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Y DEMÁS/Historia

Si visita Pennsylvania, no olvide Gettysburg

Preservado como parte de una batalla decisiva para el futuro de Estados Unidos, este parque nacional constituye una máquina del tiempo donde unionistas y confederados parecen volver a enfrentarse; un sitio que honra por igual a los participantes de ambos bandos durante la Guerra Civil

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FEBRERO, 2013. Apenas parece concebible que la industriosa Pittsburgh, la cosmopolita Filadelphia y Gettysburg pertenezcan a un mismo estado. Pennsylvania comparte lo rural y las grandes ciudades de una manera que no deja de sorprender al visitante. También le sorprende el contraste que no se ve en otras partes de Estados Unidos, esto es, que dos o tres épocas de su historia convivan apenas decenas de kilómetros unas de otras. Por ejemplo, en la capital, que también lo fue del nuevo país en los primeros años de la Independencia, los edificios modernos llenos de oficinas se ubican tan cerca de donde se firmó el Acta que dio nacimiento al país y donde todo se ha conservado como en el siglo XVIII y donde los únicos cambios en los edificios son el sistema eléctrico y de alarmas. Cuesta trabajo imaginar cómo en un cuarto tan pequeño, y a escondidas de los ingleses, habría de nacer el que hoy es el país más poderoso del mundo.

Pero si en Filadelfia podemos tener una imagen clara del origen de Estados Unidos, a unos 140 kilómetros al oeste podemos avanzar algunos años en el tiempo para llegar a uno de los momentos más dolorosos de su historia. Es Gettysburg, un extenso territorio a unos kilómetros de la frontera con Virginia y que se ha conservado como patrimonio nacional. Muchos de los lugares históricos donde se desarrolló la Guerra Civil norteamericana (1861-1865) fueron ya consumidos por la mancha urbana, sin embargo Gettysburg se ha preservado tal y como se encontraba la fecha en que ocurrió esta batalla decisiva. Al entrar ahí desaparecen los cables telefónicos, los arbotantes y las torretas de electricidad; dentro de ese perímetro se vuelve a vivir la tensión previa al encuentro entre los ejércitos Confederado y Unionista.

En 1863 el presidente Abraham Lincoln decreta la abolición de la esclavitud en la Unión, algo que acelera la movilización de los estados sureños. Dirigidos por el brillante general Robert E. Lee, los confederados realizan varias incursiones en los estados norteños con el fin de lavantar una subversión, sin conseguirlo. Al mismo tiempo las tropas unionistas con el general George C. Meade al frente, buscan afanosamente a sus contrapartes sin saber exactamente dónde se encontraban. Tras salir de Virginia del Sur rumbo a Pennsylvania, el general Lee habría de toparse con sus contrarios el primero de julio en Gettysburg, a donde había ido para dotar de calzado a sus soldados sin imaginar ambos bandos que ahí se daría la batalla. Luego de tres días de arduos combates, Lee inició la retirada el 4 de julio, día de la independencia norteeamericana. Los historiadores coinciden en que no hubo ganadores en esta batalla fratricida: los unionistas perdieron 28 mil hombres y los confederados 24 mil. Y aunque no fue la batalla decisiva, Gettysburg marca el principio del fin para los confederados. El episodio se cerró dos años más tarde, ya finalizada la Guerra Civil, cuando Lincoln fue asesinado por un tal John Willkes Booth, un inglés fanático de la causa secesionista.

Antes de entrar a Gettysburg hay una serie de tiendas que venden imitaciones de uniformes, botones y banderas norteamericanas de la época. En algunos de esos establecimientos los empleados visten con ropas de la época de la Guerra Civil. Se advierte a los visitantes que aún es posible encontrar botones o pedacería de ropa en Gettysburg pero se advierte que, por respeto a los muertos, se abstengan de recogerlos, además que ello constituye un delito federal.

