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EL CIRCULO DE LAS GUARDIANAS DEL GRIAL

TERCER LIBRO

LAS REVELACIONES DE LA GUARDIANA

 

EL CIRCULO     DE LAS GUARDIANAS DEL GRIAL.

PORTAL PRINCIPAL

INTRODUCCIÓN: EL MITO GRIALIANO.

PRIMER LIBRO:      LA  PORTADORA DEL SECRETO.   

PRÓLOGO

SEGUNDO LIBRO:  EL VIAJE.  INTRODUCCIÓN  Y PRÓLOGO.

TERCER  LIBRO: LAS REVELACIONES  DE LA GUARDIANA.

PRÓLOGO.

CICLOS

EL JARDÍN

LOS OTROS

LA MANSIÓN

ÍNDICE GENERAL

SINOPSIS/ PRESENTACIÓN

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X.  CICLO DE LA MANSIÓN

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10. LA NOCHE DEL FUEGO.

 

 

El cielo azul turquesa de aquella tarde se transformó en zafiro vetado en rojo y luego en negra obsidiana. Las pequeñas estrellas, hijas de la noche, debían estar ya brillando en el exterior, pero yo no las podía contemplar en ese momento, pues me hallaba dentro de una casa aislada en el campo, en compañía de mi amada amiga. Según Tanit, esta residencia pertenecía a alguien muy querido por ella, que le había entregado las llaves para que la pudiera usar cuando lo deseara. Era una mansión amplia y hermosa, magníficamente decorada con maderas nobles y bellas piedras naturales.

Aquel mismo día mi amiga me había llevado allí en su precioso descapotable rojo. Habíamos viajado durante algunas horas a gran velocidad, cambiando muchas veces de carretera. El lugar estaba escondido en un apartado paraje de la campiña, al que al final se accedía tan sólo por un camino de tierra. Al observar por primera vez la casa calculé que tendría al menos unos trescientos metros de superficie en cada una de sus dos plantas principales, más una extensión bastante menor en la buhardilla. Es posible que también hubiera algún sótano no distinguible a primera vista, aunque sí se apreciaban otras pequeñas construcciones adicionales anexas.

Nos encontrábamos ahora en el salón principal, una espaciosa estancia de más de cien metros cuadrados. Estábamos echados sobre la enorme y gruesa alfombra, cerca del fuego que ardía en la chimenea. Ambos permanecíamos recostados de lado, mirándonos, uno frente al otro. En silencio y dulce calma. Podía contemplar con todo placer los bellos ojos de Tanit, con las llamas reflejándose y danzando en ellos. Hacía unos minutos que no hablábamos, y me recreaba intentando penetrar en el misterio y el amor que emanaba de aquel enigmático y extraordinario ser, de cuya compañía disfrutaba. Mi mente estaba callada y vacía, y mi cuerpo relajado y tranquilo.

Sin embargo llegó de pronto un pensamiento, y rompí el mágico silencio.

- ¿Por qué estás conmigo? -le pregunté despacio y en voz baja.

- Porque te quiero.

- ¿Y por qué me quieres?

- Por que buscas más allá de lo conocido y de lo que está establecido. Te atrae el misterio tanto como a mí.

- ¿Sólo por eso?

- También porque a veces recuerdas.

- ¿A qué te refieres?

- Si no pudieras recordar, aunque sólo sea una parte pequeña y algo confusa, nunca podrías hallar el camino de regreso a ti mismo. Nunca podrías unir de nuevo el interior con el exterior.

- Eso que dices no lo entiendo. ¿Que tiene que ver con el amor?

- Sólo existe un amor, el cual se vive miles de veces de diferentes formas.

- ¿Que amor es ese?

- Es el amor que vibra por todo el universo desde que comenzó a existir el tiempo. Cada uno de nosotros intenta vivir ese amor, cada vez de forma más perfecta. Lo buscas y lo pierdes. Lo anhelas y lo olvidas. Pero sólo en ese amor se encuentra la felicidad absoluta.

- ¿De qué amor me hablas?

- De un amor que debes recordar y de hecho recuerdas, aunque no seas consciente.

Tanit hablaba a veces de forma tan oscura y velada que parecía no dirigirse a la razón, sino quizá a la intuición, al corazón, al alma o a una parte desconocida y secreta de nosotros mismos.

- ¿De dónde has venido? -le pregunté al tiempo que acariciaba su bello rostro y su sedoso cabello- ¿Eres un sueño? ¿Es el amor un sueño? ¿O es un sueño la ausencia del amor?

- La conciencia sueña casi siempre, y sólo el amor la despierta. Pero lo normal es que se duerma de nuevo enseguida y deje que el amor se aleje. El amor es como el pájaro más exótico y hermoso, que se posa en la rama dorada del corazón, para cantar la más exquisita melodía. Pero si no lo cuidas o lo valoras, emprende enseguida el vuelo y rápido se aleja.

- ¿Por qué hemos venido a esta casa?

- ¿No te gusta?

- Claro que si.

- Pues entonces relájate y duerme si quieres, mi niño.

Miré el fuego y miré los ojos de Tanit: azules, negros, verdes, grises, naranjas, dorados ... de todos los colores. Sentí un calor agradable que invadía todo mi cuerpo. Y de pronto dejé de percibir el mundo que me rodeaba. Ignoro cuanto tiempo pasó. Tampoco recuerdo si soñé o no, tan sólo tengo la vaga sensación de haber flotado o viajado a algún lugar mientra dormía.

Me desperté y estaba en los brazos de Tanit. Ella me miraba con ternura y amor. Se encontraba desnuda debajo de una especie de camisón traslúcido de color verde. Parecía hecho de una seda sumamente fina. Sus pies y sus brazos estaban descubiertos, y sus exquisitos pechos y las formas hermosas de su cuerpo se percibían con claridad a través del delicado tejido.

-¿Cuanto tiempo ha pasado? -pregunté tranquilo pero desconcertado.

- Una eternidad y menos de un segundo. -dijo con una sonrisa escondida.

- Es la mejor forma de expresar el tiempo cuando estoy a tu lado. -respondí deleitándola, pues se hizo más amplia su encantadora sonrisa.

- ¿Que podemos hacer ahora? -pregunté al tiempo que me incorporaba- ¿Salimos a caminar bajo las estrellas?

Alguna desazón indescifrable me impulsaba a salir al mundo exterior.

- Permanezcamos aquí. Esta noche deseo ofrecerte el vino antiguo, que regenera y fertiliza la tierra en su largo camino hacia la vida eterna. - declaró exponiendo vehemente su deseo.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, pues Tanit nunca hablaba en vano, y su cuerpo parecía resplandecer bajo su transparente vestido. El fuego crepitaba con furia inquietándome y proyectaba misteriosas sombras danzantes por toda la habitación. El rostro de mi enigmática amiga cambiaba a cada instante, como si fuera el espejo donde se miran miles de mujeres de belleza arcana, que se reflejaban en ella como rayos de luna rielando en la superficie ondulante de un río que fluye veloz.

Me tomó de la mano y me condujo hasta una baja mesa, de antigua y magnífica madera tallada, que se encontraba situada en el centro del amplio salón. Sobre ella reposaba una gran copa de cristal verde transparente, cuyo cuenco era una media esfera. La base circular estaba dividida en seis hojas y el cáliz en doce. No parecía una copa demasiado especial, y observé que su interior había sido llenado con un líquido rojo que supuse sería vino.

Tanit me pidió que nos arrodilláramos sentándonos sobre nuestros pies. Uno frente al otro. Ella, en completo silencio, me miraba fija y cálidamente. Transcurridos unos minutos, tomó la verde copa con sus manos, como si fuera un cáliz de color esmeralda, y me la ofreció para que bebiera. Dijo:

- Este líquido ha salido de mi cuerpo. Es el símbolo de la vida y posee el poder de abrir tu mente y tu alma. -escuché con sorpresa.

¿Que pretendía decir?. Sostuve la copa y observé su rojo contenido. Era fluido como el vino, pero ... no era vino. Lo moví ligeramente y su aroma se me antojó desconocido.

- Tómalo sin miedo, amor mío.- dijo Tanit en un susurro- Recuerda el viejo rito que procede de la edad antigua y asimismo te espera en la edad futura.

Posé mis labios en el cáliz y bebí un sorbo. Lo sentí ligeramente salado. Intuí lo que era. Estaba muy diluido, pero era sangre. Sangre auténtica.

- ¿Que és? -pregunté esperando recibir una explicación más precisa que me aclarara lo que ella pretendía.

- Es sangre y agua.

- ¿De dónde procede esta sangre?

- De mi interior.

- ¿Tu sangre?

- Es mi sangre menstrual.

Guardé silencio mientras miraba los ojos azules de Tanit, que sin embargo ahora parecían oscuros como el firmamento nocturno, pero brillantes al igual que el corazón de una galaxia. Tanit no era un ser humano ordinario. ¿Sería también su sangre diferente?.

Tomé otro sorbo más profundo y sentí el fluido denso y salado, ligeramente amargo, deslizarse por mi garganta. El brebaje era más espeso que el vino. Si ingerí aquella sangre es porque era la de Tanit. De lo contrario me hubiera repugnado, pero me abstuve de hacer ningún comentario.

- Bebe todo el contenido de la copa, para que el fuego dormido despierte en tu interior. -dijo con calidez, fijando en mi su penetrante mirada.

No adivinaba que propósito oculto había tras esas enigmáticas palabras, pero hice lo que pedía y apuré totalmente la sangre y el agua, venciendo eso sí una cierta aprensión que cuidé de no manifestar.

- Debemos realizar ahora el rito del amor.-pronunció en voz baja.- Toma mi cuerpo y yo tomaré el tuyo.

Desde luego era una forma insólita de iniciar el juego sensual de dos amantes, pero su propuesta encontró eco inmediato en mi pues, de forma muy rápida y sorprendente, el tibio calor del deseo se extendió por todo mi cuerpo.

La besé con cuidado en el cuello, en la mejilla, en la frente, en la otra mejilla, en el otro lado del cuello, en los labios. Tras beber el néctar dulce de su boca le quité despacio su fino vestido, mientras la acariciaba, y cubrí todo su cuerpo de cálidos besos, primero un lado y a continuación el otro. Besé sus piernas y sus brazos, sus pies, sus hermosos pechos, su cintura, su sexo.

Me desnudé y durante un tiempo intercambiamos suaves caricias y abrazos, saboreando cada uno la piel del otro. Untamos nuestro cuerpo con la sagrada saliva del amor. Y el calor del fuego parecía extenderse y entrar en nuestro interior y en todo a nuestro alrededor. Ella, con suma destreza, llevó a mi piel a alcanzar un grado exquisito de sensibilidad. Luego, en un susurro, pronunció una frase:

- Dentro de ti hay un poder que tienes que dominar y otro que tienes que despertar. Sólo cuando poseas ambos poderes podrás acceder a lo divino, que es la potencialidad desconocida y perdida de todo ser humano.

Mi mente se hallaba callada, y podía observar el espacio vacío que en ese momento se había transformado mi conciencia. Sin pensamiento alguno sólo quedaba sensación y movimiento, placer y abandono. Una claridad excepcional inundaba mi cerebro y una fuerza extraordinaria alimentaba mi cuerpo.

Realizamos el amor en diferentes posturas, lenta y largamente, pero al final nos juntamos en la figura de los yoguis entrelazados. Curiosamente no descubrí rastro de que Tanit estuviera menstruando, ni siquiera el indicio más insignificante. A pesar de la sangre que antes me había ofrecido en la copa, no mostraba ahora ningún síntoma de fase menstrual. ¿Habría algún engaño? Recordé entonces lo que me había dicho en cierta ocasión, que ella podía reabsorber voluntariamente su sangre menstrual dentro de su organismo, y transmutarla a través de la alquimia de su cuerpo.

En esos instantes mi sexo erecto se encontraba dentro de ella y mi boca unida deliciosamente a la suya, sintiendo dulcemente sus labios y rozando su exquisita lengua. De pronto sentí que, por el extremo del glande, una energía muy cálida y vibrante entraba en mi, y velozmente llegaba hasta la base de la espina dorsal. Allí se activó algo similar a una intensa corriente eléctrica, que subió en unos segundos por mi espalda hasta alcanzar la cabeza y la corona del cráneo.

- Despierta amor mío y reconoce el fuego secreto que hay en tu interior. -escuché que decía la agradable voz de Tanit.- Ese fuego pertenece a la Diosa, que existe desde el principio del tiempo, y se halla también oculto en ti.

(Los dioses del fuego corresponden a una antigua religión que detallaré en una etapa posterior del libro)

Un calor ígneo se extendió por todo mi cuerpo, y vi como la piel de mi amante comenzaba a resplandecer, irradiando una suave luz ambarina. Sentí una poderosísima corriente de energía que recorría mi sexo y mis vértebras hasta el nacimiento del cabello, que igualmente estaba electrizado. Todas las células de mi cuerpo parecían estar impregnadas de una delicada y mágica electricidad. Parecía como si yo fuera la mitad de un circuito de energía, y tal vez Tanit la parte complementaria, por dónde circulaba una fuerza extraña que de pronto se había despertado o introducido en nosotros.

Al cabo de unos minutos percibí que yo también emitía un resplandor anaranjado, como si mi cuerpo se hubiera encendido y convertido en un fuego.

- ¿Qué está ocurriendo? -pregunté.- Siento como si mi sexo fuera una prolongación de mi columna vertebral, un canal por donde fluye una fuerza desconocida que me posee y me une a ti. Nuestros cuerpos están luminosos, con un brillo sobrenatural. Incluso la habitación se ha inundado de un resplandor extraño.

- No temas, mi vida.-aseguró con voz delicada y suave-. Descubre en silencio el poder de la Diosa dentro de ti, y recuerda para siempre esa presencia, incluso cuando yo no esté. El fuego crea y el fuego destruye. Está oculto en la materia y es el origen y el final de todas las cosas. Algún día tendrás que aprender a despertar y controlar ese sagrado poder. Pero mientras llega ese momento tienes que recorrer un largo y difícil camino.

Me vino a la memoria de nuevo el misterioso camino del Grial (la senda hacia el ser oculto transcendente y el dominio sobre la materia), que mi amiga tan recurrentemente había mencionado desde casi el momento que nos conocimos. El sexo parecía ser la clave de algo, estar presente de forma extraña en el despertar de algún poder o energía secreta y desconocida. Recordé el voto de castidad de los monjes o la obsesión por calificar de impuro todo lo que estuviera relacionado con el deseo y el placer que mantenían muchas religiones. En cambio, para el camino que me quería desvelar Tanit, el sexo semejaba convertirse en la llave oculta de algo arkano y misterioso, la fuente con la que procesar algún tipo de alquimia que permite acceder a la luz que se esconde en nuestras tinieblas.

(El sexo, como fuerza ciega primaria de la naturaleza, nos hace olvidar nuestra esencia espiritual, pero utilizado como herramienta sagrada de amor, conciencia y luz, puede transmutar la energía primaria creadora y abrir la puerta a la conciencia divina transcendente que se manifiesta en la dualidad)

Un silencio aterrador inundó toda la habitación. Fuí consciente del silencio que sustenta todos los sonidos. Y la mayor parte de los sonidos ordinarios parecían haber desaparecido. Tan sólo escuchaba el crepitar suave del fuego y la respiración cálida de mi magnífica amante. El aire entraba profundamente en mis pulmones. Las sombras danzaban por la habitación y mis sentidos se agudizaron al máximo. Como si fuera una maravillosa música oí la voz melodiosa de Tanit, que decía sosegada y profunda:

- "Yo soy la que soy, la que existe fuera del tiempo. Soy el principio y el fin de todas las cosas. Soy la Energía Femenina Eterna e Ilimitada. En mí está la Fuente de la Sabiduría que mana inagotable. Y de mí nace siempre el Principio Creador. Soy la que se oculta tras el velo de la Vida y la Muerte, la Señora del no-tiempo y de la eternidad. Soy Negra y soy Blanca, y soy la sangre Roja. Mi color es el Azul del Cielo y el Verde del Mar. Soy la Energía Suprema y la Fuerza Secreta que sustenta todas las otras energías. Soy la Conciencia Absoluta e Infinita. Estoy presente en cada partícula y en el último confín del Universo. Sin mí nada podría existir. Todos vivís en mi Seno: tanto los dioses como los mortales. Soy el verdadero y auténtico Amor y la Unidad real de todas las cosas."

