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Y DEMÁS/Ruindades

Basta ya de manipular políticamente a los niños

Por décadas, los autócratas han gustado de tomarse fotos acompañados de niños como efecto de propaganda política. La costumbre actual es que los menores regañen a los adultos en foros internacionales cuando el efecto manipulador sigue siendo el mismo. Ya basta de estar utilizándolos como piezas de ajedrez político

"Quien controle a la juventud, controlará al futuro"

Adolfo Hitler, Mi Lucha

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ENERO, 2020. Este líder mundial odiaba el tabaco y de hecho emitió una orden para que ningún miembro de su gabinete encendiera un cigarrillo en su presencia. Igualmente este líder detestaba comer carne, decía que le producía gases, y criticaba la costumbre de sus conciudadanos por consumirla y la atribuía a "viejos rituales sanguinarios e innecesarios en nuestros días" que implicaban hacer sufrir a un animal antes de degustarlo. Incluso propuso un "impuesto especial" a todo producto cárnico (que se atoró en intrínguilis burocráticas) e igualmente logró aprobar un edicto cuyo fin era, decía, "proteger la naturaleza ante los embates del progreso", documento firmado en 1937 que incluía, "áreas protegidas", "reducción de los periodos de cacería" así como "multas altísimas" hacia todas aquellas fábricas que arrojaran sus desperdicios "a los ríos o cualquier otra vertiente natural".

Asimismo, y como escribió en sus "memorias" uno de sus ministros, este personaje "encomendó a la niñez la protección de la naturaleza como un baluarte de su futuro bienestar", y con frecuencia organizaba "jornadas cívicas" con el fin de que los niños dieran su opinión sobre el mundo de los adultos. El ministro, por cierto, se llamaba Joseph Goebbels y aquel líder defensor a ultranza de la naturaleza, los buenos hábitos alimenticios, el prohibir el tabaco y el dar voz a los niños fue conocido por el mundo como Adolfo Hitler.

Verán ustedes, muchas cosas han cambiado en el mundo desde entonces, pero hay una que parece mantenerse incólume, esto es, la relación entre la protección de la naturaleza que hoy se le prefiere dar el nombre de ecología -para el caso es lo mismo-- y encomendar a la niñez su defensa que incluye, ahora sí que naturalmente, "regañar" y "exhortar" a los adultos respecto a su inconciencia y su ceguera ante el daño ecológico producido por la obsesión material. El "cómo se atreven" de Greta Thunberg está lejos de ser un cántico novedoso, lo mismo que la esencia totalitaria que suele traer consigo esta ligazón de la infancia no solo con la ecología, sino con los líderes políticos de sus países.

De hecho, son los países de tendencia totalitaria y las dictaduras las que suelen dar un papel preponderante a la niñez. Es explicable: los niños representan al mismo tiempo el candor y la inocencia pero también una temprana conciencia para detectar que el mundo anda mal, un mundo que ellos heredarán algún día, y obviamente para desviar la atención pues lo que realmente "anda mal" es el tener un gobierno que pisotea a la democracia. Asimismo se da por sentado que los niños no mienten, que su honestidad no los detiene para decirle "sus verdades" a los adultos. Pero también los niños son fácilmente manipulables y capaces de repetir como autómatas lo que esos mismos mayores les han inculcado aunque no comprendan del todo de lo que están hablando.

No solo Hitler solía organizar esas jornadas infantiles", por supuesto. Todavía quedan decenas de carteles donde se ve al mostachudo dictador José Stalin con niños sentados en su regazo, como si se tratara de un Santa Claus timón del proletariado. Los niños soviéticos también fueron consentidos por el sátrapa de Georgia. Organizaba "mesas redondas" con ellos, les daba breves lecciones de marxismo-leninismo versión infantil y los "invitaba" --es decir, forzaba a sus padres-- a asistir a "convivios campestres" para que esos niños pudieran estar en contacto con la naturaleza a tiempo que se les enseñaban cánticos cuyas letras eran loas al "Mariscal".

