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CINE
Toma el camino
largo a casa
Llega un momento
en el cual los hijos adoptados desean saber su verdadero origen y
todo aquello que dejaron atrás. En esta película un tanto predecible
pero profundamente conmovedora, se explora la historia de un niño
hindú que busca, y se entera de lo que ocurrió con su familia
Lion
Sunny Pawar, Abhishek Bharate, Priyanka Bose, Nicole Kidman
Dirigida por Garth Davis
Weinstein Company/2016
ABRIL, 2O17. A principios de los
80 Australia experimentó un importante auge en su industria
cinematográfica que comenzó a manifestarse con Mad Max hasta
tener su declive con Muriel's Wedding, ya avanzados los 90.
Se esperaba que este filme pudiera marcar la puntilla para levantar
al cine australiano, pero queda claro que Lion no será la
respuesta si asumimos que fue estrenada en noviembre en Estados
Unidos y hasta ahora nos llega a las pantallas totonacas. Con todo,
lo que aquí tenemos es una historia interesante, si bien un tanto
predecible, pero muestra de que el cine australiano sigue teniendo
buen nivel de calidad.
La historia es sencilla y muy lineal, aunque seguramente el
espectador sufrirá un poco al tratar de recordar los enredados
nombres de los protagonistas.
Veamos: Saroo (Sunny Pawar) es un niño de cinco años a quien vemos
primero acompañado de su hermano mayor Guddu. Ambos viven en una de
las innumerables aldeas hindúes donde la pobreza es general (muchas
escenas aquí están inspiradas, si no es que copiadas, de la
oscareada Slumdog Millonaire). Guddu logra robarse algunos
pedazos de carbón en un tren en movimiento y, de paso, es el héroe
de Saroo; Guddu vende el carbón y logra comprarse un litro de leche.
Ah, por cierto, nos encontramos en el año 1986.
Los dos hermanos van a una estación de tren pues Guddu pasará unos
días cargando pacas para hacerse de algo de dinero. Sarro se pierde
entre la muchedumbre luego de despertar de una siesta a bordo de un
tren que no se detiene hasta llegar a Calcuta a más de 1.500
kilómetros de su hogar y donde, para colmo, se habla un idioma
distinto. Tratar de sobrevivir en una de las ciudades más pobres del
mundo no es nada sencillo de modo que Saroo será capturado tras un
pequeño robo y llevado a un orfanatorio. Ahí pasará la semanas hasta
que le informan que será trasladado a otro país como hijo adoptado.
Antes de ello se le educa sobre el uso de los utensilios, entre
ellos la cuchara y el tenedor, así como la pimienta.
Saroo llega a Tasmania donde conocerá a John Brierley (David Wenham)
y su esposa Sue (Nicole Kidman), sus padres adoptivos. El niño no
tendrá muchos problemas para adaptarse a su nueva vida, algo
distinto cuando a los dos años Mantosh, otro huérfano, es adoptado
por la familia. Montash muestra desde el principio ser un muchacho
rebelde e irresponsable.
Pasan los años y poco a poco Saroo empieza a preguntarse de dónde
viene y qué fue de su familia en la India, en especial su hermano
mayor Guddu. Ya en el presente Saroo es un treintañero completamente
adaptado a la vida en Australia. Pero poco a poco y valiéndose del
Google Maps como instrumento de búsqueda, Saroo logra reconocer la
pequeña montaña donde de niño solía ver las mariposas en compañía de
su hermano. Esto llevará a un recorrido frenético donde, por
supuesto, no faltarán ni el romance ni las rivalidades con Mantosh.
Como decíamos líneas atrás, se trata de una historia predecible,
aunque eso no le quita lo conmovedora, de cómo aunque nos vayamos a
radicar a miles de kilómetros de nuestro lugar de nacimiento,
siempre habrá una liga que nos ata y, en cierto modo, una razón por
la cual nos tocó nacer ahí. Si hay algo que objetarle a Lion
es cierto tufillo políticamente correcto donde se insinúa, ahí como
no queriendo, que la pobreza en la India es un producto ligado con
los años del colonialismo inglés, algo falso pues la miseria ya
existía ahí desde mucho antes que la reina Victoria manchara sus
primeros pañales.
Al final de la película nos enteramos porqué Guddu jamás reclamó a
su hermano menor y de paso cuál es el verdadero nombre de nuestro
protagonista (también aparece el verdadero Saroo junto con su madre
biológica y sus padres adoptivos).
En suma, Lion es una buena película para entretenerse una
tarde de domingo, como fue nuestro caso, y es además una muestra del
contraste, a veces brutal, que puede existir dentro de un mismo
planeta (la escena cuando Saroo ve por primera vez un refrigerador
repleto de comida es de antología). En medio de precuelas,
superhéroes o remakes que no aportan absolutamente nada,
Lion es una opción válida para asomarnos a un cine de alto nivel
como lo es producido en el país de los canguros... y de los koalas.
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