Kababelan 2005

Visita Número

 

 

 

 

 

 

EL  CIRCULO  DE LAS GUARDIANAS DEL GRIAL.

SEGUNDO LIBRO

EL VIAJE

 

 

 

 

EL CIRCULO DE LAS GUARDIANAS DEL GRIAL

SEGUNDO LIBRO

EL  VIAJE

(Cruzar el Puente)

PORTAL PRINCIPAL

 

INTRODUCCIÓN:   EL MITO GRIALIANO.

 

PRIMER LIBRO:      LA PORTADORA DEL SECRETO.   

 

PRÓLOGO

 

SEGUNDO LIBRO:  

EL VIAJE.

INTRODUCCIÓN  Y PRÓLOGO.

CRUZAR EL PUENTE

CRUZAR EL PUENTE II

CRUZAR EL PUENTE III        (sin incorporar  a la web)

 

TERCER  LIBRO: LAS REVELACIONES  DE LA GUARDIANA.

PRÓLOGO

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EL CÍRCULO  DE LAS GUARDIANAS DEL GRIAL

ÍNDICE GENERAL

SINOPSIS/ PRESENTACIÓN

ENLACES WEBS

ENLACES A LOS SIGUIENTES LIBROS (Portal sin incorporar a la web)

 

La mayor parte de los capítulos aún permanecen sin ilustrar. La Web se irá completando y perfeccionando con el tiempo.



 

 

1. VISIÓN EN LA OSCURIDAD.

 

Me hallaba descansando a la sombra de los frondosos árboles en el jardín de casa.

El crepúsculo de esa tarde, en intenso tono rojizo, iluminaba como el fuego las montañas en el horizonte. Tanit, a mi lado, me contemplaba con sus bellos y misteriosos ojos. De pronto, dijo en un tono serio que me inquietó.

- Es hora de que aprendas algunas cosas nuevas. ¿Que te parece si el fin de semana próximo nos vamos tres días a las montañas, tu y yo solos, sin los perros, para que te puedas iniciar en algunas cosas sencillas que rompan con tu rutina cotidiana de relacionarte con el mundo?

- ¿Por qué sin Lug y Sansón? -pregunté intrigado- Siempre nos acompañan en las excursiones. No me gusta dejarlos en casa.

- Ciertas cuestiones es mejor experimentarlas en un estado de soledad, pues únicamente así podrás despertar recursos dormidos en tu interior. -me explicó sin que yo pudiera comprender lo que quería decirme.

Confiaba en ella, así que me avine a lo que solicitaba. La conocía lo suficiente ya para saber que me podía enseñar cosas que yo ni siquiera sería capaz de imaginar. Fuera quien fuese en realidad, mi querida y enigmática amiga tenía acceso a una sabiduría que los seres humanos ordinarios vemos como pura fantasía. Tanit parecía haber surgido de un sueño mágico o de un mundo futuro. Pero la quería, y aceptaba que me pudiera guiar en un camino de misterio hacia los secretos de la naturaleza y de esa fuerza desconocida que hay potencialmente dentro de cada uno de nosotros.

- Bien, -le respondí por fin después de reflexionar un instante- pensaré en alguien que se pueda ocupar de los perros esos días e intentaré conseguir el viernes libre en el trabajo.

No hubo ningún problema, y el viernes, a primera hora de la mañana, salimos Tanit y yo en el coche, con provisiones para tres días y los sacos de dormir. Nos dirigimos hacia unas altas montañas que distaban varios cientos de kilómetros, donde había frondosos bosques y mullida hierba que podíamos pisar descalzos. En ese lugar, que yo conocía y en el cual había acampado una vez el año anterior, estaríamos apartados de cualquier núcleo habitado, tal como quería mi amiga en esta ocasión. Eso me intranquilizaba ligeramente, pues aunque me gusta sobremanera la naturaleza, libre de la presencia de seres humanos, no sabía en realidad que era lo que íbamos a hacer allí, ya que Tanit aún no deseaba explicármelo.

Después de varias horas de viaje llegamos a un lejano camping de montaña, junto al que dejamos estacionado el coche. Cogimos las mochilas e iniciamos a pie el ascenso a la alta sierra, primero por un ancho camino de tierra, luego por una estrecha senda entre la hierba y por último monte a través.

Un exuberante bosque de árboles variados nos rodeaba y se extendía hasta el confín de la vista. El aire era fresco y puro, con el perfume fragante y multifloral del campo. Unas pequeñas nubes blancas se dibujaban en un sereno cielo azul. Conforme ascendíamos por la verde montaña nos iban envolviendo la tranquilidad y los bellos sonidos del bosque.

Tras algo más de dos horas de caminata nos detuvimos en un claro fuera de la espesura de la arboleda, donde el suelo estaba mullido por una densa y suave hierba. Nos descalzamos y nuestros pies disfrutaron del contacto fresco de la alfombrada tierra. Tanit me pidió que a partir de entonces guardara el reloj en la mochila y no lo volviera a mirar hasta el momento que regresáramos al coche. Descansamos y comimos un poco. Después conversamos mientras gozábamos admirando el bello paisaje y escuchábamos a los numerosos pájaros, los cuales emitían sonidos diversos desde invisibles procedencias en las ramas de múltiples y frondosos árboles.

- Una de las cosas que quiero que practiques hoy es liberarte de estar atado por la referencia horaria del reloj. Te debes guiar por lo que diga tu cuerpo o lo que observes en la naturaleza que te rodea. Si dejas de estar pendiente de la hora, así como de otros parámetros que definen el mundo ordinario en el que te desenvuelves todos los días, podrás abrirte a percepciones diferentes a las que conforman tu rutinaria y mecánica vida cotidiana. (Tanit a veces era cruda en la exposición de sus ideas.) La vida de la mayor parte de las personas está siempre condicionada por unos hábitos repetitivos referenciales que configuran la estructura de su mundo conocido. Hay que romper esas referencias esclavizantes para percibir de una forma nueva.

Yo la escuchaba y la aceptaba en este momento como mi maestra, alguien que podía ayudarme en mi fracasado intento de dar un giro a mi vida y lograr escapar con éxito de unas limitaciones frustrantes que bloquean las posibilidades reales de nuestro ser.

Efectivamente, pasó un tiempo indeterminado y al no tener la referencia del reloj tuve una ligera sensación de sentirme más libre. Al no importarme ya la hora, parecía entonces como si yo fluyera a través de los acontecimientos sin control cronológico racional alguno.

- Para conseguir un cambio auténtico es preciso que uno se someta voluntariamente a un programa de trabajo interno, una disciplina orientada al conocimiento y control de nosotros mismos, y unos retos que nos permitan saltar las limitaciones dentro de las que vive nuestra personalidad cotidiana.- explicó didácticamente Tanit, mientras descansábamos bajo la fresca sombra de un gran árbol. Pero a mi todas esas ideas me resultaban un poco aburridas.

- Ahora deseo enseñarte algo -prosiguió- Quiero que aprendas a caminar sin ver con los ojos.

- ¿Que dices? -exclamé desconcertado- Eso sólo lo pueden hacer los murciélagos. Salvo que quieras que avance tanteando el terreno como los ciegos. -le aseguré sorprendido por su extraña petición.

- No exactamente. Quiero que camines sin ver, y además a gran velocidad. ¡ Corriendo!. Primero te vendaré los ojos y luego te llamaré desde un lugar algo distante para que tú corras hacía mi guiándote por el sonido de mi voz. El obstáculo principal que encontrarás para superar esta prueba será tu propio miedo.

No entendía que sentido podía tener eso, salvo que fuera un simple juego, pero accedí a practicar lo que me pedía.

- Lo haremos en una zona llana, donde no haya piedras, árboles o agujeros en el suelo que puedan ser un obstáculo o hacerte caer, pues no quiero que te lastimes, cariño.- me aclaró para tranquilizarme.

