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Y DEMÁS/Necedades

Ignorancia y terquedad: el perenne debate bizantino sobre el Cristo no blanco

Con la reciente oleada de intolerancia, derribo de estatuas y afanes totalitarios, era inevitable tener de vuelta el manido argumento de que si la imagen del  del Nazareno fue europeizada para hacerlo más blanco. Aparte de ser un asunto simplista, ¿por que mejor no se asoman esos activistas al mensaje que dejó Jesús en vez de seguir empantanados en cosas que ocurrieron hace más de dos milenios?

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JULIO, 2020. Allá a mediados de los 70 una canción que estaba muy de moda se preguntaba de qué color era la piel de Dios a lo cual el intérprete respondía que era de todos colores pues "todos son iguales a los ojos de Dios", Sin embargo esa letra que entonces se veía como idealista y positiva, hoy sería considerada políticamente incorrecta, y aun repudiable para los simpatizantes de grupos como Black Lives Matter, ese movimiento que ya estaba registrando un lento declive hasta que un imbécil con uniforme de policía sometió brutalmente a un afroamericano en Minneapolis. Si el lector se fija, a casi dos meses ya nadie recuerda o menciona el nombre de George Floyd, pero la politización y el radicalismo se han desbordado al punto que los Estados Unidos hoy son ya irreconocibles de como eran hasta principios de este año.

Y fue precisamente dentro de esa radicalización cuando uno de los miembros de Black Lives Matter denunció que la imagen de Jesús "era racista" pues por siglos se ha difundido la idea de que era un hombre de cabellos rubios, barbudo y blanco, "y de origen claramente europeo", dijo este dirigente. Ante semejante declaración, ya han surgido insensatos que exigen derribar las estatuas del Nazareno "donde esté caracterizado como un hombre blanco"; los activistas han advertido que se derribarían "solo aquéllas que estén en lugares públicos" --lo que ya de por sí constituye una escandalosa intolerancia-- ¿pero por qué creerles si hace menos de un año aseguraban sentir respeto por las estatuas de los héroes norteamericanos, que allá llaman Padres Fundadores?

La idea de un "Jesús rubio" como "supremacista blanco" no es tan nueva como pudiera pensarse. Ya desde los tiempos de la Teología de la Liberación, varios sacerdotes y activistas y militantes señalaban la urgencia de "debatir" --es decir, imponer su visión-- acerca de la identidad étnica del Mesías (de hecho la canción referida al principio de este texto fue en cierto modo una respuesta a esa presión). Décadas después, el History Channel y el Discovery transmitieron una serie de "documentales" en los días previos a la Semana Santa (qué casualidad) donde presentan "pruebas" de que María Magdalena fue amante de Jesús y que habían encontrado la "tumba" donde yacen los supuestos hijos de la pareja.

Sin embargo, uno de los episodios transmitidos por el History Channel que provocó más controversia sucedió cuando un grupo de "expertos" dictaminó que el "verdadero rostro" de El Salvador distaba mucho del que tradicionalmente hemos conocido: en vez del Jesús de cabello y barba rubios y totalmente caucásico, los "expertos" lo definieron más como un hombre moreno de barbas ralas y con rasgos de un habitante del desierto, casi como la de un pastor de ovejas.

Lo cierto es que hasta hoy poco sabemos de cuál era la apariencia de Jesús, sobre todo porque es hasta la Edad Media cuando su imagen comienza a ser ampliamente difundida. Sin embargo, no deja de ser curioso que la única imagen que se suele enfocar la crítica sea la del Mesías y no la de sus apóstoles, de los cuales ninguno aparenta haber sido caucásico y, en cambio, se les suele describir en su mayoría morenos y barbones. No: lo que cuestionan es que quien lideraba a los apóstoles fuera un hombre blanco que --nos dicen-- nada tenía que ver con los habitantes de lo que entonces era Nazaret.

Muy posiblemente, la imagen del "Jesús blanco" se remonta a los años inmediatos a las Cruzadas conforme fue avanzando la cristianización del continente europeo. Y dado que la Biblia determinó desde el principio que Dios había hecho al hombre "a su imagen y semejanza", y si se trataba de evangelizar a una población europea donde los blancos constituían una mayoría abrumadora, era inevitable que Jesús fuera representado como un hombre blanco y rubio.

Sin embargo este concepto no tuvo nada qué ver con las supuestas imposiciones racistas sino que se remonta al Viejo Testamento (Génesis 5:3) donde indica que Adán, como hijo de Dios, "fue engendrado a su imagen y semejanza", por lo que fue inevitable la interpretación cuando el cristianismo se enraíza en Europa, dando por hecho que, por tanto, Jesús hecho hombre también debió haber sido blanco.

