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Ted Kennedy y sus inconvenientes vilezas comienzan a ser reveladas

El estreno de una película acerca del fallecido senador deberá debería poner de nuevo en palestra el oscuro historial del que Edward Kennedy salió impune gracias a las palancas familiares que incluso lo salvaron de terminar tras las rejas

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ABRIL, 2018. Vaya cosas. Fueron varios meses en que la familia Kennedy buscó evitar en lo posible la exhibición de Chappaquiddick, cinta del director John Curran. Entre otros argumentos, la familia exige "respeto a la memoria" de este político que falleció de cáncer en el 2009. Asimismo, varios grupos y activistas han exigido boicotear la cinta alegando el mismo argumento, esto por parte de gente que no siente el mismo respeto a la memoria de los héroes de la guerra civil y de quienes han derribado decenas de sus estatuas sin importarles el hecho de que ya hayan muerto.

El pasado fin de semana se estrenó la cinta en varias salas de Estados Unidos, Como pudiera suponerse, no es una película que alabe al más mediocre de los hermanos Kennedy, todo lo contrario. Por ello no extraña que la familia Kennedy haya hecho todo lo posible para detener su exhibición, alegando, por cierto, ese respeto a los muertos que los demócratas y sus adláteres solo aplican cuando les conviene.

Aunque no hemos visto la película, seguramente pondrá de nuevo a discusión lo que pasó aquella noche en Massachussets en 1969. Y quizá también vuelva a echar luz sobre la vida de un político que, dado que era un Kennedy, salió impune de muchas de sus acciones, entre ellas la que refiere esa película y por la cual, como veremos más adelante, el "castigo" recibido por Ted Kennedy fue una burla, más que otra cosa.

Empecemos por sus años de universidad:

El futuro senador fue echado de Harvard por copiar en los exámenes, pero las influencias de papá Joe lo hicieron regresar a esa institución bajo la promesa de "portarse bien". Años después Ted declinó una oferta para convertirse en jugador profesional de la NFL, cuando se le invitó a ser parte de los Empacadores de Green Bay, Ted Kennedy respondió que prefería "un verdadero deporte de contacto: la política".

Cuando su hermano John alcanzó la presidencia de Estados Unidos, se hizo indispensable también darle un empujoncito a Teddy para que pudiera iniciar su carrera en la política. La alternativa para hacerlo era darle la curul como senador que su hermano John había dejado vacante. Solo que existía un problema pues la edad mínima para ser senador era de 27 años por lo que la familia encontró la solución ideal: papá Joe movió palancas para que un viejo amigo de los Kennedy llamado Benjamin Smith tomara la curul mientras el hijo alcanzaba esa edad, momento en el cual --y con una pequeña ayuda del gobernador de Massachussets John Fister Furcolo-- Teddy se convirtió en senador sin necesidad de haber sido votado.

Hay otras historias, naturalmente, como la de cierto restaurante en Washington donde Ted y varios de sus amigos cerraban el establecimiento y jugaban al sandwich, obligando a las meseras a recostarse de espaldas en medio de dos hombres desnudos.

Papá Joe, siempre  ambicioso, quiso que sus hijos formaran una dinastía en la política norteamericana, con la Casa Blanca como cerecita del pastel. Joseph, el hijo mayor, estaba destinado a la presidencia pero falleció en el Pacífico en una misión en la segunda guerra mundial. La responsabilidad recayó en John, quien también resultó herido en un combate y se le entregó la Cruz Púrpura; logró llegar a senador y luego a presidente que, como se sabe, fue asesinado en 1963 en Dallas por Lee Harvey Oswald. El siguiente en la lista era Robert, quien fue fiscal general y luego senador pero cuando decidió buscar la nominación presidencial también fue ultimado en Los Ángeles en 1968 por Sirhan Sirhan.

Los tres hermanos habían tenido una carrera brillante y, sí, con claroscuros, pero Ted jamás consiguió estar a la altura de ellos. Por el contrario, Ted siempre tuvo que contar con el respaldo, las ayuditas y el movimiento de influencias de papá Joe.

