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Pete Rose busca una segunda oportunidad

De leyenda absoluta en Ligas Mayores cayó en el descrédito al realizar apuestas ilegales, un delito menor comparado con los escándalos que hoy se dan en el deporte norteamericano. ¿Ha llegado el momento de abrir a Pete Rose la puerta al Salón de la Fama del beisbol?

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SEPTIEMBRE, 2013. Los días previos el estadio Riverfront de Cincinnati había tenido llenos a lo absoluto, y había razón suficiente para ello pues el beisbol de Ligas Mayores estaba a punto de presenciar un acontecimiento histórico. Este finalmente ocurrió el 22 de agosto de 1985 cuando Pete Rose pegó su hit 4,192 ante un público enloquecido. Esa tarde se había roto la marca de más hits que había estado en poder de Ty Cobb por tres décadas. Aquel jugador era demás mánager-jugador de los Rojos, un equipo de media tabla que había logrado una de las proezas más grandes en lo que el "Mago" Septién llama "la gran carpa".

Pete Rose --el mismo "Mago" le apodaba Pedro Rosa-- pasó a ser un héroe local y de paso representó el espíritu que distinguió al beisbol durante muchas décadas, un aliento necesario para un deporte que entonces, como ahora, estaba sumido en escándalos de dopaje. "Pete Rose es el héroe de Norteamérica para nuestros tiempos", dijo un orgulloso Ronald Reagan cuando recibió al pelotero en la Casa Blanca. Margie Schott, la ya fallecida dueña de los Rojos de Cincinnati, hizo de lado su habitual patanería y regaló a Rose un automóvil último modelo. Era un reconocimiento justo para Rose, profesional desde 1962. Su marca, que quedó finalmente en 4,210 imparables hasta que anunció su retiro, permanecerá por lo menos dos décadas más., según los especialistas.

Apenas cuatro años después la reputación de Rose se desplomó. Una investigación de un diario local de Cincinnati y luego reproducida por el semanario Sports Illustrated, daba cuenta de que Rose había realizado apuestas ilegales los últimos cinco años y donde había obtenido unos 10 mil dólares extras a su sueldo. La acusación de mayor peso refería que Rose había apostado incluso contra su propio equipo, algo que explicaba una extraña racha perdedora que los Rojos habían tenido la temporada anterior. El entonces Comisionado de la MLB, Wilson Giammati, y quien había entregado personalmente su reconocimiento al pelotero, anunció en una conferencia "el cese de Pete Rose como jugador profesional y como mánager, una prohibición de por vida para participar en toda actividad supervisada por la Liga Mayor de Beisbol", lo que incluía a las ligas existentes en Estados Unidos, desde las universitarias hasta las infantiles, lo mismo que en el beisbol profesional de Canadá, México, Japón y prácticamente cualquier país donde se juega al beisbol, con la probable excepción de Cuba.

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El día en que Rose entró a la historia (1985)

Rose perdió no solo su empleo, por el que sentía una enorme pasión, sino que prácticamente quedaba fuera de un reconocimiento que ya tenía ganado, el entrar al Salón de la Fama del Beisbol. Rose pidió perdón a la Comisión, la cual se aceptó, pero recalcó que el veredicto era irrevocable. El periodista Steve Wulf, de Sports Illustrated, la revista que hundió a Rose, reconoció que el jugador había hecho algo indebido pero asimismo apuntó que la decisión del comisionado había sido excesivamente drástica y que carecía de sentido haberla hecho permanente. Años después Rose volvió a pedir que se le levantara la prohibición; lejos de ello, no se le permitió que ingresara a un equipo de las Menores. "Me someto al castigo aunque en ocasiones pienso que es excesivo", refirió Rose meses después. (De paso, la Comisión eliminó la modalidad de mánager-jugador).

Miles de fans están de acuerdo en que el castigo de por vida contra Rose carece de fundamento. Sin duda el comisionado Giammatti, quien falleció de un infarto fulminante en 1989, quería dar una lección implacable. Pero el caso es que lo hecho por Rose está muy lejos de los escándalos que vendrían después, sobre todo los casos de dopaje reconocidos incluso por el cubano José Canseco, ex toletero de los Atléticos de Oakland, quien escribió un libro donde señalaba que los esteroides, "eran consumidos por todos nosotros, incluso con anuencia de los coaches y los médicos del equipo". 

Sin embargo ni Canseco ni Mark McGuire, ni Barry Bonds, quien rompió la marca de cuadrangulares cuando jugaba con los Gigantes de San Francisco, fueron expulsados de por vida del deporte. Todos ellos aceptaron jugar sucio dado que con sus récords tendrían acceso a contratos aun más jugosos. Es cierto que ninguno ha entrado (todavía) al Salón de la Fama. Pero igualmente tampoco han recibido castigos iguales de drásticos como sucedió con Rose.

Divorciado y casado nuevamente con una ex Playmate de origen coreano con quien tiene dos hijos adolescentes, Rose inició el pasado enero un reality-show en un canal de cable, pero el ex pelotero no tuvo buenos ratings y la serie fue cancelada. Con 71 años de edad, aunque aparente mucho menor edad, Rose espera que pronto reciba buenas noticias aunque su optimismo sigue siendo muy ambiguo.

Hace algunas semanas Rose apareció en el programa televisivo Nightline: "Creo que cometí el delito equivocado. En vez de realizar apuestas ilegales debí haber consumido sustancias prohibidas para mejorar mi rendimiento. En este momento ya se me habría perdonado... pero no. Cometí un delito imperdonable, más grave que mis 27 años de carrera..."

Hay quienes especulan que, dado que el año pasado la lista de aspirantes al Salón de la Fama quedó "desierta", la rehabilitación de Rose se encuentra muy cerca, al igual que otros peloteros ignorados por décadas. Pero por otro lado no se desea crear el precedente de que el tiempo transcurrido hará que el realizar apuestas ilegales como lo hizo Rose sea un delito que prescriba con el tiempo y así todos contentos.

"Después de mi familia, el beisbol es lo más importante en mi vida", dijo Rose en la misma entrevista, "hice lo que hice sin pensar en las consecuencias, me arrepiento y volveré a arrepentirme cuantas veces sea necesario. Lo que me parece injusto es que quienes han cometido delitos más graves sean vistos con más benevolencia que yo".

Donde el veredicto prácticamente unánime es que Pete Rose, de entrar finalmente al Salón de la Fama, lo habrá hecho con indiscutibles méritos.

 

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2 opiniones

luisfabian75 escribe 08.09.13

Pete Rose fue una de las últimas figuras de las Grandes Ligas a la cual pertenecen Joe DiMaggio, Ty Cobb, Sandy Koufax, Turman Monson y decenas más, caballeros tanto dentro y fuera del diamante, gente que no necesitaba doparse para mostrar su calidad. El delito de Pete Rose es mínimo si lo comparamos con patanes cpomo Dwitgh Gooden que no donan ni un solo dólar a causas de beneficencia y consumen drogas, algo mucho peor que andar realizando apuestas ilegales, por eso yo apoyo la entrada de Pete Rose al Salón de la Fama del Beisbol

peteterete76 escribe 07.09.13

Luego del escándalo de las apuestas Pete Rose se divorció y en el 94 conoció a Mary Kim, una playmate de origen coreano con la que hoy tiene dos hijos adolescentes, la verdad no le ha ido tan mal y tampoco creo que le haga mucha falta que entrar al salón de la fama, los aficionados siempre lo reconoceremos

 

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