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Y DEMÁS/Hipocresías
Ya falta poco: denunciar
a un payaso por hacer payasadas
El cine para adultos también cuenta
con sus leyendas, y una de ellas acaba de ser acusada por hacerle
"tocamientos indebidos" a una mujer, el equivalente a que
se denuncie penalmente a un
dentista por sacarle las muelas a un paciente. El mundo
totalmente vuelto de cabeza... y peor aún, de cabeza hueca
Por Hernán Bitze
Versión impresión
JUNIO, 2020. Nuestras madres y nuestras abuelitas solían
acudir a la sabiduría de los dichos. Uno de los más socorridos, e
indudablemente sabios, advertía cómo "todo aquel que se acuesta con
perros amanece con pulgas", frase ligada, naturalmente, a la célebre
cita bíblica de "por sus frutos os conoceréis". Muy cierto ese
dicho: tu reputación depende de quienes te rodean, y si deseas
mostrar tus virtudes estás deben reflejarse en tus antecedentes. "No
te juntes con esa chusma", ya lo advertía doña Florinda a Quico en
El Chavo del 8.
Si el lector pasa de los 50 años de edad --que es el promedio de los
lectores de fasenlinea-- seguramente ya identificó al tipo
que aparece en la fotografía de este artículo. En efecto, se trata
de Ron Jeremy: quien fue adolescente en los 80 y se consideraba a sí
mismo heterosexual, seguramente llegó a asomarse a una de sus
películas en el entonces invencible formato VHS. Ron Jeremy era el
soberano de las películas XXX de aquellos años, el virtual sucesor
de John Holmes, otro calenturas del cine para adultos y quien
falleció por complicaciones de sida en 1987.
Hay cientos de miles de actores porno --bueno, debemos llamarles de
algún modo-- muchos de ellos con rostro galanesco, con cuerpos
afinados en los gimnasios y con eso que la naturaleza dota a algunos
hombres mucho más notoriamente que al resto. ¿Pero entonces qué
diantres andaba haciendo en ese ambiente un "actor" como Jeremy, un
sujeto barrigón quien como distractor a su calva frontal se dejó
crecer una melena hirsuta y quien jamás se ha rasurado su bigote
tipo morsa?
Desde los años 70, cuando la industria del cine porno en California
experimentó un boom inconmensurable, las actrices solían ser
de bonitas a bellas, todas ellas con cuerpos de órdago --cierto,
frecuentemente reforzadas por una generosa dosis de silicón-- pero
rara vez se asomaban por ahí actrices porno con sobrepeso. ¿Cómo fue
entonces que a este tipo gordinflón, conocido por sus colegas como
The Hegdehog (El Erizo) debido a su cabello grisáceo y
siempre malpeinado, anduviera saltando de colchón en colchón en los
sets de filmación?
Quizá haya sido por ello: El "Erizo" Jeremy describe prístinamente a
quienes asistían en tropa a las salas XXX todavía a inicios de los
80, cuando las videocaseteras estaban a distancia de invadir
nuestras recámaras; esos hombres ordinarios, mínimamente agraciados
en sus rostros, de aspecto vulgar y desagradable, con sus talentos y
habilidades muy limitados... todos ellos eran clones del personaje
que Jeremy representó cientos de veces --bueno, por lo menos 4 mil,
que es el número aproximado en el Erizo ejecutó relaciones sexuales
frente a la cámara--el cual ofrecía la suerte, tan increíble como
imposible de encamarse a una o más mujeres tras un par de minutos de
diálogo insulso que a ningún consumidor de cine XXX interesa
escuchar. Dicho de otro modo: Ron Jeremy tuvo el éxito que tubo
--no, no es error de dedo-- cuando reflejó la fantasía, al menos a
nivel onanista, de muchos que lucían como él pero que ni de
chascarrillo podrían seducir a cuanta mujer se les pusiera enfrente.
A diferencia de otros actores porno que nunca salen de lo que se ha
llamado "el Hollywood manco", Ron Jeremy consiguió entrar a lo que
se denomina mainstream, esto es, ser reconocido por aparecer
en otros sitios donde no tiene que quitarse la ropa. Primero se le
invitó a participar en las barras de infomerciales y más tarde, ya
con sus buenos ahorros, optó por sacar a la venta un producto que
sirve para "reavivar" la virilidad de los hombres decaídos, una
especie de viagra naturista.
