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In Memoriam: 

José Antonio Alcaraz Martínez
EL CONTEXTO DE JOSÉ ANTONIO ALCARAZ:

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José Antonio Alcaraz Martínez
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El lunes 1 de octubre del año 2001, en la Ciudad de México, falleció José Antonio Alcaraz a la edad de 63 años, víctima de un paro cardiorrespiratorio. Dramaturgo, hombre de letras y de ingenio... un enorme y querido dinosaurio para los que le conocimos... un enorme bebe dinosaurio y, como buen bebé, caprichoso...
Sus restos mortales fueron cremados y sus cenizas, lanzadas al Sena en la ciudad de París, conforme a sus deseos.
Descansa en paz, José Antonio... con todo y tu carácter, te extrañaremos siempre... contigo también la Cultura Mexicana y el Teatro Mexicano pierden a un importante escritor, promotor teatral y cultural y a un importante hombre de Ingenio y, como dijera de ti siempre Hugo Argüelles:  un hombre de tono completo...

SEMBLANZA:
Nació en la Ciudad de México el 5 de diciembre de 1938.
Músico, musicólogo, crítico, cronista, director teatral y de ópera. Estudió en el Conservatorio Nacional de Música de México, en la Schola Cantorum de París, en el Conservatorio Marcello en Venecia y en el Centro de Ópera de Londres. Entre sus maestros se cuentan a José Pablo Moncayo, Otto Mayer-Serra, Daniel Lesur, Pierre Wissmer, Pierre Boulez, Bruno Maderna, Gordon Kaember y Ghedini.
En 1962 recibió el Gran Premio de Concurso en la Universidad del Teatro de las Naciones en París, Francia por la música del ballet Homenaje a García Lorca. En 1974, obtuvo el premio "Manuel M. Ponce" por la mejor música por su cantata Yo, Celestina.
Entre las obras que ha musicalizado, se encuentran: ¿Crimen, suicidio? de Tardieu, dirigida por Alejandro Jodorowski en 1960, Arlequín, servidor de dos patrones de C.Goldoni, dirigida por A. Huertas. Entre sus montajes más destacados se encuentran: El gran roído, de M. L. Mendoza en 1968, El nuevo inquilino o la guerra de Troya no se llevará a cabo, de Ionesco en 1970, Novísimo, de Salvador Novo en 1973, Fábulas de Monterroso, de su autoría en 1975; Y sin embargo se mueve(n)...O Vamos viviendo juntos, en coautoría con Tito Vasconcelos y F. López Arriaga en 1980; Sol de mi antojo basado en textos de Salvador Novo, en 1983; Las criadas, de Genet en 1987. En 1995 dirigió La esfinge de las maravillas de Hugo Argüelles. Como actor participó en La conspiración de la cucaña, integración de textos de A. Reyes por Luis de Tavira y Alfonso de María y Campos estrenada en 1989 bajo la dirección de Luis de Tavira. Con Gonzalo Valdés Medellín escribió Ni a tontas ni a locas, y con Germán Castillo el texto Usigli, una voz que clama en el desierto.
Sus libros Suave Teatro, Al sonoro rugir del telón y Allá en el teatro grande, reúnen parte de su crítica publicada en diversos periódicos.
En 1977 dirigió Corazón de Melón , en el Foro de La Conchita de la Ciudad de México, en Coyoacán.
En agosto del 2001, José Antonio Alcaraz fue objeto de un homenaje en vida, en reconocimiento a su labor tan prolífica en prácticamente todas las expresiones artísticas, tanto como creador y como crítico. En esa fecha el chelista Carlos Prieto dijo en entrevista, "Alcaraz es un gran conocedor de la música universal y le interesa revalorizar la música mexicana, ahí están sus libros sobre Carlos Chávez y el más reciente sobre Manuel Enríquez. Es defensor de los grandes compositores mexicanos."
Y el director de orquesta Enrique Arturo Diemecke calificó a Alcaraz como un visionario, "una persona que ve hacía adelante rescatando cosas importantes del pasado, pero no se queda atorado en él."


¿Recuerdas la primera obra de teatro para homosexuales que se dio en la Ciudad de México? Fue en la segunda mitad del siglo XX, en 1980. Escrita, dirigida y actuada por José Antonio Alcaraz y un grupo de amigos... somos no más de 5 los que sobrevivimos a tan bella experiencia que comenzaba así:
 
"Ya ...  ya se definió ... que cosa es ser ...  un homosexual..."