Buscamos una explanada como la que Tanit había descrito, y pronto descubrimos un claro amplio en el bosque, con tierra y yerba muy corta. Era un terreno completamente llano, una pequeña planicie sin ningún grado de inclinación, por lo que era ideal para lo que ella pretendía. Enseguida me tapó los ojos con un pañuelo grande, que ató en torno a mi cabeza. Luego me dijo:

- No tienes que ver nada, es muy importante que la oscuridad sea total. Dime si te entra algo de luz. No debes hacer trampas.

Me ajusté el pañuelo y le aseguré que no veía absolutamente nada, lo cual era cierto. Ahora el bosque y el cielo habían desaparecido y era como si la noche más negra me rodeara de repente. Escuché la voz clara de Tanit que hablaba a mi lado.

- Yo me alejaré al otro extremo del prado y te llamaré desde allí. Te guiaras por el sonido de mi voz. Tienes que venir corriendo hacia mí lo más deprisa que puedas, y no te preocupes cielo, porque no hay piedras ni ramas con las que puedas tropezarte. Sólo tendrás que superar tu miedo a correr en la oscuridad. No extiendas hacia delante los brazos, únicamente corre.

Ese espacio despejado y totalmente llano tenía un diámetro de unos 90 metros o algo más. Escuché la voz de Tanit que me llamaba desde lejos.- ¡Ven, ven corriendo!- Pero tan sólo andar ya daba miedo. Intenté orientarme por el sonido y después arranqué a correr con prudencia.

- ¡Más deprisa, más deprisa! - gritaba con fuerza Tanit.

La oscuridad absoluta que me proporcionaba el simple pañuelo era una barrera tangible, algo que me retenía y me impedía avanzar como si sintiera la resistencia de una fuerza real. Yo sabía que era mi propio miedo. ¿Cómo era posible correr sin ver?. Sin embargo la llamada de Tanit me hacía confiar y corrí todo lo que pude hacia ella.

- ¡Aquí, aquí, estoy aquí! -Seguí oyendo su voz. Los segundos parecían minutos. Por fin un brazo suave me frenó tocándome en el pecho y luego en un codo.

- ¡Para! - me ordenó con fuerza Tanit. Al instante me detuve y ella me quitó el pañuelo.

- Has corrido muy despacio. - me aseguró- Tienes que intentar ir mucho más deprisa, todo lo que tus piernas consigan impulsarte.

- ¡Pero Tanit! -protesté- He corrido todo lo que podía.

- En absoluto -me respondió desconcertándome- Si hubieras podido verte a ti mismo te sorprenderías de lo despacio que ibas. El miedo a avanzar en la oscuridad es lo que te ha producido la sensación de que corrías deprisa. Vamos a repetirlo otra vez en el sentido contrario.

De nuevo Tanit me vendó los ojos y se alejó. Al poco su voz nítida me llamó con urgencia.

- ¡Ven corriendo, ... ven, ven, ven aquí!

Respiré profundo y arranqué lo más rápido que pude. La oscuridad era una barrera densa que me frenaba. Luché contra ella. Mientras corría, llegaban a mis oídos las palabras de Tanit apremiandome.

- ¡Deprisa, deprisa, más deprisa, al cien por cien de tu velocidad!

Intenté acelerar los últimos metros, atravesando una distancia que me parecía mucho mayor que cuando podía ver el claro sin la venda. Los segundos se dilataban increíblemente en la oscuridad. De pronto noté de nuevo las manos de Tanit que me sujetaban para detenerme.

- Has corrido un poco más deprisa -me dijo- pero aún tienes que hacerlo más rápido, no has alcanzado tu velocidad máxima. Has mejorado, pero ahora te hace falta esprintar. Descansa un poco y lo haremos de nuevo.

- He ido todo lo veloz de lo que soy capaz- protesté-. No creo que sea posible correr más.

- Te equivocas -me rebatió-, es el miedo el que te produce esa sensación. Si hubieras podido observarte a ti mismo -insistió nuevamente- te habrías dado cuenta que una fuerza te retenía y que tu luchabas contra ella. Movías las piernas pero en realidad avanzabas muy poco. Tu cuerpo no se lanzaba a la oscuridad sin temor y el espacio lo recorrías mucho más lento que si corrieras sin la venda. Precisamente este ejercicio trata de eso, de que venzas tu miedo y aprensión a la oscuridad, de que te muevas sin ver con la misma seguridad que lo haces con luz, y entonces aprenderás a percibir las cosas que te rodean sin necesidad de verlas.

Me pareció sorprendente y poco creíble lo que me decía, pero estaba dispuesto a seguir colaborando en este ejercicio que Tanit proponía. Hacía ya un tiempo que había comenzado a aceptarla como mi maestra o instructora, a pesar de su aparente juventud.

- ¡Corre, corre! -me volvió a gritar Tanit al cabo de unos minutos- ¡Esprinta al máximo!.

De nuevo me lancé a las tinieblas, pero esta vez sentí que las atravesaba con mayor rapidez, notaba que mis piernas corrían de verdad y avanzaban realmente. Tanit me había pedido en esta ocasión que gritara fuerte cuando me lanzara hacia ella, para que el sonido concentrara mi energía, mi atención, y fuera como un cuchillo que me permitiera atravesar la temible barrera de la oscuridad total. Y así lo hice, grité y corrí como el viento, o al menos así me pareció a mí. Lancé un chillido potente y prolongado - ¡Aaaaaaaaaaaaa.......! - durante todo el tiempo que duró la breve carrera. Tras unos segundos, esta vez más escasos, de nuevo me sujetaron las suaves pero firmes manos de Tanit.

- ¡Muy bien! -exclamó alabándome- En esta ocasión sí has vencido tu miedo, por fin has corrido de verdad en la oscuridad. Y me dio un abrazo y un beso.

- ¿Lo dices en serio? - le pregunté contento pero un poco desconfiado.

- Si, mi vida, has corrido muy bien, con el cuerpo aún un poco tenso pero bastante rápido. Repitiendolo varias veces más conseguirás un sprint perfecto. -me aseguró con sus ojos brillantes y alegres.

Hubo a continuación una cuarta, una quinta y una sexta carrera, y cada vez mi cuerpo penetraba en las tinieblas con más determinación, con menos miedo, más veloz, como una flecha que atraviesa con facilidad una barrera y alcanza su objetivo. Realmente el temor llegó casi a desaparecer del todo, y por otro lado crecía proporcionalmente mi velocidad. Daba un grito y corría siguiendo el sonido de mi propia voz, sin necesidad de que Tanit me guiara. Luego ella se ocupaba de detenerme y de corregir el rumbo de mi trayectoria. Me explicaba la curvatura que había seguido, pues al avanzar sin ver y con temor no sólo iba despacio sino que corría sin seguir una línea recta. Al final conseguí la máxima velocidad y ninguna curvatura. Tanit me felicitó por ello y esa tarde puso fin a ese ejercicio. Me enseñó otros asuntos relacionados con la apreciación diferente de la naturaleza y la percepción de lo microscópico, y luego, al aproximarse el crepúsculo, sentimos hambre y cenamos. No sabía la hora que era, pero tampoco importaba, pues eso me daba una sensación de libertad.

Después encendimos un pequeño fuego y ella me habló de lo que haríamos esa noche. No había luna alguna, casualmente era luna nueva, y por tanto pronto la oscuridad sería total. Únicamente tendríamos la luz minúscula de las estrellas para iluminarnos. Tanit me besó y me dijo que esa noche realizaríamos otro ejercicio aún más divertido.

Sentí que algo se agitaba en mi estómago. No sabía que querría decir ella con más divertido. Siempre me sorprendía. Miré el cielo crepuscular, cada vez de un azul más intenso, y abracé a Tanit, junto al fuego, sobre la verde hierba, sintiendo el fresco y aromático aire de la alta montaña y escuchando los últimos trinos de los pájaros diurnos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2. UNA NOCHE SIN LUNA.

