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La etapa terminal del Reader's (Selecciones) Digest

Se antoja como otra víctima de la decadencia de los medios impresos de Estados Unidos, y quizá le queden si mucho dos años de estar en circulación. Pero si se mira con optimismo, la desaparición de esta revista quizá se aparte del proceso de destrucción creativa de Schumpeter

AGOSTO, 2010. Alguna vez disputó con el LIFE el título de revista más leída de Estados Unidos, pero había otro cetro que poseía sin discusión, el de tener el mayor número de lectores en todo el planeta. Aquellos días ya se ven remotos en la historia del Reader's Digest, que tras haber recibido un préstamo por 150 millones de dólares que la salvó de la bancarrota, nuevamente se encuentra en dificultades al punto en que cualquier momento convocará el "Capítulo 11", que protege a una empresa en quiebra del acecho de sus acreedores.

Las causas son las mismas que afectan a la mayoría de los otros medios impresos norteamericanos. En primer lugar, el Internet ha repercutido en la disminución de lectores de revistas, en segundo, los publicistas han reducido notablemente su inversión en diarios y revistas; tercero, las suscripciones han mostrado ser un bien inconveniente pues difícilmente sirven para financiar una publicación mensual y, tercero, la desaparición física de muchos de sus lectores no se ha traducido en la fidelidad de sus descendientes.

Ya desde mediados de los 90 el Reader's Digest era visto como una reliquia de la guerra fría, "el James Bond de la industria editorial", como escribió el columnista Vittorino Mathus. De hecho, aun antes del boom del Internet su circulación ya declinaba notoriamente. Su posición ideológica, que hasta entonces se había inclinado a la derecha, se hizo más al centro. "En aquellos años el Reader's Digest iba en la segunda curva de su éxito tras haber estado en lo alto durante los años de Ronald Reagan. Pero desde entonces no ha podido remontar", apunta Mathus.

Los atentados del 2001 trajeron un "pico" en su circulación, sin duda ligado con el envío de tropas a Irak y Afganistán en busca de Osama Bin Laden y el derrocamiento de Saddam Hussein. En los meses posteriores al ataque a Pearl Harbor ocurrido 60 años antes, tanto el Reader's Digest como su competidora LIFE experimentaron un importante repunte en su circulación, pero esta vez la gente prefirió acudir a la información más al momento en la red. En el 2003 la revista ofreció su versión virtual que puede descargarse por suscripción a precio mucho menor que en los estantes (los suscriptores de la edición en papel también pueden acceder a ella), pero no ha sido suficiente. 

Otra modalidad adquirida en la década pasada fue la intención de hacer más showbizz a la revista sin acudir tanto a los textos de otras publicaciones. Así pues, se han publicado entrevistas con Dolly Parton, Tom Cruise, Angelina Jolie, Bruce Willis, Tom Hanks y aun gente de filiación ideológica opuesta, entre ellos Susan Sarandon y Danny Glover, en el entendido que sus lectores los admiran más por su trabajo que por su activismo (en las ediciones extranjeras se ha hecho algo similar con celebridades locales). La vez en que la edición se vendió en su totalidad fue con una entrevista a Paul McCartney hace algunos años, pero se trata de una excepción; el Reader's Digest no ha logrado la fidelidad que le brindaban los lectores de otras generaciones.

Cuando el Reader's Digest fue fundado en 1922 como compendio que ahorraría a mucha gente el tener que hurgar en varias revistas para entontar textos de calidad, su éxito fue total. Mientras el TIME, fundada ese mismo año, proporcionaba las notas semanales, esta publicación con formato minitabloide se encargaba de la información mensual. El éxito fue tal que para fines de esa década se vendían casi un millón de ejemplares con todo y los efectos de la Gran Depresión. Durante la Segunda Guerra Mundial el Reader's Digest era enviado a los frentes de batalla aliados, época en la que aparecieron las ediciones inglesa y francesa. Para los años cincuenta la revista era publicada en más de 60 países y traducida a más de 25 idiomas, incluido el Braille.

