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Conferencia Episcopal Argentina
Actualización de Líneas
Pastorales para
la Nueva Evangelización
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Capitulo IV: criterios pastorales
comunes
69. Luego de explicitar el contenido y antes de destacar algunas
acciones, es oportuno detenernos en formular cuatro criterios
pastorales básicos que permitan delinear un estilo
evangelizador común a todos. La nítida asunción
de estos criterios por parte de los agentes evangelizadores,
no es sólo una exigencia organizativa sino la forma
de realizar la comunión misionera de la Iglesia en
la Argentina.
La pastoral
ordinaria y orgánica diocesana
70. Estamos llamados a trabajar tenazmente en nuestras diócesis
para que el único programa del Evangelio y el proyecto
de Dios sea el centro de la vida de cada comunidad eclesial.
La Iglesia de Jesucristo subsiste y se encarna en cada Iglesia
particular, donde se encuentran todos los elementos necesarios
para la santificación y la misión de cada cristiano
y de todas las comunidades. Es tarea urgente de cada diócesis,
presidida por el obispo como pastor, lograr que la fuerza
viva de Jesucristo y de su Evangelio llegue hasta el último
rincón del territorio y a todos sus sectores y ambientes
evangelizando la cultura. Pero esto sólo es posible
con la colaboración del presbiterio, la ayuda de los
diáconos, la integración de las comunidades
de la vida consagrada con sus carismas, y la participación
activa de todos los fieles laicos. Así la Buena Noticia
podrá incidir en la sociedad y en la cultura de este
tiempo y de cada grupo humano. Tenemos por delante la apasionante
tarea de hacer renacer el celo evangelizador, en el horizonte
exigente y comprometido de la pastoral ordinaria. Pero este
acento, no significa que cada uno realice sus tareas al margen
del resto, sino que desarrolle su misión de un modo
armónico e integrado en el proyecto pastoral de la
diócesis, que surja en un camino de variada participación:
es la llamada pastoral orgánica.
71. Para lograrlo se requiere activar, potenciar
y enriquecer las estructuras de diálogo y participación
en cada Iglesia particular, que concreten planes donde todos
se sientan incorporados. Destacamos aquellos organismos eclesiales
previstos en el derecho: los Consejos Presbiterales, los Consejos
Pastorales y de Asuntos Económicos, y demás
estructuras constituidas para favorecer la actividad pastoral.
Con el auxilio de Asambleas del pueblo de Dios y, también,
mediante oportunos Sínodos diocesanos, u otras formas
de consulta y participación, deseamos buscar el proyecto
de Dios para nuestras Iglesias particulares. Invitamos a todas
las fuerzas apostólicas: parroquias, comunidades religiosas,
colegios y universidades, instituciones, asociaciones, movimientos,
grupos y organizaciones laicales, a sentirse llamados a hacer
su aporte integrándose activamente en la pastoral orgánica
de la diócesis, desde su identidad y función
específicas.
72. Para asegurar la vitalidad de esta pastoral
ordinaria y orgánica hemos de retomar con energía
el proceso de la reforma y conversión de nuestras parroquias.
Cada parroquia ha de renovarse en orden a aprovechar la totalidad
de sus potencialidades pastorales para llegar efectivamente
a cuantos le están encomendados. Con sus organismos
e instituciones, ha de asumir decididamente un estado permanente
de misión, en primer lugar dentro de su propio territorio,
dado que la parroquia es para todos los que integran su jurisdicción,
tanto para los ya bautizados como para los que todavía
ignoran a Jesucristo, lo rechazan o prescinden de Él
en sus vidas.
Un camino integral
de santidad
73. La santidad es la perspectiva en la que debe situarse
todo camino pastoral. La tarea de la Iglesia se orienta a
llamar a todos a alcanzar la santidad. Su plenitud se edifica
por medio de los sacramentos de la iniciación cristiana:
Bautismo, Confirmación y Eucaristía. La santidad
de nuestras comunidades, con sus expresiones de piedad, amable
bondad en el trato, disponibilidad generosa y fervor evangélico,
es lo que ha de sostener, recrear y potenciar las actividades
propias de la pastoral ordinaria.