 

 

 

El mágico crepúsculo llegaba a su fin. El reino del silencio nos envolvía llenando la vastedad de la naturaleza. Permanecíamos abrazados junto al fuego, mientras los astros iban surgiendo en el firmamento, y el cielo se tornaba primero color cobalto y luego negro. Pronto nos rodeó la oscuridad total y la noche nos fue arropando con su manto de misterio y arcana belleza. Miríadas de estrellas incontables brillaban con luz titilante poblando el profundo infinito. La Vía Láctea, el perfil de la Galaxia, se distinguía nítidamente sobre nuestras cabezas, como el reguero de un cántaro de leche derramado en las alturas del firmamento. Las melodías de los pájaros nocturnos comenzaron a escucharse, con sus sonidos graves y extraños, surgiendo del bosque próximo que ahora se había mutado invisible.

Nos encontrábamos en una zona despejada y llana de la amplia ladera, en un gran claro desprovisto de árboles. Únicamente sobresalían a nuestro alrededor algunas grandes piedras y esporádicos peñascos. Una hierba corta, fresca y mullida se extendía como una alfombra por aquel solitario y sereno paraje de la sierra.

- Es hermoso estar aquí, contigo - le dije en voz baja a mi amiga.

- La naturaleza es bella siempre, tanto en el día como en la noche. -me respondió con una voz suave y una mirada brillante.- Y más bella es aún si estás en compañía de alguien a quien amas. Las estrellas son las cómplices observadoras de los amantes, y esta noche se pueden ver más claramente porque no hay luna. Contempla la oscuridad absoluta que nos envuelve.

- Eso me produce un ligero temor. La montaña parece que está llena de peligros cuando cae la noche. Los habitantes de las ciudades ya no estamos habituados a convivir con las tinieblas. La luz artificial nos resulta tan cotidiana a todas horas que no ver nuestro entorno nos parece algo fuera de lo normal. -le dije mientras la abrazaba.

- Precisamente eso es lo que pretendo que experimentes esta noche, una forma de relacionarte con la realidad fuera de lo normal. Apartándote totalmente de lo cotidiano puedes quizá abrir una puerta que te dé la posibilidad de acceder a algo nuevo.

Yo la escuchaba con interés, pero al mismo tiempo me embargaba cierta inquietud, pues una parte de mí rechazaba rebasar los límites de lo conocido, que es el lugar donde todos nos sentimos seguros. No obstante también deseaba aprender todo lo que pudiera hacerme cambiar hacia una forma de vivir más libre, más plena y abierta a un horizonte que intuía rebosante de potencialidades.

- Aprovecharemos que esta noche no hay luna para que continúes con los ejercicios de ver en la oscuridad. Pero ahora no necesitarás venda -me dijo tiernamente Tanit-, pues el mundo entero que te rodea estará sumido en las tinieblas de la invisibilidad. La montaña es ideal para esto. El suelo no es uniforme, hay muchas ramas y árboles, arbustos, agujeros, piedras, ... y es un terreno desconocido aunque relativamente seguro, al menos en comparación con las ciudades. No debes temer al bosque en la noche, sino sentirlo como algo acogedor, como tu hogar, situándote en un pasado lejano y hermoso ya olvidado.

Pensé que Tanit estaba dando una explicación demasiado romántica, pues en la antigüedad los bosques estaban plagados de fieras peligrosas al acecho. Sin embargo según mi amiga no hay otra fiera más peligrosa que el hombre, ya que el resto de los depredadores están en armonía con la naturaleza y raramente los humanos fuimos nunca sus presas.

- Pero si no veo me tropezaré continuamente.-protesté-. No creo estar capacitado aún para distinguir las cosas en la oscuridad, a pesar del ejercicio de esta tarde. Es muy diferente correr en un sitio llano y controlado que en una montaña donde hay miles de irregularidades y obstáculos. Si no tanteo muy despacio el terreno no creo que pueda avanzar sin tropezarme o chocar.

- No te preocupes mi vida -respondió Tanit-, ya lo tengo en cuenta. Te enseñaré una forma de caminar que te evitará la mayor parte de las dificultades. Eso, junto al ejercicio que has practicado esta tarde con la venda para vencer el miedo, te proporcionará la facultad de desenvolverte en el bosque a pesar de la más completa oscuridad.

La escuchaba algo escéptico, pero sin embargo también creía que su explicación podía ser cierta, pues en los meses que la conocía nunca me había dicho nada que luego no se cumpliera, al menos en parte. Sin embargo las cosas a veces ocurrían de una forma que yo no esperaba, lo cual hacía que me inquietara ligeramente ante cualquier nuevo desafío que ella me proponía.

- ¿Y cual es esa forma de caminar que me ayudará a desenvolverme en la oscuridad? -le pregunté ya algo curioso.

- Es muy sencilla -me respondió Tanit con su hablar suave-, sólo tienes que levantar las rodillas algo más de lo normal, para que los pies, subiendo y bajando mucho, no tropiecen con ramas y piedras o cualquier desnivel, sino que se adapten a las irregularidades y obstáculos del terreno. Mira. - Y se puso a caminar de una forma que me pareció graciosa, como si estuviera en un desfile festivo, elevando los pies del suelo en cada paso casi dos palmos. Avanzaba despacio en línea recta, pero no tenía problemas para adaptarse a las oscilaciones del suelo, a las piedras, a las ramas caídas,..., pues sus pies se depositaban siempre sobre aquello que encontraban sin necesidad de rodearlo o esquivarlo.

- Cuanto más irregular o lleno de obstáculos difíciles encuentres el terreno, más debes levantar los pies -me explicó, y exageró aún más su caminar.- Al principio debes hacerlo despacio, pero cuando aprendas podrás andar más deprisa e incluso correr.

- ¿Y los árboles y las ramas como los evitaré? Además, me podría caer por un desnivel y hacerme daño o matarme. - Protesté, pues en realidad no me parecía esto nada fácil o seguro.

- No te preocupes. Ve despacio al principio y comprobarás como eres capaz de percibir la presencia de un árbol, de una roca, de una rama o de un agujero. Si superas tu miedo a la oscuridad, descubrirás que tu cuerpo es capaz de sentir y percibir e incluso ver lo que ahora te parece imposible.

Intentaba convencerme de algo que para ella parecía muy sencillo, pero para mí era un reto difícil, pues en el pasado ya había estado en la montaña de noche y había tenido dificultad para orientarme, e incluso una vez caí por un precipicio que casi me cuesta la vida.

- Si utilizaras una linterna para orientarte en la oscuridad del bosque -me dijo Tanit leyendo mi pensamiento- entonces es cuando invalidarías tu capacidad dormida de percibir sin luz, y cuando existiría realmente el peligro de que cayeras en una sima o en un desnivel cubierto por la vegetación.

- Algunas personas se han matado andando por montañas peligrosas de noche. -le repliqué.

- Eso les ocurrió porque no tenían desarrollada la percepción nocturna. Creían que la oscuridad era una barrera y una dificultad para ver y por ello realmente no podían hacerlo. Pero no te preocupes, confía en mi y comprueba por ti mismo lo que te digo.

Acto seguido se puso a andar levantando las rodillas y me indicó que hiciera lo mismo. Comencé a caminar imitándola, forzando conscientemente un movimiento al que no estamos habituados. Me dí cuenta enseguida de que no tropezaba con nada y mis pies se adaptaban a las piedras y a las subidas y bajadas del terreno con facilidad. Igualmente comprobé que, a pesar del manto de impenetrable oscuridad que la noche sin luna extendía por la montaña, podía percibir la silueta e incluso sentir la presencia de lo que me rodeaba. Tras el ejercicio de correr con la venda de esa tarde, ahora andar en las sombras parecía relativamente fácil.

- Poco a poco irás adquiriendo más seguridad -me dijo Tanit, que se alejaba de mi paulatinamente- y pronto podrás aumentar la agilidad de tus movimientos.

