Y DEMÁS: Nueva idiotez PC: apropiación cultural

¿Gusta usted practicar el yoga, el tai-chi o las artes marciales de Oriente? Tenga cuidado pues para la Policía del Pensamiento, está usted siendo políticamente incorrecto, muestra de que la estupidez humana con barniz totalitario, es infinita

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MARZO, 2016. Un grupo de alumnos de la Universidad de Toronto recibió una noticia que parece sacada del deforma.com, la página web que publica notas humorísticas. La rectoría exigió suspender las clases de yoga que se impartían en el campus a petición de un grupo de estudiantes activistas que consideran que los occidentales que siguen la sana costumbre de relajarse con el yoga cometen "apropiación cultural".

Meses antes una universidad británica prohibió que sus alumnos entraran al plantel usando unos sombreros mexicanos que un restaurante cercano regalaba a sus clientes con motivo del 16 de septiembre. No solo eso, la institución --que aparentemente recibió la queja de una alumna de origen mexicano quien manifestó sentirse "profundamente ofendida" por la promoción-- logró que la autoridad local ordenara al restaurante "eliminar esos actos de discriminación racial" so pena de obligarlos a un cierre definitivo.

Hace unas semanas Matthew Sedacca, un alumno de Periodismo en la Universidad de Columbia, provocó la furia de varios activistas al escribir en un diario de Austin que la capital tejana era "la capital del taco como desayuno". Esos activistas --aparentemente gente sinquehacer que se la pasa todo el día a la caza de objetivos, como agentes de una orwelliana Policía del Pensamiento-- exigieron que Sedacca, al mejor estilo de la Alemania nazi o la China maoísta, "sea sometido a sesiones de reeducación obligatoria sobre la historia de Texas" pues, ya lo adivinó el lector, el joven estaba cometiendo "apropiación cultural". Afortunadamente, hasta el momento Sedacca no se ha mostrado muy preocupado: en una foto en twitter se le ve comiendo un burrito.

Bienvenidos todos a la nueva idiotez concebida por el activismo políticamente correcto.

La "apropiación cultural", como bien la define Katherine Timpf, de la revista National Review, es prácticamente "un imperialismo cultural a la inversa", es decir, si hace décadas se criticaba ferozmente que los habitantes de los países pobres o subdesarrollados adaptaran costumbres o tradiciones de otros países, como el Halloween, se trataba de "penetración cultural". Pero ahora si los países poderosos adaptan para sí costumbres o tradiciones de otros países, como el yoga, se está cometiendo "apropiación cultural".

En los países desarrollados, desde Canadá hasta Gran Bretaña, Francia y por supuesto Estados Unidos, se ha dado un gigantesco tránsito multicultural las últimas dos décadas, lo que trae consigo la llegada de tradiciones, costumbres e importaciones culinarias que los recién llegados traen consigo. Durante muchos años, en efecto, los norteamericanos han tomado como suyos los tacos, el pico de gallo y el guacamole, éste último el snack más consumido durante la celebración del Superbowl en ese país. Pues bien, aparentemente, todo ello forma parte de una "apropiación cultural"... y criticarlo una estupidez de gigantescas proporciones.

En brutal incongruencia, los mismos activistas que celebran la llegada de inmigrantes a Europa y exigen una reforma migratoria al gobierno norteamericano son los mismos que denuncian la "apropiación cultural".

Pero ya sabemos que a las huestes PC les tiene sin cuidado en caer en términos "absolutos", como la incongruencia. Porque no parece importarles mucho que un estudiante llegado de Pakistán en la Universidad Estatal de Nebraska protestara de sufrir "discriminación" porque en la cafetería del plantel no se incluyeran platillos pakistaníes en el menú. Se tuvo que contratar a un cocinero de ese origen para darle gusto al alumno quien por cierto, agrega Kimpf, "tras un par de veces de consumir su platillo pakistaní favorito dejó de asistir a la cafetería. Pero ese platillo --ni el cocinero-- pueden ya ser hechos un lado".

Imaginemos por un momento si la "apropiación cultural" hubiera existido en tiempos recientes de la historia. La llegada del cacao a Europa al que luego se le agregó azúcar para convertirlo en delicioso chocolate, el auge de la comida mexicana en Estados Unidos, la pizza italiana, el sushi, la comida tailandesa, el kipe servido en otras latitudes y el practicar artes marciales orientales habrían sido imperdonables actos de "apropiación cultural".

El ex beatle George Harrison, quien compuso varias canciones empleando instrumentos musicales hindúes, o Paul Simon, que grabó un disco con ritmos sudafricanos, a Frank Sinatra, que hizo lo propio al introducir exitosamente al mercado norteamericano el gozo de la música bossanova, igualmente estaba cometiendo "apropiación cultural".

Paul Gauguin viajó a la Polinesia y realizó cuadros donde aparecen mujeres de esa etnia por las que sentía profunda atracción y admiración. seguramente hoy Gauguin sería considerado un raciista misógino que, obviamente, estaría cometiendo "apropiación cultural".

Sin duda los músicos ingleses que en los sesenta explotaron el soul y el blues estaban cometiendo "apropiación cultural" de acuerdo a los lineamientos PC. Pero se olvida que ellos rescataron unos géneros que estaban condenados a la desaparición en su propio país. Bien lo dijo el recientemente fallecido BB King: "No olvidemos que antes de estos jóvenes ingleses, el blues estaba a punto de desaparecer" o Eric Clapton: "Nosotros somos una mera caja de resonancia del verdadero talento del blues. La fuente original se encuentra en Muddy Waters, BB King y Slim Whitman y varios más. Ellos son los genios".

¿Se está cometiendo "apropiación cultural" cuando se invita a trabajar a Estados Unidos a un chef coreano, a un doctor hindú, a un pintor de Laos, a una diseñadora filipina, a un ingeniero en computación de Pakistán?

Lo más paradójico, como en el caso de los estudiantes a quienes se impidió seguir practicando yoga, es que se trata de gente convencida que los pueblos orientales (e incluso civilizaciones como la maya) eran superiores en conocimientos y su comunión con la naturaleza al mundo occidental. Lo mismo pasa con esos turistas norteamericanos y europeos que viajan a la selva chiapaneca seducidos por sus propios mitos que consideran a los indígenas poseedores de conocimientos superiores. Y seguramente ya lo adivinó, amigo lector: son huestes abrumadoramente progresistas. Sería bueno ver si sus amigos PC también consideran que están cometiendo "apropiación cultural" cuando adquieren cobijas, aretes, obras de alfarería y cuadros y luego los venden o regalan a sus amigos igualmente progres.

De hecho y dentro de esta óptica tan torpe, todo turista cultural está cometiendo "apropiación cultural" al querer asumir como propias costumbres y creencias que no pertenecen a su origen étnico.

¿Están igualmente cometiendo "apropiación cultural" los jóvenes blancos que compran discos de hip hop, y se visten con las mismas indumentarias de esos artistas? ¿Si a usted y mí nos gusta la música de Stevie Wonder o admiramos a Mohammed Alí caemos en el pecado de "apropiación cultural?"

La "apropiación cultural" tiene un rango tan amplio de estupidez que apenas merecería tomársele en cuenta. Pero ya se está dando, y cada día toma mayor fuerza. Ese es el mayor peligro que entraña: que el gusto y admiración que podamos sentir por la cultura de otros países se convierta en acto reprobable para la Policía del Pensamiento.

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