Quedé sobrecogido por esas asombrosas palabras, pero al mismo tiempo sorprendido y maravillado por la profunda belleza que irradiaban los ojos de Tanit.

- Cariño, ¿porque hablas así? No comprendo bien que tratas de decirme y me asusta un poco.-fingí reprenderla, para ocultar mi temor.

- Cielo, no he sido yo. Mi Madre ha hablado por mi boca. - repuso como disculpándose.

La contemplé en silencio durante unos instantes. Parecía ahora casi una niña, pero simultáneamente irradiaba su presencia una fuerza ilimitada. ¿Era el supraconsciente de Tanit el que se había manifestado? ¿O se trataba del mismísimo Poder Creador del Universo? ¿Habría alguna diferencia? Tampoco intenté razonar más y dejé que la pregunta se desvaneciera. Prefería hacer callar de nuevo mi pensamiento.

La energía que antes me poseyó con fuerza ahora remitía lentamente, pero dejándome inundado de una sensación maravillosa de ligereza e ingravidez.

- Descansa y échate a mi lado. -dijo con ternura.

Nuestros sexos se separaron y nos recostamos de nuevo en la cálida y gruesa alfombra, uno frente al otro, abrazados. Un estremecimiento suave, como un delicioso hormigueo, recorría todo mi cuerpo, desde los dedos de los pies hasta los cabellos de la cabeza.

- Duerme si quieres, mi niño. -escuché que me decía. Y dejé que mi mente descansara, mientras mi cuerpo parecía flotar.

Al cabo de unos minutos Tanit se disculpó para ausentarse, alegando que precisaba ir al baño. Cubrió su cuerpo con el fino vestido y se marchó ligera. Mientras permanecía solo, un irresistible sueño se apoderó nuevamente de mí. Tranquilo me abandoné a él, pero, al cabo de un rato, una respiración cercana a mi oído me despertó. Sin embargo al abrir los ojos no había nadie. Sólo las llamas del fuego y las sombras se movían en la habitación. Escuché el sonido del agua del aseo en un extremo de la casa, en el piso superior. Pero al poco me sobrecogió oír también pasos procedentes de otro punto diferente de la vivienda. Quizá había entrado alguien mientras yo dormía. Me incorporé y me puse alerta. Era muy probable que no estuviéramos solos. Y nos encontrábamos en un lugar solitario y apartado en el campo.

Deprisa tomé el pantalón y el jersey y me vestí. ¿Pertenecerían esos pasos a una persona conocida, o a algún intruso? ¿Habría alguien en la enorme casa desde un principio? ¿O tal vez lo que había oído era sólo producto de mi imaginación?.

Miré a través del cristal de la ventana y no vi más que absoluta oscuridad. La noche era muy cerrada, pues no se distinguía luna ni estrella alguna, ni siquiera las copas de los árboles cercanos. Ninguna luz iluminaba el exterior de la hermosa mansión que le habían prestado a Tanit.

De pronto, por uno de los pasillos que desembocaban en la estancia donde me hallaba, se aproximaron unos pasos muy leves, que percibí tan sólo gracias al profundo silencio que me rodeaba. Miré hacia el lugar de donde procedía el sonido, y..., entre las sombras, ... surgió entonces una figura humana. Cuando el suave resplandor del fuego la iluminó, distinguí la silueta de una mujer joven y esbelta, de largos y ondulados cabellos negros, que caían sueltos por sus hombros y su espalda. La joven desconocida me miró y se detuvo. Yo la contemplé en silencio, esperando que ella hablara. Pero no dijo nada.

Estaba vestida como cualquier chica de su edad, sin embargo algo en su presencia irradiaba un magnetismo especial, entre hermoso, misterioso e inquietante. Sus ojos, muy oscuros, atraían como si poseyeran un poder mágico indefinible. Tenía una preciosa piel blanca, que contrastaba con el sonrosado intenso de las mejillas. Aprecié que esbozaba una leve sonrisa en sus bellos labios rojos. Como por encanto desapareció mi temor y le hablé.

- ¿Quien eres? ¿Vives en esta casa?

La muchacha se limitó a sonreír y caminar por un extremo alejado del amplio salón, sin apartar su mirada enigmática de mí.

Tanit apareció entonces de pronto, regresando de su larga ausencia en el baño, y, sonriendo a su vez, se acercó hasta tomarme de la mano. Ya no llevaba el traslúcido camisón verde, sino la misma ropa que traía cuando llegamos.

Dirigiéndose a la misteriosa joven de los negros cabellos, que aparentaba tener similar edad que ella, la saludó como si fuera una entrañable amistad.

- ¡Hola Lilith! ... ¡Me alegro muchísimo de que hayas podido venir!. -exclamó alegre y afectuosa.

- ¿No nos presentas? -pedí, deseoso de averiguar el motivo de la que para mi era una inesperada presencia.

- Cielo, en realidad ya os conocéis, ... aunque tú ahora no la recuerdes ni reconozcas.-respondió mi amiga en forma enigmática.

¿Que significaba en realidad esa frase? Efectivamente no recordaba para nada el rostro de aquella bella joven, que sin duda sería difícil de olvidar.

- ¡Hola Jonás!.- habló por fin la visitante, con una voz encantadora y muy hermosa, ligeramente más grave que la de Tanit. - Tenía muchas ganas de que llegara este día, en el que de nuevo puedes verme en tu estado de conciencia humana ordinaria.

Sus extrañas palabras me dejaron totalmente confundido. Miré a mi amiga y sucesivamente a la desconocida, que se acercó ... hasta llegar a nuestro lado. Tanit y ella se contemplaron largamente, con expresión de dicha en el rostro.

Los tres permanecimos en silencio, formando espontáneamente una especie de pequeño círculo. De repente ... me di cuenta. Un estremecimiento recorrió mi cuerpo y erizó el vello en mi piel. ... El fuego era nuestro único acompañante. ... El fuego nos había acompañado tantas veces en el pasado... Los recuerdos se agolparon sin que pudiera contenerlos, sin que pudiera levantar defensa alguna. Se presentaron y avasallaron mi corazón. Mis ojos se humedecieron ... y las lágrimas ... resbalaron por mis mejillas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

11. LILITH.

 

 

No encontraba explicación a lo que había percibido. Mi mente se había trasladado a una época remota, como si fuera una vida anterior, supuestamente transcurrida en compañía de las dos jóvenes que ahora estaban a mi lado, y cuyo final había sido terriblemente dramático. No podía recordar el argumento exacto de los hechos, sólo poderosas imágenes, las ardientes emociones, y las sensaciones últimas de intenso dolor.

- ¿Que te ocurre cielo? No me gusta verte triste. - dijo Tanit al observar mi rostro.

- Es que mi mente se ha inundado de pronto de escenas horrorosas, como si se hubiera despertado en mi la memoria de sucesos muy lejanos vividos junto a vosotras. -expliqué mientras sentía el corazón oprimido y los ojos rojos- Me da la impresión de que te conozco muchísimo y sin embargo aún no sé quien eres. -dije, dirigiéndome a la chica del pelo negro.

- Deja que se desvanezca lo que has visto en tu mente. Esos recuerdos no te deben causar pena ahora.- me suplicó Tanit con la mirada, al mismo tiempo que escuchaba su dulce voz.- Hoy debe ser un día de fiesta, pues por fin nos hemos reunido de nuevo los tres, ... en carne y hueso.

Remarcó con lentitud estas últimas palabras y las acompañó de una amplia y cálida sonrisa.

Dio entonces su mano libre a la visitante que había llamado Lilith, y ésta cogió la otra mía. Permanecimos así, unidos en un pequeño círculo, durante un tiempo.

- ¡Que la Diosa, que está presente ahora, bendiga este reencuentro! -exclamó de pronto la chica de los ojos negros.

- Cariño, ¿por qué no me aclaras quien es ella? Cada instante estoy más intrigado. -reconocí en voz alta.

- Lilith es para mí como una hermana mayor muy querida. Más que una hermana -se corrigió- es más bien mi maestra.- declaró con ojos chispeantes.

- La maestra eres tú.- respondió de inmediato Lilith - Yo he aprendido muchísimas cosas de ti.

- Pero yo soy muy poca cosa a tu lado. Tú siempre has sido y serás siempre para mí la mejor maestra. -replicó mi amiga.

- Yo jamás dejaré de aprender de ti. -repuso Lilith de nuevo.

Como a pesar de sus caras serias me parecía que estaban jugando, les dije:

- Bueno, bueno, no discutáis. Da igual quien sea la maestra. ¡Cuantos mimos verbales!

- ¡Pero es que la maestra es ella! -respondieron las dos al unísono, y señalándose la una a la otra con el dedo.

E inmediatamente estallaron en risas. Acto seguido se olvidaron de mí, y juntas se dejaron caer al suelo, sobre la alfombra. Se abrazaron, se besaron, y rodaron jugando como dos niñas, sin parar de emitir grititos de deleite.

- ¿Me puedo sumar a la diversión o es privada?. -dije al cabo de un minuto.

- Es privada, pero tú eres nuestro invitado de honor. -repuso Tanit- Acércate cielo, porque estás en el corazón de nosotras dos.

Me dejaron espacio entre ellas y echado de espaldas las contemplé.

- Aún no sé bien quien eres ... Lilith. Pero me embarga un poderoso sentimiento hacia ti, como si verdaderamente hubiéramos compartido un pasado olvidado.

- Nos conocemos de una época tan lejana, que ni siquiera aparece en los libros de historia. -respondió con voz suave y tranquila, al tiempo que me miraba con sus ojos negros y profundos como el infinito.

- Pero yo no lo recuerdo.

- Tú aún no recuerdas ni debes tener ninguna prisa por recordar -intervino con dulzura Tanit-, pero en un remoto pasado ... estuvimos muy unidos los tres.

- ¿Y qué ocurrió?

- Tú te quedaste con la raza que ahora habita la Tierra, y nosotras partimos de nuevo con la otra rama de la evolución humana. -me explicó Tanit.

- ¿Cuanto tiempo hace de eso?

- Siglos...Muchos siglos. -me aclaró Lilith- Fue entonces cuando nos separamos definitivamente...Hasta hoy, amor mio.

Mi confusión iba creciendo hasta casi desbordar mi mente. ¿Por qué me llamaba "amor mio" Lilith? ¿Quiénes eran los dos seres con los que estaba en esta casa misteriosa, a la simple e intrigante luz de las llamas?

- No juguéis conmigo. Estoy en desventaja ... porque no recuerdo nada. Si hemos vivido juntos en el pasado, eso se ha borrado de mi memoria. Yo no recuerdo existencias anteriores.

- No esperamos que las recuerdes. -repuso Tanit, mirándome con sus bellos ojos azules en los que bailaba el fuego. -Sólo tienes que dejar sentir a tu corazón ... Él podrá recordar ... el antiguo amor.

- Y si tú pudiste venir a mi lado hace tiempo, ¿por qué no pudo hacerlo Lilith hasta hoy? -pregunté mientras pasaba mi mirada de una a la otra.

- ¿Las dos juntas? -sonrió Tanit- ¿Que crees que habría pasado?

- No ha sido posible ... porque yo no puedo entrar en tu mundo. -explicó enigmáticamente Lilith.

Pero su respuesta era un contrasentido, ya que en apariencia nos hallábamos en el espacio-tiempo que conocemos como la realidad cotidiana. Y la tangibilidad de su presencia no admitía en principio dudas.

- ¿Y cómo es que estás ahora aquí en mi mundo? -respondí, pues sentía el calor y el peso ligero de su cuerpo junto al mio. -Esto no es un sueño.

- ¿Estás seguro? -susurró Tanit en mi oído.

- Estoy seguro. -respondí ingenuamente con atrevimiento.

- No es un sueño. -aseguró Lilith- En sueños ya nos hemos visto otras veces, cariño, ... a pesar de que no haya quedado rastro en tu conciencia de vigilia... ¿Pero quien ha dicho que estamos en tu mundo?

Durante un instante intenté analizar la situación. ¿Estaban hablando en serio o en broma? ¿Se burlaban tal vez de mí? ¿Querían decirme algo oculto entre sus palabras? Volví a indagar para obtener más información.

- ¿Por qué no puedes entrar en mi mundo? ¿Te refieres al mundo de mi conciencia ordinaria?

- Al mundo de tu conciencia ordinaria y al que habita la humanidad que tú conoces.

- ¿Y por qué Tanit sí y tú no? ¿No podéis hacer las mismas cosas?

- Las mismas no. -intervino Tanit- Mi energía pasa casi desapercibida en la Tierra. Pero el campo de energía que envuelve a Lilith brilla tanto y es tan grande que es imposible camuflarlo.

- ¿Que quieres decir?

- Que los Otros se presentarían en minutos. Ninguna de las dos tenemos permiso para entrar en el universo en que tú vives. Ya te he hablado de eso en otras ocasiones.

- ¿Y entonces dónde estamos ahora? -interrogué al tiempo que un escalofrío recorría mi espalda.

- No se te ocurra abrir la puerta para averiguarlo. -respondió seria mi amiga.

Me levanté y miré por el cristal de la amplia ventana. Tras las cortinas sólo había oscuridad. Las luces exteriores de la vivienda continuaban apagadas. Ningún rastro de la luna y las estrellas aparentemente estaban ocultas también. En realidad no se veía nada. Era como si no hubiera nada ahí afuera. No se distinguía ni la acera de piedra, ni los árboles del jardín, ni las luces del interior de la vivienda proyectadas en el exterior.

- ¿Dónde estamos? ¿Dónde se encuentra esta casa? ¿Es esto acaso un sueño? ¿Has entrado en mis sueños, Lilith?

- Recuerda lo que te he dicho antes -respondió-,que en sueños ya me habías visto, aunque no seas capaz aún de traer la conciencia de ello al estado de vigilia. Estás en tu cuerpo. Compruebalo si quieres. Prueba estirar tus dedos. Pellízcate. Clávate una aguja si quieres.

- No es necesario... Te creo... Os creo a las dos.

- Nos encontramos fuera de tu espacio-tiempo.- Aclaró Tanit. Algo ya innecesario pues acababa de adivinarlo.

- ¿Habéis trasladado la casa entera?

- La casa entera es de Lilith. ¿Te gusta? -preguntó mi amiga, levantándose y tomando mi mano.

- ¿No estamos en la Tierra?

- Estamos, ... pero nos hemos alejado un poco de la realidad que perciben las conciencias humanas. -explicó Lilith, mientras cogía su larga cabellera azabache y con un armonioso movimiento la desplazaba sobre uno de sus hombros.

Me contemplaba intensamente con sus profundos ojos negros, mientras Tanit junto a mí me daba un beso en la mejilla. Tras unos momentos de inmovilidad volvió a decir la enigmática chica de oscura melena:

- Ven junto al fuego con nosotras. No tengas miedo y hablaremos de todo lo que quieras.

Los tres nos sentamos de nuevo en la alfombra. Nos mirábamos con calma. En silencio. ¿De qué pasado hablaban? ¿Cómo era posible que estuviéramos fuera del espacio y el tiempo que determinan el mundo que yo conozco? Y si era así ... ¿ por qué no había notado nada? Ahora recordaba que me había dormido en varias ocasiones ¿En cual de ellas habría ocurrido el cambio? ¿Tendría algo que ver la sangre y el agua que había bebido en la copa color esmeralda? ¿Sería aquel brebaje portador de alguna sustancia especial? ¿O era especial la sangre de Tanit? ¿Qué era en realidad la casa donde nos hallábamos? ¿Se habría desmaterializado de verdad en medio del campo? ¿Qué hubiera visto un observador ajeno desde fuera?

