Otros textos de Y Demás
No solo sobrevivió, Barry Gibb
triunfa en las listas... de country
¿Estamos ante la generación más engreída de la
historia? Quizá. Y también la más estúpida
Historia de Los Ángeles: Ramón Novarro
Ray Parker Jr. no caza fantasmas,
pero sí dividendos
Eddie Van Halen, adiós al mejor de
us generación
Tan discreto como indispensable:
John Paul Jones
Archivo
|
|
Y DEMÁS/Música
La inaudita
hipocresía y egocentrismo de la parejita real
Como
ocurrió hace casi 80 años, una pareja real se sale del guión. La
diferencia es que, en esta ocasión, lo protagonistas son todavía más
inmaduros y se asumen como víctimas de mala leche e intrigas
palaciegas, algo totalmente normal en una monarquía como la
británica. Veremos hasta dónde llega esta payasada
Versión impresión
MARZO, 2021.
La actual Reina Isabel, sin duda una
de las más influyentes e importantes de toda la historia, le debe su
trono a un capricho dentro de la familia real: éste realmente
correspondía a Eduardo VIII, durante varios años un solterón,
parrandero y al que le habían puesto enfrente a varias damas
pertenecientes a lo que entonces llamaban ser de sangre azul, pero
ninguna la causó mayor interés, excepto una socialité de nombre
Wallis Simpson.
El príncipe, que ya estaba a las puertas de convertirse en el nuevo
soberano de las islas británicas y todos sus territorios, perdió la
cabeza por una mujer que, en principio, era divorciada, no poseía
mayor atractivo físico y tenía poco o nada qué ver con el mundo de
los Windsor. La oposición de esa familia para que una plebeya, que
además era norteamericana, llevó a un insólito punto del
rompimiento cuando Eduardo anunció que renunciaba al trono;
prefería permanecer al lado de Wallis Simpson.
(Por supuesto que el asunto se manejó como una ejemplar historia de
amor, pero la periodista española Rosa Montero apunta en su libro
Pasiones que, en realidad, la parejita mantenía sospechosas ligas
con algunos capitostes nazis, al punto que información confidencial
falsa que se proporcionó al príncipe, "curiosamente" había
terminado en
manos de los servicios de inteligencia alemanes).
Escucha
aquí nuestro
podcast fasenlinea
Queda claro que el príncipe Harry y
Meghan Merkle son lo más cercano a una copia al carbón, la versión
siglo XXI de la dupla Eduardo-Wallis Simpson, esto es, una pareja
que súbitamente se voltea contra la familia real británica y empieza
a echarle pestes de todo lo malo que habido y habrá en la humanidad.
Y para ello la parejita acudió, faltaba más, a una entrevista con
Oprah Winfrey, cómplice, como se ve, de ese hipócrita victimismo, lo
que el periodista español Luis Herrero ha dado en llamar
atinadamente "la miseria envuelta en clase alta".
Ya desde entonces la parejita nos parecía aborrecible,
doblemoralista. Pero en esa entrevista con la Winfrey se rebasaron
todas las marcas, incluidos sus antecesores Eduardo/Wallis Simpson.
No vamos a hacer un listado de todas las sandeces proferidas por la
parejita, pero sí destacaremos las más inconmensurablemente idiotas
o, por lo menos, insensatas.
En principio, Merkle señaló que todo ese tiempo que vivió en
palacio, se sintió "atrapada". Pobrecita ella: debió haber sido muy
triste pasársela encerrada como millones de personas forzadas a
hacerlo durante la pandemia, muchas veces sin empleo ni ingreso
alguno, con la diferencia que éstas no lo hacían en un amplísimo
palacio lleno de sirvientes, donde no pagaban renta y donde su
altísimo nivel de vida era financiado por los abrumados
contribuyentes británicos. Se la pasaba encerradita, pobre mujer.
Por su parte Harry también se asumió como víctima en la entrevista
al afirmar, dolido y resentido, que se le había negado la petición
para que el primogénito de la parejita --Merkle espera su segundo
bebé-- también recibiera vigilancia personal. Esto es un insulto
absoluto: para un príncipe que no gastaba un solo penique pero
recibía mensualmente un ingreso más que abundante, el contratar
guardia privados para que cuidaran al bebé sería lo más lógico en
vez de estar bufando lamentos. Más aberrante aún fue la insinuación
de que Buckingham se negó a proteger al infante porque, bueno,
Merkle es hija de un matrimonio birracial.
Merkle lanzó otro apestoso misil donde dijo que "alguien" dentro de
palacio --por supuesto que jamás se molestó en decir quién, ni Oprah
en preguntarlo-- había "manifestado su preocupación" porque el
pequeño Archie "no naciera con la piel blanca". El quién lo dijo
parece no tener importancia, lo que caló fue "cómo" la hicieron
sentir. Porque de eso de trata el asunto: la muchacha se sintió
"ofendida" por todo lo que vio en Palacio; al carajo con los
protocolos, con el modo en que todo intruso es tratado en
Buckingham. ¿Acaso esperaba Meghan Merkle que se le recibiría con
aplausos, vítores y juegos pirotécnicos el momento en los días
posteriores a la boda real y anunció que viviría en Palacio?
Por supuesto que lo más absurdo es que Markel haya asumido que ese
rechazo se haya debido directamente a su origen racial. ¿Nadie le ha
contado acaso lo que tuvo que pasar la
Princesa
Diana, la mamá de su amorcito Harry?
Asombrosamente, Markle parece desconocer totalmente lo que son las
intrigas palaciegas, ni tampoco la muchacha se ha asomado a la
historia de Buckingham, algo que incluso sorprendió a la Winfrey
durante la entrevista. Es inconcebible imaginar que Merkle, metida
en una burbuja woke, ni idea tuviera de lo que se metía al
casarse con un miembro de la familia real británica.
De hecho , la Merkle debe agradecer que le tocó vivir en un siglo
donde su comportamiento no le costaría la cabeza ni una mazmorra.
Muchas mujeres antes que ella murieron victimas de esas intrigas de
siglos dentro de la familia real inglesa. Su supuesto sufrimiento,
su rol de víctima, es un insulto, una bofetada, a la memoria de Ana
Bolena y la Princesa Diana y cientos más que ya se perdieron en la
historia.
La parejita, radiante en hipocresía y egocentrismo, es el claro
ejemplo de lo que anda mal con la generación millenial, y con
buena parte del mundo. Difícilmente este misil terminará con la
monarquía. Pero ese ataque a la inteligencia reflejado en una
entrevista victimista realizada en unos lujosos jardines, son
muestra de que los misiles destinados a nuestra inteligencia son
letales para el sentido común. Ese sí se encuentra en peligro de
extinción en este planeta.
Textos relacionados
¿ Estamos
ante la generación más engreída de la historia? Quizá. Y
también la más estúpida [Diciembre, 2020]
Hipocresía al mayoreo con Oprah
Winfrey [Enero, 2018]
¿Desea opinar sobre este
texto?
[email protected]
[email protected]
0 opiniones
© copyright, Derechos Reservados, 2020 |