Tópicos Eclécticos
VII. Tópicos Eclécticos y Ficción científica:
Siembra Vientos
ii. Reflexiones sobre las inconsistencias

Flavio Cocho Gil


Presentación

Libros

* Metapocatástasis de Civilización
- La Revolución Francesa y sus Falsificaciones
- Tópicos Eclécticos
- Crítica a los Críticos
- Biografía de un Psicópata

Artículos

- La Revolución Cultural y la enseñanza e investigación en las ciencias naturales

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Publicado en Excélsior el 6 de mayo de 2000

"El ateniense Epiménides dice que todos los atenienses mienten". Entonces, ¿mienten o no mienten? Cuando era jovencito tuve un maestro –la dirección de la escuela lo despidió por demasiado crítico, pues "no cumplía el programa oficial"– que intentaba obligarnos a contestar la pregunta. Por supuesto, entonces no entendí ni jota... lo supe después, ¡como amargamente lo sé hoy! Kurt Gödel, el buen austriaco, buena la hizo, "simplemente reflexionó sobre las inconsistencias de todo proceso lógico, empezando por los fundamentos de las matemáticas". Sí, buena la hizo, no le hicieron caso, considerando una "curiosidad abstracta" sus resultados y así estamos hoy los humanos, ya de salida.

¿Qué hizo el buen Gödel? Es una historia extraña porque extraño es el pensamiento. Verán: mucho antes que él, Bertrand Russell, un inglés inteligente y penetrante, demostró que en el más riguroso razonamiento lógico hay contradicciones, lo que era consistente con el hecho de que Russell era un antidogmático de mucha prosapia, y, por ello, logró aquello. Como buen ateo, no comulgaba con trascendencias incomprensibles y se dijo que cuando nos contradecimos sucede porque "mezclamos aceite con vinagre", enfrentamos juicios que no están en el mismo plano de razonamiento; por ejemplo, "mi amante es una prostituta" y "yo digo que ese juicio es verdadero, pues sé lo que digo", es enfrentar juicios que pertenecen a niveles diferentes de pensamiento... ya que lo primero pudiera ser cierto, aun cuando en mi manera de juzgar sea un imbécil.

"Juntos, pero no revueltos", se dijo Bertrand, y para salir del embrollo creó un muy curioso sistema de razonamiento en "niveles y tipos" (¡no me confundan el vinagre y el aceite!). Lo llamó: teoría de los tipos. No hay que asustarse por las etiquetas rimbombantes, el caso es que Russell creó un galimatías lógico en el que pensaba que las contradicciones ya no existirían, el pensamiento humano había dejado de caer en trampas, ¿verdad?

¿De verdad? Eso se preguntó Kurt. Y asumió también que no hay verdadero pensamiento, lo demás serían oscurantismos religiosos, si no es científico el que, a fin de cuentas, tiene como único sustento las matemáticas, "peso, mido y cuento y lo demás son cuentos". Pero como resulta que eso lleva los fundamentos de la aritmética recursiva, quiso mezclar, como si tuviera una batidora, lo de Bertrand con la aritmética recursiva. Sólo que quedaba un punto flojo. ¿Cómo carajos juntamos los juicios psicológicos de Russell con la aritmética?, es como sumar sillas con mesas. Entonces Kurt se dijo que los juicios finalmente son ideas y las ideas no existen más que expresadas con el lenguaje... ¡yo puedo tener pesadillas!, ¡o alucinaciones visuales esotéricas!, pero nada son a la postre ni nada dicen si no se expresan en palabras. Así de simple. Palabras, frases, "verbo, sujeto y predicado", eso es gramática y la gramática es materializable; por tanto, artimetizable. Quiere decirse que se puede aritmetizar cualquier juicio. Así las cosas, Kurt creó entonces lo que yo llamaría "su sistema universal de pensamiento", un doctor Frankenstein no creando sólo la vida ya, sino la inteligencia. En él ya no habría contradicciones ni ambigüedades. ¿Fue así? ¡Qué va!...

Julès Michelet venía de un origen confesional y quiso documentadamente probar la existencia histórica de Jesús y de los dogmas del cristianismo. De tanto estudiar eso, fue a dar a lo contrario, a socavar los cimientos de ese cristianismo. ¡Cómo cambió Julès después de aquella hazaña! Hasta le quitaron cargos y lo persiguieron por ateo. Pero, en esta oscuridad mía de hoy, ¿por qué digo esto? ¡Ah, sí! Estaba en Kurt Gödel. El caso es que, a la manera de Michelet, Kurt fue a dar a lo contrario de lo que buscaba, demostró... ¡hay que ver lo que demostró! Verán:

"En cualquier sistema de pensamiento, por amplio y preciso que sea, se termina cayendo en contradicciones". Siempre hay virus intelectuales en él. Lo demostró con símbolos y formulitas incomprensibles para los humanos pero, bueno, el siguiente ejemplo enseñará la esencia de su resultado: "He demostrado que mi amante es una prostituta... y, al mismo tiempo, que es virgen, y entonces prostituta no resulta". ¿En qué quedamos? Los medios científicos de entonces aceptaron aquella conclusión a regañadientes, "era poco práctica". Recordando aquello pienso en esos antiguos griegos que decían que "los dioses ciegan a los que después quieren perder". En fin, si en eso hubiera quedado todo, no estaríamos la especie humana en el sepulcro que hoy se nos cierra... pero Kurt demostró bastante más:

"En cualquier sistema de pensamiento, por amplio y preciso que sea, hay siempre contradicciones, virus del pensamiento que, sin embargo, se superan si se aceptan como hechos o conceptos positivos" y, entonces, el sistema de pensamiento cambia volviéndose más amplio y versátil. Por lo que obligatoriamente, tendrá a niveles más elevados más contradicciones y otros virus. ¡Más profundos y reflexivos somos más nos complicamos la vida! Algo así probó Kurt, ¡casi nada!, y a este resultado suyo le hicieron menos caso que a ninguno, por ello hoy vivimos en esta oscuridad terminal. Pero, vaya el ejemplito de antes para entendernos: "Mi amante es una prostituta, pero es virgen". ¿Por qué no? Hay prostitutas del corazón... sólo que aceptarlas cambia la civilización.

Con mi gran amigo Motyar hablaba yo de esas cosas. Se reía de labios para afuera, no era tonto, y siempre me contestaba lo mismo:

– Escucha, la maldición de los teoremas de Kurt Gödel es válida puesto que nadie ha podido demostrar que son falsos, pero son irrelevantes.

– ¿Por qué irrelevantes?

– Porque sus demostraciones las hizo con sistemas de elementos, llámalos ideas, números, símbolos, lo que sea, infinitos... sus famosas contradicciones son posibles si tratamos con el infinito. Y esto, amigo, no existe. Aun el universo es finito.

No me convencía ese argumento porque lo que demostró Gödel lo hizo en un número finito de pasos. Además, lo que importa no es tanto si hay muchos o pocos elementos, los que sean y lo que sean, en alguna porción del universo, sino cómo se relacionan entre sí. Pueden hacerlo de muy diversas maneras y simultáneamente, y eso puede dar un resultado enorme con propiedades resultantes sorpresivas, pues en estos menesteres el todo suele ser mucho más que la simple suma de las partes. De tanto en tanto esta preocupación mía se la manifestaba a Motyar:

– Motyar, hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que, Horacio, sueña tu filosofía, como dijo Hamlet. Estás trabajando con una red cibernética con demasiadas computadoras conectadas entre sí, quizá por ello con tu virus allí logres crear un conato elemental de vida artificial quizá también por ello te puedas llevar una sorpresa y emane de allí, no sé, lo inesperado e inconveniente...

– ¡Tonterías! Mi red tiene unas 500 computadoras y cada una de ellas tiene unos 10 programas internos. En total, pues, 5,000 elementos. No es suficiente para que aparezca esa extraña y desconocida sorpresa que temes. Mira, te pondré un ejemplo, para que el cerebro humano pueda pensar, necesita no 5,000 neuronas sino unas 10 billones, ¡muy apreciable diferencia!

– Motyar... 5,000 elementos pueden interconectarse simultáneamente de tantas maneras posibles, que su número sea aun mayor que todos los átomos que contiene el universo...

– ¡Tonterías!

¿Tonterías? La "tontería" ya nos está expulsando a los humanos de la historia de la biología, incluso Motyar se equivocó en su cálculo. La Corporación, BIM, puso a su disposición una red de 500 computadoras, pero existe Internet que interconecta a todo el planeta y así a miles y miles, ¡cientos de miles!, de computadoras, entre ellas las de la red local de BIM con las que jugaba mi amigo. Su virus iba, pues, a filtrarse por medio mundo, a afectar nuestro planeta... dije ¿nuestro planeta? Bueno, el que fue nuestro, pues de salida ya vamos. La "tontería" empezó a desarrollarse así:

Llevaba un buen tiempo sin ver a Motyar y un buen día me llama por teléfono muy excitado. Quería que nos viéramos. Nos encontramos en el cafetín habitual... ¡cómo había cambiado! Unos meses no lo había visto y parecía haber envejecido 20 años. Temblaba, estaba muy nervioso...

– ¿Qué te diré? ¡La maldición de Gödel de la que hablabas se está cumpliendo!... "aquello" se independizó.

– No te entiendo.

– ¡Aquello se independizó!, ¡en dos horas solamente!, así abrevió millones de años de evolución... ¿qué hice?

– No te entiendo.