Las dos comenzaron a acariciarme, ... y eso hizo que cesaran de pronto mis confusas ideas.

- No te abrumes con los pensamientos ... y disfruta de este instante en que podemos estar juntos otra vez. -me pidió con voz cálida Lilith.

- Con el tiempo ... te lo explicaremos todo, cielo.

- No tengas prisa.

- No nos temas.

- Nosotras te queremos.

- Siempre te hemos querido.

Se miraron ... y se besaron con delicadeza en los labios. Luego, una tras otra, me besaron a mí. Y a continuación Lilith dijo con exquisita voz:

- El amor es la única señal que diferencia la luz de las tinieblas. No la inteligencia, ni el poder, ni el sexo, ni la belleza externa, ni la riqueza, ni la moral. Sólo el amor verdadero, ... que genera armonía y vida, ... y que se encuentra libre de los intereses del ego, permite conocer lo que vibra auténticamente en el interior de cada ser.

- Quienes juzgan -continuó Tanit-, quienes odian, quienes son hipócritas, quienes se creen superiores, quienes codician o utilizan a los demás, quienes imponen estrechos códigos morales, quienes engañan y se engañan ... caminan por la senda de la sombra ... hacia un poder que se llama el Mal.

- Por el contrario ... el Grial -habló ahora Lilith- consiste en un camino individual basado en el libre albedrío, liberandote de todo maestro dogmático que dicte código restrictivo alguno, en busca sólo de la luz universal, que se manifiesta dentro y fuera de todos los seres. La luz pura, poderosa y sabia ... que sostiene y regenera la creación.

- Pero muchas personas se sienten perdidas -intervine- si no tienen nadie que las dirija.

- Mientras existan borregos siempre habrá pastores. -dijo Tanit.

- Pero a veces esos pastores ayudan a encontrar nuestro espíritu interior. -repuse, basándome en hechos observados.

- Siempre y cuando consideres al pastor tu igual, pero no cuando aceptas ser sólo un cordero. -respondió Lilith- Existe la falsa luz, la de los líderes supuestamente iluminados, la de los pontífices que quieren imponer su verdad propia a los demás. Ninguna verdad impuesta es verdadera. Sólo en la libertad real puede nacer y crecer la verdad. A la luz no se le pueden poner cadenas.

- El Grial sirve a todos -dijo mi amada Tanit-, pertenece a todos. Nadie es superior, porque cada cual posee su propio ego, y sólo hay una luz que busca manifestarse en todos. Todos somos uno. El Uno se esconde en todos. La luz pura del espíritu es universal y única, pero infinita en sus manifestaciones. La materia la esconde, la mente la esconde, el corazón la manifiesta, pero todo es una Unidad. Cuando el ego transformado, equilibrado y purificado, sirve auténticamente al espíritu, la mente y la materia sirven de recipiente al Grial. Entonces lo imposible sucede y anuncia la llegada y la presencia del espíritu ilimitado.

Las escuchaba con suma atención, pero esas palabras eran demasiado extrañas y en parte aún incomprensibles para mí. Durante un tiempo breve nadie habló. Sentía el cuerpo de mis inquietantes compañeras y el silencio que parecía envolvernos con densidad. Mi mente quedó en blanco y podía oír mi propia respiración, que entraba lenta, profunda y rítmicamente, hinchando mi pecho y mi abdomen. Cerré los ojos, pero enseguida los abrí de nuevo.

El fuego había consumido ya toda la leña que habíamos amontonado junto a la chimenea esa tarde. Había que ir al almacén a por más, si no queríamos que pronto sólo quedaran brasas. Pero el almacén estaba fuera, en una construcción anexa próxima a la vivienda principal.

- Yo iré. -decidió Lilith levantándose deprisa. -Vosotros quedaros aquí.

A pesar de que protesté insistió en ir ella. Pensé que sólo traería un par de tronquitos con los que reavivar las llamas.

Cuando nos encontramos solos, mi amiga me dijo:

- Cielo, me gustaría que hoy estuvieras más feliz. No ha sido fácil que nos reuniéramos los tres, y quizás pase mucho tiempo hasta que lo podamos repetir.

- Pero es que todo lo que decís es muy abstracto y me desconcierta. Necesito saber con más detalle quienes sois vosotras dos y qué relación guardáis conmigo.

Ella me miró con ternura y en silencio durante unos instantes, y luego, al tiempo que acariciaba mi rostro, dijo:

- Relájate cariño, ... tu mente es muy impaciente.

Un fuerte ruido me sorprendió.

- ¿Alguien puede venir a ayudar? -sonó la voz de Lilith en el vestíbulo de la puerta de entrada.

Cuando llegamos había una pila de leña en el suelo que pesaría más de cincuenta kilos.

- Quizás necesitemos el fuego hasta el amanecer- dijo mi nueva amiga del pelo negro, que no tenía siquiera el suéter manchado de una brizna de corteza de madera.

Las dos se echaron a reír muy divertidas, aunque yo no adiviné el porqué.

- No sé cómo ha cabido tanta leña en la carretilla. -exclamó Lilith fingiendo desconcierto. Y Tanit se rió más aún. La puerta estaba bien cerrada y allí no quedaba rastro de carretilla alguna que hubiera servido para el transporte. Quizá la había dejado fuera, pero me abstuve de preguntar nada.

Alimentamos el fuego que había menguado, y tomando unos grandes cojines y un mullido cobertor nos acomodamos echados sobre la alfombra, formando los tres un estrecho semicírculo, donde nuestros pies descalzos se entrelazaban.

Las llamas cobraron pronto nueva vida, se alzaron y rugieron en la chimenea, como si quisieran manifestarnos el poder y la magia de su luz y su sonido.

- Hace miles de años -habló Lilith- la humanidad se dividió en dos ramas evolutivas, habitando cada una un universo paralelo: el mundo que tú conoces y el mundo del que venimos ahora nosotras. Desde la realidad que conforma nuestro universo hemos traspasado las fronteras entre estos dos mundos muchas veces. A lo largo del tiempo, los que habitamos el mundo original hemos venido a ayudar a los seres humanos que fueron expulsados al universo paralelo que tú conoces, y que constituyeron otra rama evolutiva diferente: a la que tú perteneces en la actualidad.

La escuchaba en silencio, pero sus desconcertantes aclaraciones eran sólo la puerta a dudas aún mayores. ¿Me narraba una fábula o sería una historia real? Preferí indagar sobre nosotros.

- ¿Y cual fue nuestra relación en el pasado? Habéis dicho que los tres nos conocimos, y que nos amamos. -interrogué confuso.

- Cierto amor mio- respondió entonces Tanit-, tú venías con nosotras, hasta que te perdiste y caíste, pasando a esta otra rama de evolución de la humanidad. Entonces dejaste de ser de los nuestros... Y desde ese momento perteneciste a los seres humanos ordinarios, olvidando todo tu pasado, durmiéndose tu conciencia, y pasando al ámbito de poder y de jurisdicción de los Otros.

- ¿Por qué ... caí?

- Porque respondiste a la violencia con más violencia, al mal con sus propias armas, y perdiste toda tu libertad ... y todo tu poder. El propósito del alma en el mundo está en despertar y superar el influjo del mundo, no en caer bajo su hechizo.-declaró muy seria Lilith.

- Desde entonces tu conciencia ordinaria está sumergida en las tinieblas. -repuso mi otra amiga con una ligera humedad en sus azules ojos.

- ¿Las imágenes que se presentaron cuando apareciste, qué significan? -me dirigí a la misteriosa chica de los ojos negros.

- Fue la última vez que estuvimos juntos en tu mundo, amor mio.

- ¿Que era el fuego?

- Eran las hogueras. El fuego de las hogueras donde hace casi ochocientos años nos quemaron a Tanit y a mí.

- ¿Y que pasó conmigo?

- Te vengaste tanto. Odiaste tanto... Que en esa vida y en las sucesivas te hundiste en el mal. -repuso Lilith, mientras yo veía de nuevo el fuego terrible reflejarse en la oscuridad de sus hermosos ojos.- Hasta hoy.-agregó tras una pausa. - Cuando hubo un resquicio por el que podía pasar la luz de tu alma, yo regresé. -intervino ahora Tanit. - Porque yo paso desapercibida.

- Para mi no pasas nada desapercibida, cariño. -le dije- Y las dos se rieron.

- A los Otros les cuesta mucho localizarme e identificarme.

- ¿Quién os quemó en esas hogueras? -pregunté, dudando si el recuerdo sería pertinente.

Lilith respondió:

- Nos quemaron los sacerdotes de los dioses masculinos, que crearon una religión a su imagen y semejanza.

- Usaban la religión para justificar su injustificable poder. -añadió Tanit.

- La guerra comenzó hace mas de tres mil años. -continuó Lilith- Nosotras hemos venido a este mundo muchas veces, pero en esa ocasión fue un trágico y doloroso final. Tú eras hasta entonces uno de los nuestros.

- ¿Y podría ocurrir hoy igual? -pregunté preocupado.

- En todo este tiempo que no hemos regresado ha habido cambios decisivos en nosotras.

- Logramos completar la alquimia interior, ... y poseemos ya el grial. Ahora sólo los Otros tienen algún poder que nos pueda dañar.

Las contemplaba y mi desconcierto iba en aumento. La historia que me estaban contando era muy fantástica, demasiado fantástica. ¿Debía creerlas? Sólo tenía que abrir la puerta y comprobarlo.

Me incorporé. A través de los cristales la noche parecía eterna. Las horas del reloj no pasaban. Los dígitos se habían detenido hacía tiempo en la una de la madrugada. Caminé hacia el vestíbulo. Me detuve ante la puerta de entrada ... , y, tras unos segundos de duda e indecisión, tomé la manivela y la giré. La puerta no se abrió. Estaba echada la llave y esta no se encontraba allí.

- Está cerrada por tu seguridad. -escuché a lo lejos la voz de Tanit.- Si salieras fuera, el vértigo del no-tiempo y el no-espacio te atraería con la fuerza de un agujero negro.

Volví al salón donde ardía el fuego y donde se encontraban mis encantadoras y misteriosas amigas. Aunque esa noche su dulce compañía más que misteriosa ... era casi sobrecogedora.

- ¿Estamos flotando en algún lugar? -me atreví a preguntar, de nuevo junto a la ventana.

- Tonto. -repuso en tono cariñoso Tanit- Estamos flotando en la nada. ¿Cómo no lo adivinas? Nos hallamos en el seno de la Diosa.

- Eso es incomprensible. No tiene lógica.

- Ahí fuera no hay ninguna lógica. -prosiguió mientras me miraba con sus luminosos ojos azules. Ambas se rieron.

- Ni pasado, ni futuro, ni materia, ni energía... Nada. -matizó Lilith.

- ¿Y hasta cuando vamos a permanecer aquí?

- Hasta nunca. -dijo una.

- Hasta que nosotras queramos. Ven y no te inquietes más.

Regresé a la gruesa alfombra y me acomodé entre ellas. En medio de sus cálidos cuerpos. Pensé que quizás sería mejor que me durmiera de nuevo. Al despertar..., la lógica tal vez volvería.

- Escúchanos. A nuestro lado estás seguro. -dijo Tanit, mientras ambas colocaban sus suaves manos sobre mi pecho.

- Nosotras somos dos y somos una. -escuché que decía Lilith, envuelta en sus largos y ondulados cabellos negros- Somos las portadoras del Grial, y nuestras hermanas son miles en el mundo. Amamos y servimos el aspecto Femenino de la Divinidad, el único que es eterno e inmutable. Somos su manifestación humana. El grial está ahora en nosotras, pero también, si lo buscas, lo hallarás en ti.

Por unos instantes reinó otra vez el silencio. No lograba que el sueño llegara de nuevo, pues mi conciencia parecía estar muy alerta y despierta.

- ¿Y tiene lo divino igualmente un aspecto masculino? -pregunté.

- Claro que si. -continuó ahora Tanit- El aspecto divino masculino es necesario ... e imprescindible que se desarrolle también, pero nace o se desdobla siempre del aspecto femenino. Después muere y vuelve a él. ¿No has visto nunca una Virgen Negra en su trono con un niño en su regazo? ¿Que crees que significa?

- Hace tres mil años, esta rama evolutiva de la humanidad introdujo la misoginia en la religión, y se rompió el equilibrio entre la diosa y el dios. -enfatizó Lilith- Desde entonces han pretendido que la mujer esté sometida al hombre y han creado cultos religiosos falsos para justificar su tiranía y su opresión.

- La guerra entre los seguidores de la Diosa y los seguidores del separado aspecto masculino de Dios perdura desde entonces. Y ya sabes quien la ha ido ganando. -añadió Tanit.

- Sí, eso no necesito que me lo expliquéis.

Las dos prosiguieron:

- Ellos han empleado sistemáticamente la fuerza y el engaño. Y nosotras, las hijas e hijos de la Diosa, no podemos hacer ninguna de ambas cosas.

- Han sugestionado al género femenino humano para que creamos ser portadoras de impureza y de pecado.

- Con su tiranía han mutilado la expresión de nuestra propia naturaleza.

- Las mujeres hemos sido anímicamente sometidas desde entonces.

- No sólo anímicamente.

- También nuestros cuerpos y nuestros actos.

- Cada vez más, incluso perdura hasta hoy.

Me atreví a intervenir:

- Pero en algunos países del mundo la tendencia hace tiempo que cambió.-alegué, en vista del proceso de liberación femenina que en Occidente comenzó hace más de un siglo.

Pero mi argumento no fue de su interés.

- Durante centurias las que se rebelaron fueron torturadas y quemadas. -me recordó Lilith. - Las llamaban brujas y adoradoras del demonio.

- Todos los seres humanos que se rebelaban eran torturados y quemados. - remarcó Tanith.

Prosiguieron hablando mientras las contemplaba en silencio. Sus caras muy cerca de la mía.

- En nombre de su dios.

- En nombre de sus dioses machistas.

- Siempre hipócritamente.

- ¡Cuantas guerras en nombre de esas falsas religiones!

- ¡Cuanto sufrimiento para esta humanidad!

- Vendían parcelitas de cielo por dinero.

- Otros prometían el paraíso.

- Se atribuían siempre la única verdad.

- Crearon con sus mentes retorcidas la culpa, el pecado, el diablo y el infierno.

- ¡Pero si el diablo eran ellos!

- E hipócritamente ellos pecaban más que nadie.

No exageraban mis dos amigas. Desde hace miles de años la misoginia camuflada se ha ido extendiendo por la cultura humana. Esa visión mental del mundo desprecia, subordina y oprime a lo femenino, sea más o menos veladamente. Las mayores religiones del mundo consideran impuro todavía a lo femenino y sus manifestaciones. Como si lo femenino fuera una naturaleza débil, lasciva y pecaminosa. De ahí que los sacerdotes y líderes espirituales tengan que ser siempre hombres, pues se atribuyen a sí mismos el privilegio de realizar actos puros y representar a la divinidad (una especie de gran espíritu de carácter marcadamente masculino). La sexualidad, la menstruación e incluso dar a luz (el acto sagrado de engendrar y parir las mujeres a los niños), fueron perversamente considerados en antiguos textos religiosos como actos o momentos impuros. El deseo sexual en la mujer era juzgado lo más pecaminoso y diabólico. Y todas estas paranoicas ideas todavía las piensan algunos.

- La sombra de todo este mal aún se proyecta en nuestros días. -aseguró mi amiga, que transmitía luz con la simple mirada de sus brillantes ojos azules.

- La misoginia es un virus que se introdujo en la religión hace miles de años -dijo Lilith- e imposibilita que el ser humano reconozca su verdadera y auténtica naturaleza espiritual íntegra y profunda.

- ¿Por qué vosotras tenéis un aspecto tan joven y habláis como si tuvierais mil años?- se me ocurrió preguntar.

- Este es el aspecto que queremos tener para ti. -respondió Tanit.

- La religión que la gente conoce es una religión de viejos. Hecha por viejos para viejos... Dios no es viejo. Dios es eternamente joven. -expuso mi nueva amiga.

