fasenlínea.com

Análisis, comentario Y Demás

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otros textos de Literatura

Rius, despedida a un autor de izquierdas

A dos décadas de que el mundo conoció a Harry Potter

Nueva tontería de los progres: 1984 = Donald Trump

Elvis and Me, de Priscilla Presley, memorias tras el trono

Cuatro escritores que irritaban a Fidel

Las letras de Bob Dylan ¿perfilaban ya al Nóbel?

Archivo

LITERATURA/Libros

La Civilización, de Vargas Llosa, más importante hoy que hace cinco años

Escrito hace más un lustro, este libro ensayo analiza la depreciación de la cultura y cómo esta llevó a muchas consecuencias tan trágicas como inesperadas, entre ellas el retorno de la xenofobia y el racismo. Obra indispensable hoy más que cuando fue originalmente publicada

OCTUBRE, 2017. El Escribidor peruano-español escribió hace algunos años, y cuando todavía no era Nóbel de Literatura, este libro ensayo acerca de la banalización --al final un galicismo, pero que queda justo en la descripción-- de la cultura contemporánea. El concepto de cultura en sí es abstracto, para algunos difícil de describir, tanto así que es una de las pocas palabras del idioma español donde cuesta esfuerzo lograr un consenso en su definición.

Para Mario Vargas Llosa, independientemente de que definir la cultura puede equivaler a meterse en un galimatías, hay algo cierto: lo que antes entendíamos por cultura ha cambiado radicalmente los últimos 20 años, en especial la llamada cultura de masas. En opinión del Nóbel, la cultura en general se ha devaluado en nombre de la información acerca de las celebridades, o que la idea de "escandalizar" con propuestas descabelladas --algo que puede corroborar todo aquel que se meta a cualquier galería de "arte moderno", radiantes en cosas de cuestionable gusto-- es parte del "desarrollo cultural" o bien, que seguirle la pista a las Kardashian o el reality show de moda puedan hoy ser considerados parte de la cultura universal. En serio.

Y aunque este deterioro pareciera ser cosa nueva, Vargas Llosa nos recuerda como punto de inicio el llamado Mayo del 68 cuando los estudiantes parisinos, luego seguidos por los de otras latitudes, tomaron como acometida el "revolucionar el concepto de cultura", esto es, quitarle toda envoltura y oropel que, según ellos, la burguesía le había colocado como parte de su maquinaria ideológica. Aquellos jóvenes no fueron tan radicales como sus similares chinos quienes cegados por la revolución cultural maoísta destruyeron buena parte de la milenaria historia china, pero tampoco anduvieron tan a la zaga.

Bajo el lema "Prohibido prohibir", los mayosesentaiocheros se propusieron hacer más "accesible" a una cultura que ellos consideraban "elitista". Casi medio siglo después estamos viendo sus resultados, escribe Vargas Llosa.

Ese "desarme" necesariamente incluyó una progresiva politización de la actividad cultural. Ya no se trataba más de comentar la obra de un pintor, un poeta o un escultor, agrega, pues "el crítico se volvió igual o más importante que la obra comentada".

Asimismo y cuando a la cultura se le despoja de todo principio moral, indispensable por demás, apunta Vargas Llosa, tenemos algo como esto durante una visita a la Royal Academy of Arts de Londres al ver la obra de un tal Chris Ofilli, alumno del plantel: "estrella de su generación, según un crítico, que monta sus obras sobre bases de caca de elefante solidificada. No fue por esta particularidad, sin embargo, por la que Chris Ofili llegó a los titulares de los tabloides sino por su blasfema pieza Virgen Santa María, en la que la madre de Jesús aparece rodeada de fotos pornográficas".

(Como acotación personal al respecto, hace meses platicaba con un amigo progre quien aseguraba que esas "obras artísticas" en realidad tienen el objetivo de "atraer" más gente a la cultura por su "carácter trasgresor". "Una estrategia absolutamente capitalista", le respondí. Desde entonces no veo a mi amigo ni he sabido de él).