Las siguientes imágenes pertenecen al programa de mano que por entonces presentaba a la obra, una obra divertida y cáustica, reflexiva, representada con jóvenes que, con el paso del tiempo, mostraron de lo que estaban hechos... algunos de oro, y otros de aire...    Uno de esos actores, Gustavo Torres Cuesta, colaborador y amigo de José Antonio, un buen "teatrero" como le llamaban sus amigos y todo un personaje que a muchísimas personas divirtió con sus caracterizaciones e improvisaciones, en 1988 fallecía por complicaciones relacionadas con el SIDA.
Nadie de quienes le conocieron ha escrito sobre él. Hay pocos datos que recuerdan su biografía o su querida y controversial persona. Sirvan éstas modestas líneas como un modesto homenaje de los muchos que se le tendrán que hacer siempre.

Desde aquí y para él, mi cariño, mi respeto y todo mi recuerdo. ¡Gracias, Maestro!

El programa de mano:


De uno de sus cuentos, un fragmento...... 

  TESTIMONIOS: Publicado por el CONACULTA en la sección SALA DE PRENSA, en las Noticias del día del 3 de octubre del 2001.
Por: Luz María López

En la sala azul

MUCHAS GRACIAS JOSÉ ANTONIO ALCARAZ, POR ÚLTIMA VEZ

Luz María López

Más allá del dolor y las lagrimas que produjo la pérdida física o material, en el aire se percibió un sentimiento común, que emergía de un solo corazón, pues amigos, colegas, alumnos... se dieron cita al medio día de ayer en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, para decir junto con México: muchas gracias José Antonio Alcaraz.

Y como un solo latido fluyeron las palabras: “sí, una vez más en la Sala Manuel M. Ponce, una vez más reunidos en una sala pintada de azul, para agradecer a José Antonio, lo llevaremos siempre en nuestro corazón, comeremos espagueti y nos acordaremos de él, iremos de viaje y nos acordaremos de él, y sólo lo podremos hacer como le hubiera gustado, con mucha alegría y sobre todo con una sonrisa”. Así, Ignacio Toscano, director general del Instituto Nacional de Bellas Artes, cerró el homenaje que la comunidad cultural rindió a uno de los parte aguas del quehacer de las Bellas Artes de México: José Antonio Alcaraz, cuyo corazón dejó de latir a los 63 años, el pasado 1º de octubre.

Más que una ceremonia fúnebre, la Manuel M. Ponce —a la que Alcaraz llamaba el teatro blanquito o acá en el teatro chico— parecía un salón de fiestas infantiles adornado con globos multicolores, en el que homenaje y verbo se fundieron celebrando la vida y no lamentando la muerte de un eterno niño que no dejó nunca de asombrarse.

Tanto es así que se le recordó como el hombre cuya justa medida eran las grandes dimensiones, aquel capaz de tomar siempre lo mejor de la vida, con sus ironías, sarcasmos o insultos, transgredió siempre con rebeldía la modernidad que implica la crítica incesante, supo defender su autonomía para defender la de otros pero, sobre todo, eligió a sus amigos que hoy hacen su familia, dijo Sergio Vela, quien agregó: “no puedes hacer esperar al viejo barquero, estabas cansado y empiezas a soñar de nuevo, buen viaje”.

Para algunos, Alcaraz abrió sus sentidos a la música cuando niño, con Francisco Gabilondo Soler, como lo refirió Maya Ramos al evocar que al escuchar por primera vez el Rey Bombón de Cri Cri, el maestro descubrió la más grande de sus pasiones, así también, agregó, decidió iniciar su carrera de libertino luego de asistir a la ópera Mefistófeles, antítesis de su reconciliación con Dios.

Como si fuera un concierto, en el que el grupo Solistas Ensamble del INBA interpretó música religiosa, la sala azul rompió en aplausos, ahí estaban Lázaro Azar, Tito Vasconcelos, Fernando Lozano, Julieta Egurrola, Horacio Franco, Eduardo Lizalde, Rufino Montero, Héctor Anaya, Arturo Rivera, Carlos Prieto y muchos otros.

Entre murmullos se comentó que el Río Sena, en París, recibirá las cenizas del que fuera su eterno amante, amor que inició cuando realizó sus estudios al lado de colegas mexicanos como Eugenia Revueltas, junto a quienes no sólo aprendió la técnica sino también el sentido humano de las artes, comentó el dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, quien agregó que las vivencias de Alcaraz en Francia despertaron en él su famosa francofilia.