Luego vendría el incidente más grave. En 1969 Ted y varios amigos se reunieron en Martha's Vineyard, sitio de descanso de los Kennedy. Ya en la noche y con unas copitas encima, el ya senador se ofreció a llevar a su secretaria privada Mary Joe Kopachne, quien supuestamente en unas hora iba a salir de la ciudad. En el camino el vehículo en que viajaban ambos perdió el control y cayó en un puente al lado del río Chappaquiddick. Ted logró salir y dejó adentro a la mujer, quien falleció ahogada.

Tuvieron que pasar 10 horas paras que Ted anunciara el incidente a las autoridades dado que, por supuesto, esperó a que se le bajara la cruda pues en tal caso se le habría acusado de homicidio imprudencial.

Kopachne sobrevivió pero quedó atrapada dentro del auto. ¿Por qué Ted no la ayudó a salir? El senador explicó que "corrió a pedir auxilio", aunque curiosamente ya no regresó a la escena del percance sino hasta la mañana siguiente. Había otras preguntas: Si Kopachne iba a salir de viaje a las pocas horas. ¿Por qué dejó su bolso de Mano en la casa de Martha's Vineyard? ¿Qué tenía que hacer una secretaria en una velada familiar que terminó casi a medianoche?

De nuevo Papá Joe entró en escena. Pese a las claras evidencias que habrían hundido su carrera, tras un juicio relámpago se acusó al joven Ted Kennedy únicamente de "haber abandonado la escena de un accidente" y se le sentenció a dos meses de prisión los cuales, por cierto, le fueron conmutados.

Efectivamente, Ted había abandonado "la escena del accidente" pero el jurado "olvidó" mencionar que aparte del auto también abandonó a una persona que luego falleció ahogada.

Por cierto, jamás se realizó autopsia al cuerpo de Mary Joe Kopachne, lo que dio lugar a especulaciones de que ésta se encontraba embarazada de Teddy, según llegaron a decir los familiares de la chica, quienes siguieron clamando justicia por varios años.

Y es aquí donde entra la película recientemente estrenada, la cual está basada en el libro Senatorial Privilege: The Chappaquiddick Coverup (Privilegio Senatorial, el encubrimiento en Chappaquiddick), escrito por el periodista Leo J. Damore. Por cierto, tras su publicación, el autor sufrió un incesante acoso de la familia Kennedy, amenazas de muerte, acoso fiscal y demandas judiciales hasta que  Damore decidió atentar contra su vida en 1995.

Hubo otras vilezas por parte del senador Edward Kennedy, entre ellos los ataques personales contra el juez Clarence Thomas, hasta que se encontró una acusación por acoso sexual hecha muchos años antes en contra del juez (¿coincidencias?). Thomas fue obligado a dejar su puesto. Poco importaba en este caso que Clarence Thomas fuera un afroamericano: por lo visto esa vez no hubo ningún tinte de racismo qué denunciar.


En 1979 Ted Kennedy buscó la nominación presidencial, pero ante el desastroso gobierno de Jimmy Carter, aun los mismos demócratas se opusieron a esa posibilidad dado que que no querían perder la elección de un modo tan escandaloso con un Ted Kennedy candidato.

En 1986 Ted Kennedy viajó a la entonces Unión Soviética donde pidió a varios camaradas que le ayudaran a levantar una campaña que evitara la reelección de Ronald Reagan. Eso no era, de ningún modo, traición a la patria ¡y menos tratándose de un Kennedy!

Ya en sus últimos días, Ted Kennedy envió una carta al gobernador de Massachussets Deval Patrick pidiéndole cambiara la ley para que fuera él quien designara a su sucesor en la curul en la cual había estado en su poder por casi 40 años, algo que finalmente no ocurrió y el sitio fue tomado por un legislador republicano. Lo paradójico del asunto es que fue el mismo Ted Kennedy quien en el 2004 había logrado modificar la ley donde el gobernador podía designar a un senador suplente. Y es que, bueno, el gobernador de es estado en el 2004 era un republicano. Vaya cinismo.

Por ello, y por otras extensas razones, películas como ésta son tan necesarias como cuando se destapó post-mortem la cloaca de Jimmy Savile y quedó en claro que se trataba de un pervertido sexual.


En donde hoy se encuentre Ted Kennedy ya lo alcanzó la justicia divina. Ese es un pendiente que aún queda por resolver para todos aquellos quienes, como  víctimas de una de las familias más poderosas de Estados Unidos, han estado exigiendo lo mismo. 

 

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