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Steve Irwin, RIP

Lo conocimos como El Cazacocodrilos en Animal Planet. Vamos a extrañar las excentricidades de este singular ecologista australiano, quien  murió haciendo lo que más le gustaba

SEPTIEMBRE, 2006. Hay personalidades de la televisión que pasan a ser parte de la familia. Johnny Carson, David Letterman, el elenco de Seinfeld o Friends y, en México, los actores de telenovelas. Con la llegada de los canales de cable la cantidad de duplicó, ya fuera a través de MTV, E! y hasta el Cartoon Network: Beavis and Butthead, Bob Sponge... you name it.

Uno de estos personajes era Steve Irwin, un australiano que siempre vestía shorts kakis de safari y a quien conocimos primero como El Cazacocodrilos en Animal Planet. Fue, podríamos decirlo, la continuación de Crocodile Dundee, la cinta de un australiano que vive en los pantanos, va a Nueva York y termina ligándose a una soberbia rubia hija de un magnate periodístico (ligándose, de paso, a Linda Kolswoski, la actriz que la interpretaba en la vida real).

Después de los cocodrilos, Irwin también dejaba que tarántulas y arañas pasaran por sus brazos. Cada vez que veíamos a Irwin imaginábamos que era de esos niños excéntricos que en la escuela tienen mascotas raras, como si fueran los hijos de Homero y Morticia Adams. de hecho así fue: Irwin manifestaba que tenía de mascota a una serpiente en el garaje de su casa y que lo más raro que se le ocurriría tener de mascota era un perro, y menos un gato.

Lo interesante de las "mascotas" de Irwin era que las respetaba, y en apariencia, el trato era recíproco. Era un ecologista total, no de esos tipos burocratizados de Greenpeace que realizan activísima labor desde un escritorio; si bien siempre recomendaba a los televidentes que no trataran de imitarlo, en cada emisión Irwin enfatizaba la importancia de convivir y conocer a un mundo dentro del cual rara vez nos asomamos. Australia es un país que comparte ciudades con todos los servicios y poblados donde no es raro que un animal salvaje se meta a la cochera. como los canguros, a los que el conductor siempre defendió.

El máximo de un torero es morir en el ruedo, en medio de su pasión. Lo mismo ocurrió con Irwin, quien falleció poco después de haber sido mordido por una mantarraya (sí, son venenosas, aunque la ironía es que sólo atacan cuando se sienten agredidos) mientras filmaba una serie especial y hacía lo que más le gustaba. No es un destino que le ocurra a mucha gente; la mayoría muere en situaciones que vienen a ser totalmente lo opuesto.

Vamos a extrañar, cómo no, a al Cazacocodrilos, y seguramente Animal Planet tardará buen rato en encontrarle un sustituto digno. Mientras tanto vaya el agradecerle a ese canal el habernos dado la oportunidad de conocer a tan excéntrico australiano

 

 

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