Suponía que mis ojos se habían adaptado progresivamente a la carencia de luz y por eso había comenzado a ver algo a pesar de la luna nueva en el cielo. Las estrellas brillaban maravillosamente en la bóveda celeste y creí que quizás su tenue luz me podía llegar. Pero enseguida pensé que eso era una probabilidad minúscula. De repente me dí cuenta que Tanit había desaparecido, tragada por las impenetrables sombras, así que la llamé, pero no obtuve ninguna respuesta. Me inquieté un poco y repetí preocupado mi llamada.

Pronto oí un sonido apenas perceptible a mi derecha. Me volví pero no vi nada. De repente algo surgió por el aire y retrocedí asustado. Era Tanit que de un salto había brotado de la impenetrable oscuridad. Me miró y su encantador rostro dibujó una sonrisa. A un metro de distancia podía reconocer el brillo de sus ojos, sus blancos dientes que me sonreían y el contorno de su figura.

- ¿Por qué me has dado ese susto? -le pregunté algo enfadado.

Ella se puso seria y me dijo en todo didáctico:

- No te enojes. Es porque debes aprender a presentir la proximidad de algo que aún no ves. Me perderé otra vez en la oscuridad y debes intentar de nuevo saber por donde me aproximo aún sin verme ni oírme.

- Pero eso me resultará muy difícil o casi imposible.- le repliqué dudando ante el reto que me presentaba.

- Intentalo y no digas nunca que algo es imposible. -Y tras decir esto se giró y desapareció nuevamente en las sombras.

Durante unos instantes estuve inmóvil tratando de escuchar sus pasos. Pero me di cuenta de que Tanit debía saber también caminar en total silencio, pues a pesar de esforzarme no oí el más mínimo sonido. Sólo los pájaros nocturnos ululaban de vez en cuando llenando la calmada noche de misterio.

De pronto otra vez mi amiga surgió velozmente de la oscuridad, ahora a mi izquierda, asustándome por completo.

- ¿Cómo lo haces? -le repliqué una vez me repuse del sobresalto- No te he oído llegar en absoluto.

- Ni me oirás. -dijo- Pero tienes que intentar sentirme. Relájate. No pienses en nada. Deja tu mente en blanco y siente con la totalidad de tu cuerpo todo lo que te rodea. Sólo así podrás percibir lo que tus ojos y tus oídos no te transmiten. Tienes que llegar a sentir más allá de tus cinco sentidos. No se trata de afinar el oído, sino de intuir mi presencia.

- Eso es muy difícil. -le respondí sin darme cuenta.

- Por favor, cielo, no digas más ese tipo de frases. Si tú mismo te pones de antemano los límites nunca podrás esperar superarlos. Piensa que si lo intentas es fácil, aunque sea algo que no has hecho habitualmente. Lo repetiremos hasta que lo aprendas.

Y de nuevo se alejó en las sombras. Me dispuse a seguir las instrucciones que me había dado. Respiré suave pero profundamente. Dejé que mi mente se vaciara de todo pensamiento, y en ese estado intenté estar alerta. Sentía que la oscuridad era lo único que me rodeaba, aunque adivinaba el bosque próximo, las rocas, los matorrales y la posibilidad de que surgiera cualquier cosa. Abrí mi mente a un estado de percepción total en relajación, sin temor, pero con máxima atención al espacio y al tiempo presente.

De pronto me volví, sin que mediara pensamiento alguno, y entonces surgió delante de mi Tanit. Apareció con naturalidad entre la oscuridad. Me había girado sin saber porqué antes de que ella se acercara.

- ¡Lo has conseguido!. -me dijo- ¿Ves como puedes hacerlo? ¿Verdad que no es tan difícil?

- Ni siquiera sé porqué me he vuelto.-le repliqué, pues no comprendía si se trataba de una percepción inconsciente o de una simple coincidencia.

- No intentes analizarlo - respondió mirándome de forma profunda y algo melancólica- Se trata precisamente de eso, de que no trates de analizar, de no pensar, para así poder intuir, que es otra facultad de la mente.

- Quizá tienes razón. -admití, mientras tomaba su rostro con ambas manos y enternecido miraba sus dulces ojos.

- Ahora pasaremos a otra fase de este ejercicio. -me anunció interrumpiendo mis sentimientos- Tendrás que practicar la carrera nocturna.

- ¿La carrera nocturna? ¿Igual que antes con los ojos vendados?

- Sí, solo que ahora no precisarás taparlos, porque la oscuridad es prácticamente total. Y además ya no será en un terreno acotado y controlado, sino a través de toda la montaña, donde no sabes que irregularidades u obstáculos encontrarás. -me explicó, consiguiendo que de nuevo me pareciera algo difícil y arriesgado.

- ¿Pero si corro a través del monte me puedo caer o chocar con una rama o una roca? No se distingue nada con precisión a medio metro de distancia.

- No te preocupes, cielo. Ya has aprendido algunas cosas. Intenta poner en práctica las capacidades que has comenzado a desarrollar. Imprime la velocidad a la que te sientas cómodo. Sin darte cuenta, verás como poco a poco corres más deprisa. -me aclaró pretendiendo que confiara en mis incipientes pequeños logros.

- Ve en esa dirección lo más rápido que tu seguridad te permita. Y cuanto más veloz corras, levanta más las rodillas. Verás como te sorprendes.

Hice lo que me pedía, y con un trote corto, elevando mucho los pies, avancé hacia donde ella me indicaba. Enseguida apercibí que de verdad no tropezaba, y podía saltar con facilidad sobre las piedras, las ramas caídas, los montículos,... Mis pies no se enganchaban en nada, pues funcionaba como un bípedo todoterreno automático que se desplazaba casi sin ver. Además, también me di cuenta de que distinguía tenuemente algunos contornos, de que mis ojos penetraban cada vez más en la que antes me parecía oscuridad total.

Poco a poco fui aumentando la velocidad, y el trote se convirtió en una carrera ligera. Mis piernas subían y bajaban elevando exageradamente las rodillas, tal como me había indicado Tanit.

Comencé a sentirme seguro a ese ritmo y salí del claro introduciéndome en una zona con vegetación baja. Saltaba a través de esta sin apenas dificultad. Entonces oí la voz de mi amiga pidiéndome que volviera. Me giré y regresé a una velocidad aún mayor. Bajé la ladera casi a la carrera, mucho más rápido de lo que unos minutos antes podía siquiera imaginar. Tan sólo un par de veces mis pies tropezaron ligeramente con algunas ramas y enredaderas del suelo, pero en ningún momento se detuvo mi marcha.

- ¡Es increíble! -dije sonriendo y sorprendido, cuando llegué junto a Tanit- Me parecía casi imposible y ha resultado en realidad sencillo.

- Es sencillo si estás en el estado mental adecuado.-me respondió tomando mi mano- Pero no debes confiarte, pues si dejas de estar con la mente relajada y en silencio, puedes volver a tu forma ordinaria y limitada de percibir, y eso haría que te cayeras o te hicieras daño.

Me pidió que practicara un poco más, y durante una media hora corrimos los dos por el oscuro monte, saltando matorrales, subiendo y bajando por las laderas, penetrando un poco ya entre los árboles que nos circundaban y que formaban pronto un tupido e inquietante bosque.

Por fin se mostró satisfecha con el nivel alcanzado en mi naciente capacidad de desenvolvimiento nocturno, y nos detuvimos a descansar unos instantes. Yo estaba gratamente asombrado por el descubrimiento de algo que hacía un rato me había parecido prácticamente imposible. Efectivamente podía caminar e incluso correr en completa oscuridad a través de una orografía incierta, en una noche sin luna, y sin embargo percibía de alguna forma lo que me rodeaba. Quizás mis sentidos físicos se habían adaptado siguiendo una capacidad instintiva dormida, o tal vez fuera también como decía Tanit que se pueden presentir intuitivamente cosas que no se perciben ordinariamente a través de nuestros órganos sensoriales físicos. En cualquier caso, fuera cual fuese la respuesta, resultó grato conseguir lo que tan sólo una hora antes creía imposible de realizar.