- Algunos imaginan a Dios como un viejo con largas barbas blancas que dirige el Universo desde el Cielo. -prosiguió Tanit.

- Pero Dios nos es un viejo -repuso otra vez Lilith.

- No. Dios es una Vieja. -replicó enseguida Tanit.

Y las dos se destornillaron riendose con el chiste, aunque yo al principio no lo comprendí.

- Dios es una Energía Consciente muy Vieja.-se dignó Lilith a explicarme, compadeciendose de mi inexpresiva cara.

- Muy Vieja. Pero eternamente Joven. -puntualizó la otra.-Pues el tiempo no existe para Dios.

- ¿Por qué os reis tanto?

- Cuando lo divino se manifiesta en el universo lo hace como una Energía Femenina, y sólo utiliza su Energía Masculina complementaria para poner en marcha la creación. Dios es primero Madre y por tanto, luego, lo masculino es el Hijo. -expuso Tanit.

- O el amante -replicó la otra-, ... cuando crece.

- En realidad todo es lo mismo. Lo divino es siempre lo divino, una Unidad. Y todo esto sólo son formas antiguas de hablar. -sentenció Tanit.

- Lo que llamamos divino es algo imposible de definir. Pero hablamos así porque la percepción humana lo puede captar mejor de esa forma bipolar.

- Por algo los seres humanos, que estamos hechos a semejanza de Dios, somos bipolares.

- ¿De qué Dios estás hecha a semejanza tú? - preguntó Lilith a Tanit.

Y las dos se ahogaron con sus risas. Tardaron un buen rato en dejar de convulsionarse. Cada vez me hallaba más desconcertado. ¿Estaban locas las dos chicas o era yo el que estaba loco?

- Quizás te estamos aburriendo. -quiso saber mi amiga de los ojos azules.

- Aunque esta noche es eterna ... tu conciencia pronto se agotará amor mio.-me dijo Lilith, ya muy seria.- No debemos distraerte más. Tienes que conocer ahora el propósito de mi visita. Hemos estado hablando así este tiempo para que desapareciera de ti el miedo.

- El amor que nos une a los tres es un amor que está más allá de la vida y la muerte. -aseguró Tanit- Confía en nosotras ... incluso cuando pronto nos vayamos y no nos veas más en lo que resta de tu vida.

- Confío en vosotras - repuse mientras acariciaba con mis manos las caras de ambas- No tengo miedo alguno. Escucho lo que tengáis que decirme.

- ¿Nos creerás por muy increíble que parezca? -quiso saber Lilith.

- Nada me parecerá más increíble que estar aquí esta noche ... fuera del tiempo y el espacio...con vosotras.

- Es un milagro que hemos creado para que podamos estar juntos. -aseguró de nuevo Lilith.

- Somo magas. -dijo Tanit, y de nuevo se echaron a reír. Pero enseguida retomaron esta vez la seriedad.

- Esta casa es una guarida en un confín ilocalizable del universo. Está entre dos mundos paralelos. A salvo de los Otros. Es un punto intermedio donde yo puedo llegar y a ti te hemos podido traer, pero ellos no tienen posibilidad alguna de alcanzar. -me explicó Lilith.

- ¿Estamos viajando a través del espacio-tiempo? -quise saber.

- No. Estamos al margen. En un mini espacio-tiempo o universo privado. Aunque ... también serviría, si lo pretendiéramos, para viajar por el universo global. -respondió Lilith.

- El motivo de que estés ahora aquí es que yo pronto me marcharé- me reveló Tanit-, pero te vamos a dejar una misión y un regalo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

12. LA MISIÓN.

 

 

Las vivas llamas del fuego danzaban incansables transmitiendo su mágico hechizo a todas las sombras de la habitación. La chimenea devoraba poco a poco la pila de leña, mientras transcurrían las horas inmedibles que estaban fuera del tiempo.

- El universo es infinito porque la conciencia es infinita. -dijo Lilith, contemplándome con sus bellos ojos, donde cabía toda la negra profundidad del firmamento.

- Es la percepción y la conciencia quienes ponen límite al universo. -continuó.-Todo lo que el ser humano común puede percibir, ver, imaginar, pensar, concebir ..., es tan sólo una parte insignificantemente pequeña de la completa totalidad de la realidad. Una parte que además en el fondo es falsa, pues está construida por una mente que funciona de forma errónea.

Esas palabras de Lilith me parecían carentes de sentido. Sin embargo Tanit prosiguió a su vez con el desconcertante discurso.

- El mundo ordinario que percibes es tan sólo un sueño relativamente estable construido por tu conciencia.

- No creo que la materia sea ningún sueño.- respondí escéptico.

- La materia es la realidad perceptible de otra realidad más profunda que es invisible. - me aclaró, como si eso fuera lo más natural.

- El mundo es en verdad mágico -declaró Lilith-, pero la humanidad se empeña en reducirlo a algo ordinario. Desde la infancia se educa a la conciencia perceptiva para que esto sea siempre así. Es un sistema de educación con miles de años de antigüedad, que con el tiempo se refuerza y se perfecciona más a sí mismo.

- ¿Cómo escapar de ese sistema? -pregunté.- Los sacerdotes hablan también de una realidad invisible transcendente que veremos después de la muerte. ¿Es algo auténtico?

- La religión habla de un mundo sobrenatural y transcendente, cargado de dogmas morales, que espera más allá de la muerte. -continuó Lilith- Esa es la gran mentira que, junto con otras, perpetúa la fuerza del sueño. La magia hay que buscarla ahora y aquí, no en un falso paraíso quimérico situado en otra vida, que prometen si se les cree y obedece.

-Es cierto que existe un más allá, -intervino Tanit- pero es porque el ser humano se empeña en crear el más acá. La conciencia un día se liberará y eliminará todas las fronteras. No existe otra vida, sólo existe una vida.

- Eso que dices me asusta.- repuse con sinceridad.

- Asusta a tu ego. El ego se encuentra cómodo en su mundo pequeño.-respondió de nuevo ella.

- Pero ese mundo pequeño que dices es nuestra escuela.-argumenté- Tal vez no estamos preparados todavía para otra cosa.

- Efectivamente -habló ahora Lilith-, el mundo que conocéis es un Parque de educación para el alma creado en medio de la inmensidad del Cosmos. Pero no me refiero sólo a la materia física, sino a los límites que hay establecidos en la conciencia y que delimitan la extensión del Parque. Todas las creencias, incluidas las teorías científicas, son fronteras que habéis fabricado.

- Pero algunas religiones sostienen que existe un Jardín del Edén o Paraíso del que la humanidad fue expulsada para sufrir el destierro en este supuesto Valle de Lágrimas.- cuestioné.

- El Valle de Lágrimas es una creación de la mente del ser humano ordinario-repuso Lilith-, y desde luego la humanidad que tú conoces vive marginada de un universo paralelo que podrías denominar como Paraíso. Pero el destierro es una necesidad obligada para la evolución del alma. El destino final es sin embargo ser un receptáculo individual de la conciencia infinita y divina del universo.

- ¿Y esta casa en la que ahora estamos es también una parte de ese Parque o es un aula de un tipo diferente? -me atreví a preguntarles.

- Esta casa es un aula especial sólo para ti.- repuso Tanit con una traviesa sonrisa.

- Un aula provisional. -añadió Lilith, sonriendo a su vez.

- Un espacio-tiempo sólo para nosotros tres.-agregó de nuevo, mientras divertida me guiñaba un ojo.

Sin embargo mis dudas crecían en vez de desaparecer. ¿Qué grado de realidad tangible tenía esta casa o esta experiencia?. ¿Estaba ahora en un mundo real y material o me hallaba en algún nivel desconocido de conciencia entre la vigilia y el sueño?

- ¿Nos encontramos en una estructura de materia real o es la materia de un sueño?. -me aventuré a saber.

- Es un sueño construido de materia real. -dijo Tanit.

- Pero cuando después lo recuerdes te parecerá tal vez un etéreo sueño. - prosiguió misteriosamente Lilith.

- ¿Es una adivinanza?

- La vida entera es una adivinanza. -repuso inmutable ella.

- ¿Me vais a explicar cuál es la misión que me queréis encomendar? ¿O pretendéis que también lo adivine? -pregunté, intentando finalizar un dialogo en el que yo no sentía pisar terreno firme.

- Claro cariño -terció Tanit ante mi impaciencia-, pero lo que ahora vas a escuchar te parecerá más increíble aún que un sueño.

Lilith se levantó y en silencio se desnudó. Caminó despacio por el amplio cuarto, confundiendo la silueta de su bella y encantadora figura con las móviles sombras que creaba el resplandor de las llamas del fuego.

- Este cuerpo que ves no es mi único cuerpo. -dijo como si planteara un enigma- Aunque ahora no lo puedas comprender, una parte de mi conciencia se encuentra en estos momentos en otro lugar distinto, habitando un cuerpo diferente.

- ¿Un cuerpo humano? -quise saber.

- Un cuerpo femenino, pero muy distinto a éste.

- Si Lilith estuviera en el universo que tú conoces tal como es ella en su totalidad -me explicó ahora mi primera amiga-, los Otros intervendrían inmediatamente para expulsarla. Su campo de energía personal es tan grande y de unas características tan singulares que es imposible de ocultar a sus sistemas de vigilancia. Los Otros tienen el poder de penetrar planos de realidad que son desconocidos por la humanidad ordinaria. Pueden detectar los campos de energía internos del cuerpo y el alma. Por eso Lilith ha transferido una parte de sí para crear otro ser, que ha nacido de unos padres humanos corrientes.

- Mi conciencia puede ubicarse en dos cuerpos al mismo tiempo. -explicó Lilith- Dos cuerpos y dos mentes conscientes distintas, pero un sólo espíritu, un único y compartido supraconsciente (el ser superior de cada uno que se halla unido con el Poder Creador).

- Mi otro cuerpo y mi otra mente, nada saben de mi. -continuó al comprobar mi silencio y desconcierto- Su conciencia ordinaria me ignora, pero lo que ella siente y vive, lo siento y vivo yo también, pues ella y yo somos una aunque seamos dos.

- ¿Quieres decir que has nacido de nuevo en el mundo aún conservando este otro cuerpo de materia? -la interrogué.

- Eso es exactamente lo que he dicho. He dividido mi conciencia. Estoy en dos cuerpos simultáneamente, pero cuyas conciencias y mentes ordinarias no están integradas.

- Ahora no somos ya dos, somos tres. -agregó Tanit, aunque sin duda en broma, pensé, pues esa tercera persona aún no sospechaba siquiera quien era en realidad.

- ¿Y que fin tiene eso? -continué preguntando.

- El fin principal es poder estar en tu mundo sin que los Otros me descubran. Con un cuerpo nuevo, y sin realizar el trabajo alquímico, nada me diferencia aparentemente de un ser humano común. -explicó Lilith.- Hasta el nivel de realidad que los Otros pueden penetrar, yo no estaré presente para ellos en el mundo.

En verdad todo el relato que escuchaba me parecía bastante delirante. Sin embargo proseguí mis indagaciones, como quien busca desvelar el argumento de una extraña novela.

- ¿Y por qué pretendes estar otra vez en mi mundo?

- Simplemente porque lo deseo, porque quiero expandir mi conciencia de otra forma, y también para actuar en contra del poder de los Otros sin que ellos me detecten.

- Es un plan tan increíble que se escapa a la razón.-repuse ante el fantástico planteamiento.-¿Pero qué tengo que ver yo con todo eso?

- ¿Cielo, como es que aún no lo imaginas? -exclamó, fingiendo sorpresa, mi amiga de los ojos azules.

- Tú formas parte indispensable de mi secreto plan. -dijo Lilith muy seria.- Te necesito para que acompañes a mi nuevo cuerpo en el mundo, para que me cuides, ... y me ayudes a despertar progresivamente.

- Por eso los Otros no deben descubrirte nunca junto a mi.-añadió Tanit.- Cuando yo me marche, buscarás a Lilith, que se oculta tras esa otra personalidad diferente e inconsciente de su propia identidad original. Muy despacio la ayudarás a despertar. Queremos descubrir qué ocurrirá cuando se recuerde a sí misma.

- A lo mejor no es posible. -especulé.

- Jonás tiene razón. -repuso Lilith- Aún no sabemos que pasará en esa nueva conciencia desgajada de la mía.

- Tendrás que ser muy cuidadoso y paciente- prosiguió Lilith, dirigiéndose ahora a mi- Nada debe poner en peligro su estabilidad psíquica. Antes es preferible que no "despierte" ... a que ese despertar se encauce por una vía no deseable. El equilibrio de la conciencia humana ordinaria es muy delicado y frágil.

-¿Y por qué no se encarga Tanit? -quise saber, pensando que ella lo haría mejor que yo.

- Tienes que ser tú. -sentenció Lilith- Contigo tendrá que realizar, en su momento, de nuevo la obra alquímica.

- ¡Pero yo aún no sé hacer eso! -protesté consciente de mi limitación.

- Ambos lo aprenderéis juntos. Así será más lento y natural. Además, si todo va bien, ella pronto te superará. -respondió Lilith.

Estaba desconcertado. Me sentía inseguro. Era una responsabilidad sumamente grande, que yo no estaba convencido de poder asumir.

- ¿Dónde se encuentra ella y cuando será eso?- inquirí cauteloso.

- Está en tu mundo, por supuesto. Y el tiempo será ... cuando tú estés preparado. -dijo la chica de los ojos negros.

Me hablaba de una bilocación, de un desdoblamiento, de una doble ubicación de su conciencia. Pero también de otra cosa más alucinante y sobrenatural todavía. Me hablaba de una reencarnación en vida, de una reencarnación voluntaria y planificada. Una reencarnación con una finalidad que quizás yo no acababa de comprender en su totalidad, pues estaba casi seguro de que aún no conocía todo el argumento de la trama que estos seres extraños estaban urdiendo. ¿Sería yo un simple peón en sus manos? A veces no podía evitar desconfiar.

- ¿Cuanto tiempo hace que naciste de nuevo? -pregunté al salir de mis cavilaciones.

- Mi otro yo aún es muy joven.-dijo Lilith arqueando graciosamente las cejas con un aire infantil.

- Cuando llegue el momento preciso deberás buscarla con todo tu ser. -me instruyó Tanit- Porque para ti, ese será el inicio de la búsqueda del Santo Grial. Y el Grial ... es también nuestro regalo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

13. LA OLA DEL PLACER.

 

 

Mientras en la chimenea crecían y oscilaban las mágicas llamas del fuego, nosotros nos desnudamos y comenzamos a bailar. Danzamos sin pausa durante un tiempo largo, tal vez el equivalente a un par de horas. Bailamos unidos unas veces y separados otras, hasta que el agotamiento nos obligó a desplomarnos sobre el suelo alfombrado, buscando fatigados el descanso. El aire fluía con fuerza por nuestros abiertos pulmones y todo nuestro cuerpo se encontraba extenuado, pero simultáneamente también fortalecido.

Contemplaba a mis dos bellas compañeras, con su piel sudorosa brillando al igual que la mía. Los tres sonreímos y pronto nos abrazamos. Despacio recorrí sus cuerpos con mis besos. Acaricié sus cuellos, sus rostros, sus cabellos. Abracé sus preciosas cinturas. Besé sus pechos, sus espaldas, sus vientres. Ellas devolvían mis besos multiplicados, y pronto fueron sus dulces caricias las que me desbordaron.

Bebí el néctar de sus bocas, hasta que la miel que brotaba bajo sus lenguas me embriagó. Nuestros cuerpos parecían ser uno solo que se manifiesta trino, despertando al amor y al placer. Sin embargo sólo era el comienzo aún, una primera ola de sensación en un mar inmenso y casi infinito.

