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El porqué de la Obamanía en México 

Si algún periodista dijera públicamente que admira a Mitt Romney se le tacharía, mínimo, de vendepatrias y sería aislado por sus propios colegas, pero nadie parece objetar las  abundantes porras que se le dan a Barack Obama en los medios y hasta en buena parte de la opinión pública, ¿Qué hay de cierto en esa percepción

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NOVIEMBRE, 2012. Resulte reelegido o no, el presidente norteamericano Barack Obama sigue siendo muy popular en México. Basta con sintonizar cualquier noticiario de radio o TV, leer un periódico, escuchar sondeos u opiniones de analistas para darse cuenta que estos cuatro años hemos visto inusitadas simpatías hacia el mandatario de un país que por décadas, tal vez desde la Independencia, ha sido sistemáticamente repudiado por buena parte de los mexicanos. Plinio Apuleyo Mendoza escribe en El Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano, que el antiyanquismo regional no cambia "independientemente que sea un presidente republicano o un demócrata", pero en este caso --y, cosa rara, en buena parte del Bravo hasta la Patagonia-- la percepción parece ser la opuesta, y menos virulenta.

En contraste con las miles de máscaras de George W. Bush que se usaban hace algunos años en las manifestaciones antiyanquis, o la quema de banderas norteamericanas, las máscaras de Obama parecen ser un mal negocio, mientras las protestas en su contra han sido poco menos que una rareza, incluso en Europa.

La comentarista Tere Vale, de Radio Fórmula, se manifiesta "gran admiradora" de Obama e incluso expresó sus esperanzas que el reciente desastre del huracán Sandy "le ayude electoralmente como el 11 de Marzo ayudó a Zapatero en España", es decir, no importa que ocurra una tragedia si con ella al final de consigue determinado anhelo político. Gonzalo "Flaquiguapo" Oliveros, afirmó en el programa de Fernanda Familiar de Imagen Radio que "una reelección de Obama es lo mejor que nos puede pasar" al tiempo que un corresponsal de Televisa en Washington también confiaba en que Sandy "marcará una diferencia entre Obama y George W. Bush con Katrina". Incluso el comentarista Pedro Ferriz de Con, de centro-derecha, no ha dudado en manifestar sus simpatías por Barack Obama.

Difícilmente la reacción sería de aplausos o complacencia si algún columnista se manifestara "ferviente admirador" de Mitt Romney. Lo mínimo, sería acusado de "vendepatrias" y aislado por sus colegas.

Entre la gente, el argumento común para apoyar a Barack Obama es que él "sí ayuda a la gente", que "apoya a los latinos" y que "su política exterior es más pacifista",y otra también frecuente: "a él sí le interesan los mexicanos". Sin embargo las opiniones chocan con desempeño que Obama ha tenido este cuatro años con información, por cierto, que deliberadamente ha sido omitida y relativizada al pasar por los filtros de los medios mexicanos los cuales suelen presentar solo la versión que ellos quieren a lo que en realidad ha sido su gobierno.

Si nos limitamos a su antecesor directo, el sepiternamente odiado George W. Bush, Obama ha visitado México en tres ocasiones mientras que Bush lo hizo en cuatro durante su primer mandato. En todas ellas, por cierto, se le recibió con odio y manifestaciones. Sin embargo ningún globalifóbico, ningún panchovilla, ningún seguidor de Fernández Noroña se apostó a las afueras de la embajada gringa a arrojar piedras por la visita de Obama quien, hay que recalcarlo, pisó territorio mexicano por última vez en el 2009. Bonito interés en las relaciones bilaterales.

Ningún porrista local de Obama nos ha recordado que en su primer mandato, éste ostentaba la mayoría absoluta en el Congreso y en el Senado norteamericanos pero jamás presentó al Congreso una reforma migratoria que en ese momento habría sido aprobada sin mayores dificultades. Ahora algunos analistas mexicanos culpan a los republicanos de "obstruirla" cuando lo cierto es que en ningún momento la citada reforma ha sido prioridad para Barack Obama dado que ello le costaría fuerte respaldo entre los sindicatos norteamericanos que se oponen contundentemente a su aprobación. Se la ha pasado dándole bolita al asunto.

El cacareado escándalo de Fast and Furious, y que habla de una monumental metida de pata del gobierno de Barack Obama, apenas y ha sido referido como un caso que involucra únicamente a Eric Holder, quien difícilmente habaría autorizado una operación así sin apoyo de la Casa Blanca. Un analista mexicano exculpó a Obama de no estar al tanto cuando queda claro que estaba al tanto de lo que ocurría. En tal caso Obama sería un ingenuo o alguien a quien no obedecen sus subalternos, o las dos cosas.

