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ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS

 

Literatura

 

JK Rowling, al frente

Es la escritora inglesa más exitosa desde Agatha Christie, multimillonaria y creadora de una saga pre legendaria. Pronto acabará la serie Harry Potter. ¿Habrá futuro luego de Hogwarts?

FEBRERO, 2006. Aunque salió en el mercado anglo a mediados del año pasado (y apenas hace un par de semanas en español), el penúltimo libro de la saga Harry Potter comienza a avizorar, pese a su relativa lejanía, el final de la historia del mago adolescente, sus amigos Hermoine, Ron Weasley, su protector Hagrid, su enemigos Draco Malfoy y, sobre todo, de Dublemore, de quien podemos preveer que al final se convertirá en personaje aun más clave, eso sin contar al "Innombrable" --no, no es Carlos Salinas--, un personaje con el cual, pese al encuentro que tuvieron en El Cáliz de Fuego, seguramente encierra un secreto del cual J.K. Rowling conmocionará, sin exagerar, a sus lectores cuando el libro final salga a la venta (programado para el 2008).

Cierto que J.K. Rowling ya nunca más deberá escribir libros para ganarse la vida. Su fortuna personal es estimada en 650 millones de dólares, lo cual la convirtió, más o menos tras la salida de La Orden del Fénix, en el 2001, en la segunda mujer más rica de Inglaterra, después, claro, de la Reina Isabel. Pero el éxito económico puede tener varias repercusiones en un escritor: lo atrofia, como Deshiell Hammett, el autor, de entre otras obras, de El Halcón Maltés, lo convierte en un genio encerrado con sus propios fantasmas, como Hemingway, lo aniquila intelectualmente, como Truman Capote, o le cambia poca cosa su vida, misma que trata de mantener privada hasta donde el cuerpo le permita seguir publicando, como Agatha Christie.

De todos estos caminos, el más probable para la creadora del mago adolescente es el de su compatriota Christie, pero si el caso viene a ser ése, entrañaría la trampa en la cual cayó la autora de Asesinato en el Expreso de Oriente, esto es, tramas establecidas dentro de fórmulas comprobadas, si bien Christie poseía el excepcional don de darle asombrosas volteretas a sus finales, aduana en la cual otros escritores menos curtidos habrían quedado trabados, asfixiados por el cliché. 

Pero si algo han demostrado los libros de Harry Potter es su escaso formulismo. Cierto, hay algunas semejanzas con historias que ya conocemos: un joven huérfano que rompe su --aparente-- destino grisáceo para caminar por otro rumbo que el destino le tiene preparado, aunque para llegar al final deberá enfrentar traiciones, enemigos implacables y, de paso, tendrá que prepararse, asesorado por quienes son mayores que él pero quienes poseen poderes mucho menores, los cuales le serán revelados a su debido tiempo. Esta descripción encaja perfectamente con Harry Potter, pero también lo hace con Luke Skywalker, y si nos vamos más atrás, a Jasón y los Internautas.

El caso de Harry Potter marca otra pecualidaridad: los libros llevan un considerable adelanto a su versión en cine, con lo cual puede deducirse que los fans van al cine a ver la historia, la disfrutan, la comentan, y luego vuelven a la lectura; hay muchos pottermaníacos que nunca en sus vidas han comprado boleto para una película del mago

La diferencia es que Rowling posee la extraordinaria habilidad de transmitir este "formulismo" dentro de un esquema literario, algo a lo cual muchos otros escritores habían preferido no acudir por temor al "comercialismo", sobre todo en el mercado anglosajón, donde los escritores cuyas historias llevadas al cine suelen llevar el mensaje crudo, deshumanizante y, con mucha frecuencia, violento y pesimista (American Psycho de Briston Ellis vendría a ser ejemplo ineludible al respecto). 

Escribir cosas más llevaderas o que jueguen con la fantasía era una zona relativamente abandonada cuando Rowling publicó su primer libro, en 1997, tanto así que su editora presentaba nerviosismo sobre si habrían tomado la mejor decisión. Por tanto, en ese terreno no había "formulismos", como hoy abundan, irónicamente, en la novela negra de muchos autores contemporáneos.