- Esa forma de caminar, elevando mucho las rodillas, que has aprendido, se llama "paso de poder", y desde tiempo inmemorial ha sido usada por los chamanes para relacionar su cuerpo con las energías de la naturaleza. -me explicó mientras descansábamos otra vez junto al fuego, que enseguida reavivamos con nuevas ramas secas.

- Es una forma lógica de caminar para evitar tropiezos. -le respondí siguiendo un análisis convencional- Al levantar mucho los pies impides que tropiecen y éstos se adaptan mejor a un terreno desigual.

- Sí, es verdad, pero al mismo tiempo el movimiento exagerado de elevar las rodillas aumenta el nivel energético del cuerpo, y hace que entres inconscientemente en un estado alterado de conciencia. Y aunque esto sea tan sólo levemente, es suficiente para que varíe tu forma cotidiana de relacionarte con tu entorno.

- No comprendo bien lo que quieres decir. -le respondí algo desconcertado por lo que trataba de explicarme.

- Cuando aumentas el nivel energético de tu cuerpo, debido a un ejercicio físico continuo que precisa al mismo tiempo un incremento de tu atención, la cual se focaliza totalmente en la tarea que estás realizando y se desvincula de la realidad conocida, entonces se altera también el estado de conciencia ordinario y puedes penetrar en otra forma de percibir y relacionarte con el mundo. Pasas de lo cotidiano a lo no cotidiano, y en ese instante son posibles cosas que normalmente son imposibles. -me explicó confundiéndome todavía más.

- Pero mucha gente logra concentrarse totalmente en una actividad física y no por eso accede a otro tipo de realidad. - le objeté desconcertado.

- Es cierto, - contestó insistiendo en conseguir hacerse entender- la clave está en detener de forma total la mente, en parar el flujo de los pensamientos. Cuando conseguimos concentrarnos intensamente en una actividad suprimiendo el proceso de pensar y sólo actuamos fijando toda nuestra atención en ese instante presente, entonces, en ese momento preciso en que la mente está completamente detenida, parada, pasiva, sin emitir pensamiento de ningún tipo, es cuando el mundo de la realidad en que se encuentra fijado nuestro cuerpo físico, puede verse alterado bajo un fuerte impulso emocional o energético. Sólo se trata de una posibilidad, no quiere decir que ocurra siempre, pero sí que la puerta está abierta para que interactuemos con otra realidad. En ese instante es cuando el espíritu, tu ser profundo, puede colarse por una grieta y modificar todo o parte de lo que somos o nos rodea.

(Eso es denominado en chamanismo la fuerza o el poder del "lado izquierdo")

- ¿Que es para ti el espíritu? -le pregunté intentando matizar una palabra tan usada por mucha gente.

- Cuando digo el espíritu me refiero a la fuerza infinita del universo de la que emanan todas las energías, algo imposible de explicar pero que alberga una potencialidad ilimitada. El espíritu no es nada y lo es todo. Está en todas partes y también dentro de cada uno de nosotros en el nivel más profundo de nuestro ser. - explicó, mientras me miraba con la transparencia serena de sus profundos ojos.

- Todo eso me parece muy abstracto, casi filosófico. ¿Por qué no me lo expresas de una forma más práctica? -le pedí sin medir bien el alcance que podía tener mi atrevida demanda.

- Verás, -me respondió con su voz suave- si mediante alguna actividad física y emocional intensa, la mente se focaliza mucho, puede desplazarse del tipo de atención que constituye la realidad del espacio-tiempo donde está ubicado el cuerpo. En ese instante, el ser humano puede conectarse con una forma distinta de fluir la energía y con una forma diferente de organizarse la realidad. El ejercicio que has hecho es sólo una mínima muestra, pero si lo deseas podemos practicar una forma más intensa de alterar el espacio-tiempo y la realidad en la que se centra tu conciencia.

No me atreví a mostrarle mi falta de valor, así que accedí confiando en que sin duda Tanit no permitiría que me sucediese algo que fuera de verdad peligroso. Sin embargo la noche era terriblemente oscura y enigmática. La hoguera brillaba ante nuestros ojos como un rubí viviente y danzante, mientras caldeaba la fragante atmósfera de la alta y frondosa sierra. Una sierra mutada en una realidad tenebrosa en la que reinaban las tinieblas.

- Ven, -me dijo mi amiga levantándose y tomándome de la mano- penetremos juntos en el arcaico misterio del bosque, en secretos guardados con celo desde antigüedades remotas, en una experiencia que no podrás ni deberás racionalizar. Será muy emocionante ... o al menos divertido.

- Tanit, -le respondí cauto y con incipiente temor- sabes que a veces soy un poco miedoso. Espero que no sea algo que me sobresalte demasiado.

- No te preocupes mi vida, también sé que eres más capaz de lo que piensas de vencer tus miedos. Al superar una barrera te sentirás mucho mejor. Consideralo todo un juego, un aprendizaje sobre las ilimitadas posibilidades de tu ser. -me explicó pretendiendo inútilmente entusiasmarme.

Caminamos entonces en la oscuridad, ahora fácilmente penetrable por mi nueva aptitud perceptiva, y nos detuvimos ante la línea de árboles que se alzaba como una alta sombra mucho más negra delante de nosotros. Parecía un muro viviente de tinieblas donde todo podía acontecer.

- Esta práctica la realizaremos ahí dentro -me dijo con emoción - en el seno acogedor y misterioso del bosque. Verás como esta noche descubres sorprendentes capacidades en ti que no imaginas siquiera que posees.

No sabía aún cual sería el ejercicio que me plantearía ahora Tanit, pero sí adivinaba que sin duda rompería mis esquemas ordinarios. Quizás había ido demasiado lejos pidiéndole en esta noche sin luna que me demostrara como funciona un estado alterado de conciencia, pero no era válido ya hacerme para atrás. Ella podía sentirse desilusionada conmigo. Además, no tenía por qué ser nada realmente arriesgado, pensé para tranquilizarme. Yo amaba el bosque, aunque ahora, imponente en su enigmática oscuridad total, parecía un fantasmagórico monstruo gigante esperando ansioso para devorarme.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3. ¿ SUEÑO O TRANSMUTACIÓN ? / Lykántropos

 

 

 

- ¿Que es lo que vamos a hacer ahora? -le pregunté a Tanit delante del oscuro bosque, que en esta noche sin luna se me figuraba la entrada a un mundo desconocido y tenebroso.

- Imitaremos a los lobos.- respondió sorprendiéndome.

- ¿Que quieres decir? ¿Cómo los vamos a imitar si no se ve nada?.- volví a preguntar desconcertado.

Ella me miró, mientras tomaba mi mano, y luego me explicó con calma.

- Entraremos por separado en el bosque y caminaremos durante un rato, hasta que encontremos cada uno un sitio que nos agrade. Nos acomodaremos, y en ese lugar intentaremos sentirnos como lobos. Aullaremos a la noche, aunque no haya luna.

Sumamente perplejo la escuché proponiéndome ese extravagante juego, y después de un instante de silencio de nuevo pregunté.

- ¿Durante cuanto tiempo tenemos que hacer eso? Quizá si estoy mucho rato solo ahí dentro sienta temor. Preferiría que estuviéramos juntos.

- No te preocupes, -me respondió tranquilizadora Tanit- nada malo puede pasar. Yo te iré a buscar cuando acabe la prueba y recuerda que debes aullar a intervalos como si fueras en realidad un lobo auténtico.

Esa petición me resultaba extraña e inquietante, pero no me quedaba otra opción que aceptar el ejercicio que ella me planteaba. Además suponía que en el fondo todo eso tendría un sentido o algún significado oculto. Sabía que Tanit trataba de enseñarme algo, aunque ella gustaba de no revelar el enigma hasta el final.