Y suponemos que le fue retebién a Jeremy pues también puso en los
estantes su Rom Jeremy, una bebida alcohólica que se ha
vendido con profusión. Del mismo modo se le ha visto, siempre mal
vestido, sin peinar, apestando a colonia baratona y siempre en
actitud bufonesca, en varias ceremonias de premiación de la
televisión y no precisamente del cine para adultos, la cual se
celebra en Las Vegas y que otorga su "óscar" a quienes participan en
historias donde el desenlace siempre es el mismo.
Así pues, Ron Jeremy se coló en lo que podríamos llamar, sin mayor
sarcasmo, la "respetabilidad", ese ambiente donde todo mundo te
conoce pero nadie se atreve a decir cuándo se dio el primer
encuentro. Jeremy ya se retiró hace algunos años; a sus casi 70 debe
resultarle complicado seguir desarrollando proezas sexuales frente a
la cama/cámara, máxime si esa suerte de suertudo la ha efectuado
tantas y tantas veces. Retirado ya como productor, lo que le quedaba
a Ron Jeremy parecía ser el seguir envejeciendo como un semental
ídem.
La palabra en las líneas anteriores es, por supuesto, "parecía". Y
esto porque acaba de surgir una mujer que acusa a Jeremy de presunta
violación y de hacerle "tocamientos indebidos" a ella "y a 50
mujeres más".
Hace un buen amarre de años asistí a una tarde de lucha libre donde
abundó el intercambio de mentadas y recordatorios a la progenitora
tanto de participantes como de público, y al final todos terminamos
contentos y satisfechos por ver esos agarrones entre greñudos y
enmascarados. Pero, la verdad, no espero que dentro de unos días
algún asistente a esas sesiones de lucha libre se ponga a protestar
y a sentirse ofendido porque desde el ring un luchador le recordara
a su mamacita o le respondiera que "se le pelaba", razón suficiente
para llevar a juicio al ofensor dedicado al pancracio. Quien asiste
a la lucha libre sabe perfectamente a lo que va y cuáles son las
reglas. Quien se sienta abochornado por escuchar un repertorio
completísimo de groserías y albures, mejor que ni se pare por ahí.
Del mismo modo, si no quieres que te agarren la nalga, no te
acerques a un actor porno, tampoco pidas que te incluyan en el
elenco de una película para adultos y mucho menos vayas a una
convención XXX. Ron Jeremy, indudosamente un pervertido sexual, hizo
con la denunciante lo que ha hecho infinidad de veces, esto es,
acariciar donde no se suele acariciar en público a una mujer, o
autografiarle un pezón mientras le oprime el otro. ¿De qué diantres
se está acusando realmente a este "actor"? La denuncia suena tan
absurda (y estúpida) como si de pronto una persona acusara a un
payaso por haber hecho gracejadas en una fiesta; finalmente, y
aunque sea muy a su modo, Jeremy también es un payaso. De nuevo ¿no
hubo nadie que le dijera a esa muchacha quién es Ron Jeremy y a qué
se ha dedicado por casi 50 años?
Por lo que toca a la supuesta violación, primero ¿por qué la aludida
esperó casi 3 años para hacer la denuncia, que no se supone que ese
tipo de delitos deben por ley ser reportados a las 24 horas
inmediatas cuando la evidencia aún puede ser corroborada? ¿Hasta hoy
se dio cuenta que Jeremy había abusado de ella? Parece ser de una
tremenda ironía que se acuse a Jeremy de haber ultrajado a una mujer
máxime porque hablamos de un tipo que se ha ganado la vida teniendo
relaciones sexuales con cientos de mujeres frente a la cámara.
La hipocresía es absoluta: Joe Biden, el virtual candidato
demócrata, también ha hecho algo similar frente a las cámaras
tocando con lascivia a adolescentes, acercándolas hacia sí y
acariciándoles el cabello, con el agravante que se trata de niñas
que aún no alcanzan la mayoría de edad, lo que evidentemente no
ocurre con esas chicas que asisten a una "convención XXX" o
participan en esas películas; para protegerse, lo primero que hacen
los estudios es certificar que sus "actrices" tengan más de 21 años
y sean dueñas de sus actos y de su voluntad; de güeyes que se meten
en líos con la justicia. Pero nadie parece sentirse ofendido con
todo y que Biden, un sujeto detestable hasta la médula, amenace con
llegar a la presidencia de ese país.
Hizo bien Ron Jeremy en declararse inocente de los cargos. No es
alguien a quien admiremos ni mucho menos, pero eso de acusarlo por
andar acariciando muchachas cuando la ofendida sabía perfectamente
de su reputación, nos suena muy idiota. Se acostó con un perro y
amaneció llena de pulgas, así de sencillo. Que por favor no se
queje.
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