Por Ángeles Mastreta.
Tal vez usted se molestará porque pertenece a la gran mayoría de irrespetuosos que no sólo censuran sino hasta matarían a los homosexuales. En este país donde los hombres no lloran pero sí gritan, no se conmueven pero golpean, no aman pero exigen veneración, no se responsabilizan de sus actos y están llenos de miedo pero agreden y desprecian a quienes con una dosis de valor necesaria asumen su sexualidad de un modo que se considera 'anormal' [recuerden que el artículo es de 1978], la carta enviada a los medios de difusión por el profesor Juan Jacobo Hernández es un documento que merece no sólo el respeto sino la solidaridad de quienes pretendemos una sociedad liberadora.
Creo necesario reproducirla para que ustedes la mediten. Dice así:
"En la obra Prohibido Gardel presentada por el grupo de teatro El Galpón, hay dos escenas distorsionadas y maniqueas que atentan contra la dignidad de muchos homosexuales que, como yo, estamos comprometidos en contra de nuestra realidad político-social y las actitudes que la refuerzan."
En la puesta en escena el homosexual es identificado (con regocijo del público) con las capas m´s represivas y los sectores más reaccionarios de la sociedad. Es esta la forma en que El Galpón hace teatro revolucionario. Escarneciendo a una minoría marginada por sus preferencias sexuales, asumiendo como válida la imagen que el sexismo ha fabricado del homosexual.
Qué fácil es presentar a los homosexuales como reaccionarios sin detenerse a pensar que hay revolucionarios que no pierden esa condición por acostarse con hombres y que sufren igual que los 'revolucionarios normales' tortura y muerte.
Con su actitud El Galpón apoya la sexualidad autoritaria y machista y con ello algunas de las estructuras ideológicas del capitalismo.
Sería bueno saber por qué El Galpón identifica al homosexual con los vicios de la burguesía. ¿Brechteano El Galpón¿ Entonces por qué no recuerda que Brecht, en Los negocios del señor Julio César, no medra con la homosexualidad de Rarus sino que la explica a la luz de una situación concreta.
Ya basta de ser usados para ilustrar los vicios del género humano. Basta de ser los bufones del machismo. Basta de aceptar sin cuestionarlo el irresponsable tratamiento que se le da a la homosexualidad como recurso escénico.
A El Galpón le decimos los homosexuales conscientes: pugnaremos para que en las luchas sociales y dentro de las organizaciones políticas de izquierda se respete nuestra dignidad de seres humanos comprometidos en alcanzar un socialismo sin opresión, sin discriminación ni represión hacia cualquier minoría o persona por sus preferencias sexuales."
¿Qué? Es un tipo valiente ¿no les parece?
Declararse homosexual y lanzarse a defender la dignidad de quienes lo son es un acto de valor poco frecuente y muy peligroso en este país. El señor firma con su nombre verdadero, podría perder el trabajo, ser golpeado a media calle, recibir por lo menos el rechazo de quienes lo rodean, y no se calla. Es valiente y revolucionario. Mucho más que quienes se las dan de muy machos y andan de serviles, de mudos, agrediendo a los débiles y caravaneando a los poderosos.
 

Ser lo que SOMOS y NO pretender ser lo que NO SOMOS,

Vivir honestamente dentro de nuestros recursos y no deshonrosamente a expensas de otros [¿chichifos¿]
Decir rotunda y firmemente NO cuando los que nos rodean dicen SI en contra de nuestros intereses.
Negarnos a hacer una cosa que es mala, aunque otros la hagan.
Huir de los chismes cuando los otros se deleitan en ellos.
Defender a una persona ausente a quien se critica abusivamente.
Denunciar los abusos policiacos o de cualquier índole homofóbica
No fomentar los sitios, antros o comercios de naturaleza homofóbica.
Y mucho menos fomentar el comercialismo que se hace de la homosexualidad.
Vivir día con día nuestra naturaleza homosexual con orgullo y dignidad.