En la Europa medieval, la población europea pasaba toda su vida en un mismo perímetro de modo que idea tenía que pudiera haber seres humanos con aspecto diferente o con otro tipo de pigmentación, sobre todo en la parte norte donde la mezcla racial no fue tan contrastante como en la parte sur (igualmente, entre la población mediterránea medieval, cuya piel era un tanto más cobriza, el haber visto a personas con aspecto de vikingo les habría parecido un mayúsculo exoticismo).

Si damos por un hecho que Dios creó al hombre "a su imagen y semejanza", es importante destacar que la representación de Jesús fuera la de un hombre blanco entre la población europea de la Edad Media, y que cuando comenzó el proceso de colonización en el norte del continente americano muchas décadas más tarde, la imagen del "Jesús rubio" fuera llevada por esos conquistadores al Nuevo Mundo.

Por tanto y si el "Jesús rubio" era un símbolo del racismo, ¿cómo fue que los conquistadores españoles y los portugueses, cuya piel no era precisamente blanca ni sus cabellos dorados, hubieran tenido como estandarte a un Jesús que en nada se parecía a ellos? Un repaso histórico apunta a la poca probabilidad que esos conquistadores, a diferencia de los que zarparon del norte de Europa, estuvieran promoviendo a un "Jesús rubio".

Si reiteramos la máxima bíblica de que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, nos queda claro entonces porqué en el famoso cuadro de La Última Cena de Da Vinci, el Hijo de Dios aparezca como un hombre blanco pero sus cabellos y barba son más bien castaño oscuro y ninguno de los apóstoles aparece con el cabello ni las barbas negras y claramente tienen más edad que el Mesías (y, nada casual, los apóstoles presentan facciones comunes en la bota italiana). Incluso hay un apóstol de barbas blancas y calvo. De hecho se ha especulado que la representación de esos apóstoles en realidad fue la de algún influyente cardenal o algún mecenas de Da Vinci cuya memoria se perdió en el tiempo. (Y por favor, dejemos de laso las ridículas teorías, carentes de sustento histórico, de Dan Brown y su Código da Vinci, que no son más que fantasía pura).

Ese Jesús que concebían los conquistadores españoles y portugueses está mayormente relacionado con el Jesús que Da Vinci pintó en La Última Cena, esto es un, Jesús más mediterráneo y con el cabello castaño oscuro, mucho más común con Portugal e Italia en aquel momento... es decir, más mediterráneo. No extraña: ese "Jesús de cabello castaño" fuera la imagen que El Vaticano había estado promoviendo desde que el cristianismo se difundió por Europa

¿Cómo fue entonces que Jesús se hizo más blanco y más rubio? Muy probablemente, tras la Reforma Protestante que inició en 1517, es decir, cuando los conquistadores españoles llevaban 26 años evangelizando con la imagen de un Jesús blanco, sí, pero de cabello castaño oscuro y rasgos mediterráneos. Conforme se dio el rompimiento de Lutero con El Vaticano --y con el claro fin de acercar a la feligresía del norte europeo con alguien que fuera más a "su imagen y semejanza"-- se fue imponiendo la imagen del "Jesús rubio", casi casi de rasgos germánicos y por tanto, muy similares al aspecto físico de los cristianos en Gran Bretaña donde igualmente se dio un cisma tras el cual Enrique VIII fundó la Iglesia anglicana, religión que no encontró objetable difundir la imagen del "Jesús rubio", sobre todo en los años siguientes cuando comenzó a darse un éxodo de emigrantes noreuropeos hacia lo que hoy son Massachusetts y Virginia.

El "Jesús rubio", por consecuencia, pareciera tener más relación con el protestantismo que con el cristianismo, el cual solía representar a Cristo con los cabellos castaños. En ambos casos, ello nada tenía que ver con afanes racistas o supremacistas: simplemente, y para diferenciar al Cristo protestante del Cristo católico, los primeros fueron adaptando la imagen del "Jesús castaño", en especial Irlanda, eso pese a que ahí predominan las personas de piel blanca pero con el cabello más oscuro. Fue así como las imágenes de un Cristo "rubio" y uno "castaño" fueron adoptadas separadamente en ese país por protestantes y católicos conforme se agudizaban las diferencias religiosas entre unos y otros.