Pero hoy los problemas financieros han hecho del Reader's Digest un medio en evidente extinción. Atrás quedaron aquellos años en que ofrecía colecciones de discos, libros didácticos infantiles, de sicología y consejos para mejorar el hogar, de mecánica y aun primeros auxilios. También desde hace rato dejaron de efectuarse concursos donde la revista repartía miles de dólares y rifaba automóviles. La restricción de gastos ha cancelado todo aquello, con el agregado de que hoy sólo se publican 10 ediciones anuales. En el 200 la planta de empleados del Reader's Digest en Estados Unidos era de 225 empleados. Hoy sólo laboran ahí alrededor de 120; la mayoría de sus reporteros son freelance.

Seguramente en unos meses presenciaremos el cierre del Reader's Digest tras 81 años de circulación. Será doloroso, pero si nos fiamos de la teoría de Schumpeter en torno a la destrucción creativa, podemos esperar noticias positivas en en futuro. Quizá un renacimiento, y ya fortalecida, de una publicación que, entonces, podría volver a ser considerada indispensable.

                                                    II. Selecciones en México

Dado lo difícil que resulta pronunciar su título original, los editores de Reader's Digest propusieron el nombre de Selecciones para su edición latinoamericana. En México comenzó a circular en 1940, cuando la guerra comenzaba a beneficiar a los países que se habían alineado con los aliados durante el conflicto. El posterior sexenio alemanista puso en marcha una política de industrialización cuyo avance trajo consigo la llegada de miles de campesinos a las grandes ciudades. Por primera vez desde la revolución los sueldos comenzaban a estabilizarse con lo cual resurgió la clase media con fuera inusitada. Ese estrato social, con aspiraciones a llegar más alto, fue desde el principio el nicho de Selecciones del Reader's Digest, sobre todo las amas de casa. Por esa razón los anuncios eran casi en su totalidad de aparatos domésticos; incluso en épocas de Navidad, cuando llegaban los aguinaldos, se incluían catálogos completos que presentaban refrigeradores, estufas, lavadoras, planchas y licuadoras.

En los años cincuenta el Selecciones asumió una abierta postura anticomunista por lo que la comunidad intelectual exigió al gobierno se prohibiera su circulación con el argumento de que era "financiada por la CIA". Cuando la edición cubana, que en esa década era la que gozaba de mayor circulación, fue prohibida por el castrismo, se le acusó de recibir "financiamiento" de Washington, algo que nunca se le pudo comprobar. Los ejemplares del Selecciones cubano --por cierto, impresos en Miami-- hoy tienen un valor incalculable entre los coleccionistas.

El perfil del lector mexicano del Selecciones era el de alguien con estudios de secundaria a profesional, que admiraba a Estados Unidos y había viajado varias veces a ese país. También era padre de hijos pequeños por lo que desde 1965 la revista incluyó un catálogo de juguetes Lily-Ledy en su edición de diciembre y que se publicó sin falta hasta 1982, cuando la compañía cerró por quiebra. Para entonces el Selecciones era la revista más vendida en México; al igual que su similar norteamericana, comenzó a entrevistas a los presidentes de la República o candidatos a serlo y con más artículos concernientes a México. Rara vez asumían una actitud crítica hacia el gobierno federal.

Al igual que la edición norteamericana, el Selecciones ha tenido una baja considerable en su circulación pero por el momento no hace peligrar su existencia. Hace rato perdió el cetro cetro como la revista más leída del país pero de cualquier manera se vende considerablemente (José Raúl Ortega, un analista de medios, considera que el Selecciones mensualmente vende alrededor de 25 mil ejemplares, más otros 12 mil por suscripciones y cortesías, una cifra más que respetable en un país como México, donde se lee poco).

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