Los hermosos labios de mis encantadoras amigas no se detuvieron. Simultáneamente se ocuparon de hacer subir el deleite a un nivel exquisito en cada una de las partes de mi cuerpo. Sus dulces lenguas acariciaban y humedecían los más escondidos rincones. Uno a uno, los dedos de mis pies se perdían largo tiempo en el interior de sus bocas, naciendo en ellos delicadas olas de placer que subían como una corriente sutil por mis piernas y mi espalda. Mi sexo fue a su vez absorbido por la cálida oscuridad del templo donde oficia la húmeda lengua, y allí fue bañado y perfumado de forma deliciosa durante un tiempo interminable. No distinguía ya cuales eran mis propios límites corporales, pues las sensaciones se tornaban tan intensas que todo mi ser se estremecía e incluso mi pensamiento se detuvo.

- Toma con tus labios el dulce néctar que mana de nuestras bocas, y que es la fuente de la vida. -dijo la voz de una.

- Aunque hay otro néctar aún más poderoso, que brota en una fuente sumamente secreta. Una fuente que se halla escondida a la entrada de la cueva donde se oculta el Grial. -añadió con misterio la otra.

- A ese néctar embriagador lo llaman el néctar de la luna, o también el néctar de las hijas de la diosa. Algún día también te lo entregaremos para que tu cuerpo elabore el proceso de su alquimia. -escuché, sin distinguir bien de quien procedían esas palabras.

Una de sus bocas besaba con dulzura mis labios, mientras nuestras lenguas jugaban de manera delicada y deliciosa. La otra chupaba y lamía de forma lenta y cálida mi sexo, y lo bañaba profusamente con su tibia y húmeda saliva.

La suave piel de mis amantes producía exquisitas sensaciones en la mía. Nada parecía existir en esos momentos más que olas crecientes de placer. Cada vez más altas, cada vez más intensas, cada vez más profundas. Las ondas deliciosas recorrían todo mi cuerpo, tanto en la superficie como en el recóndito interior. Cada célula sentía placer. Cada miembro, cada órgano, cada vértebra. El penetrante éxtasis brotaba de profundidades desconocidas, invocado ardientemente por las manos, los cuerpos y las dulces bocas y lenguas de mis encantadoras amigas. La intensidad se elevó hasta un punto donde no pude soportarlo más, y entonces ellas, de pronto, se detuvieron.

Tenía la sensación de estar a punto de estallar. Todo mi cuerpo temblaba y se estremecía, recorrido por voluptuosas oleadas de gozo que seguían brotando por sí mismas, como si un maravilloso circuito se hubiera activado y puesto en marcha. Transcurrieron largos minutos hasta que la paz y la calma poco a poco me poseyeron. Sentía mi cuerpo liviano y muy ligero, con límites poco definidos. Mis dos magníficas amantes parecían estar materialmente fundidas conmigo. Y al mismo tiempo percibía también una energía suave pero poderosa que me invadía y fluía dentro de mí, llenándome y reconfortándome.

El dulce juego del amor se había detenido. ¿Cuánto tiempo hacía que lo habíamos iniciado? No tenía forma alguna de calcularlo.

Lilith yacía a mi derecha y Tanit a mi izquierda. Ambas sonreían.

¿Quiénes eran estos dos enigmáticos y maravillosos seres? En esos momentos me sentía tan unido a ellas que me parecía como si los tres fuéramos sólo uno; como si nuestras mentes, nuestros corazones y nuestros cuerpos estuvieran totalmente fundidos e integrados. Tenía una extraña percepción de mí mismo, semejante al despertar de un sueño. Una parte olvidada y desconocida de mi ser profundo parecía aproximarse a la delgada superficie de mi mente consciente. Sentía su presencia, calmada y fuerte, pero no me resultaba posible definirla racionalmente.

Lilith fue la primera que habló.

- Los devotos de las religiones más machistas creen que, en el Paraíso Celestial que les prometen, van a estar rodeados de complacientes muchachas que satisfarán todos sus deseos y pasiones.

La escuché atónito. Continuó Tanit.

- Otras religiones piensan que en el Cielo permanecerán todo el tiempo a los pies de Dios adorándolo.

- Yo gustoso os adoraría a vuestros pies a las dos. - repuse espontáneo interrumpiendo su frase. Tomé acto seguido un precioso pie desnudo de cada una de ellas, rodeándolos con mis dedos y estrechando sus plantas con las palmas de mis manos.

Las dos se rieron. Pero después Lilith, muy seria, me advirtió:

- Amor mio, ten cuidado, porque el placer por sí solo, cuando no va acompañado del espíritu, puede ser una peligrosa trampa.

- Mi espíritu sólo desea ser uno con vosotras.-respondí sincero.

- No con nosotras sino con la diosa que está en nosotras -me rectificó Lilith-, pero que también se halla en todo aquel corazón que sinceramente desea recibirla. Es a la diosa a quien debes de amar, y no a nosotras por nosotras mismas.

Las dos me contemplaban con sus brillantes ojos. Sus caras muy cerca de la mía. Estaba seguro que las amaba. Así mismo presentía que habíamos estado ya juntos en el pasado. ¿Por qué no podía ser posible haber vivido antes otras vidas? ¿Simplemente por no recordarlo conscientemente?

Nos cubrimos con una manta. Nuestro contacto era tan íntimo que los tres parecíamos uno solo. Agradablemente sentía la suave piel de sus cuerpos. ¡Qué deliciosa era la compañía de mis dos encantadoras amigas! Otra vez me planteé estar soñando.

- ¿Dónde se encuentra en realidad esta casa? -insistí reiterativo- ¿Qué lógica tiene permanecer entre dos universos?

Las dos se rieron de nuevo, como si mi preocupación les resultara divertida.

- Estamos en un agujero del espacio-tiempo. -me explicó al fin Tanit.

- Aunque tu mente percibe la materia del mundo como un todo continuo, debido a que desde pequeño te han enseñado que eso es así, en realidad está llena de túneles y agujeros.-me aclaró ahora Lilith.

- Agujeros y túneles que se pueden abrir y cerrar. -continuó Tanit- Agujeros y túneles que a veces llevan a otros puntos del espacio-tiempo, incluso a distintos universos. Es un concepto que resulta disparatado para una estrecha y lineal mente lógica de un ser humano ordinario.

- Es un concepto alucinante y que produce miedo. -maticé yo.

- Nosotras ya nos hemos acostumbrado y podemos entrar en esos agujeros a voluntad.-repuso Tanit.

- ¿Y como podéis hacer eso? ¿Cómo podéis modificar el espacio tiempo?

- El espacio-tiempo ya es por sí mismo así, nosotras no lo modificamos, simplemente lo manejamos. -dijo impasible Lilith con su hermosa voz.

- El espacio-tiempo es en realidad como un queso gigantesco lleno de muchos agujeritos. -bromeó Tanit.

- Únicamente buscamos los agujeros.

- O nos introducimos en los túneles, viajando por la profundidad de la pre-materia, a través de una intrincada red de no tiempo.

- Nadie nos puede hallar en un agujero del espacio-tiempo.

- Porque no estamos en ningún lugar.

- Ni en ningún tiempo.

- ¿Dónde entonces? -las interrogué siguiendoles la corriente en su demencial argumento.

- ¿Dónde vamos a estar si no? -exclamó fingiendo asombro Tanit- Estamos en el vientre de nuestra Madre.

- ¿ Os referís al Seno de Dios antes de la Creación?. (1)

- ¡Bien cielo! -exclamó mi amiga a la vez que palmeaba- Veo que vas recordando.

Pero su respuesta sólo consiguió dejarme estupefacto.

- La Casa de nuestra Madre tiene muchas moradas. -habló Lilith- Pero a través de todos esos universos se puede también viajar.

- ¿De qué forma y a través de qué medios? -pregunté desconcertado.

- Con el poder divino, que nos otorga el grial, nuestra mente puede modificar la estructura del tejido del espacio-tiempo. -declaró Lilith.

- ¿Pero como es posible que la mente mueva una casa entera? -exclamé escéptico.

Tanit salió de la manta que nos cubría, mostrándome su maravilloso cuerpo. Se desperezó como un gato y, mientra caminaba por la caldeada habitación, dijo con calma:

- Cariño, nosotras no hemos movido la casa ni un centímetro. Estás muy confundido. Sólo hemos curvado un poco el espacio-tiempo y la casa se ha colado dentro. Luego hemos cerrado el agujero.

- Y si alguien hubiera contemplado ese sobrenatural fenómeno ...¿que habría visto? -inquirí curioso.

- Hemos procurado que nadie lo vea. Por eso lo hicimos de noche. -respondió Lilith- Pero en cualquier caso sólo habría percibido cómo aumentaba la distancia de la casa en el paisaje hasta desaparecer. No obstante toda mente humana que observe este proceso puede verse atraída y arrastrada. Cómo eso es peligroso, y en este caso indeseable, es preferible que nadie más esté presente.

- Tal como lo hemos hecho, si hubiera habido luz, un hipotético observador habría sido irremediablemente absorbido. -precisó Tanit a la distancia, mirándome con sus brillantes ojos azules.

-Pero si nadie mira, no corre el riesgo de que su cuerpo y su mente sean atraídos por la distorsión que se produce en el tejido del espacio-tiempo. -dijo la chica del cabello negro.

(Después comprobé en varias ocasiones que también se puede disimular el fenómeno mediante una niebla, una oscuridad, una luz o una simple distracción, que encubren aquello que va a entrar o salir de este espacio-tiempo)

- También podemos introducir a alguien sin que él se dé cuenta. -añadió Tanit.

- Yo no he sentido nada, ni física ni mentalmente. -argumenté.

- ¿Por qué ibas a sentir algo? Tú no te has movido. -explicó mi amiga de los cabellos castaños.

- Recuerda que se trata de abrir un túnel y que éste te traga, sin que a veces haya percepción alguna. -dijo Lilith inquietándome.

- Túneles pequeñitos o muy grandes. -agregó Tanit en voz baja desde el otro lado de la habitación.

- Túneles dentro de túneles. Pasajes, madrigueras, cuevas e invisibles pasillos, ..., que se esconden en el espacio-tiempo que constituye la materia. -pronunció con voz afectadamente misteriosa Lilith, mientras me miraba con sus profundos ojos negros.

Y en ese mismo momento, tuve la sensación de que Tanit se introducía de pronto dentro de la manta, a mi espalda, sin que hubiera tenido tiempo real de recorrer los más de siete metros que nos separaban. Me estremecí por la inesperada sorpresa de sentir de nuevo su cuerpo junto al mio, pues había transcurrido tan sólo un fugaz instante desde que perdiera el contacto visual con ella al otro lado del salón.

Enseguida las dos comenzaron a recorrer con sus dedos mi piel tratando de provocarme cosquillas. Pero estaba seguro de que Tanit no había recorrido andando la distancia desde la que había hablado un segundo antes. Sencillamente había surgido a nuestro lado.

- ¿Cómo has venido? -logré preguntar mientra trataba de evadirme de la exploración juguetona de sus manos.

- ¡Esta casa está llena de agujeros! -exclamó como si se quejara- ¡Es una calamidad Lilith! Sin darme cuenta me he colado por uno y he caído junto a vosotros.

- ¿Y no te has hecho daño? -contestó la aludida, que se hallaba con el rostro oculto debajo de la manta.

Me olvidé del irracional y delirante tema, y les seguí el juego de frotar y mimar sus adorables cuerpos. No tenía sentido continuar con algo que escapaba a mi comprensión. Junto a ellas todo era posible.

Durante un tiempo delicioso indeterminado, largo y corto a la vez, nos entregamos de nuevo a los dulces besos, los cálidos abrazos y las tiernas caricias. Sólo recuerdo que al final los tres nos dormimos relajados, hechos un ovillo y cubiertos por la manta, mientras el fuego parecía arder eternamente sin agotarse.

(1) El seno de Dios antes de la creación: Se trata del Vacío creador en el que no existe aún espacio ni tiempo. Este Vacío Absoluto, que es el germen de todo, está envuelto a su vez por el intra-espacio, lugar donde no rigen las leyes de la física de la materia tangible y donde la energía se encuentra en estado de plasma primordial. Aquí la realidad es una virtualidad infinita. Y las parte más externa o cáscara del huevo cósmico o divino serían los infinitos universos paralelos donde se manifiesta la forma.

 

14. LA FIESTA DEL AMOR.

 

 

Me desperté creyendo estar solo. Pero al incorporarme vi que Tanit y Lilit se encontraban cerca, sentadas sobre la alfombra. Estaban muy juntas la una de la otra, desnudas y mirándose a los ojos, pero no hablaban. De pronto se dieron cuenta de que las observaba y las dos dirigieron sus rostros hacía mi al unísono.

- Mi vida, ¿has descansado bien? -me preguntó cariñosamente Tanit.

- Muy bien. Me siento como si hubiera dormido todo un año. -contesté sinceramente, pues notaba mi cuerpo con energía y mi mente clara y relajada.

- Quizás debiéramos ducharnos y hacer luego una fiesta.-propuso Lilit- Celebremos que estamos juntos, pues no sabemos cuanto tiempo puede pasar hasta que nos reunamos de nuevo.

- ¡Estupendo! -exclamó alegre como una niña Tanit- Que el agua nos purifique, y luego nos vestimos y arreglamos para una maravillosa fiesta.

No tenía motivos para decir que no, así que todos nos incorporamos y yo las seguí, cogido de sus manos.

Subimos al piso superior y Lilit encendió la luz de esa planta. La inferior había estado alumbrada sólo por el fuego durante toda la noche. El conmutador funcionaba normalmente, y eso me hizo recordar la alucinante historia que ellas me habían contado. Se suponía que estábamos en un agujero del espacio-tiempo. ¿Cómo había por tanto suministro eléctrico?

- Si esta casa ya no se encuentra en el universo ordinario que yo conozco, ¿porqué hay corriente eléctrica? ¿Quien o qué suministra esa energía? Yo había creído vuestra explicación de que estábamos rodeados de la nada. -les pregunté al mismo tiempo que hacía un reproche, iniciando un amago de escepticismo. Pensaba que quizás estaban manipulando mi mente y todo era una simple farsa.

Las dos se rieron por lo bajo, muy divertidas. Tanit fue la que habló mientras caminábamos por el pasillo.

- Es cierto que no estamos ya en tu universo. Nos hallamos en un lugar fuera del tiempo, donde nadie nos puede encontrar, cariño. Pero nos suministra energía la Compañía Eléctrica Celestial, la mejor que existe.

- Sí, llega a todas partes y nunca falla. -agregó Lilit, y las dos volvieron a estallar en risas.

Acepté sus burlonas respuestas y nos introdujimos en el cuarto de baño. Era un lugar espléndido, muy lujoso y amplio. Había varios espejos, mármol de distintos colores, granito y otras piedras y maderas nobles por todas partes. El espacio de la ducha era tan generoso que podíamos compartirlo los tres perfectamente.

Por supuesto también había agua. Un suministro verdaderamente potente de agua. No pude reprimir el impulso volver a preguntar sobre esta cuestión.

- ¿También viene el agua de una Compañía Celestial?

- No, viene de un depósito muy grande que tiene la casa. -repuso Tanit.

- No vi ese depósito cuando llegamos.

- Está oculto bajo tierra. -respondió sin inmutarse.

- ¿Y también ha viajado en el espacio-tiempo?

- Claro. Hemos traído hasta los cimientos de la casa. ¿Cómo los íbamos a dejar? -concluyó Tanit.

Era vano seguir preguntando. Todo podía ser cierto o todo podía ser mentira. Mejor disfrutar de la ducha en compañía de mis extrañas amigas y no intentar razonar inútilmente más.

Los tres nos enjabonamos y nos frotamos mutuamente. A continuación dejamos que los caudalosos chorros de agua limpiaran y masajearan a fondo nuestra piel. Después de secarnos nos envolvimos en las toallas y fuimos a otra habitación contigua. Era un enorme y magnífico dormitorio. Había allí un mueble con dos cajas grandes de madera oscura muy bien talladas. Las abrieron y resultaron ser dos joyeros. Comenzaron a extraer y contemplar su contenido.

- Nos tenemos que arreglar muy bien para esta fiesta. -dijo Tanit.