Frente a la linde de los árboles nos separamos unas decenas de metros, y luego cada uno entró por un punto del bosque en una dirección distinta. Yo giré hacia la derecha y me interné en la fronda a través de una densa oscuridad. Matas y ramajes obstaculizaban mi camino. Tenía que andar muy despacio, elevando los pies para no tropezar con todo tipo de yerbas y plantas enredaderas. Intentaba percibir las ramas bajas de los árboles, antes de que me dieran en el rostro, pero pronto usé también las manos para procurar protegerme al menos los ojos.

Ascendía lentamente y con gran dificultad por la ladera de exuberante vegetación. Las sombras de la espesura del bosque me producían la sensación de penetrar en el seno oscuro de la tierra, como si me introdujera en un útero misterioso de gigantesca materia vegetal, como si retornara al primigenio momento en que los seres humanos vivían en un mundo inexplicable donde cualquier cosa pudiera acontecer.

Al cabo de lo que calculé serían unos diez o quince minutos me asenté en un lugar que juzgué protegido. Era una pequeña guarida formada por el tronco de un gran pino, una roca mediana y un matorral espeso. En ese pequeño cubil me instalé, y enseguida me dispuse a realizar el ejercicio del aullido que Tanit me había explicado.

Sentado en el suelo con las piernas cruzadas intenté imaginar que era un verdadero lobo y comencé a emitir el característico y largo aullido que esa especie expresa durante la noche cuando se hallan en la naturaleza en estado salvaje. (Paradójicamente se dice que cantan a la luna y sin embargo en esta ocasión el bello astro nocturno se hallaba invisible.) El sonido que brotaba de mi garganta parecía perderse en la oscuridad, para levemente reflejarse después en las otras montañas y picos de la sierra. Al cabo de varios minutos escuché otro aullido cuyo origen provenía de algún lugar a mediana distancia. Era un aullido fino, melodioso y prolongado. Pensé enseguida que se trataba de mi amiga, que respondía así a los sonidos que yo expresaba desde mi cubil.

Esperé un poco y volví a lanzar otro aullido, intentando mantener la nota final el máximo tiempo posible. La soledad y la oscuridad no me producían precisamente una sensación de seguridad. No podía evitar que pensamientos de temor acudieran a mi mente. Parecía como si de algún lugar entre las sombras pudiera surgir en cualquier momento un ser o cosa extraña desconocida. Al poco volví a escuchar la respuesta de Tanit.

Transcurridos unos minutos comencé a desear que el ejercicio no fuera muy largo, pero aparté estos pensamientos que me distraían y me centré en intentar sentirme un genuino lobo, y en imitar lo mejor posible su aullido nocturno. Supuse que esta experiencia consistía en una atención mental y en superar el temor a la soledad y la oscuridad. Una y otra vez aullaba y escuchaba después la respuesta de mi amiga, hasta que de repente ya no hubo contestación. Pensé que la práctica lobuna estaría finalizando y que Tanit había decidido ya venir a buscarme. Seguí aullando a pesar de ello, para facilitar que mi amiga pudiera localizarme en la oscuridad.

Pronto me concentré mucho, sin percatarme de ello, y dejé de proyectar cualquier tipo de pensamiento. Mi mente se abstrajo y me sentí embargado por la sensación de ser un auténtico animal en la noche. Notaba que el sonido del aullido cada vez parecía más perfecto y que difícilmente se hubiera podido distinguir ahora del que produce un verdadero lobo. Incluso mis ojos se habían acostumbrado tanto a la oscuridad que ya podía divisar perfectamente los contornos de los árboles y los matorrales a cierta distancia. Tanto me había integrado progresivamente en la naturaleza que también comencé a oler con intensidad las diversas fragancias del bosque, diferenciando claramente unos matices de otros. Olía las distintas flores y la hierba, olía las hojas y la tierra, y multitud de variados perfumes que no podía identificar.

La noche era fresca y acogedora y por primera vez me sentía como en casa. Ya no me acuciaba prisa alguna por terminar el ejercicio. Ahora lo estaba viviendo de verdad y disfrutaba abandonándome a mi dormido ser animal, el cual debía haber brotado desde algún lugar de mi cerebro profundo. Me embargaba una fuerza primitiva que me integraba con la Naturaleza, a la que sentía en esos instantes como una madre acogedora. Era una fuerza que parecía haber estado escondida en algún rincón remoto de mi interior y que ahora se manifestaba emergiendo de nuevo a la superficie de mi psique despertando los sentidos. Mi mente no razonaba ya de la manera que es habitual, pero era consciente plenamente de todo lo que me rodeaba y de mí mismo como ente individual.

Escuché de pronto un ruido leve y cercano. Afiné el oído y percibí como algo vivo avanzaba con cuidado a través de la maleza. Aullé de nuevo y después ausculté el silencio. Lo que aquello fuese se aproximaba lentamente, y cada vez se encontraba más cerca de mi posición. No sabía si se trataba de un animal o una persona. Tampoco podía calcular su tamaño con exactitud. Por la cadencia del sonido podía ser tanto mediano como grande, aunque descartaba que fuera un animal pequeño. Pensé que sin duda era Tanit que venía a mi encuentro.

Pronto se movieron ramas bajas unos metros delante del lugar donde yo me hallaba cobijado. Se aceleró mi respiración y esperé expectante e inmóvil. Agucé todo lo que pude la vista, y entre las sombras vi con asombro surgir primero el rostro y después el cuerpo entero de un animal. Iluminada de forma extraña pude distinguir la silueta completa de un enorme lobo blanco. Algo hacía que su peludo cuerpo resplandeciera y pudiera verlo incluso sin luz, como si fuera un ser mágico que se desplazaba a través de la noche. Sus ojos penetrantes me miraban fijamente. Brillaban en la oscuridad y eran de un color verde azulado. No había agresividad alguna en su expresión lupina. Era un rostro salvaje puro, de belleza tan cautivadora que parecía surgido de otro mundo. Me quedé paralizado contemplándolo.

El lobo permanecía inmóvil frente a mí. En ese instante yo no sabía en absoluto que hacer. Pensé que quizás se había aproximado atraído por mis reiterados aullidos. ¿Debía tratar de asustarlo o intentar hacerme su amigo? El bello y extraño animal se echó con tranquilidad y parsimonia en el suelo, sin evidenciar interés alguno de marcharse. Me miraba fijamente y parecía querer decirme en silencio que sus intenciones eran pacíficas. Decidí por fin moverme y tratar de mostrarle que mi motivación también era amigable. Pero al pretender incorporarme para alcanzar la postura erguida me di cuenta inmediatamente de que algo me impedía hacerlo y apenas me separé menos de un metro del suelo. Me miré a mí mismo y percibí con asombro que yo también era un lobo, pues tenía toda la piel cubierta de espeso y tupido pelaje oscuro. Mi cuerpo no era ya el de un humano sino que había mutado en el de un gran cánido. Mi mente dio un vuelco y el estómago se me contrajo, pero al instante algo se encendió en mi cerebro y comprendí enseguida con alivio que estaba soñando. Seguramente me había dormido mientras aullaba esperando a Tanit y ahora soñaba que me había convertido en un formidable lobo. Todo esto no era sino una simple pero extraña experiencia onírica. Aliviado por mi razonamiento me acerqué al que era en este sueño mi congénere.

Andando a cuatro patas con insólita facilidad me aproximé al otro animal, y como ya no tenía manos le acerqué automáticamente el rostro, o mejor dicho, en este caso el hocico. El lobo blanco me sorprendió lamiendo de repente mi boca, en una actitud claramente amigable e incluso cariñosa. Pasó su lengua una sola vez, a lo largo de una de las comisuras del largo morro que yo ahora tenía. Había una gran distancia entre mis ojos y la punta de mi nariz. Me di cuenta entonces de que tal vez ese lobo era una hembra. Lo observé con calma e inmediatamente lo supe. Efectivamente el lobo blanco que estaba junto a mí era un animal femenino.

