«Y lloraron juntos por el principio de una Nueva Era.»
 

   
     
MENSAJE DE LA SANTÍSIMA VIRGEN, RECIBIDO A TRAVÉS
  DE JOSÉ LUÍS MANZANO GARCÍA, EN TALAVERA (Toledo).
                       EL DIA 6 DE ENERO DE 1996.
   


La Madre:
  La Paz del Señor está con todos vosotros.
PUBLICO: Y con tu Espíritu Madre.

La Madre:  Ave María Purísima.       
PUBLICO: Sin pecado Concebida.

El Hermano:  
   Por el camino el cual Yo he venido, un camino grande y enorme  por donde tantas y tantas almas han pasado, muy pocas almas llegan hacia allí, de donde Yo he venido.  Almas que llegaban hasta Dios acompañados así por quien Dios haya previsto para ello, para así Dios poderles mandar a su lugar según sus obras en el mundo.
 
   Un camino que tanto a Dios, como a mis Reyes y a mí, nos gustaría que siempre estuviese lleno: lleno de almas con corazón que se dirigen hasta Dios para adorarlo, igual que hicieron una vez en el lugar señalado, allá en Belén.  

    Todo es diferente en este mundo: Vosotros os sacáis vuestras propias leyes, y la Ley que dejó Dios no sirve para nada aquí. ¡Qué triste es...! Es muy triste hermanos, porque está dicho: «Aquél que se fabrica su propia Ley, también se fabrica su camino y su destino, cuando llegue su hora.» 

   Es muy triste hermanos:  Tanto los jóvenes como los mayores quieren hacer de sí mismos almas grandes e importantes.  No cometáis ese error hermanos. Lo importante no está aquí, lo importante está junto a Dios, junto a aquéllos que se han merecido aquel premio. 

   Los jóvenes hacen sus leyes y cometen errores enormes, errores que algún día ante Dios tendrán que llorar.  Si todos abrieran su corazón como Maria, mi Reina, dice, se darían cuenta de todo cuanto hacen, y sería diferente, puesto que verían reflejado en sí mismos el sufrimiento de ellos, y no permitirían que así fuera.

    De la Ley que Dios dejó al hombre faltan cinco, cinco que nadie supo cuáles eran, y tampoco se sabrán hasta que llegue el momento dictado por Dios.  Estáis en un mundo de confusión, y todos juegan a ser el más fuerte y vencer.  Y con eso no se consigue nada hermanos. ¡Nada!

 
 La fuerza no está en el exterior, está en el interior de cada uno, y esa fuerza es para luchar contra el enemigo, y poder derrotarlo en su batalla, la batalla que ya ha emprendido. Una batalla que pronto tendrá fin: 
              
  «Los soldados del abismo llegaron en aquélla noche, empezaron así a torturar a todos aquéllos que tenían corazón. Los que amaban a Dios no tuvieron ningún miedo y pidieron ayuda al Señor,  y enseguida el Señor les concedió esa ayuda, pero aquéllos que tuvieron miedo y dudaron se perdieron, y fueron a formar parte así de aquel lugar: el abismo.» 

  «Se cubrió toda una noche completa, y se vió una puerta enorme, llena de mucho resplandor. Un hombre y una mujer pudieron abrir esa puerta, y entrar en aquel lugar. Oyeron el llorar de una mujer y se dirigieron hacia el lugar: vieron una mujer arrodillada que miraba con tristeza la bola del mundo.»

  «El hombre joven levantó la cabeza de aquella mujer, y vió expresado en su rostro dulzura y tristeza. Las lágrimas de aquella mujer eran sangre viva de dolor eterno, que caía sobre la bola del mundo. La mujer joven, la mujer que lloraba, y el hombre joven, se arrodillaron entonces ante la Suma Majestad. »

  «El hombre y la mujer joven agacharon sus rostros  porque aún no podían ver la Luz del Eterno Dios.Y lloraron juntos por el principio de una Nueva Era. Lloraron juntos por todos aquéllos que ofendían a la Suma Majestad, y consiguieron con todo esto, que muchos, muchos, les siguieran hacia aquella puerta enorme, hacia aquella mujer que lloraba, y hacia la Suma Majestad: María y el Dios-Yahvé.»

  «Fué entonces cuando se oyó el rugir como el de una fiera, un rayo cayó sobre el Cielo enorme. Su ruido fué tremendo, todos escuchaban una voz que decía palabras que nunca olvidarán. Todos, con temor, se arrodillaron, y la voz repetía: "Yo soy el único Dios..., el tiempo ya está agotado; ahora he enviado a aquéllos que cumplen con mi palabra. Los que me améis seguidles. Los que no, quedaos en el lugar, porque está escrito: Lo que Yo he dicho, está dicho, y lo que el hombre dice, no se obra."» (1)

   Todo lo dicho tiene un significado:  tanto uno como otros, hermanos. Solo hay que abrir un poco el corazón, y el sentimiento que todos tenéis en vuestro interior para poder ver con claridad lo que está ocurriendo aquí. No dejéis que os venza la Bestia hermanos, porque vosotros seríais perjudicados.

