y Uribarrena y don Raimundo Pujana y Echeandia, "capitanes del Ejército Vasco”, de una parte, y el teniente coronel italiano de Estado Mayor don Amílcare Fariña y el comandante español, también de Estado Mayor, don Bartolomé Barba, de otra. En el documento se fijaban los términos de la rendición, que se llevarla a cabo al día siguiente, entre las seis y siete de la tarde: unos 2.000 hombres cruzarían por el Pontarrón y otros 8.000 por el puente de la Magdalena, ambos sobre el río Agüera. Lo harían por grupos espaciados y luego depositarían las armas, siendo concentrados y trasladados a Castro Urdiales: un batallón quedaría en cada uno de los pueblos de Laredo, Colindres, Limpias, Ampuero, Santoña y Caraza, encargados de mantener el orden, hasta la llegada de fuerzas de “Flechas”.

Pero lo importante es aquí la cláusula séptima del convenio, que decía: “Se entiende que la rendición es sin condiciones, con arreglo a las disposiciones dictadas por S. E. el Generalísimo, respetándose la vida de todos, excepto de aquellos qua hayan cometido crímenes”.

La oficiosidad excesiva de algunos jefes de “Flechas" y la oposición por parte de determinados batallones vascos a entregarse originó una serie de fricciones, resueltas con la llegada de una compañía de Guardias de Asalto desde Bilbao.

Para comprender mejor lo que había sucedido al final de la heroica resistencia vasca y otros hechos que pasaron después, hay que tener en cuenta las siguientes palabras del Lehendakari Aguirre:
“Principalmente, los elementos nacionalistas, desde la caída de Bilbao, sufrieron en todo su ser la sensación de que ya para ellos todo estaba perdido. Los demás partidos tenían una continuidad política en los demás territorios. Ellos, no. Se atravesaban las fronteras de nuestro pueblo donde la gente hablaba otro idioma. Trágica realidad que hay que saber vivirla para comprenderla.”

Y para comprender, por ejemplo, los términos de un telegrama de Aguirre a Irujo el 21 de junio:
“Nadie ofrece gobierno Euzkadi y pueblo evacuación, hospitalidad. Comprenderás impresión nacionalista perdido territorio patrio causa absoluta desmoralización pretendiendo tropas capitular. Sea Valencia, sea Cataluña creímos merecer agradecimiento nuestra lealtad.”

Un mes más tarde Aguirre lo repite netamente ante Azaña, a juzgar por las Memorias de éste (libro IV. p. 282):
“La caída de Bilbao produjo el desmoronamiento de la moral del ejército. Perdida la tierra, ya nada tenían que hacer. El no está conforme con eso —añade Azaña—: hay que defender el país fuera de él. No tienen más que una palabra y quiere recordarme lo que me había dicho en Madrid: que se batiría con entusiasmo si les otorgaba la autonomía”.

A los cuatro días de entrar las tropas de Franco en Bilbao, el Boletín Oficial del Estado publicaba un decreto derogando los conciertos económicos en las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa. Los rebeldes eran así castigados.
Con la misma celeridad, después de la rendición de Santoña, comenzó la durísima y sistemática represión franquista que alcanzaría a todo el país vasco.

Alberto Bru, Txema Prada & Jordi Pedrosa

Fuentes:

- Crónica de la guerra civil en la Euzkadi peninsular, Urgoitia, Jose Antonio, Ed. Sendoa
- El pacto de Santoña, Alberto Onaindia
- Memoria de la guerra de Euzkadi, Talon, Vicente, Ed. Plaza y Janes
- Martínez Bande y Tuñón de Lara
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- Roberto Muñoz Bolaños - SERGA - Editorial Almena

El Exilio (SIGUE)

 

1- Los vascos toman posturas en la guerra civil       • 7- Alava, el sueño del Lehendakari
• 2- Un vasco, ministro sin cartera en el gobierno “español”     • 8- Guadalajara: cambia las cosas
• 3- Formación del Gobierno y del Ejército de Euzkadi     9- Del Cinturón al Arenal, pasando por Archanda
• 4- Organización y material de guerra     • 10- La crisis política y militar de Euzkadi
• 5- El problema de la Aviación y la Marina     • 11- La derrota, contactos para la paz y el "Pacto de Santoña"
• 6- Gran exhibición bélica en Bilbao     • 12- Exilio y posguerra

 

 

 

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