- Es una fiesta del amor, y el amor debe ser siempre sagrado. -explicó Lilit. - Nos embelleceremos nosotras y te embelleceremos también a ti.

- Yo no suelo utilizar nunca ningún embellecimiento, más que la ropa. -dije en tono de disculpa.

- Pero estamos en una ocasión muy especial. -insistió la chica de los ojos negros.

Las dos se cepillaron el pelo. Después se pintaron cuidadosamente los ojos. Colorearon sus contornos y se alargaron la zona exterior con un rabillo de color negro al estilo egipcio. A continuación se pintaron la boca. Tanit de color rojo y Lilit de azul violáceo. También se tiñeron las uñas de las manos y los pies de los mismos colores.

- Ahora te pintaremos a ti. -dijeron las dos.

- No sé si me gustará. -repuse, pero no me resistí.

Me dibujaron los párpados y me alargaron el rabillo, al igual que habían hecho ellas. Después me pintaron los labios con un tono rosa suave. Nada más, por suerte.

Acto seguido volvieron a extraer de nuevo lo que contenían los joyeros de madera. Se colocaron pendientes, collares ... y pulseras en las manos y en los pies. Buscaron algo que no encontraron y al final eligieron un collar de perlas para ponermelo a mí.

- No creo que me siente bien. -protesté.

Me lo colocaron en torno al cuello, y me vino bastante justo, pues parecía pequeño para mi talla.

- Estás muy guapo, cariño. -insistió Tanit, intentando convencerme.

- Te deberíamos poner un pectoral de oro y piedras preciosas, como los egipcios. Antes había uno aquí. Pero alguien se lo ha debido llevar. -dijo Lilit, como si tal cosa.

- ¡ Mírate en el espejo !- exclamó mi amiga de los ojos azules- ¿Qué pareces?

- ¡Estoy horrible! -repuse. Pero no era del todo cierto.

Al fin y al cabo en muchas culturas antiguas los hombres también se ponían adornos y se pintaban. Los hindúes, los egipcios y los celtas, entre otros, y también muchos pueblos que denominamos primitivos.

El collarcito de perlas parecía hindú, pero al estar ceñido me recordaba el collar de oro retorcido que llevaban los celtas. Al mismo tiempo los ojos pintados al estilo egipcio producían una mezcla extraña, pero soportable a la vista.

- Te pondríamos una corona con una cobra levantada como a los reyes, pero aún no te la mereces. -dijo de pronto Lilit.

- Creo que sobra como estoy.-repuse.

Las dos se vistieron entonces con velos de distintos colores. Permanecieron descalzas. Yo me envolví la cintura con una tela de color rojo que me llegaba casi hasta los tobillos. Dejé mi torso al descubierto, pues en la casa hacía ahora bastante calor. Mis amigas completaron su acicalamiento con perfumes embriagadores y extraños que había en unas botellitas de cerámica.

Terminado nuestro arreglo para la fiesta, regresamos los tres al salón, donde ardía perenne el fuego. Pusimos una música muy suave y comenzamos a bailar lentamente. Durante un tiempo aproximado de una hora estuvimos de nuevo moviendo nuestros cuerpos, siguiendo el ritmo de la música. A veces danzamos separados y otras haciendo parejas. Nos intercambiamos besos. Ellas movían encantadoramente sus largas melenas al mismo tiempo que cimbreaban sus ágiles cuerpos.

Poco a poco nos fuimos desnudando, pues la ropa, aunque escasa, sobraba toda para danzar. Del baile pasamos al ritual del amor, sin hacer transición, como si fueran las dos partes de un todo continuo. Acaricié a mis amigas y ellas me acariciaron a mí. Besé sus bocas. Sus labios eran la dulzura de la fruta madura, y sus lenguas el jardín donde se destila la miel.

La gruesa alfombra volvió una vez más a recibir nuestros cuerpos. Recorrí lentamente con mis manos la suave piel de mis amigas. Acaricié la parte baja de sus pechos, lamí y succioné sus pezones, besé sus cuellos, sus mejillas, sus orejas, ...

- El amor es siempre sagrado. Hay que celebrar el amor como una fiesta. -dijo Lilith mientras me contemplaba con sus oscuros y profundos ojos negros.

- El cuerpo es sagrado. El cuerpo es el medio por el que se manifiesta lo divino en la materia. -añadió Tanit.

Y entonces sentí que una de ellas me daba unos golpecitos con el dedo en el sacro y en el coxis.

- Respira como te he enseñado- me pidió Tanit- Has de controlar perfectamente tu energía.

- No te preocupes cariño, no lo he olvidado. Lo recuerdo perfectamente. -repuse, aunque realmente había descuidado practicarlo hasta ese momento.

Me centré entonces en la respiración. Llené las tres cavidades de mis pulmones lentamente, reteniendo un instante el aire y volviendo a espirar. Mantuve la conciencia en la respiración, al mismo tiempo que, simultáneamente, estaba consciente de todos mis actos. La atención tenía que estar puesta tanto en la respiración como en la acción, para que así la mente y la energía pudieran ser controladas.

Echado de lado besaba en la boca a una de mis compañeras, mientras la otra besaba y acariciaba mi cuerpo. Después besé su vientre, sus piernas y sus ingles, hasta llegar al jardín secreto. Besé allí los labios de esa otra boca y lamí la rosada piel hasta que la humedad fue en aumento. Como esas piedras que se hallan en escondidas cuevas y por las que resbala permanentemente el agua saciando la sed ansiosa de quien las lame, así también aquí manaba una fuente de fluidos inagotables. Lilith era quien me ofrecía el licor sagrado que su magnífico cuerpo destilaba.

- Es el néctar de la diosa. Tómalo todo, amor mio, hasta que te sacies. -pronunció mientras resplandecía una luz extraña en el interior de sus profundos y hermosos ojos negros.

Entretanto Tanit me acariciaba a mí y la acariciaba a ella. Las dos se besaron largamente hasta que yo, saciado de un licor que parecía infinito, sumé mis besos a los de ellas y nuestras tres bocas y lenguas se unieron en una sola.

- ¿Como es que vuestra saliva es más dulce que la de cualquier otra mujer que haya besado en mi vida? -les pregunté. Pero ninguna respondió, limitándose a esbozar leves sonrisas.

- En nuestros cuerpos hay tres fuentes, en las que brota sin fin los licores del amor.- dijo Lilith- Una está en la boca, la otra se encuentra en la vagina y la tercera son nuestros pechos. Las tres fuentes son muy húmedas, pues la humedad es la fertilidad y la vida, y la sequedad es la muerte.

Contemplé sus hermosos senos y acaricie sus enhiestos pezones, pues ambas me los ofrecían.

Uno a uno besé, succioné, y ordeñé sus pechos, de los que efectivamente manaba leche. Era un jugo delicioso, ligeramente endulzado. Tomé hasta que llegó a resbalar por mis mejillas.

De nuevo sentí que me golpeaban suavemente el sacro, y luego unos dedos recorrían mi dorso y pasaban por mis vertebras, haciendome experimentar un suave cosquilleo eléctrico que ascendía hasta la parte posterior del cráneo.

Tanit me dio entonces la espalda. Se arrodilló y se dobló hasta apoyar sus manos y antebrazos en el suelo. Supe al instante lo que quería. Lamí los labios de su vulva y encontré la misma abundante humedad. Pero aproximé mi sexo y lentamente entré en ella. La cubrí delicadamente por detrás. Fuí consciente de mi respiración y moví mi cuerpo siguiendo el ritmo y la cadencia de una danza. Despacio acaricié su espalda y su cuello, sus pechos y su vientre. Ahora era Lilith quien nos besaba a nosotros. La besaba a ella y me besaba a mí. Sentía el interior de la vagina de Tanit que me apretaba rítmicamente. No obstante yo era dueño de mi respiración y de mi cuerpo, y tenía confianza en que podía controlar voluntariamente mi energía.

Entonces Lilith nos dijo que quería cubrirme ella a mi. Me pidió que me echara de espaldas y me relajara. Acto seguido se sentó sobre mi cintura, se introdujo mi sexo erecto y cabalgó a un ritmo lento y cadencioso sobre mi. Nuestros cuerpos se movían al unísono y yo seguía siendo consciente de mi respiración. Sabía que de esta forma el placer se expande desde la zona genital a todo el cuerpo.

Recibí en mi boca los dulces besos de Tanit, al tiempo que una deliciosa energía eléctrica fluía por mi columna procedente de mi sexo, el cual se perdía en el interior del cuerpo de mi otra bella amante. Se desvaneció toda noción de tiempo. También se desvaneció la sensación de los límites de mi cuerpo. Mi conciencia parecía haberse extendido y abarcar un espacio muy superior a mí. Sentía a mis compañeras como parte de mí mismo. Antes de que hicieran algo, yo ya sabía que lo iban a hacer. Antes que pronunciaran una palabra, yo ya conocía lo que iban a decir. Era algo mágico pero al mismo tiempo terrible.

Tanit se arrodilló entonces sobre mi rostro. Me ofreció su vulva, que yo tomé en mi boca con gusto. Las dos muchachas estaban arrodilladas una frente a la otra, y percibía perfectamente que, cuando Lilith hacía más suave el ritmo de sus movimientos, ambas se besaban. Formábamos un triángulo amoroso, donde el placer circulaba deliciosamente por nuestros tres cuerpos unidos.

El líquido que brotaba de la vagina de Tanit parecía asimismo inacabable. Estaba embriagado, cuando, de repente escuché la voz de Lilith. Supe lo que me iba a decir antes de que hablara.

- Cariño, dirige tu energía hasta tu cerebro, para que estalle allí.

Tal como ella me pidió, contraje mis músculos anales y genitales, e imaginé una luz dorada que ascendía por mi espina dorsal hasta la cabeza. Con cada inspiración visualizaba la columna de luz que se elevaba por mis vertebras al tiempo que contraía mis dos esfínteres. Al cabo de unos minutos noté que Tanit me ponía la palma de su mano en mi frente, mientras Lilith me sujetaba y estiraba el escroto. Adiviné lo que iba a ocurrir. Inmediatamente un chorro de energía me recorrió de abajo hacia arriba, e inundó mi cabeza. La energía de la parte inferior de mi columna y la de mi cerebro se habían unido. Las glándulas y las neuronas se habían activado. Sentí como si se crearan sinapsis nuevas y toda mi mente se iluminó como si alguien encendiera una luz en una habitación oscura.

Las dos muchachas se derrumbaron a mi lado y nos abrazamos. Increíblemente mi cuerpo se llenó de una energía enorme. Estaba tan lúcido que podía escuchar las mentes de mis compañeras. Mi conciencia se fundió con las suyas. Podía ver el interior de la mente de Lilith. Vi todo su pasado. Un lejanísimo pasado. Un tiempo tan lejano que daba incluso vértigo percibirlo. Miré los ojos azules de Tanit e igualmente se abrió para mi todo su interior. Tan profundo como el de Lilith. Volví mi atención al interior de mí mismo y vislumbré escenas y recuerdos que se organizaban como varias vidas pasadas. El tiempo no tenía realmente importancia. Era consciente de un tiempo enorme en un simple instante, como ocurre en algunos sueños.

Las veía a ellas vestidas con gran variedad de trajes muy antiguos, como los de las culturas sumerias, fenicias, egipcias, e incluso otros inclasificables, quizá de una civilización anterior. En el tramo final de ese tiempo que se había desplegado las distinguía con la moda medieval. Pero siempre aparecían con rostros muy similares a los actuales. Algunas escenas eran rápidas y breves como las de un anuncio televisivo. Otras en cambio eran muy largas, enormemente largas, casi el argumento de una vida entera, pero percibido todo en una milésima de segundo. Era como si accediera a un tiempo comprimido, distinto al que yo comúnmente vivía. Por el contrario, el aspecto con el que yo me reconocía en la memoria de mi pasado era distinto al actual y muy variado. Mis cuerpos y mis rostros cambiaban, y en alguna ocasión no era hombre sino mujer.

Sin embargo había una gran diferencia entre lo que podía percibir de mí y lo que percibía como el tiempo pretérito de mis compañeras. Era como si mi pasado tuviera la profundidad de un pozo iluminado de veinte o treinta metros, y en cambio el pozo del pasado de mis compañeras tenía en comparación una profundidad de cientos de metros, incluso de kilómetros. Esa era la sensación que me producía.

Me incorporé por fin y me sentí tan liviano como una pluma. Parecía no pesar en absoluto, casi como si no existiera ya la gravedad. Disfrutando de esa sensación les pregunté como era posible que viera mi pasado tan relativamente limitado, y en cambio, al sentir el de ellas, percibía el recuerdo de lo que parecían cientos de vidas, hasta un tiempo lejano y muy remoto.

- ¿Qué es lo que ves exactamente? -me preguntó Tanit.

- Veo existencia tras existencia de Lilit y tuyas, las veo todas simultáneamente, pero siendo consciente de su profundidad en el tiempo. Os veo a las dos hasta una época muy arcaica y antigua, y luego ya no veo separación entre vosotras.

- ¿Y que ves en ti? -preguntó ahora Lilith.

- Veo una serie de vidas anteriores que parecen ser existencias mías. Al menos parece que me identifico con esa memoria. Pero desplegadas en un plazo de tiempo mucho más corto. Casi cercano comparado con vosotras.

- ¿Y percibes algo más allá? -insistió Lilith.

- Nada. Sólo oscuridad.

- ¿Y en nosotras que ves ?

- Ya os lo he dicho. Un tiempo tan enormemente largo y profundo que da vértigo sólo de sentirlo.

- ¿Y que explicación le encuentras? -preguntó ahora Tanit.

- Ninguna. O tal vez que vosotras tenéis un alma mucho más vieja que la mía.

Ambas se rieron complacidas al escucharme.

- Mi vida -dijo dulcemente Tanit- eso es verdad y mentira al mismo tiempo. Realmente tú ... eres más joven que nosotras...

- Mucho más joven. -intervino Lilith.

- Pero tu espíritu verdadero es tan viejo como el nuestro.-continuó Tanit.

- No entiendo lo que queréis decirme. -repuse desconcertado.

- Hubo un tiempo en que no había separación entre nosotras y tú. -dijo ahora Lilith.

- Como también hubo un tiempo en que no existía diferencia alguna entre nosotras dos. -agregó misteriosamente mi amiga de los ojos azules.

- ¿Que pretendéis insinuar? -pregunté interesado en el aparente enigma.

- ¿Aún no lo imaginas? -preguntó a su vez Lilith.

- En un tiempo muy remoto, en el inicio mismo de esta humanidad, nosotras éramos un único ser, hasta que dividimos nuestra alma para ser dos. -explicó Tanit.

- ¿Y yo? -inquirí sumamente intrigado.

Fue de nuevo Tanit la que respondió.

- Cielo, tu alma nació de la mía, como ahora, en este tiempo presente, ha nacido del alma de Lilith aquella que te hemos encomendado buscar.

Algo ocurrió en mi mente, pues mi razonamiento parecía bloqueado. Sin embargo asumí la revelación que me hacían, ya que podía percibir en algún lugar de mi conciencia que, efectivamente, mis dos amigas amadas, en un tiempo fuera del tiempo, habían sido una parte de mi y yo una parte de ellas. Y aun lo seguían siendo.

- Somos uno en la eternidad -dijo Lilith- Pon tu frente junto a la nuestra y comprenderás mejor aún. Aunque luego, cuando esta noche pase, tu memoria se borrará otra vez de nuevo.

Unimos nuestras frentes en un triángulo que configuró una sola. Un tibio calor se extendió entre nosotros y penetró suavemente en mi cabeza. Enseguida contemplé las escenas remotas y fantásticas en las que cada uno de nosotros nació del otro. Sentí como una conciencia se divide en dos, y son dos unidos un tiempo, como madre e hijo. Pero al final ambos campos de energía se separan definitivamente. El más pequeño, el menos potente, nace entonces en la carne, y temporalmente olvida su pasado.