"Queríamos acabar con las élites, que nos repugnaban moralmente por el retintín privilegiado, despectivo y discriminatorio con que su solo nombre resonaba ante nuestros ideales igualitaristas (...) pero hemos conseguido una victoria pírrica, un remedio peor que la enfermedad; vivir en la confusión de un mundo en el que, paradójicamente, como ya no hay manera de saber qué cosa es cultura, todo lo es y ya nada lo es", escribe Vargas Llosa en otro párrafo.

¿Parecerá éste ser un objetivo deliberado que hoy, cuando incluso se le ha dado el Nóbel de Literatura a alguien que ha grabado discos por más de medio siglo, un remedio peor que el mal, como acota el Escribidor?

Una conclusión que pareciera materializarse conforme nos vamos adentrando más en este siglo XXI: "La civilización posmoderna ha desarmado moral y políticamente a la cultura de nuestro tiempo y ello explica en buena parte que algunos de los monstruos que creíamos extinguidos para siempre luego de la Segunda Guerra Mundial como el nacionalismo extremista y el racismo, hayan resucitado y merodeen de nuevo en el corazón mismo de Occidente, amenazando una vez más sus principios y valores democráticos".

En efecto, cuando la cultura se convierte en un ente lightweight, se disemina y es sujeta a todo tipo de cuestionamientos, el hueco que deja es enorme, ocupado, como refiere Vargas Llosa, por los extremismos; después de todo, el racismo y el nacionalismo son dos lados de una misma chaqueta, urgida éste por remachar la superioridad cultural de un grupo social sobre otro.

El problema es que --y hoy agudizado más que hace siete años-- es que cualquier propuesta para debatir el asunto sobre la trivialización de la cultura rápidamente es aplastada entre acusaciones de "racismo" y "xenofobia" (es decir, nacionalismo trasnochado) por aquellos que, en principio, se propusieron hacer añicos el concepto o la idea de cultura que habíamos tenido desde el Renacimiento.

Quienes hace 49 años clamaban "prohibido prohibir", son ellos, o sus hijos, los primeros en querer prohibir todo aquello que no vulgarice la cultura con el pretexto de hacerla más "accesible" o "popular".

Aderezado con algunas de sus columnas Piedra de Toque relacionadas con el tema, La Civilización del Espectáculo es un libro que nos hará reflexionar, siempre con el ameno estilo vargasllosesco, pero también para ver que cuando se intentó suprimir el concepto de cultura universal, a lo que hemos llegado es a un pantano de mal gusto que difícilmente servirá de legado alas generaciones venideras.


Vargas Llosa, Mario
La Civilización del Espectáculo
Punto de Lectura/2012

 

Textos relacionados

¿Termina la carrera del Escribidor? Averígüelo, Vargas [Julio, 2015]

Este sí, un Nóbel indiscutible ]Noviembre, 2010]

 

Se tomó el reto de formar lectores analíticos en un país que lee poco, y encabezó una corriente de opinión formada a través del formato del cómic.  Y aunque muchos de sus planteamientos se derrumbaron junto con el Muro de Berlín, Eduardo del Río, Rius, merece un sitio importante por su aportación a la historieta mexicana

 

 

Previo

Rius, despedida a un autor de izquierdas

Se tomó el reto de formar lectores analíticos en un país que lee poco, y encabezó una corriente de opinión formada a través del formato del cómic.  Y aunque muchos de sus planteamientos se derrumbaron junto con el Muro de Berlín, Eduardo del Río, Rius, merece un sitio importante por su aportación a la historieta mexicana

 

 

 

 

¿Desea opinar sobre este texto?

[email protected]

[email protected]  

 

0 comentarios

 
 

Inicio

Nacional

Internacional

Cibernética

 

Literatura

Cine

Medios

Y demás