El hecho de que el protestantismo surgido en Alemania desconociera la existencia de los santos y por tanto se les representara en los templos, quizá explicaría el hecho de que en el catolicismo, que continuó promoviendo santos, existan pocos santos con el cabello rubio. De hecho hay un dato curioso: pese a que se da como un hecho que Juana de Arco fue rubia o por lo menos su cabello era entre castaño y cobrizo, tras declarársele santa súbitamente su cabello fue cambiando hasta tornarse oscuro en los cuadros que se hicieron de ella.; incluso su corte de pelo iba cambiando de acuerdo a la moda generacional, incluido el estilo "casquete", en algún momento obligatorio para los miembros de la estructura clerical postmedieval. Dicho de otro modo: mas "rubio", más "protestante".

Curiosamente, la fe anglicana sí reconoce la santidad y designa sus propios santos, virtud que se les otorga no tanto por martirio sino por su servicio y aportaciones para la propagación del anglicanismo en el mundo, o bien por realizar acciones pías. Por consiguiente, la mayoría de los santos anglicanos son blancos, lo que obviaba la representatividad étnica de esa isla hasta todavía mediados de los años 50.

Dado que esa dicotomía no fue tan profunda en otros cismas ocurridos al interior de la Iglesia católica es que el "Jesús rubio" está ausente en la representación que se hace del Nazareno tanto en la Iglesia Ortodoxa Griega como en la rusa, y  en las diferentes ramas del cristianismo que se esparcieron por África y Medio Oriente, donde Jesús es representado como alguien moreno, e incluso negro, algo común en Nigeria, lo mismo que en las Filipinas, donde la evangelización española comenzó a darse a partir de 1565. Ahí es igualmente común ver las representaciones de Cristo como un hombre de rasgos orientales; de nuevo, una idea basada en que el Nazareno, como Hijo de Dios, fue creado a imagen y semejanza de quienes lo adoraban.

Incluso en los carnavales, que no son otra cosa que la mezcla de celebraciones paganas de origen africano con fechas religiosas cristianas --fenómeno que en México se manifiesta igualmente con las peregrinaciones guadalupanas y sus matachines), sea común que esas festividades que se efectúan en Brasil el Caribe y Nueva Orleans haya alegorías donde Cristo y los apóstoles son negros. Sería bueno que el vocero de Black Lives Matter alguna vez asistiera a uno de esos carnavales.

Como se ve, el proceso del "Jesús rubio" no está muy distante de lo ocurrido con San Nicolás, un hombre que nació en alguna parte de lo que hoy es Turquía, con lo cual es más que factible que se tratara de un hombre moreno. Pero al pasar los siglos y luego de popularizarse en Europa, el color de piel de San Nicolás fue aclarándose, quizá para hacerlo más afable a los niños del norte europeo hasta llegar al Santa Claus bonachón, de barbas blancas de traje rojo y claramente caucásico, es decir el hoy conocido como "Santa Claus versión Coca-Cola".

La idea del "Cristo rubio" anglosajón se debe más a Hollywood y a la literatura contemporánea, sobre todo en los años inmediatos a la posguerra, que a un supuesto afán racista, un afán que fue seguido por varias producciones europeas, en especial de los años sesenta cuando se buscaba que los jóvenes encontraran un motivo para hacer la revolución social. ¿No es casual, entonces, que en toda esas producciones, desde el Jesús de Zefirelli hasta Jesucristo Superestrella, Jesús sea representado como un hombre rubio, barbudo y blanco, con el cual podrían identificarse esos jóvenes caucásicos hacia quienes el mensaje iba dirigido?

Sin embargo, ello no descarta del todo el hecho de que, efectivamente, Jesús hubiera sido un hombre rubio. De hecho, James Arandon, de la página web americanthinker ofrece información importante al respecto, sobre todo el echar abajo la creencia de que en el área donde nació Jesús no había personas blancas y rubias, especialmente entre la comunidad judía dentro de la cual nació Jesús.

Dado que la Biblia ha sufrido cientos de interpretaciones, sobre todo al ser traducida (entre otras pifias, al confundir la palabra camello (kamelos) con el griego kamilos, nombre que se le daba a cierto tipo de soga), la respuesta si Jesús realmente fue blanco, rubio o era de cabello negro y piel cobriza será una incógnita que quizá nunca será despejada. ¿Pero qué importa, desde cuándo el color de piel y de cabello del Nazareno nos debe importar gran cosa? ¿Por qué esos activistas no cuestionan de igual modo la imagen y el color de piel de Siddartha o del profeta Abraham?

En lugar de hundirse en su propia ignorancia, estos activistas deberían asomarse a la Biblia o estudiar un poquito más de historia con la mente abierta para que sepan quién fue realmente Jesús, cuáles fueron sus enseñanzas y el porqué de sus parábolas, así como su mensaje que nada tiene que ver con supremacistas blancos ni con la interseccionalidad. Sería bueno que se instruyeran antes de abrir la boca. Quizá hasta encontrarían sentido a sus monotemáticas existencias.

 

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