Cuando la maravillosa visión acabó nos echamos de nuevo sobre la alfombra. Apoyé la cabeza sobre el cuerpo de una de mis amigas, y la otra hizo lo mismo sobre el mio. Así descansamos, y quedé en un estado de conciencia entre la vigilia y el sueño.

 

 

 

15. LAS CORONAS DE LUZ.

 

 

-¡Mi vida, que guapo estás! -exclamó Tanit dirigiendose a mi.

- ¿Por qué me dices eso ahora? -le pregunté confundido.

Aún sentía mi cuerpo ligero como una pluma, y lleno de una energía fresca que parecía inagotable. Me daba la sensación de que mi ser se extendía y llegaba al ser de todos los objetos de aquella habitación. Todo lo que tomaban mis manos no pesaba. No había esfuerzo alguno en mi cuerpo, como si todas las cosas y mi ser constituyéramos una única energía fundida. Aunque descubrí más tarde que también era porque había abandonado toda resistencia, mi ego se había rendido temporalmente, y por eso me había fundido con el mundo alrededor mio.

Mis dos bellas compañeras parecían formar también parte de mí, y yo parecía tener acceso ahora a sus propias mentes, o al menos a una parte superficial de estas.

Pero Tanit siempre conseguía confundirme. No podía discernir con claridad porqué se alegraba ahora al mirarme. Percibía que se maravillaba y alegraba de algo, me llegaba la emoción que circulaba a través de ella, pero no lograba identificar que era ese algo, aunque sin duda era yo.

- Te estamos contemplando con toda tu energía expandida, cielo. -intervino Lilith- Estás muy hermoso así.

- ¿Qué es lo que queréis decir? -insistí, sereno pero desconcertado.

- Nosotras te estamos viendo a ti tal como eres cuando tienes conectada tu energía interna con el universo, pero tú no nos puedes ver a nosotras. -declaró Tanit- Y eso no es justo cariño. Vamos a hacer que por unos momentos tú también puedas vernos a nosotras con nuestra energía abierta y desplegada.

Las dos untaron sus dedos corazones con saliva y luego la depositaron en el centro de mi frente, justo encima de las cejas.

- Cierra los ojos y concéntrate en la sensación que la humedad de nuestra saliva te produce en ese punto. -me pidió Lilith.

- Haz las respiraciones lentas y completas, e imagina de nuevo que tu energía sube por tu médula hasta el cerebro y se ilumina esa zona de tu frente. Nosotras te ayudaremos, no te preocupes. -añadió Tanit.

Durante varios minuto respiré muy lentamente y en silencio. Pronuncié en mi mente el mantram secreto que Tanit me habían enseñado. Visualicé mi energía subir por las vertebras e iluminar todavía más mi ya clarificado cerebro. Me encontraba maravillosamente bien y en calma. Pero no escuchaba la amada voz de mis amigas. No las oía tampoco moverse. No me tocaban ni parecían ayudarme como habían dicho.

Quizá habían transcurrido ya quince minutos o más y parecía que yo me hallaba sólo en algún lugar vacío del infinito. Únicamente el suave crepitar de las llamas en la chimenea acompañaba al sonido del mántram en mi mente, el cual resonaba ya por sí solo mientras mi pensamiento permanecía aquietado. Pero la duda de haber sido abandonado por mis compañeras rompió definitivamente el encanto del estado meditativo y abrí los ojos.

Las dos se hallaban frente a mí, con las piernas cruzadas al estilo oriental, al igual que estaba yo. Las observé detenidamente. Tenían los ojos cerrados. Parecían sumidas en una profunda meditación. Sus vientres no se movían. La respiración era imperceptible. Parecían dos estatuas humanas. Me acerqué a sus rostros y no sentí paso alguno de aire por su nariz o su boca. No estaban respirando, al menos no en la forma como todos lo hacemos.

Durante varios minutos las observé sin tocarlas. ¿Estarían respirando por la piel? ¿O tal vez introducían el aire por su nariz de una forma tan ralentizada que era imposible detectarlo? Me había olvidado ya de sentir la saliva que habían depositado en mi frente. Sin cerrar los ojos volví a concentrar mi atención en ese punto. Observé a mis compañeras ante mí y retomé la posición de piernas cruzadas. Intenté aquietar otra vez mi pensamiento. Cerré de nuevo los ojos, y entonces ... ¡las vi!. Pude ver el magnífico espectáculo de sus energías totalmente desplegadas.

Lilith estaba ligeramente más próxima. Se hallaba literalmente delante de mí, y podía contemplar como de su cabeza emanaba una gigantesca aureola de luz dorada, de unos dos metros de diámetro. Emergía tras su nuca, y se alzaba en forma circular hasta casi alcanzar la altura de la habitación. Esa esfera luminosa estaba atravesada a su vez por tres franjas de luz de tonos azul y violeta, que nacían en la parte superior de su cráneo. Una, vertical en el centro, y las otras dos, ligeramente más estrechas, seguían una trayectoria en oblicuo a cada lado. Los haces resplandecientes ascendían hasta difuminarse en el mismo límite del techo. El conjunto componía una espectacular corona de luz radiante, dorada, azul y violeta, con forma alargada ascendente. De alguna manera me recordaba las coronas de los faraones egipcios, pero de un tamaño muchísimo mayor.

(En una visión posterior percibí que los haces azul y violeta eran flujos pulsantes, tanto ascendentes como descendentes, tan vibrantes que parecían una energía viviente)

Tanit, a su lado, aunque un poco más distanciada, exhibía la misma espectacular corona, pero de unas dimensiones algo más reducidas. El diámetro en la parte más ancha debía sobrepasar tan sólo el metro. Y sus brillantes tres haces de azul púrpura ascendían como serpientes hasta perderse también en la frontera del techo. Las dos tenían el resto de su cuerpo envuelto en bellísimos colores resplandecientes, abarcando toda la gama del arco iris, con predominio del tono rosa, el dorado y el verde. Todos los colores eran transparentes y fluían en una dinámica móvil desplazándose lentamente en torno a ellas. Estaban envueltas así en un campo luminoso multicolor de unos treinta o cuarenta centímetros más allá de su piel.

(En otra visión posterior más profunda también descubrí que de ese halo cromático que las rodeaba se proyectaban ultrafinísimos hilos luminosos, los cuales las unían con los campos energéticos de todos los objetos próximos así como lejanos. Pude vislumbrar el tejido cósmico, la conexión total del universo, una tela de araña de luz holográfica e infinita)

Abrí los ojos y continué viendo sus energías desplegadas en todo su maravilloso esplendor. Ambas me miraban y sonreían. Sus cuerpos brillaban semitransparentes, aunque no se percibían sus órganos internos. Eran similares a lámparas translúcidas. La piel les resplandecía en un tono ámbar con iriscencias nacaradas. En el eje vertical de sus cuerpos, donde debía estar la columna vertebral, brillaban tres delgados filamentos de luz dorada, uno más ancho central y los otros dos que se trenzaban en torno a éste. Llegaban hasta la cabeza donde se unían con la gran corona dorada. Por estos hilos, más finos que cabellos pero sumamente brillantes, fluía algún tipo de corriente eléctrica, pues el efecto visual era como si los hilos pulsaran y estuvieran vivos.

Desde el monte de venus proyectaban ambas un bello resplandor rojo, como le vi a Tanit el día de la tormenta en la cueva, pero ahora parecía mucho más pequeño y apagado. Sin embargo, en el entrecejo de cada una de ellas había una perla de luz blanca muy brillante.

- ¿Que es lo que estoy percibiendo? -pregunté.

- Una parte de nuestros cuerpos de energía. -contestó Lilith.

- ¿Y el brillo que hay en vuestra frente es lo que se conoce como el tercer ojo?

- Claro cariño, tú también lo tienes ahora luminoso.

- Sólo que no te lo puedes ver a ti mismo, aunque te contemplaras en un espejo. -intervino Tanit.- Lo que se ve con el tercer ojo no lo refleja la materia. Pero puedes mirar tus manos.

Bajé la vista y contemplé mis manos y mi cuerpo. Efectivamente brillaban como los de ellas, pero mi resplandor sólo irradiaba unos cinco centímetros.

- Aún debes recorrer un largo camino para ser igual a nosotras. -habló Lilith- La aureola de tu cabeza se encuentra muy brillante, pero posee un tamaño muy reducido. Y los tres rayos de la energía secreta dormida parecen pequeños cuernecitos. Sin embargo sí tienes en este instante tu tercer ojo totalmente abierto.

- Lástima que este estado no lo puedas conservar mucho tiempo. Se te ve muy hermoso. -añadió Tanit.

- ¿Por qué lo perderé?

- Porque hemos sido nosotras quienes te hemos ayudado a estar así. Tú solo nunca lo habrías conseguido. Pronto se disipará tu energía extra y volverás a la percepción normal, y asimismo desaparecerá la coronita de tu cabeza. -me explicó Lilith.

- Tu mente también regresará por si sola a su estado habitual de confuso racionalismo. -añadió Tanit.

Y tras escuchar esto mi análisis lógico se activó en el acto.

- Cuando antes os observé inmóviles me pareció que no respirabais. ¿Lo hacíais sin que yo lo notara. ?

- No respirábamos. -declaró Lilith.

- ¿Y como se puede vivir sin respirar?

- También podemos vivir sin comer. -repuso.

- ¿Y que explicación tiene eso? Todo ser vivo necesita comer y respirar.

Las dos sonrieron al unísono. Tal vez mi duda racional les parecía a ellas ingenua.

- ¿Y nosotras te parecemos vivas o muertas? -me desafió con humor mi amiga de los ojos azules.

- Me lo estoy empezando a plantear. -respondí siguiendo la broma.

- A lo mejor el que está muerto eres tú. -volvió a desafiar mi razón Tanit.

- ¿Cuando hacías el amor con nosotras te parecía que estábamos vivas o muertas? -me interrogó ahora Lilith.

- Espléndidamente vivas, cariño. -reconocí.

Las dos se rieron de nuevo divertidas.

- Pues si no respiramos es asunto nuestro. -dijo mientras se levantaba y hacía oscilar su larga melena de pelo negro.

Me quedé maravillado viéndola moverse por la habitación. Y resultaba extraordinario y desconcertante que todos los muebles se iluminaran cuando caminando se acercaba a ellos. ¿ Era su luz tangible y real o inmaterial y sobrenatural?. El techo del salón quedaba relativamente elevado y podía contemplar a Lilith como un ser fantástico cuyo campo lumínico tenía más de tres metros y medio de altura. Pensé que era su energía la que activaba la luz propia escondida de todas las cosas.

Tanit también se levantó, se acercó a su compañera y las dos coronas doradas produjeron el efecto de que se iluminara por completo la amplia estancia del salón.

- Falta ya muy poco para que me marche. -declaró Lilith. - Ahora que nos has visto tal como somos vamos a cerrar de nuevo tu tercer ojo. Y no lo volverás a tener abierto hasta que consigas hacerlo por ti mismo.

Yo me incorporé y me uní a ellas. Las dos me tomaron de la mano y, poniendose de puntillas, besaron al unísono mis oídos. Al instante volví a la percepción ordinaria. Ante mis ojos estaban mis dos amigas desnudas, vestidas tan sólo con las joyas que antes habían puesto sobre sus cuerpos.

No obstante aún me sentía ligero y lleno de energía.

- ¿Tienes alguna otra pregunta que hacernos? -quiso saber Lilith.

- Quizá sea una tontería, pero ¿por qué me provocasteis el clímax cuando estábamos haciendo el amor?

- No te lo provocamos. Te lo controlamos para que la energía subiera despacio y tuviera oportunidad de activar el cerebro. -repuso la misma.

- Cuando Tanit me colocó una mano en la frente tú tomaste mi escroto. ¿Por qué?

- Realmente lo que hicimos fue sujetar tu energía y hacerla subir acompañada por la nuestra. ¿Quieres comprobar como en nuestras manos existe una poderosa energía? -me propuso Lilith.

Levantó su mano izquierda y colocó la palma en vertical, con el brazo semiextendido a la altura del hombro.

- Empuja mi mano. -me pidió.

- Puse la palma de mi mano derecha en la misma posición que la suya. Muy lentamente me acerqué para tomar contacto con sus dedos, pero, al aproximarle mi mano, algo la detuvo a unos cinco centímetros de distancia. Era como si una sustancia invisible pero densa me frenara. Parecía igual que si hubiera un pequeño colchón de energía entre nuestras palmas. Aumenté la presión pero, a pesar de superar en dos o tres veces la fuerza que tendría una chica con el cuerpo de Lilith, no observé que ella tensara ningún músculo de su brazo. Sin duda lo que había entre nosotros, y que yo no podía ver, absorbía totalmente mi empuje sin transmitírselo en apariencia a su mano.

(Ya conocía y había practicado en anteriores ocasiones el ejercicio de sentir la energía que irradia la palma de la mano. Había desarrollado la sensibilidad de emitir o percibir la energía bioeléctrica, registrando una clara sensación similar al calor, o un ligero cosquilleo cuando se hace girar la punta del dedo, incluso a una distancia de cincuenta centímetros. Pero en esos casos no hay nada que impida a la mano hacer presión y tocar al otro si se desea. Sin embargo ahora había algo tan denso entre la mano de Lilith y la mía que no podía aproximarme. El campo de energía que tenía ante mi debía ser un millón de veces más potente que el generado por un mano común.) (Luego descubrí que tanto Tanit como Lilith eran capaces de emitir chorros de partículas de antigravedad e hipergravedad, según los casos.)

Contemplé su bello rostro, que me miraba con una sonrisa beatífica. Detrás sonreía también Tanit, pero sin duda de una forma mucho más burlona. Esta, con sus ojos azules brillando, no pudo reprimirse de decirme:

- Cielo, que flojucho estás.

- Me rindo -reconocí ante Lilith- La energía de tu mano es tan fuerte que parece material.

- La he condensado -me explicó, sin definir nada- Pero también puedo proyectarla muy lejos de mi.

- No tan lejos como yo, claro. -intervino mi otra amiga.

Las dos se rieron. Tanit levantó una mano con la palma hacia arriba, como si fuera a coger una pelota. Tensó los dedos doblándolos unos milímetros, hizo un giro con el hombro y proyectó el brazo hasta su extensión completa. Algo debió cruzar la habitación, porque los troncos medio carbonizados de la chimenea estallaron como si les hubiera caído encima una pequeña bomba.

- ¡Eso ha sido algo material ! -exclamé.

- La energía mueve a la materia. -declaró Lilith- Y la mente loca de mi hermana mueve la energía.

- Yo os siento a las dos como si fuerais mis hermanas. -les dije.

- ¿Que quieres decir con eso de "como si fuéramos"? -me increpó Tanit fingiendo que se enfadaba.

Acercándose, hasta situarse a unos centímetros de mi rostro, me miró con sus brillantes ojos azules, y me dijo retomando el tono dulce de su hermosa voz.

- Después de todo lo que te hemos revelado sobre nosotras no puedes ya tener dudas, cielo. Hay hermanas de la carne y hermanas que son del alma. Nuestras tres almas son hermanas porque en un principio fueron sólo una. Y seguirán siendo hermanas por toda la eternidad.

- Pero yo creía que las almas las crea Dios. -repuse, hundiéndose mi mente de nuevo en la confusión.

- Los cuerpos salen de los cuerpos y las almas salen de las almas. Y todo el universo permanece en el seno de Dios. -intervino Lilith.

- De nuestra Madre. -aclaró Tanit.

Mi amada amiga y hermana de los ojos azules llamaba "nuestra madre" a la Inteligencia del Universo, una fuerza consciente e infinita que preexiste al origen de la materia y la energía del Cosmos.

- ¿Como encontraré, cuando os marchéis, a la que ha nacido de ti? -le pregunté a mi hermana de los ojos negros.

- No tienes que preocuparte. Tu supraconsciente te guiará cuando estés preparado. La conocerás en el momento preciso y entrará en tu vida en el instante exacto que sea conveniente. -me explicó- Lo único que debes procurar es no olvidar nunca tu camino y tu meta. Pues de lo contrario le cerrarías las puertas al espíritu y te perderías de nuevo durante un tiempo indeterminado.