Su pelaje parecía muy suave, ni muy largo ni muy corto, como algunos perros nórdicos. Y no se asemejaba a ningún otro lobo que yo hubiera visto nunca. Poseía una gran hermosura. Su cuerpo resplandecía de forma tenue, como si se alimentara de la lejana luz de las estrellas. Podía reconocer sobre su lomo una franja ancha de color dorado, que iba desde las erguidas orejas hasta el nacimiento de la cola. Los ojos eran de color claro, en un tono intermedio entre verde y azul, transparentes y luminosos. Me resultaba imposible apartar mi mirada del animal, que ya se había incorporado y andaba alrededor mío. En mi corazón no había ya ningún temor, pues el sueño no me parecía en nada desagradable. Experimentaba con interés la sensación nueva de haberme transformado en un lobo, o en un cánido grande, pues aún no sabía cuál podía ser mi forma con detalle. Mi cuerpo aparentaba ser ligeramente mayor que el de la hembra y desde luego de sexo opuesto.

¿Que significado tendría este sueño? Pensaba intrigado esto mientras yo también me movía y seguía a la loba blanca, que había comenzado a caminar en una determinada dirección. Avanzaba el hermoso animal a paso rápido, pero se detuvo un instante y se volvió para comprobar si la seguía. Pronto llegué a su lado y ella continuó entonces su marcha. No sabía a donde querría conducirme, pero sentía el impulso de acompañarla.

Al poco dejamos la zona de bosque y nos encontramos en espacios despejados. Cada vez la loba andaba más deprisa y yo aceleré el paso hasta que pronto se convirtió en una carrera. A pesar de la noche podía contemplar perfectamente su silueta blanca resplandeciente, como si fuera la misma luna que se había convertido en un animal mágico de cuatro patas. También distinguía con claridad los perfiles del paisaje, las subidas y bajadas del entorno, los árboles, los matorrales, las piedras, ... pero todo en distintas intensidades de oscuridad. Sólo la loba y las estrellas brillaban.

Sentía como mi cuerpo se elongaba en cada salto, en cada zancada. Mis músculos se estiraban al máximo y luego se contraían para volver a extenderse un segundo después. La carrera me atraía y me llenaba de placer. Era como si estuviera realizando algo que satisfacía plenamente a mi cuerpo. Experimentaba un gran deleite corriendo junto aquella loba a través de la montaña.

De repente pensé que el animal al que acompañaba quizás fuera en realidad Tanit. En nuestras vivencias oníricas podemos adoptar todo tipo de formas e identidades extrañas y cambiantes. Al igual que yo me había convertido en un lobo en este sueño que ahora estaba experimentando, mi amiga podía estar representada en el mismo sueño por esta loba que corría junto a mí. Estaba seguro de eso. Pero ... ¿Y si realmente no fuera esto un sueño ordinario? ¿Podría estar viviendo en este instante una experiencia en un estado alterado de conciencia? Quizás la loba no fuera en realidad una imagen mental de mi subconsciente, sino la verdadera Tanit que yo estaba percibiendo en esta silueta zoomorfa. Igualmente mi cuerpo de lobo podía ser en realidad una percepción de un estado no ordinario de conciencia.

En cualquier caso, no tenía modo alguno de saberlo en ese momento. Mientras corría por una pradera del monte junto a la loba blanca, que de vez en cuando volvía su rostro para mirarme, tuve la idea de que quizás yo pudiera hablarle de alguna forma. No brotó sonido humano alguno articulado por mi garganta a pesar de que lo intenté, así que decidí enviarle un pensamiento dirigido por la mente. No sé bien porqué se me ocurrió eso en aquel instante, quizás porque no veía otra posibilidad de comunicación intelectual o racional. Le pregunté:

- ¿Eres Tanit?

- Claro que lo soy.-me respondió instantáneamente, sorprendiéndome. Oía perfectamente su voz dentro de mi cabeza.

- ¿Es esto un sueño? -la volví a interrogar impaciente e interesado.

- ¿Que es un sueño? -Me contestó al tiempo que frenaba su carrera y me miraba.

- Algo que uno imagina en su mente.- repuse sin reflexionar.

- El Universo entero es imaginación de la mente.-me respondió enigmática. Guardó silencio un instante y luego continuó. - La mente fija la atención de la conciencia en un punto del espacio tiempo y configura la energía que conforma la materia. La materia existe entonces siguiendo unas leyes determinadas como un programa de ordenador, pero la mente puede de nuevo intervenir y modificar el programa. Hay dos programas básicos: el del sueño y el de vigilia. Ambos, tanto uno como otro, pueden ser modificados drásticamente por un estado alterado de conciencia. Tú te encuentras en ese estado alterado, pero ahora averigua si es sueño o vigilia.

- Debe ser sin duda un sueño, -le respondí convencido- pues de lo contrario ¿cómo iba ser posible transformar un organismo biológico en otro diferente? La estructura del cuerpo de un ser vivo auténtico no puede ser cambiada para reconfigurar otro.

- Muy bien, -dijo Tanit en mi cerebro- pues en ese caso yo estoy ahora dentro de tu sueño, en un estado alterado de conciencia, y por ello puedes interactuar conmigo y con la realidad que te rodea.

Entonces la enigmática loba blanca arrancó de nuevo a correr y ascendió velozmente por una colina hasta llegar a la cima. Su silueta se recortó sobre el cielo en la oscuridad de la noche. Desde allí aulló largamente. Era un sonido armonioso que se expandía por los picachos montañosos que nos rodeaban. Acudí a su encuentro, y ya a su lado la acompañé en los aullidos, que me producían una cálida y extraña satisfacción en mi interior.

- ¿Por qué aullamos? -le pregunté con el pensamiento.

- Aullamos para decirle a la vida que estamos aquí. Nos sentimos vivos y somos felices por ello. El aullido es un canto a la naturaleza. Somos sus hijos y cantamos al Ser supremo que nos ha dado la posibilidad de la existencia. Recordamos también a todos los animales que la creación es perfecta. El día que muera el último lobo, el día que en ningún lugar del planeta se escuche el mágico aullido nocturno, la naturaleza sabrá que ha llegado la hora.

- ¿Que hora? ¿A que te refieres? -la interrogué confuso.

- La hora en la cual el tiempo de este mundo se habrá acabado. La hora de transformar la Tierra y empezar un nuevo ciclo. La hora de borrar el mal acumulado en la materia y abrir la puerta para una nueva creación y un nuevo descenso de la energía del espíritu. Sólo una parte de la semilla de este ciclo que finaliza será utilizable. -me explicó Tanit de forma misteriosa.

- ¿Que quieres decir? No te comprendo. -le volví a preguntar inquieto por lo que crípticamente me revelaba.

- No te preocupes por eso ahora -me respondió la luminosa loba blanca- y observa el mundo que te rodea.

Miré alrededor pero no vi más que oscuridad. Desde la cresta rocosa en la que nos encontrábamos, se divisaban las negras siluetas de picos y colinas que nos circundaban, en una extensión de muchos kilómetros. Las estrellas, muy brillantes, adornaban con abundancia el cielo. Todo era silencio y paz. Parecía que estuviéramos completamente solos en el mundo. Dos lobos solitarios en lo alto de una sierra. El universo entero se había ocultado tras un velo de densa oscuridad. La noche llenaba todos los rincones de misterio y propiciaba que cualquier cosa pudiera ser en ese instante realidad. Era un sueño muy extraño, mágico y muy lúcido al mismo tiempo. ¿Estaba yo junto a Tanit, ambos conscientes y reales en el interior de un sueño, o era todo una fantasía onírica de mi subconsciente? Sin embargo el mundo que contemplaba alrededor me parecía totalmente real. Pero un lobo no puede razonar. Su cerebro no puede. Mi mente era sin duda la de un humano y esto un extraño sueño.

- Observa la oscuridad. - reclamó la voz de Tanit dentro de mi. - El sueño va a ser modificado.