Por cierto, los turistas de otros países suelen sentirse sobrecogidos al visitar Gettysburg, de cómo un país honra a los caídos de ambos bandos, algo que por cierto, no es común en los memoriales latinoamericanos donde se festeja la caída de un bando sobre otro: esta fue una guerra entre hermanos en la que perdieron los sureños pero en ningún momento se les achaca la culpa. Los hechos ocurrieron por razones propias de su momento, y resultaría aun contradictorio juzgarlas con la óptica de nuestro presente.

Hay una carretera de dos sentidos que cruza todo Gettysburg. Algunas áreas se encuentran cercadas pero hay otras en la que puede uno estacionar el auto a un lado y adentrarse en el extenso campo. Por respeto, se recomienda apagar celulares, no encender radios y todo aquello que interrumpa la integridad de Gettysburg. Al lado del camino es frecuente encontrarse con cañones de doble ruedas, incluso con pesadas bolas debajo de ellos. Hace 150 años que sonaron por última vez pero aún logran imponerse al visitante. Otros tantos cañones son meras reproducciones. Los originales fueron desactivados hace décadas aunque todavía a principios del siglo XX no faltaron quienes intentaron dispararlos.

Conforme se adentra el visitante en Gettysburg la sensación es estremecedora. Todo es silencio aunque hay visitantes que aseguran que si uno se concentra, es posible escuchar los cañonazos, las trompetas de combate, los casquillos de los caballos y los gritos de los soldados. Hay pequeños riachuelos por donde pasan pequeños puentes de madera la cual, pese al tiempo, no se encuentra siquiera semipodrida. También hay monumentos en memoria de los altos militares que perdieron la vida en Gettysburg, y qué batallón representaban: Nueva York, Connecticut, Tennessee, Kentucky, todos ellos homenajeados por igual. Uno de los más notorios es el del brigadier sureño Lewis Armistead, quien murió con sus soldados cuando intentaba cruzar una barrera de piedra de los unionistas y de la cual buena parte se conserva todavía hoy.

En los espacios abiertos puede uno moverse a los lados, hacia las arboledas, y encontrará alambradas donde se acumulaban los pertrechos de cada bando, corrales semiderruidos de madera donde se resguadaba a los caballos, estacas clavadas en la tierra que alguna vez sostuvieron las casas de campaña de tropa y generales, viejísimos costales de arena superpuestos, imposibles ya de separar uno de otro sin romperlos y desparramar su contenido. También abundan las barricadas de madera, muchas de ellas colocadas sobre los puentes. Los guías recomiendan a los visitantes no alejarse mucho de los caminos: aunque el terreno ha sido revisado exhaustivamente, no se descarta la existencia de trampas de madera ocultas entre la hierba, capaces de arrancar un pie y funcionales pese al tiempo transcurrido. Hace años que no se registra un caso pero siempre hay que prevenir a los que acuden a Gettysburg. Lo único que trae de vuelta a los turistas al presente es el esporádico pasar de un avión de turbina que vuela a lo alto. Pero en lo general reina un impresionante silencio.

Algo que rompe un poco el equilibrio histórico son unas pequeñas casas que por dentro tienen modernas cocinetas que ofrecen aperitivos así como baños con tecnología del siglo XXI. Algunas tienen Internet inalámbrico para revisar en detalle lo que ocurrió en ese lugar. Se pueden hacer visitas guiadas a Gettysburg pero si se dispone de todo el día es recomendable hacerlo en forma individual. También es importante empaparse de lo que ahí ocurrió antes de la visita para no pensar que se va de picnic.

Cada aniversario de la batalla se efectúa una serie de cañonazos con balas de salva, disparados por soldados vestidos como unionistas y confederados. También se escenifican algunos episodios de las batallas y se ofrecen conferencias en el mismo sitio donde Abraham Lincoln pronunció su "Gettysburg Address", posterior al fin de la Guerra de Secesión y que se considera es la filosofía de lo que hoy son los Estados Unidos.

Gettysburg es también el indicativo de cómo un país estuvo a punto de separarse, situación qu habría escrito de manera muy diferente el futuro de ese país. Pero también es un símbolo del ideal de próceres como Washington y Jefferson, un ideal que logró imponerse y que, aun hoy, impregna el ambiente de los Estados Unidos.

 

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