Mensaje
de la Santísima Virgen María, recibido
a través de José-Luis Manzano García,
en Talavera de la Reina (Toledo).
El día 12 de Octubre de 1987.
LA MADRE: La Paz esté
ante todos vosotros.
PUBLICO: Y con tu Espíritu Madre.
LA MADRE: Ave María Purísima.
PUBLICO: Sin pecado concebida.
EL HERMANO: Santiago dejó todo aquello, ahí en Jerusalén, tantas cosas,
tantos recuerdos. Todo ha quedado en su Corazón. Dejó
aquella tierra y en ella dejó a la Madre de su Maestro, marchó para cumplir
la misión y vino a España.
En sus comienzos, cuando empezó a hablar de todo lo que él había vivido
junto al Hijo de Dios, de todo aquello que había sentido y tantos milagros
como vió, de tantas pruebas y de algunos milagros sin explicación, nadie,
nadie le creyó. Nadie le escuchó.
Ya recorría España, la tristeza invadía su rostro. Cruzó el río Ebro, y
ahí, en aquél lugar señalado que puesto en pié está, ocurrió algo, la Madre
de Jesús, la Reina del Cielo y Tierra que entonces aún no había marchado
junto a su Hijo, vino desde Jerusalén a orillas del Ebro, y ahí estuvo junto
a Santiago, encima de un pequeño Pilar y dijo estas Palabras:
LA MADRE:
«Heme aquí ante tí. Ante tí estoy para ayudarte, sé que nadie te
escucha y sé que sientes miedo, por eso Yo he venido junto a tí.
Sigue adelante, acuérdate de mi Hijo, tu Maestro. Fíjate, nadie le escuchó.
Fíjate, murió por todos y no abandonó. No abandones tú ahora porque en tí
está la luz, que Luz que les había prometido a sus Apóstoles. La Luz que
os haría ver la grandeza que anteriormente no vísteis. Heme aquí a tu lado
para decirte que sigas, que no abandones. Pedro y los demás también siguen
y no abandonan. Sé fuerte y emprende tu camino.»
Esas fueron mis palabras hijo mío, como Yo sé bien, y tú bien sabes: lo que
Yo he dicho ya está en tu corazón desde hace mucho tiempo. Como ves hijo
mío, pocos se pueden explicar de dónde salen tales palabras. Las palabras
que han escuchado es de sabiduría.
Todo tiene su significado, si sabéis apreciar
mis palabras y guardarlas y repetirlas, veréis hijos míos que cada una de
ellas os da una explicación. Sepáis que Santiago guardó las palabras dichas
anteriormente, las repitió él una y otra vez, y comprendió.
Emprendió su camino y muchos empezaron a escucharle. Otros no. Pero él fué
el primero de los Apóstoles de mi Hijo en morir. El dió gracias a Dios antes
de morir y dijo:
«¡Dios mío!, gracias porque sé que estaré a tu lado, y que moriré por
hablar de aquél que llenó mi vida, mi corazón y mi mente. ¡Gracias
Señor! Hijo mío, tú también sé fuerte como lo eres hasta ahora, y que
ellos también lo sean, que sepan escuchar, que no se alejen y que te
aprecien hijo mío.»
Hoy es un día especial, heme aquí ante tí. Hoy vengo de blanco hijo mío.
Como ves poco a poco mi sonrisa va volviendo. Gracias a tí hijo mío, porque
tú estás llenando de amor a las almas, aunque muchos no lo crean así, es
cierto.
Lo que ocurrió un día allí en el Pilar, ocurrió un día aquí, en esta
habitación hijo mío, aquel cuatro de Abril inolvidable del cual recordarás
hijo mío: «He venido a ayudarte a tí y a tu
familia, y a todo aquél que quiera seguirme.»
Ésas fueron también mis palabras. Y que recuerden todos que aún repito: Sed
fuertes y amaos. Pedidme hijos míos.
PUBLICO: ¡Madre!
LA MADRE: ( No contesta. )
EL HERMANO:
¡Hermano!, he visto cuanto has sufrido durante un tiempo hasta acá, he visto
que muchas almas se han burlado ante tí, y han
rechazado aquello que dios te entregó. Yo estoy siempre a tu lado y quiero
que seas fuerte aún, como Ella, la Reina, ha repetido:
"Que esas almas te respeten, aunque ellos no
respetan. Que se den cuenta de que tú eres alguien grande ante Dios. Por lo
tanto que también lo seas para ellos".
Aunque se han burlado, que sepan todos ellos que Dios escucha vuestras
palabras, vuestros pensamientos. Y después seréis juzgados y lloraréis por
errores, y os alegraréis por bienes.
Como bien sabes hermano, nosotros no señalamos. Si Yo señalara, a cuántos
de ellos verías llorar..., ¡cuántos
de ellos se burlan de tí!, te odian, te rechazan.
PADRE ETERNO:
Tú sigue, no escuches la voz humana, escucha la voz que te dió la vida y
aquélla voz la cual tú obedeciste.
LA MADRE: ¡Seguid pidiendo hijos míos!
PUBLICO: ¡Madre!
LA MADRE: ¡Díme!
PUBLICO:
El domingo estuve a la Voz del Caudillo, donde va una señora, a rezar el
rosario, que es de Madrid. En aquél momento quedó en éxtasis. ¿Es
verdad que ella también puede quedar, Madre?
LA MADRE: Ya lo sabrás. ¡Cuánta falsedad hay en el mundo hijo mío! ¡Cuántos
falsos profetas! Ahora ya escogen a niños.
¡Hasta dónde ha llegado este mundo! Yo que he venido tantas veces a vuestra
nación hijos míos, a vuestro pais, y aún lo sigo haciendo con amor, porque
visito a mis amados hijos. Que sepáis que por mucho que hagáis, seguiréis
siendo mis hijos.
PUBLICO: Gracias Madre.
LA MADRE: Adiós hijos míos.
PUBLICO: Adiós Madre.
PADRE ETERNO: Adiós hijos.
PUBLICO: Adiós Padre.
EL MAESTRO: Adiós hijos.
PUBLICO: Adiós Maestro.
EL HERMANO: Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano.
EL HERMANO:
Que la Paz del Señor-Yshvé y la fuerza de Santiago
Apóstol, Patrón de España y de vuestras almas, con el amor de vuestra
Señora, Virgen y Madre del Pilar, quede con vosotros en vuestro corazón, en
vuestro pensamiento y en vuestras almas.
PUBLICO: Que así sea Hermano.
EL HERMANO: Ave María Purísima.
PUBLICO: Sin pecado concebida.
EL HERMANO: Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano. __
«Aquéllos que me aman, y de verdad me aman...,
que no teman, que Yo
nunca les abandonaré.» -2-9-88.
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