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NACIONAL

 

La patética hispanofobia de López Obrador

 

Recientemente el presidente mexicano organizó lo que llamó "un movimiento de resistencia" para conmemorar los 500 años de la caída del imperio azteca, el cual, por cierto, nunca fue muy bien visto por sus vecinos. Como sea, este distractor surge ante lo que se perfila como un sexenio que no deja de acumular fracasos, pero en vez de enmendarlos, la presidencia sigue perdiendo el tiempo en promover la glorificación de mentiras históricas que ya estaban en proceso de ser inhumadas

 

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AGOSTO, 2021. Hace poco más de una década aún existía la esperanza de que la hispanofobia y la indígenoculpa estaban a punto de ser cosa del pasado. Incluso, el ensayista Enrique Krauze organizó un simpósium donde los asistentes concluyeron que esta autoflagelación histórica "ya iba de salida" (eran los tiempos en que López Obrador acababa de perder la presidencia contra Calderón y se pensaba que el tabasqueño pronto sería también cosa del pasado). Pero con el inicio de esta tercera década del siglo, la idea de "los españoles conquistaron a los mexicanos", vuelve a retumbar por todo el país, esta vez azuzada desde la presidencia, la que hoy ostenta López Obrador.

 

Hace unas semanas el tabasqueño organizó un evento en el Zócalo para conmemorar, dijo, "los 500 años de resistencia indígena" y donde hubo bailes, ceremoniales, discursos hispanofóbicos y poemas de venganza, no precisamente redactados por indígenas puros sino por mestizos, empezando por quien hoy tenemos como mandatario. En especial se culpó al "desalmado" Hernán Cortés y se lamentó "la caída de Tenochtitlán" tras la cual se esfumó, suponemos, un imperio de camaradería, confianza y libertad. Malvados gachupines.

 

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Antes que nada, no deben extrañarnos estos desplantes etnopopulistas como mero distractor por parte del presidente, Así sucede siempre que las cosas no funcionan bien dentro de un gobierno y la población siempre necesita de lo que Álvaro Vargas Llosa llamó "el pan hecho con verborrea". Así sucedió cuando el general Galtieri tuvo la ocurrencia en 1982 de retar a Gran Bretaña por la posesión de Las Malvinas ante la ya inocultable corrupción de la dictadura argentina. La "resistencia" lopezobrodarista, en tal sentido, no deja de ser otra cosa que un distractor a su programa económico que solo ha producido más burocracia, más gasto público y no ha beneficiado, en lo mínimo, al sector productivo.

 

Es lamentable que en México todavía sigamos con el cuento ése de "los españoles nos conquistaron y por eso seguimos siendo machistas, fallamos los penales en los Mundiales de futbol, de milagro hemos ganado medallas en los Juegos Olímpicos y somos clientes sempiternos del "ya merito" en el panorama mundial. Dado que ellos nos conquistaron es que hemos tenido gobiernos corruptos y somos corruptos nosotros mismos. Y es que cuando ellos nos conquistaron, trajeron consigo la viruela y toda suerte de enfermedades venéreas y destruyeron una civilización que entonces se encontraba entre las más avanzadas del planeta, aunque deliberadamente el presidente olvide que antes que ellos nos conquistaran éramos tan civilizados y armoniosos que aún sacábamos el corazón a nuestros enemigos, costumbre que en la "bárbara" Europa donde nació el "desalmado" Hernán Cortés, ya había dejado de practicarse cuando Colón zarpó con sus carabelas.

 

Y, por supuesto, mentadas abundaron contra este personaje durante el acto de "resistencia indígena". Por culpa de este invasor es que no progresamos, somos agachados y vemos como poca cosa a los indígenas y no los bajamos de sirvientes, sobre todo porque gracias a este sujeto fue que la Malinche traicionó a los suyos. Hubo más mucho, más, de lo que el escritor Arturo Pérez Revete llamó "sarta de tonterías autoinculpatorias por parte del presidente mexicano".

 

Andrés Manuel es un nombre eminentemente español, lo mismo que el apellido López, ello sin olvidar que el abuelo materno del mandatario era de origen español. Esa es apenas una de las tantas incoherencias que encontramos en este entramado de acusaciones e insultos de acontecimientos que ocurrieron hace medio milenio y que, nos guste o no, son aporte de lo que somos, no solo para quejarnos sino para aprovechar esa mezcla racial y cultural a nuestro favor. ¿Nos imaginamos el país que tendríamos sui en vez de haber gastado tantos años en lamentos hubiéramos encaminado ese aspecto como lo ha hecho Singapur, cuyo proceso de mestizaje fue muy parecido al nuestro? Pero si jamás nos preocupamos en aprovechar la envidiable ventaja de tener como vecino a uno de los países con mayor poder económico del mundo (algo que sí hicieron China y Japón pese a estar a estar a 11  mil kilómetros de distancia) en vez de ello perdemos el tiempo mentándole la madre a Cortés al "invasor" Colón pese a que éste jamás puso un pie en lo que hoy es territorio mexicano.

