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INTERNACIONAL

Se tambalea Maduro y de paso exhibe mundialmente el doble rasero del pejegobierno

 En el 2006, el hoy presidente retó a las leyes electorales mexicanas y amenazó con enviarlas al diablo, además de buscar apoyo a su causa en otros países. Pero cuando Venezuela busca zafarse de un presidente espurio se llama a la No Intervención y se refrenda el apoyo a un autócrata que disolvió a un Parlamento electo por el pueblo. Ahora sí que Doctrina Estrada a mi conveniencia

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ENERO, 2019. El añorado intelectual francés Jean François  Ravel escribió que el descontento popular es como un gas que se va acumulando hasta que la chispa más pequeña e inesperada resulta en detonante que pone en retirada al autócrata. Lo hemos visto decenas de veces en la historia, desde Porfirio Díaz hasta Nicolae Ceaceuscu, quienes un día se veían inamovibles del poder para unas horas después desplomarse sin que nadie ni nada intervenga para salvarlos de su destino. Hoy se puede decir de acuerdo a como están ocurriendo los acontecimientos en Venezuela: el dictadorzuelo Maduro --quien, a diferencia de muchos de sus colegas, es extremadamente tonto, por decir lo menos-- está viviendo los estertores de su régimen; todos los indicios apuntan a ello.

Como se sabe, este martes 23 de enero --día en que los venezolanos recuerdan la caída del dictador Rafael Pérez Jiménez-- el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaido, se proclamó "presidente encargado" de Venezuela, convocó a elecciones y llamó ilegítimo a Nicolás Maduro. No fue una proclamación al aire: casi al mismo tiempo, los gobiernos de Argentina, Chile, Ecuador, Brasil, Colombia, Estados Unidos y Canadá --una agradable sorpresa dado el gobierno "progresista" del primer ministro Justin Trudeau-- manifestaron su apoyo al gobierno encabezado por Guaido, a lo que se sumó el apoyo "total e incondicional" por parte de la Organización de Estados Americanos en voz de su secretario general, el uruguayo José Luis Almagro.

La respuesta del dictadorzuelo fue, como muchas de sus acciones, una absoluta tontería: anunció el rompimiento de relaciones con Estados Unidos al que acusó (pero cómo no) de estar tras lo que llamó "golpe de Estado", conclusión sacada exclusivamente de su mente enferma pues, en primer lugar, a menos que crea que Washington o la CIA le pagaron al casi medio millón de personas que asistieron a la marcha efectuada en el centro de Caracas, o que los venezolanos, a diferencia del resto de la especie humana, no sientan hambre, desesperación y estén muy felices porque cada día su país sigue hundiéndose en una espiral que parece no tener fondo (y de hecho no lo tiene, como pueden atestiguarlo los cubanos que este año cumplieron seis décadas de vivir bajo un régimen comunista).

Mencionemos ahora a los países que se han negado a reconocer como presidente a Guaido. La lista la encabezan, claro está, Cuba, donde se sabe perfectamente que la caída de Maduro prácticamente estaría marcando la caída del "presidente" Ruiz "Chicle" Canel; Uruguay, con un gobierno cada día más impopular; Bolivia, donde también Evo Morales está empezando a enfrentar protestas opositoras; Nicaragua, donde Danny Ortega también tiene un gobierno en cuenta regresiva., Rusia, algo que por lo demás no debe sorprender, máxime la compra en proceso de armamento bélico por parte del mostachudo estalincito venezolano y... atinó usted, estimado lector, México, cuyo gobierno se estrenó ante la OEA al negarse a condenar a Maduro al que sigue considerando "presidente" al tiempo que el titular de la Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, enarboló la "no intervención" y alegó que "junto con España y Portugal, México "llama al diálogo y apoya una salida política a la situación en Venezuela".

¡Pero, señor Ebrard, es Maduro quien no solo se ha negado al diálogo sino que disolvió el Parlamento, acción que de acuerdo a los estatutos de la OEA --e incluso la misma Constitución mexicana-- lo convierten en presidente di facto, forma elegante de llamarle espurio! Es Maduro quien impidió el ingreso de los congresistas al Parlamento para sustituirlos por "legisladores" peleles que se la pasan besándole las nalgas al bigutodo autócrata, es Maduro el que despedazó los estatutos de legalidad democrática firmados por todos los miembros de la OEA, incluido México. Pero el secretario Ebrard, todavía en la mañana del miércoles 24 afirmaba que "les guste o no, y de acuerdo a la Doctrina Estrada de no intervención, México seguía considerando presidente a Maduro".

