Materialismo histórico
El materialismo histórico es parte integrante de la filosofía del marxismo; ciencia filosófica acerca de la sociedad, teoría sociológica general.
Durante muchos siglos el pensamiento humano se esforzó en encontrar soluciones a problemas como el de qué es la sociedad, cómo apareció, qué determina su desarrollo y cuáles son las leyes de este desarrollo. Las respuestas científicas a estas preguntas dadas por el materialismo histórico, significaron un viraje revolucionario en las concepciones sobre la sociedad y su historia. La esencia de este viraje reside en la sustitución de la comprensión no científica y materialista.
Las teorías premarxistas sobre la sociedad partían de considerar el hecho, observado directamente, de que la historia es hecha por los hombres, es decir, por criaturas dotadas de conciencia y voluntad. De donde se derivaba la conclusión de que la causa final de todos los acontecimientos históricos y la fuente de todos los cambios sociales son los impulsos ideales de los hombres, sus ideas y teorías, de que la base de la sociedad radica en su vida espiritual. Sin embargo, antes de elaborar teorías o ideas los hombres deben vivir. Y para vivir han de comer, beber, vestir, tener techo, disponer de combustible, etc. Y como no encuentran ya listas en la naturaleza estas cosas que les son indispensables se ven obligados a producirlas. Pero, al producir todo lo que les es necesario tienen con ello un modo de vida determinado, entran en determinadas relaciones unos con otros. En el proceso de la producción de bienes materiales se forma el mismo hombre con su conciencia, concepciones y aspiraciones. La producción material es, de esta suerte, la base que condiciona, a fin de cuentas, el modo de vida de los hombres, el que determina toda la vida de la sociedad.
Al descubrir las leyes que rigen el desarrollo de la producción, el materialismo histórico pudo establecer las particularidades del desarrollo de la sociedad. Demostró que no existe la sociedad en general, la sociedad abstracta, como la concebían los pensadores burgueses. En cada periodo histórico dado la sociedad se presenta como una formación económico-social, es decir, como una sociedad concreta, en la que a un nivel dado de desarrollo de la producción corresponden unas relaciones políticas, morales, familiares domésticas, etc., entre los hombres, que pecularizan a esta sociedad.
Cada formación económico-social es un organismo social peculiar, que nace, se desarrolla y se transforma, con sujeción a leyes, en otro organismo más complejo. En correspondencia con esto la historia de la humanidad fue presentada, no como un cúmulo desordenado, caótico, de distintos acontecimientos y de fenómenos sociales, sino como un proceso histórico-natural necesario sujeto a leyes, de la sucesiva situación de unas formaciones económico-sociales por otras, sobre la base de modos de producción determinados. Se pudo establecer así la tendencia fundamental que preside el desarrollo de la sociedad, comprender las perspectivas de este desarrollo y demostrar la inevitabilidad de la sustitución de la última sociedad, el capitalismo, por una sociedad incompatible con la explotación: el comunismo. Al descubrir las leyes del desarrollo de la sociedad, el materialismo histórico puso de relieve que estas leyes no tienen nada que ver con fuerzas sobranturales que actúen al margen de los hombres, sino que son leyes que las realizan los mismos hombres. Mas en la historia actúan millones y millones de hombres y sus actos se entrelazan, entrechocan.
El materialismo histórico posibilita orientarse en este laberinto de las más variadas acciones humanas, reduciéndolas a acciones de grandes grupos sociales, es decir, de las clases, de las masas populares. En la base de estas acciones se hallan los intereses cardinales de los hombres, que derivan de las condiciones materiales de su vida, de su situación en un sistema de relaciones sociales de producción. Las masas son realmente las verdaderas creadoras de la historia; se rigen por determinados ideales y aspiraciones, aparecen los ideólogos, los jefes, los organizadores de las masas. De ahí que el materialismo histórico, al negar el papel determinante de las ideas, así como de las personalidades destacadas en la historia, subraya al mismo tiempo que unas y otros ejercen una inmensa influencia en el desarrollo de la sociedad y señala las condiciones que hacen posible esa influencia.
El materialismo histórico no proporciona el conocimiento directo de la historia concreta, sino que establece pautas para conocer la historia, lo que posibilita orientarse con acierto en la compleja red de los fenómenos sociales, determinar su lugar en la lucha de las masas populares por el progreso y participar concientemente en la edificación de una sociedad más justa y humana.
