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De principitos y aviadores...

Sin ser totalmente una versión revisionista del inmortal clásico de Antoine de Saint Exúpery, esta cinta mantiene el espíritu literario de El Principito adecuándolo a estos tiempos donde parece haberse olvidado a las nuevas generaciones cómo usar la imaginación. Recomendable pese a algunos detallillos

The Little Prince
Voces en inglés de Rachel McAdams, James Franco James Franco, Marion Cotillard, Vincent Cassel
Dirigida por Mark Osborne
Paramount France/2015

DICIEMBRE, 2015. Solo una historia corta bastó para inmortalizar a Antoine de Saint Exupéry. El relato del príncipe huérfano ha sido traducida a prácticamente todos los idiomas. Es una narración filosófica, muy humana, más conmovedora aún cuando ya nada se supo de su autor luego que su avión se extravió durante una misión y sus restos jamás fueron encontrados. Hace algunos años se aseguró haber localizado lo que quedaba de su avión destrozado pero tras tantas décadas era prácticamente imposible encontrar los restos del autor de Le Petit Prince.

La brevedad de El Principito ha hecho que cada vez que es llevada al cine se le tenga que complementar con agregados no tanto argumentales --el mensaje es tan conciso y perfecto que, como una obra de Mozart o Beethoven, al quitársele o ponérsele una pieza queda claramente alterado-- sino de efectos, coreografías o soliloquios internos; uno de los ejemplos lo tuvimos a mediados de los setenta con una versión donde aparecían largas secuencias de Gene Wilder y bailes de Bob Fosse, el ya fallecido coreografista de Cabaret. Y no es una buena película.

Esta es la razón por la cual The Little Prince, producción francesa pero diseñada dentro de los estándares hollywoodenses (la versión en inglés incluye en su mayoría la voz de actores norteamericanos) presenta una historia dentro de otra. Dirigida por Mark Osborne --su trabajo reciente más conocido incluye Kung Fu Panda-- The Little Prince abre con la bellísima metáfora del aparente sombrero acompañada de las ilustraciones de Exúpery que acompañan a su libro. Los espectadores que esperan la continuidad de la versión literaria se llevarán un breve chasco inicial cuando se nos traslada al vestíbulo de un frío plantel ubicado en un suburbio impecable.

Quienes se encuentran ahí solo los conocemos como La Niña, acompañada de La Madre (Coutillard), obsesionada con que su hija logre ingresar a ese plantel lo que le garantizaría el pase a esa sociedad mecanizada, impecable y donde todas las casas están construidas idénticamente. Al no aprobar la prueba de admisión, La Madre encuentra una casa cercana al centro educativo para preparar a La Niña durante el verano. Como vecino tendrán a un anciano de largas barbas, excéntrico --basta ver la fachada de su hogar para darnos cuenta de ello-- a quien La Niña conoce inesperadamente cuando una hélice de avión cruza a su casa y deja un boquete en la pared de la casa de sus nuevas vecinas.

Mientras termina el verano, La Niña tiene una serie de deberes que cumplir ordenados por La Madre y colocados sobre un pizarrón y determinados por horario. El director Osbourne no pierde tiempo en indicarnos que esta es una sociedad mecanizada --la mujer sale temprano de casa y ya no regresa hasta tarde y le habla a su hija con frialdad ejecutiva; su único gesto humano es cuando se lava los dientes-- que vive en unos suburbios que devoraron los campos donde, intuimos, durante mucho tiempo vivió aislado el anciano e igualmente se negó a vender su propiedad, una similitud clara con el viejito cascarrabias que vimos hace algunos años en Up.

Pero en vez de la amargura y la queja, ese anciano a quien conoceremos como El Aviador (la voz de Jeff Bridges) es amigable y, ansioso por entablar migas con su vecinita y le envía algunas hojas manuscritas de El Principito. La curiosidad se impone y La Niña aprovechará la ausencia de su mamá para visitar al Aviador, lo que le dará oportunidad de conocer un mundo totalmente nuevo para ella y que incluye episodios de El Principito los cuales desglosa y comenta con su nuevo amigo. Entonces la película se abre en dos formatos, uno, el digital, donde se desenvuelven la Niña y La Mamá, y el otro, magistralmente hecho con papier mache, donde son representadas algunas de las escenas más emblemáticas del Principito, entre ellas su aparición en El Sahara, el amor esclavizante de la Flor (Cotillard) el zorro (voz de James Franco) y la serpiente (Del Toro).

The Little Prince es, en suma, la adecuación de dos mundos muy diferentes entre sí, el de El Aviador soñador que coloca un telescopio en el techo de su casa, tiene un cuarto lleno de cachivaches y pasa el tiempo reparando su aeroplano, todo en contraste con el mundo frío, preparado hasta el mínimo detalle y exento de sentimiento alguno. Quienes ya han leído el libro intuirán la conexión entre el anciano Aviador y el Principito.

El Aviador y la Niña iniciarán una amistad llena de sorpresas al tiempo que aprenden a compartir la conseja del Principito: "aprender a ver con el corazón".

El mensaje del filme es claro: la exigencia a los niños para que se atrevan a soñar asomándose a la lectura y dejen atrás los artilugios digitales (curiosamente en ningún momento aparecen ni una tablet, smartphone o celulares; la Niña se la pasa realizando operaciones algebraicas). Quizá el único pero a la película es el villano, representado en el Hombre de Negocios, un tipo calvo que compró las estrellas del firmamento para convertirlas en energía eléctrica. Es una caricaturización, por supuesto, del capitalismo, que incluye una trituradora que convierte todo objeto metálico en clips.

El capitalismo es, sin embargo, el principal promotor de la imaginación y la innovación. ¿No habría sido mejor poner a un villano más convincente, digamos un sujeto políticamente correcto, el verdadero responsable de que los niños de hoy estén teniendo infancias que no les permiten desarrollar su imaginación? Porque recordemos que el mundo de La Niña y La Mamá es políticamente correcto a más no poder.

Independientemente de eso, The Little Prince es una buena película que recomendamos se vaya a ver. No es una versión apegada totalmente al libro, pero mantiene su esencia. Y en estos tiempos en que el revisionismo está haciendo estragos en la industria del cine, es un mérito que debemos resaltar.

 

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1 Opiniones

ronnie_gonzalez escribe 09.12.15

El Principito ha sido uno de mis libros favoritos por lo que cuando la vi en cartelera decidí ir con mi familia a lo que se suponía era un mensaje de esperanza en la humanidad pero lo que encontré fue una historia que nada tenía que ver con lo que yo disfruté de niño. Me pareció ujn engaño que le pusieran el nombre dle libro a la película en vez de llamarla La Niña, El Aviador y El Principito, ah, pero si le ponen así poca gente iba a ir al cine!

 

 

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