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Amy Winehouse y la rehabilitación que nunca llegó

Fue la mejor diva británica en décadas, con un estilo revisionista de soul y sonidos del Delta norteamericano. Pero su talento siempre estuvo enfrentado con sus adicciones las cuales finalmente le ganaron la partida. Nuestro adiós a una intérprete excepcional

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JULIO, 2011. Hay un sitio en Internet de cuyo nombre no logro acordarme pero que consigna la posibilidad de que varias celebridades pronto abandonen este mundo dado su frenético ritmo de vida. Britney Spears, predeciblemente, es una de ellas; otros personajes como Pete Doherty, Katy Perry y Lindsey Lohan también adornan tan extraña lista. Pero alguien que nunca abandonó el tétrico Top Five fue Amy Winehouse, y con sobrada razón: la mejor diva que Gran Bretaña nos ha dado en décadas parecía predestinada a morir joven dados sus excesos con las drogas y el alcohol. Era una nueva Janis Joplin, una Billie Holiday, que igualmente fue encontrada, sola, y aparentemente víctima de una sobredosis. Ya no abundaremos más sobre el "club de los 27"; es una nota tan choteada que vale brincársela.

De alguna manera sabíamos que Amy Winehouse no permanecería mucho tiempo en este planeta. Era de esa figuras predestinadas a irse antes que enfrentar la decadencia. Por ello es bastante significativo que su deceso se diera a poco más de un mes de un desastroso concierto en Serbia y que luego orillaría a la cancelación del resto de su tour. "En ocasiones siento que he perdido el rumbo de lo que quiero hacer y en otras ocasiones me invade el deseo de ya no interpretar más esas canciones que ya están hechas, grabadas", dijo a Rolling Stone en el 2009. O como cantó en "Rehab", uno de sus temas más famosos: "Han tratado de llevarme a rehabilitación/pero yo dije no, no no". La mayoría de los críticos señalan que Winehouse hablaba en torno irónico, pero es igualmente probable que, como dijera el crítico David Fricke en torno a Kurt Cobain: "nunca existió tal ironía".

Al momento de escribir este texto aún no se determinaba la causa de muerte de Winehouse, aunque la probabilidad más grande haya sido por una sobredosis. En tal caso se confirmaría lo dicho por el sicólogo Raúl Luján, quien señaló: "Artistas como Amy Winehouse buscan en las drogas la libertad creativa que expanda sus ideas pero paradójicamente terminan por convertirse en esclavos de ellas. Es un juego donde nunca vas a ganar... los ejemplos son interminables..."

Y al igual que otras figuras que se van jóvenes, el talento de Winehouse era indiscutible. Detrás de ese rostro pálido, melena negrísima, sus rasgos extraños y sus tatuajes de marinero había una cantante que como pocas (bueno, ninguna) de su generación asimiló una catarata de influencias, esenciales en un mundo donde la música pop está azotada por un vació existencial y despojada de todo dejo de calidad. Frente a productos artificiales e insípidos como Justin Bieber, Hillary Duff, Britney Spears y Miley Cyrus, Winehouse era un producto más auténtico que mostró a las nuevas generaciones que la música no inició con Beyoncé ni con 50 Cent.

Winehouse cantaba con la intensidad de una Sarah Vaughn --cuya similitud de vidas y trágicos finales son más que sorprendentes--, se regodeaba sin problemas en los ritmos de Fats Domino, de repente parecía emular a Billie Holliday y luego a Ottis Redding. Parecía conocer todos los vericuetos musicales del Delta de la Louisiana pese a haber nacido a más de 4 mil kilómetros de ahí. Y al igual que Robert Johnson, el legendario intérprete de blues que (ni modo, hay que decirlo, también murió a los 27 años) pagó una inexplicable deuda por ello. Asimismo estuvieron hasta al final de su carrera las notas de Motown, visibles en Back to Black, su álbum más famoso y que salió a la venta en el 2008.

Winehouse nació en septiembre de 1983 en momentos que el mundo del pop celebraba a Wham!, MTV aún era un canal musical, Howard Jones tenía su primer hit importante y Boy George lograba, como ella lo haría décadas después, un hit monumental con una canción con fuerte carga de soul titulada "Do Your Really Want to Hurt Me?". Apenas adolescente formó un grupito de hip hop, "aunque desde los 12 años tuve una tendencia a ser depresiva", dijo a Rolling Stone. Como temprana muestra de su rebeldía Winehouse fue echada de los cursos de baile por haberse puesto un tatuaje. Ello le haría interesarse más por convertirse en cantante.

En el 2006 Island Records, subsidiaria de Universal, le ofreció un contrato discográfico, entusiasmados sus directivos por su calidad interpretativa. Ese fue el inicio: desde entonces Winehouse se hizo conocida en buena parte del planeta aunque ella nunca dejó de insistir que "yo no quiero ser famosa, sólo quiero escribir música". Producido por Mark Ronson, un DJ neoyorquino que también ha trabajado con la igualmente enproblemada Lilly Allen, su disco Back in Black sorprendió a público y a críticos.

Menos de un año después se casó en Miami con Blake Fielder-Civil, unión que terminó en desastre al poco tiempo y que, para variar, sumió a Winehouse en otra depresión. Su segundo disco, aparecido al año siguiente, se vendió bien aunque en menor cantidad, lo que coincidió con el momento en que perdió todo control sobre sus adicciones. Y como sucedió en su ya referida canción "Rehab", en la vida real Winehouse fue llevada, casi a rastras, a varias clínicas de desintoxicación. Inútil: la artista se resistía a pensar que tenía un problema con las drogas. No extraña entonces que, el sábado en que fue encontrado su cuerpo, su padre dijera que "desde el 2008 tenía preparado el discurso que daría en su funeral".

Las muertes por sobredosis suelen tener una crueldad adicional: que el momento final llega en la soledad absoluta. Layne Staley, vocalista de Alice in Chains, fue hallado en un departamento tres días después que el exceso de heroína acabó con su vida. Algo similar ocurrió con Shannon Hoon, líder de Blind Melon y quien falleció en la parte trasera del tourbus mientras sus compañeros viajaban en la parte delantera, quizá hartos de lidiar con él. Kurt Cobain recibió una oportunidad cuando fue encontrado inconsciente en un cuarto de Roma por su esposa Courtney Love. Pero a la siguiente vez, y completamente solo, se aseguró que no fallaría en su propósito, que finalmente consiguió.

Descanse en paz Amy Winehouse. Era poco convencional, excéntrica y terca, tanto que ello terminó por costarle la vida. Pero su talento será recordado en música guadardada en MP3, CDs, bytes y ondas radiales. Finalmente salió de esa oscuridad en que se había convertido una vida con un final inmerecido. Debió haber dicho sí, sí, si, a la rehabilitación. Aún la tendríamos entre nosotros.

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