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Jesse Owens y Berlín 1936: lo que realmente ocurrió

La historia refiere cómo este atleta excepcional le hizo pasar tremendo coraje al autócrata alemán durante los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. Pero tras la distorsión de lo que realmente sucedió hay algo que es, sencillamente, para levantar cejas

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OCTUBRE, 2022. Jesse Owens fue, sin asomo de duda, uno de los mejores atletas del siglo XX y para muestra están las cuatro medallas de oro que consiguió en salto de 100 y 200 metros, 4 x 100 en relevos y en salto de longitud. Estos logros son de admirarse aun más si recordamos que Owens nació en un poblado de Alabama en una familia de pocos recursos a lo que debe sumarse el haber crecido en el Sur norteamericano que en aquel entonces aún hervía en prejuicios raciales, discriminación y que consideraba a la población negra poco menos que bestias de carga.

Uno supondría que Owens, por haber crecido en un ambiente tan poco favorable, terminaría ahogado en resentimientos y sed de venganza. Pero muchos años después de su brillante participación olímpica, Owens escribió: "El desquite nunca se anidó en mi corazón. Fueron tiempos difíciles y de innumerables humillaciones pero conforme fui conociendo el mundo descubrí que son mayoría las personas consideradas y respetuosas las que van construyendo un mundo mejor".

Cuando se habla de Jesse Owens es inevitable que se mencione el momento en que "humilló" a Adolfo Hitler. La historia nos dice que cuando el dictador alemán vio que Owens, parte de una "raza inferior", derrotó al atleta germano Luz Long, furioso abandonó el balcón y el estadio olímpico y que más tarde mandó castigar al atleta que lo desilusionó.

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"Jesse Owens, el atleta que ridiculizó a Hitler", "el coraje de Hitler que lo hizo salir furioso al ver ganar a Jesse Owens"... son algunos de los encabezados más socorridos , además de enfatizar que el autócrata se negó a saludar a Owens de mano. Esta es una información que nos hemos creído sin chistar y que durante casi 90 años se ha presentado como un ejemplo prístino de la vez que a Hitler se le dio un eficaz antídoto contra ese racismo del que tanto alardeaba.

Sin embargo, lo que en verdad ocurrió resulta menos simplista.

En primer lugar, Luz Long, aparte de jamás haber sido "castigado" por perder frente a Owens, trabó amistad con el atleta estadounidense esa tarde olímpica que empezó con un apuesta entre ambos para ver quién daba el salto más largo, apuesta que Luz perdió. Lejos de insultarlo, Luz abrazó a Owens, lo felicitó frente al público y las cámaras para después pagar la apuesta. Más aún, Owens y Luz siguieron carteándose, una amistad que terminó en 1942 cuando el atleta alemán falleció en el frente. "Luz Long no era un fanático ni un racista, era una gran persona de quien me convertí en buen amigo", escribió Owens años después.

La revista española Historia y Vida, a la cual nadie jamás se atreverá a tachar como simpatizante de derechas, del franquismo o de los delirios hitlerianos, publicó un especial sobre la historia de los Juegos Olímpicos. Ahí se desmitifica la supuesta "furia" del dictador nazi ante la derrota del atleta alemán: "Una fábula muy extendida afirma que los nazis se sintieron humillados por estas victorias del campeón negro, de ahí que Hitler se negara a saludarlo. No fue así. Se trató de un mito propagado por el Baltimore Afro-American y otros diarios de EEU para subrayar el racismo nacionalsocialista y la flaqueza de la supuesta supremacía aria".

El artículo de Historia y Vida agrega que "el Führer se abstuvo de estrechar la mano de muchos deportistas, no solo la de Owens y en aquel día lo hizo porque estaba a punto de diluviar y a petición del COI ante un evento que ya estaba muy politizado".

Owens mismo reconocería que Hitler, al verlo en la distancia, se puso de pie y lo saludó levantando el brazo. "Nunca me trataron mal en Berlín", refirió Owens en más de una ocasión. De hecho fue todo lo contrario: la prensa deportiva alemana se volcó en elogios hacia Owens al día siguiente, el público lo ovacionaba y coreaba su nombre y se acercaban para pedirle autógrafos. "Esa admiración se extendió a los 18 miembros negros del equipo olímpico norteamericano, que consiguieron 14 de las 56 medallas obtenidas por su país, un 25% del total, pese a que los deportistas negros constituían apenas un 6% de la delegación", agrega el artículo de Historia y Vida la cual, insistimos, es una publicación seria y con tendencia de centro-izquierda.