En Corea del Norte también hemos podido ver esos desfiles donde niños aún lejos de ser púberes declaman desmedidas alabanzas a los sátrapas que los gobiernan; en Cuba Fidel Castro también solía convocar "reuniones" con la infancia donde, tan considerado él, se abstenía de fumar puros "para no dañar" los pulmones infantiles.

Para no ir tan lejos, en México igualmente hemos presenciado esa deleznable explotación infantil con fines políticos. ¿Que sino otra cosa era la costumbre aquella de que los alumnos de primaria más aplicados del país recibían como premio ir a visitar al presidente de la República?

Pareciera ser, como puede detectarse con la niña cascarrabias Greta Thunberg, que los niños y los adolescentes tienen mucho más sentido común que los adultos para manejar este mundo. Sin embargo --y una opinión que puede respaldar todo aquel que haya tenido descendencia-- los niños son mucho más egoístas, egocéntricos, envidiosos y crueles que sus mayores y lo último que les importa es el futuro a menos que esté condicionado con portarse bien y en consecuencia recibir una recompensa, además de ser tercos hasta la exasperación. La idea de que los niños representan la pureza, la ayuda desinteresada y la convivencia exenta de prejuicios es un mito más que otra cosa... quien haya pasado por un salón de escuela primaria lo sabe perfectamente. Pero vaya que ese mito le ha servido sobremanera a la causa de dictadores, sátrapas y otros gobernantes totalitarios.

Asimismo, la niñez le representa a estos políticos la manipulación ideal de los sentimientos. Que un adulto de Pakistán diga que tiene hambre no nos estruja tanto el corazón como cuando eso lo dice un niño de ese país; las acusaciones de los menores contra los adultos tienen una explicación coherente: el mundo que tu estás destruyendo es el que a mí me estás heredando; si eso lo expresara alguien mayor de 40 años sonaría a abierto sarcasmo. Pero igualmente es verdad que, dada su inmadurez emocional, un niño piense que las soluciones más fáciles implican actuar de tajo y de golpe, cuando la realidad es mucho más compleja y complicada que eso.

Greta Thunberg es una adolescente, pero si nos fijamos bien, su comportamiento más bien corresponde al de una niña berrinchuda. ¿Cuántos adolescentes hemos escuchado que se quejen de que los adultos "les robaron su infancia? Si mucho, los púberes se quejan de que les robamos su fin de semana porque no les dimos permiso de salir con los amigos.

Con todo, no deja de ser paradójico que Greta Thunberg sea el parapeto de los adultos para manipular los sentimientos y que ella misma padezca Asperger, uno de cuyos síntomas implica la incapacidad de expresar abiertamente los sentimientos.

Pero ya basta, dejemos que los menores vivan su niñez como debe ser. Utilizarlos como alfiles políticos es un claro acto de abuso infantil. Stalin, Hitler, Idi Amín, Fidel Castro, Mussolini... de todos ellos existen imágenes donde se les ve abrazando a los niños en actitud paternal. ¿No nos hemos dado cuenta todavía hacia dónde conduce esa manipulación. Asimismo ya basta de aterrorizar a los niños con "documentales" donde se les advierte que miles de osos morirán con el derretimiento de la masa polar, o de obligarlos a leerle loas al gobernante en su presencia. Ya llegará un momento en el futuro que esos niños se conviertan en adultos y enfrenten todos los problemas que infestan a nuestro mundo. Que se preocupen en su momento.

Si angustiar a un menor diciéndole que a los 40 años de edad batallará para ajustar su gasto, que tendrá frecuentes discrepancias con su cónyuge, que los bancos lo acosarán si se retrasa un solo día en el pago de su tarjeta de crédito o advertirle sobre las angustias que experimentará si llega a quedar desempleado nos parece una crueldad. ¿Por qué aceptamos que se amenace a los niños con un futuro lleno de dificultades con el fin de establecer una agenda política?

La referencia de cómo los autócratas y los enemigos de la democracia se han servido de los niños para justificarse es abrumadora. Lo que estamos viendo con Greta Thunberg no es, ni de lejos, una excepción.

 

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