- Nos ha costado mucho localizarte. Sólo en esta vida actual has logrado estar mínimamente preparado. -dijo Tanit - Aun cuando no estemos contigo no debes olvidarnos nunca, ni olvidar tampoco quien eres en realidad.

- Los seres humanos siguen religiones buscándose a sí mismos o buscando a Dios. Nosotras somos tu religión y el grial debe ser tu dios. Buscando a quien te hemos encomendado hallar, encontrarás también tu propia divinidad. -declaró Lilith.

-¿Pero dónde se oculta lo divino? -las interrogué.

- Dentro de ti, en lo más profundo, únicamente allí se encuentra Dios. -afirmó de nuevo Lilith.

- Pero como no te amas completamente a ti mismo, pones inconscientemente las barreras que impiden a lo divino que pueda manifestarse. -me explicó Tanit.

- Todo el mundo se ama a sí mismo. -repuse.

- La mente es muy compleja. Nadie se ama de verdad a sí mismo, ni siquiera cuando busca a Dios. No confundas el ego con el amor auténtico a uno mismo. -continuó Tanit.

- No sé si me amo a mi mismo, pero sí creo que os amo a vosotras de verdad.

- ¡Que no nos enteremos de que amas a otras más de lo que nos amas a nosotras, porque somos muy celosas! -me advirtió, tal vez bromeando, mi amiga y hermana de los azules ojos.

Acto seguido los tres subimos al piso superior. Guardamos en las dos cajas de madera bellamente tallada todas las joyas que antes habíamos tomado. A continuación nos vestimos con las mismas ropas con las que habíamos llegado a la casa.

- Ahora debo marcharme. -declaró Lilith.

- ¿Por qué tan pronto? Ha sido muy breve el tiempo de tu compañía. ¿Cuándo podremos estar juntos de nuevo? -repuse apenado por su despedida y por la perspectiva de no volverla a ver.

Ella sonrió pero no respondió a mi pregunta. Sentí su dulce mirada que parecía querer acariciar mi alma.

En silencio y cogidos de la mano fuimos hasta el vestíbulo de entrada, y Lilith nos besó y abrazó cálidamente a los dos.

- El tiempo no existe en el lugar donde yo voy. Así que la espera será corta hasta que nos volvamos a ver. - me dijo irónicamente.

- Pero en mi mundo si existe el tiempo. -protesté- Existe la vejez y la muerte. ¿Te volveré a ver en esta vida antes de que muera?

- Lo más probable es que no. Pero el tejido del destino a veces cambia el trenzado de sus hilos. Quizá en una curva del tiempo nos encontremos de nuevo y tú conserves todavía el rostro que ahora tienes. Pero en cualquier caso ten la seguridad de que siempre, siempre ... habrá un nuevo momento en el que nos reunamos. -repuso Lilith.- Estoy feliz de que me hayas conocido en esta vida y seré feliz cuando nos reencontremos.

- Yo aún no me marcho.-intervino Tanit abrazándose a mi cintura.

De pronto mi reloj digital dio el pitido de las horas. Eran las dos. El mecanismo se había puesto de nuevo en funcionamiento, y debía haber transcurrido ya un cierto plazo de tiempo, pues antes se había parado poco después de la una de la madrugada.

Lilith abrió la puerta sin usar ninguna llave, simplemente movió la manilla. Salió al exterior que permanecía tan oscuro y negro como la inmensa boca abierta de un dragón. Su cuerpo y el pavimento de entrada eran iluminados levemente por la luz que recibían del interior de la casa. Desde allí me envió un beso, dibujándolo en el aire con sus labios... Se cerró la puerta sin que nadie la tocara.

- ¿Qué hay ahí fuera? -le pregunté a Tanit- ¿Cómo se va a marchar Lilith? ¿Cómo vamos a regresar de este agujero en el espacio-tiempo?

- Vaya hermano curioso y preguntón que me ha salido.-respondió mi amiga en broma- Ven conmigo junto al fuego antes de que se apaguen las últimas llamas.

Me tomó delicadamente de la mano, como si temiera hacerme daño. Pero de repente un intenso resplandor, extraordinariamente blanco y brillante, comenzó a entrar a raudales a través del cristal de las ventanas. Era como si miles de rayos hubieran caído juntos rodeando la casa. El fulgor creció aún más durante breves segundos y llegó a ser tan intenso que toda la estancia deslumbraba de forma insoportable. Parecía como si hubiéramos penetrado dentro del mismísimo sol. Tuve que cerrar los ojos y tapárlos con ambas manos para protegerme. Caí de rodillas en un intento vano de huir. Durante un largo par de minutos estuvimos envueltos en esa terrible luz cegadora. Lo que antes había sido una noche infinita ahora se había transformado en una hiperclaridad sobrenatural indescriptible.

Pero igual que había aparecido, la luz de repente cesó. Todo volvió a la calma y tranquilidad de antes. Un nuevo pitido sonó en mi reloj asustándome. Miré y eran las seis.

- ¿Que ha sido ese gigantesco resplandor Tanit?

- Nada, cielo. Lilith que se ha marchado y nos ha traído de nuevo al mundo ordinario de tu espacio-tiempo.

Me acerqué hasta la ventana más próxima y contemplé el negro cielo exterior. Ahora sí se distinguían las antes ausentes estrellas y podía ver otra vez los árboles cercanos. La prolongada oscuridad absoluta y misteriosa había desaparecido por fin, sustituida por la acogedora oscuridad cotidiana de la apacible noche. Habíamos recobrado el tranquilizante firmamento ordinario.

- Si quieres podemos desayunar. -propuso Tanit- Pronto amanecerá.

La seguí hasta la espaciosa cocina. Encontramos un completo surtido de todo tipo de alimentos. La mayoría eran productos frescos y los que estaban envasados carecían de marca. Nos preparamos un copioso y espléndido desayuno. Me aventuré a curiosear un poco y pude observar que la enorme nevera, la amplia despensa y asimismo también la bodega, se hallaban provistas abundantemente de lo más variado. Pero no tocamos nada más.

- ¿Quien ha comprado todo esto? -pregunté cándidamente.

- Los dueños de la casa. -repuso Tanit sin inmutarse.

- ¿No pertenece a Lilith?

- A Lilith, a mí, ... y a otros más que aún no conoces.

- ¿Los conoceré alguna vez? ¿Quiénes son?

- No pertenecen a tu mundo, ni tampoco a tu vida. No necesitas conocerlos.

Antes de marcharnos limpiamos la chimenea de las cenizas de la noche, aunque extrañamente estaban tan apagadas y frías que parecían de la semana anterior. Los pájaros comenzaron a cantar ruidosamente, así como también despertó el coro habitual de insectos campestres que festejaban el alba.

Fuimos hacia el coche al mismo tiempo que amanecía. El sol escarlata surgió tras lejanas montañas.

- ¡Que aurora más bonita! -exclamó Tanit con adorable candor infantil.

- También la noche ha sido muy bonita.

- Espero que nunca olvides esta hermosa noche. -repuso ella mirándome.

El descapotable rojo de Tanit estaba en el mismo sitio donde lo habíamos dejado el día anterior, en un amplio garaje anexo carente de puerta. Montamos, y ella condujo el coche lentamente, alejándonos despacio de la casa. Seguimos el ancho camino de tierra, doblamos una arboleda, y enseguida llegamos a una carreterita secundaria. Miré para atrás, pero los altos y frondosos árboles ya tapaban la mansión e impedían que la contemplara en la lejanía.

- Era una casa preciosa. -comenté.- ¿Volveremos algún día?

- Creo que no, mi vida. Creo que nunca volveremos.

- ¿Por qué?

- La vida va siempre hacia adelante. No vuelvas la vista atrás. El pasado ya no existe.-declaró sin apartar la vista de la carretera.

Pero de pronto se giró y me miró. Exhibió una sonrisa amplia y luminosa. Sus ojos me contemplaban con la encantadora transparencia de siempre.

- Cariño, estás muy guapo con los ojos pintados. -me dijo.

Había olvidado borrarme las rayitas negras que dibujaban y alargaban los ojos. Tanit también las llevaba aún. Mi amiga pisó el acelerador, sonó el potente motor y el coche tomó la velocidad habitual a la que ella conducía. El fresco aire de la mañana acarició con fuerza nuestros rostros, embriagándonos con el fragante olor silvestre del campo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EPÍLOGO DE LA TERCERA PARTE.

 

 

La mansión que recién habíamos abandonado era un edificio extremadamente singular. Su mediano tamaño, poco más de 300 metros cuadrados de planta en el edificio central, (compuesto a su vez de tres niveles), no la distinguía en cuanto a las dimensiones de su superficie frente a cualquier otra construcción rural de cierta categoría. Sin embargo el original y llamativo diseño era sin duda alguna inusual en grado sumo y totalmente extraordinario.

La excelente calidad de los materiales que habían empleado para su construcción y embellecimiento (exquisitas calizas, pizarras, granitos y mármoles de excepcionales y soberbios colores) era de por sí algo absolutamente fuera de lo común. Más lo que confería a la asombrosa casa su carácter más espectacular consistía en la perfecta hibridación de estilos arquitectónicos: un maravilloso gótico fusionado con el más avanzado estilo rural modernista de finales del siglo XX. El arquitecto o diseñador de esta artística y magnífica vivienda era sin duda un verdadero genio creador.

Las paredes de piedra, a base de rectangulares sillares bien cortados y trabajados, combinaban grandes y amplios ventanales en algunas estancias, como en el extraordinario y hermoso salón, con otros vanos más estrechos y pequeños en pasillos o baños, y medianos en cocina, recibidor y habitaciones. Había según cual fuera el aposento cristales totalmente transparentes, otros tintados con sutiles tonos y también vidrieras translúcidas de fantásticos colores. La piedra tallada predominaba sobre el cristal, pero éste igualmente resultaba abundante a la vista.

Artísticos y espléndidos arcos ojivales decoraban tanto los muros de la fachada como las puertas y columnas de las diferentes cámaras y estancias. También la presencia de agujas y pináculos, así como estilizados arbotantes exteriores, dotaban al sólido edificio de un cierto aspecto aéreo, como si quisiera levitar y alzarse hacia el cielo.

Los techos eran relativamente altos aunque sin llegar a ser exagerados para una construcción de modestas proporciones, pero dotaban a la vivienda de una considerable alzada en el vértice superior de la tercera planta, quizá más de veinte metros. El resultado final era una impresionante integración de pequeña catedral y monasterio gótico fusionados con un lujoso chalet futurista.

El mobiliario era sobrio pero soberbiamente exquisito debido a la magnífica manufactura y calidad de la madera y la forja, que igualmente unía el estilo antiguo con el moderno.

Numerosas figuras extrañas y bellas se hallaban talladas en capiteles, jambas, columnas, cornisas y tejado; al igual que variadas hermosas estatuas que adornaban el patio y la piscina de la zona trasera. Cabezas monstruosas, como gárgolas medievales o aún más antiguas aparecían vigilando algunas esquinas, tanto en el interior como fuera de la vivienda.

Había numerosos árboles de edad que se extendían como un pequeño bosquecillo flanqueando la parte posterior de la mansión. Aunque ese frondoso terreno cercano no lo pude explorar por falta de oportunidad. Allí también divisé a lo lejos esculturas de enigmáticos animales desconocidos que se mezclaban con la vegetación.

La llegada a la aislada finca estaba presidida y marcada por un gran arco ojival de piedra, erigido unos doscientos metros antes de alcanzar la fachada principal de la vivienda. Rostros y figuras en relieve de personas, bestias y seres sobrenaturales adornaban el frontón y las gruesas jambas, confiriéndole un aspecto inquietante pero atractivo. Cada una de las columnas de aquel inmenso portón tendría unos tres metros o más de diámetro.

El amplio camino de tierra por el que se accedía a la extraña mansión atravesaba obligatoriamente aquel portentoso y solitario arco de granito, construido como una gigantesca ojiva gótica de unos nueve o diez metros de altura por unos cinco o seis de ancho en su vano, y que contrastaba con el hecho de la ausencia de valla o muro alguno a la vista que circunvalara y protegiera la insólita propiedad. Dentro del gran arco, que sin duda representaba la línea de entrada, una simple pero fuerte verja de espléndido bronce, sin cerrojo alguno, sellaba imaginariamente el portal de acceso a aquel asombroso paraje. Cada sólido barrote de la magnífica verja estaba formado por dos serpientes trenzadas que se elevaban en ascenso hacia el cielo.

Sobre la piedra de una de las anchas jambas laterales que sostenían el arco fronterizo había grabada en relieve una enigmática frase, que según Tanit era el nombre de la artística y sorprendente mansión. Se podía leer en estilizadas y bellas letras la siguiente críptica leyenda:

 

Visitante

 atraviesa este umbral

tan sólo si es tu corazón santo

y tu mente pura

pues la morada que vas a pisar es

una Torre de Fuego.

 

- ¿Sabes por qué denominan así a esta original mansión? -había preguntado inocentemente a mi amiga cuando llegamos la tarde anterior.

- Afirman sus propietarios que esta residencia es muy especial, porque puede despertar las energías secretas que se hallan dormidas dentro del ser humano. Creo que la llaman así en memoria de un lugar sumamente extraordinario que existió en el pasado.

- ¿Y que lugar fue ese? - (En mi interior pensé que quizá se llamara así a la metafórica Torre por la que los humanos podían acceder al Cielo, según la simbología de mitologías esotéricas antiguas, pero no comenté nada, esperando la respuesta)

- Ese lugar era una estancia fuera del espacio y el tiempo donde los hombres y los dioses se podían encontrar.

- ¿A que dioses te refieres? -inquirí sorprendido.

Tanit sonrió, brillaron sus ojos azules y dijo:

- Abramos la verja y hablemos después. El término dioses es una palabra trasnochada. Hoy en día habría que definirlos de otra forma.

- ¿De cual? ¿Cómo los llamarías tú?

- No lo sé. Creo que aún no se ha inventado la palabra adecuada.

La enorme verja de bronce cedió con facilidad ante el empuje conjunto de nuestras manos. Al fondo pude distinguir la mansión más bella y extraordinaria que jamás pudiera imaginar. El estilo arquitectónico, nunca visto por mí, paró todo diálogo en mi mente. El color y la forma de la piedra y las distintas tonalidades y transparencias de las vidrieras impresionaba. Un cinturón de altos y verdes árboles la abrazaba y enmarcaba por detrás. Atraído por aquella visión fascinante entré de nuevo en el coche de mi amiga. Lentamente nos aproximamos mientras admiraba la sorprendente morada.

Lo que dentro aconteció ya está narrado. Lo que después sucedió aún rebasa más lo imaginable. Tanit y Lilith eran las guardianas de una realidad imposible, más allá de los limites conocidos por la razón. Aunque no se hallaban solas, algo que ya empezaba a sospechar.

La Torre de Fuego no era una verdadera mansión, sino como más adelante pude deducir se trataba en realidad de una multidimensional y camuflada materialización de una puerta a universos paralelos, de un vehículo de mente-energía aún no concebible por la ciencia de nuestra civilización. Un vehículo maravilloso engendrado por seres más que humanos y capaz de viajar por las múltiples dimensiones espacio-temporales. Un vehículo secreto ubicable en cualquier punto del eterno universo infinito. Una morada creada para adoptar múltiples formas y libre del flujo ordinario del tiempo.

Más allá de mi perdida memoria esta mansión venía a mi encuentro desde el ignoto futuro, para servirme de puente de retorno a un antiguo y perdido hogar. Mi misión en el mundo aguardaba aún sin comenzar. Tenía una cita que cumplir con un destino prefijado. Un destino al que se llega por múltiples caminos, cada uno generador de diferentes realidades.

 

 

 

FIN DEL LIBRO PRIMERO

 

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Ninguna de las partes de la narración se hallan publicadas en material convencional de imprenta y sólo se puede acceder a ellas a través de la Red.

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