De hecho, tanto nazis como comunistas coincidían en exhibir a los negros y a los nativoamericamos cómo víctimas del capitalismo norteamericano el cual, agregaban los primeros, era una creación judía. Un documental del Departamento de Propaganda de Joseph Goebbels filmado en 1938 daba cuenta que el judaísmo se había propuesto "exterminar" a los nativoamericanos para hacerse de sus territorios a quienes el documental consideraba eran los "primeros y genuinos habitantes" del continente americano. A los negros, asimismo, el nazismo los veía como personas sojuzgadas a quienes se había llevado a América contra su voluntad y, como señala Flecth Daniels en The americanthinker.com, algunos "ideólogos" nazis sostenían que los negros deberían recibir una "compensación económica" por el sufrimiento recibido durante los años de la esclavitud. Como se ve, las semejanzas de esas ideas con los progres actuales son más que sorprendentes y están lejos de ser una coincidencia.

Por supuesto, el hecho de que a los negros y los nativoamericanos no fueran ubicados al mismo nivel de "parias" que los judíos por la ideología nazi, no los exentaba de ser consideradas razas inferiores. Igual que ocurrió recientemente con los inmigrantes venezolanos enviados a Martha's Vineyard y el trato que recibieron por la comunidad liberal asentada ahí, los nazis consideraban a los negros y a los nativoamericanos comunidades oprimidas por la "judería internacional" pero ni de chiste aceptarían tenerlos de vecinos viviendo en las mismas ciudades que ellos.

Sin embargo, los nazis jamás mostraron igual compasión hacia otras etnias "inferiores", entre ella los cosacos y los gitanos, a quienes igualmente enviaron al paredón o a la cámara de gases. Es poco dudoso que, de haber habido comunidades afroamericanas y nativoamericanas en la Europa de esos años, eventualmente se les habría perseguido. Los nazis mostraban cierta "conmiseración" hacia los negros y los nativoamericanos porque se encontraban lejos de su presencia y porque les servían como elemento de propaganda política, igual que lo hacía el estalinismo desde Moscú.

Los vítores de lo alemanes hacia Owens tenían una razón adicional: todavía a principios de los años 40, los músicos de jazz negros eran admirados e idolatrados en Alemania. Cuando el país entró en guerra con Estados Unidos el Ministerio de Propaganda prohibió que el jazz fuera transmitido en la radio o reproducido en lugares públicos pero por supuesto se siguió escuchando, esta vez clandestinamente, en centros de reunión subterráneos a los que incluso solían asistir muchos oficiales nazis en su tiempo libre o en sus días francos. (Refiere Anna María Sigmund en su magnífico libro Las Mujeres de los Nazis, que Eva Braun adoraba la música de Count Basie, Louis Armstrong y Glenn Miller y poseía una enorme colección de discos y que tras la prohibición del jazz convenció al Führer que la "dispensara" para seguir escuchando esa música "siempre y cuando no lo hiciera en su presencia").

El "Hitler humillado por Owens" es una de tantas distorsiones históricas en torno al dictador austriaco. Una más que se ha ocultado discretamente es su  ecologismo radical y el hecho que haya sido un vegetariano que además no soportaba que a se fumara tabaco en su presencia.

"Es un hecho históricamente comprobado que Hitler era vegetariano, detestaba el tabaco y promovió la creación de parques y jardines en Berlín, actitudes que lo colocarían como un ecologista ejemplar", escribió el analista y escritor Matt Walsh.  "Pero la historia nos ha hecho creer que sufría de gases intestinales por tanto comer salchichas". Y dado que si se reconociera una verdad histórica, "ello incomodaría enormemente a los activistas del siglo XXI que promueven muchos de esos planteamientos", escribió Walsh.

Irónicamente, es este desdén para estudiar con la cabeza fría lo que fue un régimen brutal como el nazismo, que incluye el mito del "coraje de Hitler" con Jesse Owens lo que ha evitado a las nuevas generaciones detectar las similitudes entre el nazismo y el actual discurso de "igualdad" y la manipulación descarada de la realidad para adecuarla a las necesidades del poder político y económico. Indiscutiblemente, ese desconocimiento histórico nos ha llevado a las tendencias autoritarias que el mundo está experimentando hoy.

 

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