Por su parte Rossana Filomarino manifestó: “en las bolsas de tu gabardina, en tus estuches de lentes, en las burbujas de tu coca-cola de dieta, creo José Antonio, que hasta ahí hemos buscado tus alumnos, hijos y amigos, sin encontrar nada que nos haga entender que con Dios tomaste una decisión justa y buena para ti. Tampoco están entre tus discos ni entre tus juguetes las palabras que mesuran los adjetivos para decirte qué color tiene, de qué tamaño es, cuánto pesa el espacio que antes era tuyo y de tus alcarazasos; únicamente de entre los pentagramas de tus partituras saldrá un aliento para una voz en la que hallaras nuestro desconcierto porque por primera vez te has ido de gira sin que ninguno de nosotros te cargara las maletas”.

Había mil cosas más que decir, quedaron las experiencias de cada uno de los que convivió con José Antonio Alcaraz, musicólogo, profesor de música, director artístico, corresponsal..., pero sobre todo su legado. La guardia de honor que le acompañó al final fue integrada por Ignacio Toscano, Alejandra Peña, Raúl Falcó y Gerardo Estrada, quienes iniciaron su último aplauso

 

TESTIMONIOS:
Armando Ponce, escribió en la revista "Proceso" en su sección "Cultura en la mira",
José Antonio Alcaraz, el reportero.

México, D. F. - La cultura mexicana perdió en José Antonio Alcaraz a un hombre polifacético y moderno que siempre estuvo ligado a los medios de comunicación, acaso porque entendió desde el primer momento que uno de los valores de la cultura es su defensa y difusión masivas.

Compositor de carrera, Alcaraz luego se hizo crítico de arte y empezó a colaborar con los medios. Nacido en 1938, treinta años después se le encuentra ya en el "Diorama de la Cultura" del diario "Excélsior", y en la fundación de "Proceso", en 1976. Desde entonces a la fecha, sólo dejó de colaborar una decena de veces en su columna semanal como crítico de música.

Pero Alcaraz, hay que decirlo, se fue metiendo tanto al mundo del periodismo, que se volvió una especie de reportero. Es decir, que pensaba como reportero aunque no escribiera. Estaba informado de los acontecimientos noticiosos, comentaba que se podía hacer tal o cual cosa, y en ocasiones, cuando se le consultaba, podía decir:

"Qué te parece si ahora que vaya a Nueva York hablo con Nancarrow y lo entrevisto."

No se concretaba a su columna de crítica, y aun en ella no se detenía en los convencionalismos: muchas de esas columnas fueron noticiosas o incorporaron novedades. Por ejemplo, siempre dio salida en ellas a las últimas grabaciones sobresalientes en México y en el extranjero.

Muy metido en la producción de los festivales cervantinos durante la época en que imperaba en ellos doña Carmen Romano de López Portillo, Alcaraz, quien llegó a adorarla, estuvo muy cerca también de su entrañable condiscípulo y amigo Fernando Lozano, a quien doña Carmen había entregado la dirección de la Filarmónica de la Ciudad de México, despojando de ella a Enrique Bátiz. La historia es ésta:

Durante una presentación del elenco en el Auditorio Nacional, y llegada la hora de comenzar el concierto, doña Carmen no se había aún presentado. Bátiz, ya en el podio, respiró un poco, consultó su reloj y empezó la audición sin esperar a la señora.

A partir de ese momento, y durante todo el sexenio del presidente José López Portillo, Bátiz fue condenado a no dirigir en la Ciudad de México.

Empezó el reinado de Fernando Lozano, y el apoyo de la primera dama fue absoluto, al grado de que la orquesta, en una gira sin precedentes, viajó por toda América Latina, por todo Estados Unidos y por todo Europa, dispendiosa, con todos los recursos, alquilando las mejores salas de conciertos del mundo. Los gastos fueron enormes, pero doña Carmen satisfizo así sus viejos sueños de la pianista que quiso y no pudo ser. Se lo impidió su marido, quien para compensarla permitió el derroche.

Hacia principios de 1984, "Proceso" pudo documentar con números los gastos excesivos de ese capricho. Ya en ese sexenio de Miguel de la Madrid, Lozano fue enviado a la banca y Bátiz reasumió la conducción de la Filarmónica de la Ciudad de México.