¿Qué habría pasado si el Fast and Furious se hubiera dado durante el gobierno de George W. Bush? Se le habría denunciado, sin duda, como colaborador de los traficantes mexicanos. ¿Hemos escuchado esa acusación en la prensa mexicana en torno al gobierno de Barack Obama?

Inclusive, el columnista norteamericano Matt Labash se dijo sorprendido por la "casi indiferencia que ese operativo ha recibido en los medios mexicanos pese a que sus efectos están afectando terriblemente a la población mexicana y han cobrado decenas de vidas".

En 1985 hubo quienes exigieron que México rompiera relaciones con Estados Unidos al destaparse el Irangate, una operación cuyo objetivo era enviar armas ilegalmente a la contra nicaragüense. Pero nadie ha exigido una reacción similar en torno a la cloaca del Fast and Furious.

Y si bien el gobierno norteamericano no tiene obligación alguna de ayudar a los mexicanos --como no la tiene de andar socorriendo a argentinos, brasileños o italianos-- ha habido grandes beneficiados durante el gobierno de Obama, y éstos han sido los grandes sindicatos de la industria automovilística así como empresarios vivales que obtuvieron millones de dólares del Estado para realizar "proyectos ecológicos" que hasta hoy no han dado resultados o desembocaron en fraudes como el caso Solyndra, que en la óptica de los medios mexicanos parece haber ocurrido en otra galaxia, pues jamás se le ha mencionado aquí ni de chiripa.

Los incidentes fronterizos por parte de los agentes estadounidenses eran tan frecuentes hoy como hace un decenio pero las protestas de los especialistas son casi inexistentes en el lado mexicano, así como las respuestas diplomáticas. Lo más que ha hecho el gobierno calderonista es poner al mandatario en la frontera Juárez-El Paso con un enorme cartel apuntando al lado norteamericano con la frase "NO MORE WEAPONS".

La política exterior de Obama ha sido tan "pacifista" que ha caído en el lado opuesto, el de la dejadez. En Libia fue asesinado su embajador por una turba y el mandatario acusó de ello a la "reacción" por un video que circulaba en youtube y que criticaba al Islam. Este asunto, el de Benghazi, apenas y ha sido mencionado en los medios mexicanos.

Más increíble aún es que Jorge Ramos y María Elena Salinas, de la cadena Univisión, entrevistaron recientemente a Barack Obama en Estados Unidos y le echaron en cara no haber impulsado la reforma migratoria pese a haberla prometido y el deseo deliberado de esconder toda información en torno al Fast and Furious. Obama respondió con evasivas infantiles que, curiosamente, ningún medio nacional reprodujo pese a que fueron difundidas en español. Asimismo, la transmisión del primer debate con Mitt Romney, y donde quedó claro que Obama sin el teleprompter es incapaz de argumentar ideas contundentes, apenas y se difundió unos segundos en la TV mexicana.

Son ya suficientes muestras para darnos cuenta de la tendencia pro Obama que inunda los medios mexicanos. El analista Jesús Cueto se preguntaba recientemente porqué hay tantas simpatías hacia el mandatario norteamericano en México cuando la verdad es que ha hecho poco, o quizá nada, para merecerlas.

Los republicanos siguen siendo los mismos monstruos racistas, intolerantes y antiinmigrantes a ojos de los analistas locales, quienes olvidan mencionar, por ejemplo, que la gobernadora de Nuevo México es Susana Martinez, hija de una pareja nacida en Chihuahua. Ningún medio mexicano importante se ha acercado a entrevistarla, como sí lo han hecho con Antonio Villaraigoza, el alcalde de Los Ángeles y quien, por supuesto, es demócrata.

La explicación del porqué tanto apapacho podríamos resumirla, en alusión a la célebre frase de John F. Kennedy, en que Obama la reformuló y ahora propone qué te preguntes que puede hacer el gobierno por ti en vez de que te preguntes qué puedes hacer tu por tu gobierno. No deja de ser casualidad que los países paternalistas, como México en primerísimo plano, tengan tantos obamaníacos y justifiquen todo lo que haga.

 

 

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1 Comentarios

jaime_collazo escribe 06.11.12

Barack Obama es lo más cercano a un presidente de los que tenemos por acá. y lasa alabanzas que le dan por acá no son realmente cosa nueva, ya en los setenta también a Jimmy Carter se le consideraba amigo de los pobres pero que no hizo absolutamente nada por ellos. A Obama muchos lo apoyan acá porque creen que será un superman que nos saque de nuestra jodicencia cuando eso nos corresponde nada más a nosotros mismos 

 

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