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JUNIO, 2021. Seguramente a estas alturas el lector ya sabe de las "puntadas" de nuestro presidente, el tabasqueño López Obrador, en torno a la clase media. Finalmente el señor está diciendo lo que realmente piensa; una vez que pasaron las elecciones intermedias, ya no hay necesidad de seguir portando máscaras de "moderado" y de pretender "gobernar para todos" con esa sarta de sandeces las cuales, de paso, traicionan claramente a ese numeroso sector social que en forma inaudita y abrumadora votó por él en las elecciones federales del 2018.

Según López, la clase media es "más difícil de convencer" en torno a su movimiento de las que dijo, "la mayoría tienen una licenciatura, maestría o doctorado, son aspiracionistas, quieren triunfar a toda costa, salir adelante y de ser muy egoístas".

Rápidamente los periodistas lamebotas de López, muchos de ellos clasemedieros, trataron de contener los daños cometidos por esta insensatez y señalaron, entre ellos Jorge Zepeda Patterson, quien si bien calificó de "desafortunadas" esas declaraciones, enfatizó que López se refería "específicamente, a esa clase media en la capital de la República" mientras El Financiero, otrora respetable medio hoy convertido escudero del tabasqueño, resaltó que el presidente "está mal informado"... de nuevo, la culpa no es del Tlatoani, sino de sus malos colaboradores que le fallan.

Sin embargo López nunca aclaró que se refería, en específico, a la clase media chilanga, esa misma que le salió respondona y consiguió que la capital quedara partida en dos, con lo cual la izquierda sufrió en la Ciudad de México una derrota histórica. Sus ataques fueron contra esa clase media en general al punto que dos semanas después arremetió de nuevo en una de sus infumables "Mañaneras": "Se trata de una clase social individualista, aspiracionista, que le da la espalda a su prójimo, sin escrúpulos morales", y acusó a sus integrantes de ser partidarios de "el que no transa no avanza".

Para quien tuviera dudas; el proyecto de país del señor López excluye claramente a todos aquellos que tenemos aspiraciones en la vida. Si alguien de su progenie está estudiando una carrera usted costea con enormes sacrificios, en el fondo es alguien sin "escrúpulos morales"; si está usted pagando a plazos una casa propia para dejarle un patrimonio a su familia no es usted más que un egoísta que solo piensa en sí mismo y la vale madres la jodidez de aquellos que no tienen interés por esforzarse en la vida: si usted comparte la idea de que una maestría o un doctorado expandirán no solo sus posibilidades económicas sino sus perspectivas académicas, sorry, para el señor López es usted un apestado insolidario, inconforme con los logros de esta "cuarta transformación " lopezobradorista. Malagradecido usted.

Ahora nos queda claro por qué entre los primeros a los que benefició el "proyecto de Nación" de López se encuentran los ninis, a quienes aparentemente ya es políticamente incorrecto llamarles güevones y conformistas, lo que al final son. Ya vemos porqué cuando se anunció el "programa de emergencia "del gobierno federal por la emergencia del Covid, ni un solo segmento de la clase media recibió beneficio alguno y se le dejó a su propia suerte.

Lo asombroso del asunto es que, sin el voto clasemediero, López Obrador jamás habría alcanzado la presidencia de México. Fue este sector el que le otorgó la confianza mayoritariamente en el 2018, y si asumimos que en el país existen 14 millones de hogares de clase media, el número de habitantes que pertenecen a ésta se ubicaría en unos 50 millones de personas de los cuales por lo menos 30 cuentan con credencial de elector, es evidente que su peso fue decisivo para el triunfo de Morena. De hecho y desde mediados de los 90, es la clase media la que suele determinar el triunfo del candidato a la presidencia debido a un factor lógico, es decir, que López Obrador jamás lo entendería: las concentraciones urbanas son las que registran mayor número de votantes, y es en esas concentraciones urbanas donde radica la clase media.

El proyecto de López es el de una sociedad de mexicanos cuya máxima aspiración en la vida es estirar la mano y recibir la limosna gubernamental, un sector cuya máxima aspiración es ver en persona al Gran Líder en uno de sus mítines, un sector de la población que disfruta su jodidez, que se regodea dentro de su propia ignorancia y para la cual la mediocridad es, simplemente, aspirar a mucho.

Es increíble en este punto que muchos clasemedieros mexicanos hayan votado por alguien que en el fondo siente un profundo desprecio hacia ellos.

Un factor que terminó costándole al PRI su permanencia en el poder fue su desprecio a la clase media. Recordemos que por décadas, la cúpula priísta se enfocó en tres sectores, el obrero, el campesino y el popular, los que supuestamente incluían a todo el espectro social de México. Esa terquedad por hacer de lado a la clase media le costó caro a los priístas: en cuanto la oposición se fue fortaleciendo, la clase media empezó a sopesarla como opción de gobierno; de hecho fue esa clase media la cual, al igual que sucedió con López, definió los triunfos de Fox, de Calderón y de Peña Nieto.

Lo que pasó en la Ciudad de México se resume en un desgaste natural de la izquierda, en que el gobierno federal haya cortado muchos subsidios para promover la "cultura", incluidos centros artísticos y apoyos a los cineastas, una comunidad conformada casi en su totalidad por clasemedieros y, pos supuesto, al accidente en la línea del Metro el pasado mayo y sobre la cual la prometida "investigación" no ha avanzado un solo milímetro porque ello implicaría directamente al ex jefe de Gobierno Marcelo Ebrard, quien ya se anda poniendo salivita en el cabello como probable sucesor de López en la presidencia.

Ojalá que ahora, si es usted un lector clasemediero y votó por López para presidente, se haya dado cuente del tremendo error que cometió y el peligro en que hoy se encuentra la estabilidad económica y social de México. Quien critica y atenta contra la clase media de un país no puede ser calificado de otra manera: es un peligro... lo mismo que se nos advirtió en el 2006 pero muchos compatriotas se negaron a escuchar.
 

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Foto: cortesía pulsoslp.com   Previo Última llamada, con ayuda de los arrepentidos Es inevitable que, pasadas las elecciones intermedias, el rayito de la 4T se radicalizará políticamente, gane o pierda la mayoría en la Cámara de Diputados. Pero su discurso perderá peligrosa pólvora si se le logra arrebatar la hegemonía que le resultará indispensable para, ahora sí, terminar de hundir más a este país. Quienes en otro momento fueron porristas de López Obrador lo saben mejor que nadie

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