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CINE
De cuando Obama
seguía siendo Obama
En momentos que el
norteamericano promedio se topa con la imagen de Barack Obama
incluso hasta en la tapa de cereales, el meterse hora y media a una
sala de cine para enterarse cómo conoció a su esposa Michelle ya
suena a exceso por donde se le vea. Aparte de ser otra historia de
un romance progre, la pregunta de por qué alguien quiso
producir esta película es lo que queda cuando aparecen los créditos
finales
Southside With You
Tika Sumpter, Parker Sawyers, Vanessa Bell Calloway, Taylar Fondren,
Deanna Reed-Foster
Dirigida por Richard Tanne
Get Lifted Films/2016
SEPTIEMBRE, 2016. Southside With You es
una de esas películas que nadie cree haya quien se arriesgue a
producirla. En su página web, Get Lifted Films se define como
"enfocada y especializada en la realización de documentales y
películas que brinden inspiración a los espectadores". Así que,
según esto, lo que aquí tenemos es una miniproducción (costó apenas
millón y medio de dólares, según el sitio IMBD.com) que busca dejar,
o más bien, llenar el hueco que existe en torno a los primeros años
de Barack Obama. Como se sabe, poco se sabe quién es en realidad es
el aún presidente de los Estados Unidos; Harvard, su alma mater,
ha cerrado todo acceso a los curiosos, entre los que no se cuentan
los medios de comunicación, sin cuyo apoyo y complicidad hace rato
Obama hubiera sufrido el mismo destino de Nixon.
Ocho años después, la pregunta es la misma. Bueno, este filme "inspiracional"
trata de llenar el dato. Por lo menos durante sus años de
universitario, y de cuando conoce a Michelle Obama, por entonces
apellidada Robinson (la bella aunque un tanto desangelada Tika
Sumpter).
Para quienes busquen controversias o revelaciones con esta película
se llevaran un chasco. Toda la historia ronda más en torno a una
anécdota, de estar platicando en los cafés, en el parque o en la
nevería y donde nos enteramos de algo insólito: mientras Obama adora
el pay, ella prefiere la nieve de chocolate, además que le cuesta
trabajo creer que en Hawaii, donde Obama pasó parte de su
adolescencia, también existen las neverías Baskin-Robbins.
Pero nos estamos adelantando un poquito. La historia transcurre en
Chicago y el año es 1989. Barack Obama (Parker Sawyers) es un
pasante en Leyes a punto de realizar su internado en un bufete donde
Michelle, quien ya lleva rato trabajando ahí, será su supervisora.
El veinteañero Obama claramente está rendido por esta mujer,
retratada como abierta, sagaz y quien aún vive con su familia debido
a un problema de salud de un pariente... el sacrificio por los
demás, como se verá. Ella acepta salir con él pero le advierte que
no se trata de una cita romántica; sí, pasarán un tiempo juntos,
pero únicamente él como interno y ella como asesora. Buuu.
Los padres de Michelle son típicos clasemedieros de Chicago. No
conocen al joven hawaiano pero ella les cuenta que se trata de un
afroamericano delgado que, que fuma cigarrillos en cadena y maneja
un Datsun destartalado. "Si es una salida estrictamente para platicar
con ese joven ¿por qué tanto empeño de ella por lucir bien?",
pregunta su madre (Vanessa Bell). "Ustedes siempre me enseñaron a
lucir impecable", es la respuesta. (Recordemos, revistas como
Vogue han llegado a llamar a Michelle Obama "la mujer mejor
vestida que ha habitado la Casa Blanca", y ubicaron a Jackie Kennedy
en un lejano segundo lugar).
Obama es retratado como un joven idealista y, sí, un tanto extraño,
más que nada porque su vida ha sido distinta a la de sus compañeros
de clase: en una de sus pláticas éste le cuenta a Michelle que antes
de mudarse a Hawaii había vivido varios años en Indonesia y que,
efectivamente, fumó mariguana con regularidad durante aquel periodo.
Pero al llegar al Southside de Chicago --zona predominantemente
afroamericana y con elevados índices de marginación y
analfabetismo-- ese próximo abogado descubre que hay mucho trabajo
por hacer para que los suyos abandonen esa condición, punto de vista
que marcara simpatías entre ambos; el corazoncito de la Michelle
Robinson soltera comienza a derretirse ante aquel joven que
posee un insospechado potencial político. Ese dato es reforzado en
una escena, imposible no llamarle cursi, donde una mujer dice a Obama que su hijo, de quien enseña una foto vestido de marino, hoy
está condenado a una vida sin aspiraciones en Southside.
Sanforicemos esta historia: Barack y Michelle finalmente comienzan a
congeniar --¿acaso esperaban los espectadores un final diferente--
cuando ambos comen palomitas mientras ven Do The Right Thing,
de Spike Lee, cinta que, recordamos, habla sobre las tensiones
raciales en Nueva York. Ahí la futura pareja presidencial se da
cuenta que hay muchas cosas que hacer por ese país. Cuando él
finalmente acepta comer helado y sellan su romance con un besito con
el sol de fondo, la llegada a la Casa Blanca se encuentra a menos de
dos décadas de distancia.
Muy bonito, muy bonito, pero casi toda la crítica coincide en que es
una historia mayormente inventada. Y bueno, eso se vale si
recordamos cómo Amadeus de Milos Forman poco o nada tenía de
fidelidad respecto a lo que ocurrió en la vida real. Lo
desconcertante es que, ocho años después de un gobierno desastroso,
alguien se haya animado a producir una película como ésta.
Durante ese lapso los norteamericanos han tenido que toparse con la
imagen de Obama, en un claro culto a la personalidad, en los
periódicos, las portadas de las revistas de todo tipo, en talk
shows, en programas de entrevistas, en la entrega de los Óscares, en
los Grammys, en los Emmys, y hasta en espectáculos deportivos.
¿Realmente existe en este momento un enorme margen de gente que
quiera encerrarse en una sala de cine a chutarse hora y media con
los early years de Barack Obama?
Irónicamente, ese tesón e idealismo de Barack Obama que los
guionistas inyectan a este guión perfilan más bien a un personaje
obcecado, terco, intolerante, que se enciende al percibir que
alguien no piensa como él, algo evidente en la escena en un
townhwall (quienes le escuchan están sentados en forma de
círculo alrededor de él). Hay que señalar que no es una película
zalamera ni de porras desbocadas, pero tampoco tiene muchos puntos
criticables hacia su protagonista; si no supiéramos el futuro de esa
pareja, lo veríamos como un romance más entre dos jóvenes
progresitas que quieren devorarse al mundo.
Ciertamente al final lo hicieron, pero los resultados, que incluyen
un aumento astronómico en la deuda pública de Estados Unidos y un
seguro de desempleo donde casi 89 millones de norteamericanos lo
tienen como única fuente de ingresos, están lejos de ser los
mejores.
Southside With You es, pues, una película grisácea. Su escasa
taquilla quizá sea un reflejo de que los medios de comunicación y el
mismo Obama se llevarán una sorpresa de lo que realmente se piensa
de quien pasará a la historia únicamente con un logro máximo: el
haberse convertido en el primer presidente de origen afroamericano
de Estados Unidos.
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