El otro dardo de Rowling también dio en el blanco. Por años los editores insistían en que los niños y preadolescentes habían perdido interés en la lectura seducidos por la televisión, los videojuegos, el chat y demás bombardeo audiovisual. Aquí es importante recordar que Rowling publicó su primer libro en 1997, momento que el Internet atravesaba por su primer boom que, recordemos también, se decía amenazaba con borrar del mapa la edición de libros. Rowling desmintió todos esos prejuicios y no sólo eso, reivindicó el interés por la lectura; finalmente, ¿cómo se podía aducir que a los jóvenes no les gusta leer si no se les había ofrecido un producto con el cual se identificaran?

Este interés por la lectura llevó sin duda al posterior éxito editorial de obras como El Código Da Vinci, aunque con otra peculiaridad: ninguno de los siguientes libros de Dan Brown ha repetido el fenomenal éxito de esa novela mientras que Rowling puede jactarse que cada nueva historia de Potter suele vender mucho más que la anterior y no sólo eso, vuelve a dar otro "estirón" en ventas a las ediciones previas, aun con las cuatro películas de Harry Potter que ya se han estrenado. 

Generalmente ocurre que la popularidad de un libro comienza a decaer una vez que aparece una versión fílmica o bien, que se reimprime al mismo tiempo que la cinta llega a la pantalla. En el caso de Harry Potter se vuelve a marcar otra peculiaridad: los libros llevan un considerable adelanto a su versión en cine (El Cáliz de Fuego, estrenada el pasado noviembre, fue publicada en el 2003), con lo cual puede deducirse que los fans van al cine a ver la historia, la disfrutan, la comentan, y luego vuelven a la lectura; de hecho hay muchos pottermaníacos que nunca en sus vidas han comprado boleto para una película de Potter.

¿Y cómo no habría de ser así si los libros de Rowling ofrecen una riquísima cátedra de leyendas, historias generacionales, fantasía, neologismos y latinismos, y descripciones de las cuales las películas reflejan sólo una mera pared, por así decirlo, de todo un castillo? Tolkien desarrolló su Trilogía de los Anillos sin pensar en algún momento los estudios le chasquearían los dedos para filmarla, y sin duda a Rowling le pasaba lo mismo por la cabeza cuando publicó su inagural La Piedra Filosofal. Por supuesto que existe el temor que la autora, presionada por los estudios, termine su saga con una historia plegada a la etiqueta hollywoodense donde haya un romance y beso enmedio de los aplausos (fin, que, a propósito, arruinó la trilogía de El Señor de los Anillos con El Retorno del Rey).

Pero Rowling ha demostrado temple para lidiar con los estudios. Primero antepuso la importancia de la obra y después rechazó la oferta de Spielberg quien sugería un Harry Potter americano y que la mascota, en vez de un búho, fuera un perro --los cínicos arguyeron que éste dijera "Hogwarts, phone home"--, algo que a Rowling no debió causarle mucha gracia. Si bien le ha dado un sentido cada vez más multiétnico a la historia, Rowling ha apuntado, como lo advertía Ian Fleming con James Bond, que Harry Potter no perderá su esencia británica, algo más que lógico si tomamos en cuenta que los Beatles son ya parte de la historia inglesa, y que Harry Potter va en esa misma dirección.

En suma, ¿seguirá JK Rowling con su trayectoria literaria una vez que tenga que cerrar el último capítulo de Harry Potter? Algunos medios han anunciado que se tomará un sabático durante un año para luego incursionar en otros géneros. Aún falta otro libro para que ello ocurra, pero es válido adelantarnos un poquito. Tenemos en ella a una escritora que ha conseguido cosas impensables (que la juventud se acerque otra vez a la lectura, ventas millonarias de libros...) y quien, pese a su edad, tiene más experiencia que el viejo Dumbledore. Veremos, con expectación, que el acto de Potter fue sólo una parte de toda su magia.