   Dios está con vosotros para ayudaros,  y también los Príncipes, y Yo;  y tantos ngeles,  estamos para vosotros:  Sed muy fuertes, y no os olvidéis que hoy es un día señalado,  en el cual mi Reina, vuestra Madre, os dará así la bendición que estáis esperando:

La Madre:  ¡Levantad los objetos, hijos míos! 
Todo lo que alzáis queda bendecido... 

Padre Eterno:  En mi Nombre.                  
El Maestro  En el Mío.

La Madre:  Y con la Luz de mi amado esposo, el Espíritu Santo, ya está bendecido hijos míos.     
PUBLICO: Gracias Madre.

La Madre:  Bendigo vuestras almas, para que sepáis seguir la Luz, y lo hago así:  en el Nombre del Padre y del Hijo y con la Luz de mi amado esposo el Espíritu Santo, ya estáis bendecidos hijos míos. 
    
PUBLICO: Gracias Madre.               
La Madre:  Pedidme hijos míos.
                
PUBLICO:  ¡Madre!                                        
La Madre:  ¡Díme!

PUBLICO:  (No se entiende lo que dice. )

La Madre:  
   Eso no depende de Mí, hija mía. En caso, Yo estoy con vosotros, viviendo con vosotros, Yo estoy dentro de vosotros.  Sois vosotros mismos. Yo solo puedo orar ante el Padre, y acaso a eso le tenéis miedo...

El Hermano:  
   ¡Hermanos!,  Cristo no tuvo miedo a la muerte, y fué provocada por vuestros pecados.  Y si ahora vosotros vais a tener miedo de algo que el hombre intente hacer, no es correcto. No debéis de tener miedo, porque la vida no se acaba, todo es continuo.  Después de aquí, hay otra vida allí.  

   No hay que tener ningún miedo. Nadie tuvo miedo a morir en aquel tiempo, y fueron torturados, quemados, azotados, clavados, apedreados y traspasados. Y no tuvieron miedo. 

  Aquél que tiene miedo, hermanos, es el que tiene la conciencia intranquila de cuantos errores cometidos, pero aquél que no tiene miedo es el que su conciencia está tranquila, porque se ha arrepentido de sus errores.

La Madre:  
   Así es hijo mío. No tengáis miedo al hombre, porque el hombre no es vuestro Dios. Temed a Dios, porque El es vuestro Rey hijos míos. No temáis ni tengáis ningún miedo: «Lo que el hombre haga es indiferente a lo que Dios haga.» 

   Dios tiene mucho poder, por eso no tengáis miedo hijos míos.   

   ¡Seguid pidiendo hijos míos!  

PUBLICO:  ¡Madre!                        
La Madre:  ¡Díme!                                        

PUBLICO: (No se entiende lo que pregunta. )     

La Madre: 
   No hay porqué preocuparse de aquéllos que no escuchan. El príncipe de las almas, Santiago Apóstol, dijo: «Yo ya he dicho lo que tengo que decir, si no escucháis en vosotros queda. Yo ya lo he intentado, si no ponéis de vuestra parte, yo no puedo hacer nada.»

  
Quiero que así seáis vosotros también hijos míos:  «Vosotros ya lo habéis intentado, si no escuchan en ellos queda.»  El intento ya está hecho, si no ponen su grano, no conseguirán formar la montaña.  

  
«Dios también les mira a ellos, pero la palabra de Dios es abundante y corre rápida como un río, como un arroyo, como un manantial: limpio y claro

   Adiós hijos míos.  
                                        
PUBLICO: Adiós Madre.

El Hermano:  Adiós hermanos.                     
PUBLICO: Adiós Hermano.    
   
El Hermano:  Adiós hermanos.                     
PUBLICO: Adiós Hermano. 
      
El Maestro Adiós hijos.                             
PUBLICO: Adiós Maestro.
        
Padre Eterno:  Adiós hijos.                        
PUBLICO: Adiós Padre. 
 
El Hermano:  Adiós hermanos.                     
PUBLICO: Adiós Hermano.       

El Hermano:  Que la paz del Señor Yahvé, y la fuerza del príncipe de las almas quede con todos vosotros.        
PUBLICO: Y con tu Espíritu Hermano.
       
El Hermano:  Ave María Purísima.               
PUBLICO: Sin pecado concebida.

El Hermano:  Adiós hermanos.                    
PUBLICO: Adiós Hermano.  ________       
 
 

  (1"Aunque hablen en tiempo pasado", decían a veces, "para vosotros está aún por venir".
  

   

      
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"
No apaguéis al Espírtu. No despreciéis las profecías.
    Examinadlo todo y quedaos con lo bueno
.
1.Tes. 5,19.           
     

   


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