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Las distorsiones abiertas de Grass y de Galeano

Dos de los autores más importantes en la última mitad del siglo XXI fallecieron casi al mismo tiempo lo cual da oportunidad de repasar la influencia de sus obras, que no siempre fue la mejor, en especial por haber modificado la verdad a su muy personal parecer

ABRIL, 2015. En cuestión de horas dos grandes de las letras abandonaron este mundo. Uno de ellos fue el alemán Günter Grass, ganador del Nóbel de Literatura, y el otro fue el uruguayo Eduardo "Trucha" Galeano. Los dos se distinguieron por la agilidad de su estilo, por publicar libros y ensayos tan exitosos como ampliamente leídos, y por ser admirados en buena parte del mundo. También los unía su "progresismo" que desembocó en muchas ideas y distorsiones históricas que procuraron acomodar a su gusto.

Grass prácticamente brincó a la inmortalidad en 1959 al publicar El Tambor de Hojalata, la historia de Oskar Matzerath, un personaje que se niega a crecer. En el caso de Galeano pocos dudan en que su obra más conocida sea Las Venas Abiertas de América Latina, originalmente publicado en 1971. La influencia de esa obra sigue siendo enorme: el fallecido Hugo Chávez le entregó una copia a Barack Obama cuando se conocieron por primera vez (en español, por cierto, lo que hacía de todo el asunto fuera un acto de protagonismo chavista), el grupo argentino Fabulosos Cadillacs le dedicó una canción a ese libro del mismo modo en que Las Venas sigue siendo lectura obligada en varias universidades de Europa y Estados Unidos en sus materias de Historia Latinoamericana.

Incluso el presidente Peña Nieto, quien batalló para mencionar tres libros decisivos en su vida, súbitamente se acordó de Las Venas Abiertas al saber de la muerte de Galeano y lo mencionó en su cuenta de twitter, un libro que, podemos asegurarle al lector, el primer mandatario jamás ha leído.

Para quienes sí hemos leído Las Venas Abiertas de América Latina apuntamos que se trata de un listado de argumentos que buscan justificar la pobreza y el atraso de los países de habla hispana que se independizaron de España inspirados, vaya cosas, en el proceso independentista de Estados Unidos. Galeano, poseedor de un estilo ameno y prosa impecable --es uno de los autores que introdujo al futbol a los entresijos literarios-- afirmaba contundente que éramos pobres por culpa de los otros, no de nosotros mismos, al principio por los colonizadores europeos y después sus descendientes, representados en el imperialismo yanqui.

Para Galeano, nuestra pobreza era el producto de imposiciones creadas por las grandes capitales para chuparnos nuestros recursos adquiridos y pagados a precio de mijagas. Todo dibujante que represente a Estados Unidos como un Tío Sam babeante en ambición tiene una deuda con las descripciones de Galeano. 

Ante semejante exculpación, donde los únicos latinoamericanos culpables eran aquellos lacayos leales al imperialismo yanqui, y al orgullo que todavía entonces solía despertar la revolución cubana, Las Venas Abiertas se convirtió en best-seller automático. Luego que Chávez le regaló un libro a Obama, Las Venas dio un temporal brinco entre los más vendidos de Amazon pero en realidad nunca ha dejado de venderse desde que salió a la venta hace 44 años. 

Al escribirlo, a Galeano no parecía preocuparle gran cosa en el hecho de que los latinoamericanos éramos también parte de esa herencia europea que se cernió avasalladoramente sobre el continente recién descubierto y que eso nos hacía corresponsables de la pobreza regional. En este punto no parece ser coincidencia que el director James Cameron hubiera reconocido en Playboy que su película Avatar estuviera inspirada "en los textos de Eduardo Galeano que leí en mis años de universidad".

Hace algunos meses Eduardo Galeano sorprendió tanto a sus críticos como admiradores al decir en Río de Janeiro que "ya había superado" muchos de los conceptos vertidos en Las Venas y que "me aburría ese tipo de prosa que escribía cuando era más joven". Un reconocimiento increíble que, sin embargo, no ha afectado la visión que muchos progres tienen en torno a esa obra, que la consideran más allá de su mismo autor.

Sin embargo, Galeano rápido demostró que aún ostenta su afición, o más bien desprecio, por la verdad, por los hechos incontrovertibles y que en lo mínimo le importaban contradecirse entre sus palabras y sus hechos. Acudió a un "congreso antiimperialista" en Caracas, se reunió con el presidente Maduro y la prosa que empleó en su discurso no parecía aburrirle mucho.

En el caso de Grass, indiscutible genio literario, está el haber escondido por décadas al haber pertenecido a las SS Waffen, o Juventudes Hitleristas. El pasado nazi que hundió la reputación de innumerables personas, siendo el caso del ex secretario de la ONU Kurt Waldheim uno de los más conocidos, fue revelado por el mismo Grass en Pelando la Cebolla, una selección de cuentos y ensayos. Pero qué importaba, ya para entonces le habían otorgado el Premio Nóbel y había publicado cientos de páginas echando en cara a sus compatriotas el haber apoyado al nazismo y difícilmente la Academia Nobel le iba a retirar su premio pese a que sin duda lo habría hecho en caso que no se tratara de un autor "progresista" como lo fue Grass.

La grandeza de Eduardo Galeano y de Günter Grass está fuera de toda duda, como también lo están el haber escondido la verdad y el compromiso que ambos debían a sus lectores. 

 

 

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