74. Por otra parte, todo camino integral
de santificación implica un compromiso por el bien
común social. Se trata de presentar el anuncio de Jesucristo,
Señor y Salvador, con valentía, audacia y ardor
testimonial, integrando mejor en la acción pastoral
la opción por los pobres, la promoción humana
y la evangelización de la cultura. Nunca hemos de disociar
la santificación del cumplimiento de los compromisos
sociales. Estamos llamados a una felicidad que no se alcanza
en esta vida. Pero no podemos ser peregrinos al cielo si vivimos
como fugitivos de la ciudad terrena.
Todos sujetos
y destinatarios de la tarea evangelizadora
75. Insistimos en el protagonismo de todos y cada uno de los
bautizados, especialmente de los laicos y laicas, favoreciendo
su activa participación en las distintas instancias
de las acciones pastorales: no sólo en la fase de ejecución,
sino también en la planificación, en la celebración
y en la metódica evaluación. Hemos de ingeniarnos
para facilitar que en las actividades evangelizadoras se integren
también los niños y los ancianos.
76. Reconocemos el potencial misionero de
todo el pueblo bautizado como protagonista, no sólo
destinatario, de la Nueva Evangelización. Para ello,
es de primera importancia atender a la religiosidad de nuestro
pueblo, no sólo asumiéndola como objeto de evangelización
sino también, por estar ya en alguna medida evangelizada,
como fuerza activamente evangelizadora. Valoramos y queremos
acompañar el actuar misionero espontáneo y habitual
del pueblo de Dios. Hay una búsqueda de Dios que se
percibe en las manifestaciones de la piedad popular, que otorga
identidad cultural a nuestro pueblo y es transmisora de verdadera
fe católica.
77. Queremos encontrar los modos de llegar
a todos los bautizados, propiciando su inserción cordial
en la vida de la Iglesia, porque la mayor parte de los bautizados
no han tomado plena conciencia de su pertenencia a ella. Se
sienten católicos, pero no siempre miembros de la Iglesia.
Procuraremos hacernos prójimos de los excluidos de
la historia para introducirlos en la misma experiencia que
nos ha cambiado la vida. La Nueva Evangelización implica
un esfuerzo por salir al encuentro de las mujeres y los varones
de nuestros ambientes, especialmente de los que se sienten
más alejados, allí donde se hallan y en la situación
en la que se encuentran, para ayudarles a experimentar la
misericordia del Padre.
Un itinerario
formativo gradual
78. La tarea evangelizadora ha de tener en cuenta la cotidiana
experiencia de la gente: lo que viven las personas, sus inquietudes,
sueños, expectativas y preocupaciones que vibran en
sus corazones. Son innumerables los acontecimientos de la
vida y las situaciones humanas que ofrecen la ocasión
de anunciar, de modo discreto pero eficaz, en respetuoso diálogo
con la cultura, lo que el Señor desea comunicar en
una determinada circunstancia. Es necesaria una verdadera
sensibilidad espiritual para llegar a leer el mensaje de Dios
en los acontecimientos, que son signos de los tiempos.
79. Insistimos en la necesidad de una auténtica
pedagogía de la santidad que la presente como ideal
atractivo, posible con la ayuda de la gracia, en cada momento
de la existencia personal. Así se promoverá
un itinerario de formación permanente para la maduración
de la fe. Al proponer este ideal, queremos estar atentos a
las situaciones y a los procesos de las personas y las comunidades.
Los principios morales han de ser siempre propuestos y defendidos
con claridad, sin olvidar que el crecimiento espiritual y
el desarrollo de la conciencia moral son procesos graduales,
generalmente lentos, en los que la gracia de Dios trabaja
con la libertad débil del hombre, sin violentarla.
Se trata de una libertad llena de condicionamientos que, en
determinadas circunstancias, pueden disminuir la responsabilidad
de las acciones. No obstante tales condicionamientos, el Espíritu
Santo quiere hacernos crecer en la gloriosa libertad de los
hijos de Dios. Por consiguiente, no podemos renunciar al deber
de formar pacientemente las conciencias, de manera que las
personas acepten la verdad y la ley de Dios en sus corazones,
alcanzando así su liberación integral.
Parroquia del Santísimo Calvario
y Nuestra Señora del Líbano
República del Líbano 4031 – Villa
Lynch
San Martín – Buenos Aires
Tel: 4755-3661 / 4754-9615
e-mail: [email protected] |
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