 

Cuando gente que se apellida González, Gutiérrez, Fernández, Aguilar, Pérez o Martínez se quejan de que "ellos nos conquistaron" viene a ser un espectáculo francamente patético, más si estos "conquistados" tienen ojos azules o verdes, hablan español, celebran costumbres que nos trajo España como la Navidad, se emborrachan con la cerveza y el vino, bebidas que llegaron por primera vez en barcos españoles, festejan el Día de Reyes y disfrutan el mole, un platillo que habría sido imposible sin la presencia española. Ninguno de esos "conquistados" echaría de pestes contra la música de los mariachis ni mandaría destruir las fuentes que adornan las plazas pese a ser muestra clara de la influencia que España ha tenido en México, lo mismo que las casa con tejas, las gallinas, los cerdos y los caballos, todos ellos parte de la identidad mexicana y que eran totalmente desconocidos antes que "ellos nos conquistaran".

 

Es la máxima paradoja o, como llegó a decir Luis González de Alba en su magnífico libro-ensayo Las mentiras de mis maestros: "La más grande tragedia de México no es que los españoles nos hayan conquistado, sino el hecho de que, al hacerlo, México no existía como país".

 

En efecto, cuando finalmente cae Tenochtitlán en 1521, la identidad mexicana estaba a siglos de distancia, y la creación del país estaba distante a casi 300 años. ¿Cómo conquistar algo que en ese momento no existía? En ese año aún estaban por ocurrir cientos de mezclas y más mezclas raciales, no solo con españoles sino con otras oleadas de inmigrantes de medio planeta que irían conformando lo que hoy conocemos como la "identidad del mexicano". En otras palabras, era absolutamente imposible que para 1521 ya estuviera definida la esencia de lo "mexicano" que luego daría lugar a la creación de una "resistencia indígena", difundida por la izquierda mundial.

 

Y ya que hablamos de "resistencia"¿por qué razón el presidente y sus medios acólitos no han mencionado un hecho históricamente comprobado, esto es, que la caída de Tenochtitlán no se habría consumado sin la ayuda de los tlaxcaltecas hartos del despotismo y la explotación de los aztecas, quienes proporcionaron a los españoles la ayuda en rutas y soldados para conquistar los aposentos donde el emperador Moctezuma se la pasaba embarazando doncellas y solo supo de Cortés y sus hombres cuando éstos se encontraban a las puertas de su palacio? Si ni siquiera el mismo emperador ofreció "resistencia" a Cortés, ¿por qué quererla achacar a 500 años de ocurridos los hechos?

 

Es mentira que, tras la caída de Tenochtitlán, los españoles hubieran dejado a su suerte a los tlaxcaltecas y otras tribus que los ayudaron a caer al imperio azteca. Por el contrario, se les trató con deferencia, consumándose muchas uniones entre mujeres tlaxcaltecas y hombres españoles y se encomendó a miles de familias que se establecieran en los territorios del norte, aunque eso sí, ya evangelizados y totalmente españolizados (estas comunidades, por cierto, se asentaron mayoritariamente en lo que hoy son Coahuila, Durango y Zacatecas, de modo que el número de los actuales habitantes que descienden de aquellas migraciones es más que considerable).

 

La gran paradoja es que cuando los españoles nos conquistaron, lo hayan hecho con ayuda de otras comunidades indígenas. En realidad, lo que tuvimos en ese periodo histórico fue más una rebelión de quienes por muchos años habían sido explotados por los aztecas; los españoles aprovecharon exitosamente a su favor esta disyuntiva, no como parte del proceso independentista que vendría después (¡muchísimo después!)  sino como un triunfo para España: después de todo, era la nación a la que estaban defendiendo.

 

Por supuesto que los conquistadores españoles cometieron excesos pero debemos ubicarlos dentro de su contexto histórico donde muchas cosas que hoy consideramos aberrantes en aquel momento eran vistas con absoluta normalidad, incluso necesarias, dentro del concepto de ética que existía en ese momento; acusar de violador de los derechos humanos a Cortés, en momentos que ese tipo de conceptos eran absolutamente desconocidos, además de ser una injusticia histórica, es absurdo y denota una profunda inmadurez emocional por parte de los acusadores. No tenemos derecho a juzgar los hechos del pasado con las reglas morales del presente.

 

De nuevo, ¿a quiénes estaba "traicionando" la Malinche? No fue a los mexicanos que hoy conocemos, definitivamente: si mucho lo hizo contra seres humanos con los que hoy, con excepción de la herencia genética, culturalmente tenemos poca o ninguna afinidad. De hecho, y aunque a nuestro presidente le dé urticaria al saberlo, el mexicano actual tiene más en común con Cortés (aunque lo niegue y le escupa), empezando por el idioma en que habla, que con una comunidad indígena derrotada que, válgase la enésima paradoja, nunca tuvo noción de quién era la Virgen de Guadalupe. ¿Se vale otra diferencia más grande entre el mexicano actual y el supuesto "mexicano" de 1521 cuando finalmente los españoles nos conquistaron?

 

Los españoles se largaron en definitiva en 1824 y nos concedieron la independencia. Ya van para dos siglos que dejamos de ser súbditos de la realeza de aquél país pero por lo visto los españoles siguen siendo culpables de nuestras desgracias posteriores. Pero se consideraban mexicanos, y no españoles, Santa Anna, quien vendió un inmenso territorio a los gringos para pagar sus deudas, lo mismo que Victoriano Huerta, quien traicionó a Madero, e igualmente tenían actas de nacimiento como mexicanos Luis Echeverría y José López Portillo, quienes desmadraron económicamente al país.

 

De pena total, francamente, seguir rebatiendo los argumentos del presidente López Obrador, Su hispanofobia nos produce el mismo efecto que la política económica de la 4T: dan ganas de llorar.

 

 

 

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