Entonces "Proceso" solicitó a José Antonio que entrara, debido a su cercanía con doña Carmen y Lozano, que se reflexionara sobre ello. Y Alcaraz, primero con cierta incomodidad, pero más tarde sacando al reportero que llevaba dentro, accedió a acercarse a Lozano, quien finalmente accedió, mediante esta propuesta: Ambos conversarían con un testigo, un reportero de "Proceso", quien colocaría la grabadora en medio.

La larga entrevista apareció el 30 de enero de 1984 bajo el título "Fernando Lozano justifica la labor musical del sexenio pasado", y el balazo "Un director sin orquesta".

Este es un extracto de ella:

JAA.- Fernando, habiendo tenido estas actividades tan brillantes en el extranjero, ¿no representa esto un contraste visible con lo que sucede contigo en México de que hace un ratito que estás en el refrigerador o en el purgatorio?

FL.- (Risas) No, por el contrario...

JAA.- Me refiero como director de orquesta.

FL.- Sí, bueno, como director de orquesta naturalmente me gustaría dirigir un poco más de lo que estoy haciendo; este año de 84 ya tendré más actividades que el de 83 y seguramente el de 85 habrá más, incluso ya las tengo programadas pero... desde el punto de vista del director de orquesta las cosas van caminando poco a poco y se resolverán totalmente y en poco tiempo, aunque repito: sí me gustaría tener una mayor actividad aquí en el país, donde desde hace un año no he... es como si me hubiera muerto...

JAA.- ¿No es eso reflejo de la posición preponderante que ocupaste durante el sexenio pasado?

FL.- Pues algo ha de tener que ver con el sexenio porque fue muy casual que súbitamente dejé de tener invitaciones (digo, el saludo todavía me lo dan).

"Las invitaciones a dirigir se esfumaron por completo. Entonces, en mi país, en un año no he recibido una sola invitación de nadie, de ninguna orquesta. Fernando Lozano está muerto. Entonces, por esto me he lanzado al extranjero a trabajar, a dirigir, este año voy en junio a Rumania, dirijo el 19 de junio y el 22 y en julio 21 en Checoslovaquia, haciendo conciertos; y recibí una invitación de Bulgaria para hacer ópera allá alrededor de 20 días. Entonces, esa actividad de dirigir hay. Y por primera vez he recibido ya una proposición de hacer cosas en México con el grupo de percusionistas de la Universidad, con Julio Vigueras, la cual acepté y alguna otra cosa de música contemporánea."

JAA.- Cuáles dirías tú que fueron los logros más importantes que se obtuvieron en el periodo que tu dirigiste la vida musical mexicana.

FL.- Desde el punto de vista de difusión, el acercamiento de la música sinfónica a las clases populares, lo cual se logró no sólo en el Distrito Federal, en la zona metropolitana, sino en la provincia a través de innumerables giras, donde la Filarmónica de la Ciudad convivió con una numerosísima gente en Monterrey, Saltillo, Sonora, Tijuana, Veracruz, Acapulco, en Los Mochis, donde todo mundo auguraba el fracaso total y absoluto, la gente iba y era el público súper entusiasta, numeroso. Eso fue uno de los logros en ese sentido. El aspecto de la ópera también, en donde en un número tan alto de funciones, se hacía alrededor de 90 funciones al año. Había teatro lleno todo el tiempo, muchos estrenos óperas de no se conocían mucho en México.

"El teatro prácticamente estaba lleno. Eso me parece importante desde el punto de vista de difusión. Ahora, desde el punto de vista de la enseñanza, la creación de la escuela de la Vida y Movimiento, la creación de la escuela de iniciación para niños, la creación de la escuela de música y danza de Monterrey, los cursos de verano que se hicieron importantísimos, de primer nivel, que tuvieron maestros de súper primer orden. Luego se hizo una reestructuración académica del aspecto pedagógico, que se discutió mucho tiempo con el Consejo Nacional Técnico de Educación. Finalmente fue aprobada y siendo que se atendió a la parte de la enseñanza con seriedad."

JAA.- Por el contrario, yo diría que fue la de menos brillo, están olvidando algo muy importante y es que si sumamos el número de grabaciones y ediciones de música mexicana realizada durante este período, alcanza una totalidad idéntica a la realizada en los 20 años anteriores, por las circunstancias, el momento, lo que sea, pero el monto de grabaciones es igual al de los últimos 20 años.

