Señores miembros de la Organización de las Naciones Unidas:

    Como cristal que soy, la variedad más pura del cuarzo, hago oír mi voz ante ustedes como mensajero de la Tierra y de la naturaleza.
    A través de vuestra historia, mis hermanos fueron convertidos en esferas adivinatorias, transmisores telepáticos, talismanes, puntas de varas de poder, curativas y utilizadas como armas. Hace milenios, ustedes conocieron mis propiedades energéticas. Después de siglos de oscurantismo, ahora resurgen aquellos conocimientos, y la ciencia actual comprueba de cuánto soy capaz.
    Tengo la función de captar las vibraciones a que esté expuesto, y proyectarlas amplificadas. De ahí que se me procure tanto para hacerme canalizador de energía positiva.
    Pero, el problema es que recibo, cargo y retransmito también las vibraciones negativas. Soy un pararrayos de los estados alterados del ser humano. Recibo las cargas que generan las emociones violentas, odios, egoísmos, tristezas, temores.
    Como yo, las plantas y los animales absorben también esas negatividades, sufriendo por las perturbaciones energéticas, espirituales, que alteran su vida.
    Toda agua de mar, de río, de lago; toda nube, toda nieve, todo aire, toda piedra, se cargan con las vibraciones negativas de la mente y el espíritu del ser humano. Y también, con los campos energéticos que el hombre provoca a través de putrefacciones, olores desagradables, basura, ruidos molestos, como de esas músicas agresivas, mensajeras de una destrucción que nada tiene que ver con el arte y enriquecimiento interior. Todo eso es contaminación energética del medio ambiente, contaminación espiritual de la naturaleza.
    Millones y millones de cristales, inclusive cada granito de cuarzo de la arena de cada playa del planeta, y yo con ellos, recibimos la fuerza de vida del sol, la sensibilidad de la luna, el vibrar de la tierra, y retransmitimos toda esa riqueza para ustedes. ¿Y qué recibimos de ustedes? ¿Qué podemos devolverles a lo que transmiten? ¿Y qué podemos transmitir de ustedes a la tierra, a los vegetales y animales?
    A través de nosotros los cristales, de las aguas, los aires, las tierras, ustedes descargan las escorias de sus espíritus destructivos. Piensan que un planeta es una cosa sin vida, que no puede reaccionar a vuestras agresiones. Pero cuando la Tierra responda a través de sus volcanes, terremotos, huracanes, lluvias violentas, en vez de percibir lo viviente que es un planeta, pensarán que el mundo se volvió loco, sin ser conscientes de vuestra locura, en un progresivo suicidio colectivo.
    Reunidos para negociar cómo evitar daños ecológicos, no comprenden la importancia de que existen fuerzas ocultas que regulan la vida y la naturaleza, y que alterar su equilibrio es un problema de la otra ecología: la ecología espiritual, que no se preserva sólo con descontaminar el ambiente de agentes químicos; se preserva descontaminando el espíritu, enriqueciéndolo con amor. Porque amando la vida, la naturaleza, el planeta, a Dios, toda acción ecológica tiene espíritu. Si no, ustedes podrán hacer el planeta mas limpio del universo, pero en lo esencial, aquello invisible a vuestros ojos, cada animal, cada planta, cada piedra como yo, continuaremos impregnándonos de basura energética humana, que para nuestros ojos, sí es visible.

    La fecha es de tipiado, correcciones finales e impresión; el original, manuscrito, fue redactado el día anterior, 5 de junio, Día Mundial del medio Ambiente.
    Cada copia fue entregada por el autor en stands de la ONU y ONG's en el Foro Global Río'92 junto con un cristal de cuarzo. Desde entonces, el mensaje ha acompañado cristales en exposición, ha sido reproducido en diversos medios gráficos y circulado de mano en mano hasta multiplicarse su difusión vía Internet.