DEBATE.- Por Francisco Galván Díaz.
Ahora que está tan de moda la persecución de homosexuales, pasando por estigmatizaciones de todo tipo y amenazas de excomunión y castigos divinos varios, conviene recordar que tal actitud no es nueva. Más bien es una de esas añejas tradiciones que de tiempo en tiempo resurgen en perjuicio de los derechos humanos y civiles de muchos ciudadanos. Son conductas que emergen como banderas de no tan embozados movimientos fundamentalistas de diversas creencias religiosas, con pretensiones subrepticiamente políticas. Ahora han arreciado sus embates con la esperanza de forzar a su favor las negociaciones en torno a una posible modificación del artículo 130 constitucional.
Tenemos la impresión que de no responderse democráticamente y con energía cívica, a los fanatismos de todo tipo en materia sexual, y especialmente a los de la homofobia de orientación religiosa y en muchos casos secular, pudieramos llegar a experimentar situaciones negativas y poco favorables a las instituciones de modernización de la vida nacional, que por cierto, no sólo tienen que ver con procesos de reconversión industrial o comercial, si no también con la generación de nuevas actitudes frente a la vida, márgenes mayores de tolerancia y respeto por la diferencia.
La igualdad indiscriminada es sinónimo -hoy día- de conservadurismo a ultranza y de barreras a las oportunidades vitales. La democracia ya no sólo se constituye con las mayorías, las minorías también tienen derechos. Respuestas nuevas a problemas viejos, que hoy se desenvuelven en condiciones inéditas, deben contemplar las distintas magnitudes vitales o el adjetivo 'democráticas' les resulta ajeno e impropio.
Es necesario afrontar sin hipocresías y en apego a los derechos universales del hombre la cuestión homosexual. Se precisa promover cambios en las leyes, sobretodo fomentar las que protegen al individuo, a la 'persona humana' como acríticamente gustan decir ciertos oscurantistas. Somos un país constitucionalmente laico, la fe en nuestra Carta Magna es plural; la racionalidad formal, la orientación cient&iacutefica y progresista son principios generales de acción. En esa óptica acudir a los derechos del hombre y a su lectura democrática, supone, exige en todos los casos el respeto a la diferencia en el diseño y práctica de las opciones de vida. Estas son opciones genuinamente democráticas ¿qué desea la homofobía?
La figura del ciudadano que ha comenzado a nacer con fortaleza en México, probablemente de un lustro a la fecha, y que ya empieza a madurar, seguramente no permanecerá pasiva ante las agresiones. ¿Por qué no evitar los extremos? Cada quien debe vivir la vida como le dicte la razón y sus preferencias. En esa perspectiva resultaría adecuado modificar la ley en beneficio de quienes ahora son ciudadanos de 'segunda clase'. No dudamos, sin embargo, que quiz´ el morbo imperturbable de los promotores de la homofobia mexicana quiera mejor una alternativa de otro orden: tal vez ellos aspiren a soluciones de fuerza, a cancelar la democracia a costa de su ignorancia. Es probable que pretendan transitar de las amenazas verbales y los anatemas 'divinos', de la apelaci&oaacute;n a una historia nacional que la realidad ha lanzado por la borda, a la superación de las IGNOMINIOSAS hazañas nazis en sus FÓBICAS E IRRACIONALES CAMPAÑAS ANTIHOMOSEXUALES. Hay historias y tradiciones que a la luz de los desarrollos contemporáneos y de los derechos humanos universales NO deberían volver a prevalecer. Son historias y tradiciones que consciente y reflexivamente deberíamos eliminar. Los 50 mil homosexuales oficialmente sacrificados en la Alemania nazi pueden ilustrar los extremismos, a los que sin duda se puede llegar en México, si las cosas y LAS ACTITUDES AUTORITARIAS NO CAMBIAN, PARA VERGUENZA DE NUESTRO PRESENTE Y TAMBIÉN DE NUESTRO FUTURO NACIONAL Y DEMOCRÁTICO.

"In July 1992 five gay men were murdered in Mexico City: Rene de la Torre Gonzalez, Javier Rivero Melendez, Francisco Palomera Pimentel, Nicolas Amerena Lagunes and Francisco Estrada Valle. Valle was the leader of the AIDS-education group AVE de Mexico. Last month, Mexico’s National Human Rights Commission denounced the investigation of the killings as negligent, recommended investigators be disciplined, and called for a new investigation." 

[En julio de 1992 cinco homosexuales fueron asesinados en la Ciudad de México: René de la Torre González, Javier Rivero Meléndez, Francisco Palomera Pimentel, Nicolás Amerena Lagunes y Francisco Estrada Valle. Valle fue el dirigente del grupo activista AVE de México. El mes pasado, el Comisionado Nacional de Derechos Humanos de México,  denunció que la investigación sobre los asesinatos era negligente, recomendando a los investigadores se disciplinen e inicien una nueva investigación.]             Fuente de la publicación ILGA