(…) Cuestionada por la contratación de numerosos músicos extranjeros, la Filarmónica de la Ciudad de México llegó a irritar a los intérpretes nacionales. La cuestión fue abordada así por Alcaraz:

JAA.- Por eso la Filarmónica de la Ciudad recurrió a músicos de otros países para integrarse...

FL.- No sólo la Filarmónica. Por eso todas las orquestas sinfónicas del país tienen que recurrir en un número mayor o menor de ellos; no hay otro remedio si queremos tener músicos en México, pero lo importante es que esos músicos de otros países enseñen y que los músicos mexicanos tengan las facilidades, las escuelas existan, el medio lo propicie y que haya la paciencia y la constancia de todas esas gentes.

Y finalmente Alcaraz, el reportero Alcaraz, fue al fondo del asunto:

JAA.- ¿No por tener resultados inmediatos se ha descuidado la educación artística? Es decir, nos interesa más tener un teatro lleno que profesionales formados grosso modo...

Lozano sólo alcanzó a responder:

FL.- Bueno, hay algo de eso, incluso uno de los conceptos con los que se está manejando la actividad en el ISSSTE es de que el derechohabiente, en general la gente que viene a nuestras actividades, no sea el espectador pasivo sentado, sino que esté involucrado... Hay otra palabra. Sí: que sea protagonista del acto cultural, que la gente sea protagonista del coro, de la orquesta.

Revista Proceso 2001


 

TESTIMONIOS:
Judith Amador Tello, escribió en la revista "Proceso 1302" del 14 de octubre del 2001, en su sección "Cultura",
Teresa de Conde y la juventud compartida con Alcaraz y Mata.

Teresa del Conde y la juventud compartida con Alcaraz y Mata

Judith Amador Tello

Compañera de cursos de José Antonio Alcaraz en el Conservatorio Nacional de Música y la Facultad de Filosofía y Letras, la historiadora y crítica de arte Teresa del Conde evoca los momentos que compartió también con él en la estación radiofónica XEN: "Era una estación de música clásica, en el 690. Durante dos años, hicimos la revista de música Selemúsica 690, José Antonio era delgadito, muy agradable, extraordinariamente informado y culto no sólo de música, sino de literatura, de pintura, pero las artes plásticas no le gustaban, les decía 'las artes plastas'.

"Él hacía los comentarios a control remoto para las funciones de ópera desde Bellas Artes con una agilidad, con un conocimiento de causa y con un sentido del humor notables en un sujeto que tendría 18 o 20 años de edad."

Recuerda que ella lo llevó a trabajar a la estación, luego de conocerlo en el Conservatorio. Era una época en la que compartían momentos con Eduardo Mata, con quien Alcaraz formó su Grupo Berlioz, y en la que, por intermedio del crítico musical, Del Conde conoció al escritor Carlos Monsiváis.

Cuenta la historiadora que entonces se veían diariamente porque Alcaraz era responsable de la programación y ella se encargaba de medir el tiempo a las sinfonías y de checar que no fueran interrumpidas por algún comercial. Al salir de sus labores solían ir juntos a comprar discos a precios accesibles, gracias a los intercambios de las disqueras con la emisora:

"Luego los empeñábamos para tener dinero y entonces comprábamos otros discos más selectos en Margolín, donde ambos conocimos al señor Walter Gruen, viudo de Remedios Varo, que era dueño de Margolín."

Alcaraz, Del Conde y Mata compartían su tiempo no sólo al planear las transmisiones radiofónicas, también escuchaban juntos los discos comprados:

"Eduardo Mata los dirigía sin orquesta y sin nada —dice sonriendo—, y José Antonio y yo éramos sus espectadores."

Los recuerdos se agolpan en la mente de la historiadora uno tras otro casi sin orden: una merienda en un Sanborns con Alcaraz, quien iba acompañado de su madre; la conversión religiosa que tuvo el crítico musical, y cómo se sintió acosado en una época por el fantasma de Oscar Wilde; las múltiples cartas que se escribieron, perdidas por Del Conde en una de las varias mudanzas que ha tenido; y numerosas veladas en las cuales tarareaban o cantaban arias de ópera.

No hubo un rompimiento entre ellos, pero la vida se encargó de llevarlos por diferentes rumbos. Ella se casó y se fue a vivir a Roma, tuvo luego sus hijos, y señala que aunque Alcaraz conservó siempre un espíritu lúdico y escribió cuentos para niños, en realidad no soportaba llantos ni asuntos de pañales.