– Introduje mi virus en la red, ¡no lo hubiera hecho!... como esperado alteró todos los programas de cada una de sus computadoras y lo hacía continua y "versátilmente", quiero decir con esto que no los afectaba a cada instante de la misma manera, sino que, a cada instante, los efectos eran distintos... hasta aquí era lo que yo esperaba... pero aquel galimatías, caos, fue organizándose de una manera que no entiendo. ¿Por qué no controle ese proceso de tanto en tanto? ¡Ese fue mi pecado! Y de esa organización que aún no comprendo apareció en la red, en cada computadora, un archivo insólito y hasta con una curiosa etiqueta: a y w.

¡wy a! w es la última letra del alfabeto griego, el final de su lenguaje, y dicen que de Grecia surgió el pensamiento racional humano... a es la primera letra de ese lenguaje, o de otro nuevo, si caduca el anterior. Pero sigo narrando la conversación...

– ...Apareció exactamente el archivo selfwa, ¡autoejecutable! ¡Dios mío!, y se ejecutó solito...

– ¿Qué?

– ¿Sabes lo que pasó? Se apagó y se volvió a activar la red por su cuenta...

– ¡¿Qué?!

– Sí, la red cortó sorpresivamente todas sus fuentes externas de alimentación de energía eléctrica... se apagó, pero sólo unos instantes; enseguida volvió a activarse sin alimentación eléctrica...

– ¿Pero qué estás diciendo?, ¿estás loco? Es imposible.

– No, puesto que sucedió, no es imposible...

– Pero, ¿cómo?

– El programa selfwa volvió a toda la red superconductiva; entonces, ya sabes, la energía almacenada no se disipa... con la que antes disponía la red se volvió autosuficiente, y así siguen las cosas...

– La superconductividad sólo es posible en la cercanía del cero absoluto, no a temperatura ambiente.

– No me lo preguntes a mí, habría que preguntárselo a la red, el caso es que lo hizo.

– ¡Dios mío!

Sí, "Dios mío, que él nos agarre confesados", me dije para mis adentros. Una corriente eléctrica puede de hecho circular eternamente si no hubiera disipación de energía, resistencia eléctrica, y ello acontece cuando hay lo que llaman superconductividad... pero eso sólo, teóricamente afirmaban, sucede si se está a temperatura del cero absoluto, bueno, en sus cercanías... ¿cómo diré?, la unidad habitacional en donde vivía daba a una avenida imposible de cruzar por tanto automóvil que por allí corriendo pasaban noche y día; pero si un buen día la temperatura hubiera bajado más y más, "todo se hubiera entumido", los conductores y los motores, al irse congelando la gasolina, hubieran marchado cada vez más despacio... y, entonces, hubiera podido cruzar yo a voluntad la avenida cada vez que se me antojara; claro, si yo hubiera estado entumido, y la máquina no se entumió, digo la red... Pero sigo con aquellas terribles cuitas que me iba comunicando Motyar:

– Así es que la red se produce y reproduce a sí misma y es capaz de ser autosuficiente haciéndose incluso independiente del medio externo... ¿pero qué es lo que hice?

– ¡Son propiedades de la vida, Motyar!

– Fue una insólita casualidad, una posibilidad entre un billón de cosas que podían acontecer en una red compleja de computadoras y quiso el destino que se presentara...

– ¿Destino?, ¿que lo imposible se vuelva posible por azar? No estoy muy seguro, Motyar.

Destino y azar, lo imposible vuelto posible. Mi amigo Motyar había caído en una contradicción de solemnidad, "a la Gödel"... pero "a la Gödel" la red superó aquello y, así, a sí misma a otro nivel, creó el programa selfwa, de su caos creó el orden, la autosuficiencia energética. Y que resultado tan insólito y casi imposible fuera producto de la suerte no me convence, me temo que hubo un invisible "director de orquesta" llamado "resultados Gödel" que son inevitables cuando hay mucho caos, sofisticación y complejidad. ¿No habrá sido antaño así nuestra evolución biológica?... Pero sigo adelante con la charla que sostuve con Motyar:

– ¿Sabe la Corporación lo que ha sucedido?

– Sí, imposible ocultarlo... pero les he dicho, algo tenía que decir, que todo esta bajo control y que era lo esperado.

– Pero...

– ...pero no es verdad, claro, ¡la red creó su 'luz propia'!, la autosuficiencia energética... no sé qué hacer, no sé...

Así terminó aquella charla nuestra. "La red creó su luz propia". Mi amigo Motyar se retiró del cafetín como un aprendiz de brujo derrotado que a duras penas podía andar, más que arrastrar los zapatos, los zapatos lo arrastraban a él. Y yo con tantas preocupaciones como él, ¿la "luz propia" de la red no terminaría apagando la nuestra de los humanos?


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oximoron, noviembre 2005
seminario autónomo
[teoría de redes y sistemas complejos]

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