Qué curioso: ahora sí hay que hacerle mucho caso y apegarse a la Doctrina Estrada, la cual redactó un funcionario del ex presidente Pascual Ortiz Rubio, miembro del Partido de la Revolución Mexicana, que viene a ser como el abuelito del PRI, es decir, "la mafia en el poder". Eso por un lado, por el otro ¿ahora sí se vale apelar a la "no intervención",  a considerar "legítimo" a Maduro aunque se haya limpiado el trasero con la Constitución que, paradójicamente, Hugo Chávez logró aprobar en el 2002? Ahora sí es urgente que México "se apegue a la legalidad" cuando en el 2006, quien hoy es presidente mandó al diablo a las instituciones.

Cuando López Obrador perdió las elecciones en el 2006, nadie recuerda que este hubiera exigido apelar a la legalidad democrática, por el contrario. Para el tabasqueño y sus huestes, la ley electoral era válida únicamente si lo beneficiaba pero un instrumento de la "mafia en el poder" si un resultado le era adverso. En ese momento López Obrador no se vio tan respetuoso de las leyes cuando ilegalmente ordenó bloquear y ahorcar el Paseo de la Reforma, invadir el Zócalo y proclamarse "presidente legítimo".

Al disolver el Parlamento, Maduro se convirtió en presidente espurio. En el 2006 López Obrador ordenó a los diputados  y senadores a "tomar" la tribuna, alegando principios de "legalidad democrática", y no solo eso, impidió la entrada al recinto al presidente electo Felipe Calderón, quien entró por una minúscula puerta para poder jurar y tomar posesión del cargo. Aquí sí se vale bloquear las funciones de un Congreso de la Unión electo por el pueblo, pero si allá el mandatario lo disuelve e impone a incondicionales suyos, se debe apelar, nos guste o no, a la "autodeterminación de los pueblos".

Por cierto, la  cacareada "no intervención" estaba muy distante de las preocupaciones de Ebrard ý López Obrador cuando varios legisladores del entonces PRD y liderados por Gerardo Fernández Noroña, viajaron a Caracas en el 2012 y participaron en una marcha de apoyo a Hugo Chávez, como tampoco le pareció prudente invocarla cuando cientos de simpatizantes que denunciaban el "fraude" hicieron abierto proselitismo a favor del tabasqueño en Londres, París, Nueva York, Buenos Aires e incluso Sydney, Australia. Ni tampoco se hizo mucho caso a la "no intervención" cuando varios de sus seguidores, entre ellos Paco Ignacio Taibo II y el ya mencionado Fernández Noroña viajaron a Estados Unidos para exigir que no se reconociera al ´"espurio" Calderón. Ahí sí que la Doctrina Estrada y la "No intervención", mi abuelita.

La "no intervención" tampoco pareció aplicar cuando el referido PIT II invitó al politólogo español, Juan Pablo Monedero, a una conferencia donde el principal fundador de Podemos opinó abiertamente sobre asuntos internos de México.

Hay quienes afirman que López Obrador está repitiendo la "fórmula Lula", que consiste en manejar una política exterior totalmente inclinada a la izquierda para apaciguar a los "duros" dentro de la coalición que lo llevó al poder. Como se recuerda, el ex presidente brasileño le tupía a los globalizadores cuando era orador en la Cumbre de Río, e incluso mantuvo una distancia respetuosa con Chávez, aunque los corridillos al interior de su gobierno señalan que Lula solía criticarlo duramente en privado.

De cualquier modo, y si López Obrador prometió "congruencia y honestidad" en su gobierno, debe aplicarla también a su política exterior. De hecho, la Doctrina Estrada --un virtual laisez-faire, por cierto-- no contempla el principio de "No Intervención" cuando el legislativo se niega a reconocer a los otros poderes; de hecho ese fue el punto en el cual se apoyó Lázaro Cárdenas para romper relaciones con España en 1939.

Un mandatario debe asumir riesgos en pos de la integridad constitucional, más que de la congruencia. Y López Obrador no lo está haciendo en lo que toca a Venezuela. Ojalá que, por favor, no le vayan a dar asilo en México a Maduro cuando lo saquen a patadas del poder. Ni siquiera en un hospital psiquiátrico, envuelto en camisa de fuerza.

 

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