Años más tarde, cuando fue directora de Artes Plásticas en el Instituto Nacional de Bellas Artes, se enojó con ella porque la creyó responsable de haber montado en Veracruz una exposición con reproducciones de Paul Klee:

"Aunque yo no tenía nada qué ver con eso, fue un asunto que nos volvió a reunir."

La última vez que se encontraron fue hace casi dos años en Casa Lam, para la realización de un programa de radio:

"Estaba alegre y cariñoso. Nos abrazamos, platicamos mucho y quedamos de vernos."

Sin embargo, no lograron volver a reunirse, pues pudo más la diabetes galopante que padecía Alcaraz:

"Me duele profundamente que ya se nos haya ido, lo voy a extrañar en la escritura, voy a extrañar sus críticas acerbas y sus polémicas; es uno de los personajes inolvidables de mi vida y, sobre todo, de mi juventud."


 

TESTIMONIOS:
"EL INFORMADOR", diario independiente de Guadalajara, Jalisco, publicó el viernes 14 de diciembre del 2001, en su sección "ARTES":
José Antonio Alcaraz Martínez: El arte de saber juzgar


Manuel Enríquez: canciones para un compañero de viaje, es el título del libro del crítico mexicano José Antonio Alcaraz Martínez (1938-2001) que acaba de presentar el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y el Cenart a modo de homenaje.
El crítico mexicano más destacado de la segunda mitad del Siglo XX, José Antonio Alcaraz, cultivó con pasión y fortuna el arte de juzgar la ópera, el teatro, la danza y la música.
"Alcaraz fue un curioso híbrido cultural en el que convergieron los más diversos talentos artísticos e intelectuales: composición musical, investigación, magisterio, dirección de escena, periodismo, literatura...", dijo de él José Antonio Robles Cahero.
El escritor falleció el 1 de octubre de 2001, a los 63 años de edad.
Estudió letras hispánicas en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México, al tiempo que cursaba composición en el Conservatorio Nacional de Música, al lado de José Pablo Moncayo.
En 1962 viajó a Europa para realizar diversos estudios musicales durante cuatro años en algunas de las más prestigiosas instituciones.
Desde estudiante ejerció la crítica musical, especialidad que cultivó con dedicación durante su vida y con un estilo personal inconfundible, lleno de frescura, gracia y humor.
Dirigió las publicaciones especializadas "Selemúsica" y "Tono", además de colaborar en otras de México y del extranjero, como "Audiomúsica", "Buenos Aires musical", "The Listener", "Heterofonía", "Pauta" y "Plural".

Apasionado de la ópera y el teatro musical

La ópera y el teatro musical fueron sus pasiones y lo que le distinguieron como director de escena e impulsor de la ópera mexicana. Dirigió obras del repertorio operístico tanto tradicional como mexicano, fue el fundador y director de la compañía Microópera y estrenó en el país obras de Monteverdi, Mozart y Britten, entre otros.
En el teatro y el cine participó como actor, director, crítico y compositor de música incidental. Escribió música para diversas puestas en escena y colaboró con directores como Luis G. Basurto, Alejandro Jodorowsky, Julio Castillo y Carlos Ancira.
Asimismo, compuso la música de películas como El muro del silencio, de Luis Alcoriza, y Los días del amor, de Alberto Isaac, cuyas partituras ganaron el codiciado premio Ariel.
En la composición, Alcaraz se caracterizó por exploraciones formales y tímbricas, dentro de un idioma musical cercano a la estética contemporánea posterior al serialismo.
El investigador Juan José Escorza escribió acerca de su obra musical que "el protagonismo de sus textos, el tratamiento 'sui generis' del discurso musical y sus especiales requerimientos de ejecución hacen de cada obra de Alcaraz una suerte de obra teatral sonora".
No obstante, su catálogo no es extenso y cuenta con apenas 22 obras: dos para piano, seis para música escénica con voces e instrumentos, dos cantatas, seis para voz y conjunto instrumental, una para orquesta de cuerdas, arpa y percusión y cinco para instrumentos y actores.
Sus partituras han sido ejecutadas en México, Alemania, Brasil, Cuba, España, Erstados Unidos, Inglaterra y Polonia.
Publicó varios libros y ensayos sobre compositores mexicanos, como Angela Peralta, Candelario Huízar, Carlos Chávez, Rodolfo Halffter y el que se acaba de presentar, versado en Manuel Enríquez.

 


 

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