De improviso, en la negra colina situada frente a nosotros, brotó como de la nada una pequeña esfera luminosa, de color morado cálido e intenso. Se desplazó con lentitud siguiendo la superficie del terreno, como si flotara a unos dos o tres metros del suelo. Ascendía y descendía parsimoniosamente, mientras avanzaba a través de la noche. Se elevaba, recorría una cierta distancia, y luego se posaba de nuevo.

- ¡Vamos! -exclamó en el interior de mi mente Tanit. Y salió corriendo, colina abajo, en dirección a la misteriosa y atrayente esfera brillante. Tras unos instantes de duda y vacilación, salí tras ella algo dubitativo.

- ¡Corre! ¡Venga! - Me animaba la voz de mi amiga en mi cabeza. Aumenté mi tímida velocidad y aceleré la carrera sintiendo el aire fresco de la noche.

La morada luz se detuvo en el aire, y pronto la loba blanca llegó junto a ella. Contemplé como el animal daba vueltas a su alrededor y a su vez la esfera en torno del animal. Giraban entre ellas como en un baile. Cuando las alcancé, dejaron la danza. Observé que la bola morada fluorescente mediría unos 70 centímetros de diámetro y que poseía un resplandor denso y compacto. No se trataba de una simple luz translúcida, sino de algo en apariencia casi sólido. De cerca semejaba ser en su interior una madeja de millones de filamentos entretejidos compacta y finamente, pero sumamente vivos y luminosos.

Entonces Tanit lanzó un aullido potente y largo que salió de su garganta de loba. Simultáneamente fue elevando su cabeza hacia el cielo infinito y salpicado de estrellas, que nos cubría con espléndida belleza. Enseguida la inquietante esfera luminosa se alzó un par de metros sobre nosotros y emprendió un veloz desplazamiento a través de la montaña. Los dos lobos, en un rápido movimiento reflejo, salimos corriendo tras ella. Mantuvimos una distancia aproximada de unos diez metros de separación con la luz fugitiva, que perseguíamos como los depredadores siguen a su presa.

Después de un rato de desenfrenada carrera le volví a preguntar a mi amiga:

- ¿Que es esta luz morada con la que estamos jugando? Yo te sigo a ti, pero no sé que es lo que se desplaza delante de nosotros.

- Esta luz es un ser amigo, no te preocupes. -oí su familiar voz en el silencio de mi mente.

- ¿Pero qué o quién es? - insistí.

- Es alguien que viene de muy..., muy lejos. De un lugar que tú aún no estás preparado para comprender.

Y tras decir esto, la loba blanca se detuvo. La esfera luminosa se frenó entonces también, invirtió el sentido de su movimiento y volvió rauda hacia nosotros. Pasó volando a través de los dos, casi rozándonos las cabezas, y se alejó veloz al igual que una centella. Observé como se perdía entre las colinas próximas, tragada por las tinieblas de la noche o por el bosque del que quizás había surgido. Pero de pronto emergió de nuevo a lo lejos recortada en el cielo, transformada ahora en una esfera de nívea luz pura, como si fuera una diminuta luna. Se elevó hasta unos cien metros, y en un vuelo lento y majestuoso se alejó en dirección a la invisible línea del horizonte. En todo momento el más absoluto silencio había acompañado su misteriosa presencia.

La loba blanca y con la franja dorada en el lomo, emitió a mi lado un largo y melancólico aullido. Tal vez con el significado de un saludo de despedida. Yo, sin saber porqué, aullé también imitándola. Únicamente la profunda noche y las estrellas del firmamento eran testigos de este primitivo canto. La sierra quedó en calma tras la reverberación lejana del eco de nuestras ancestrales voces.

Después, el bello animal que resplandecía mágicamente junto a mí me miró con sus transparentes ojos verdes y azules, y luego, tras un breve instante, comenzó a caminar otra vez. Y yo, un lobo tan oscuro como la noche, con la razón sin respuestas lógicas, anduve feliz a su lado, olvidando todo pensamiento. Sólo sentía el frescor del fragante aire nocturno. Y con asombro, veía a la oscuridad apartarse inexplicablemente a nuestro paso.

Me sentía poderoso y al mismo tiempo humilde. Observaba a la hermosa loba blanca, que resplandecía como si llevara una secreta estrella dentro de su peludo cuerpo. Yo no deseaba nada, ni temía nada, únicamente seguir así vagando por aquella naturaleza oscura e infinita. De vez en vez aullábamos y las cumbres de desnuda roca nos devolvían nuestro largo sonido.

Todo era paz y armonía. Mi mente fluía como un río silencioso. Dije con el pensamiento: "Corramos, Tanit". Troté veloz y ella me siguió. Mi vista penetraba en la noche y distinguía cada planta y cada relieve a la perfección. Saltaba impulsado por una energía interior que aumentaba conforme mantenía el gozoso ritmo, una energía alimentada por una fuente que parecía inagotable. Una gran alegría me llenó ... y de repente sentí el impulso y la imagen de un movimiento prodigioso. Fundí mi cuerpo de lobo con mi mente. Convertido en pura luz me elevé veloz sobre el suelo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

4. LA OTRA PARTE DESCONOCIDA.

 

 

Desperté sintiendo en el rostro el aire frío de la mañana, y también el contacto con el duro suelo de corta hierba sobre el que descansaba mi cuerpo. El sol no había surgido aún tras los picos de las altas montañas, pero la tenue claridad del alba iluminaba el frondoso y verde paisaje. Multitud de pájaros, invisibles en sus ramas, cantaban saludando el naciente nuevo día. Cada uno entonaba una dulce melodía con un trinar distinto, como si fueran músicos de una orquesta que ensayaran por libre piezas diferentes.

Tanit se encontraba echada a mi lado y yo la abrazaba envolviéndola. No estábamos dentro de nuestros sacos de dormir, lo que enseguida causó mi sorpresa, sino acurrucados junto a unos matorrales que nos cubrían, y ubicados debajo de un gran árbol.

¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Por qué no habíamos usado los sacos de dormir para protegernos del helor nocturno? No recordaba más que escenas de un difuso sueño, donde yo corría a través de la sierra sintiéndome un perro, o mejor un lobo, no podía diferenciarlo bien. Y a mi lado había estado en todo momento otro animal similar, pero que identificaba claramente con mi amada Tanit.

Mi memoria jugaba conmigo haciéndome dudar. ¿Aquellos recuerdos pertenecían a un simple sueño o eran una vivencia real? La lógica me decía que sin duda debía de tratarse únicamente de una fantasía onírica. Sin embargo había desaparecido de mi mente cualquier otro final de la noche anterior. No podía evocar otra cosa que mi identidad con un cánido.

Tanit se despertó en ese instante. Giró su dulce rostro hacia mí y sonrió:

- Buenos días cielo. -me dijo con una expresión de cándida felicidad- ¿Has dormido bien?

La miré en silencio, sin ser capaz de corresponder a su sonrisa.

- ¿Por qué estamos debajo de estas ramas? No recuerdo haber venido aquí. -le respondí, expresando con sinceridad mis dudas.

- ¿De verdad no lo recuerdas? -contestó con una expresión de fingida sorpresa y una oculta sonrisa. Sus ojos brillaron traviesos.

- Sólo puedo acordarme hasta el momento que me separé de ti, para realizar la práctica nocturna de imitar a los lobos. Luego me veo a mí mismo dentro de un sueño, donde apareces tú también, pero convertidos ambos en lobos. Lo que ocurrió durante el resto de la noche ha desaparecido de mi mente. Ni siquiera sé cómo llegamos hasta este lugar donde hemos despertado.

- ¿Y por qué crees que eso que recuerdas fue nada más que un sueño? -respondió intrigándome.

- ¿Que pudo ser si no? ¿Acaso esa experiencia ha podido ser otra cosa que una creación onírica? -alegué respaldado por mi lógica convencional.

- Desde luego eres libre de pensar que únicamente fue eso -respondió mientras me abrazaba suavemente- Pero también es posible que haya sido otra cosa. Existen diferentes formas de explicar y entender cualquier suceso que experimentamos. Tal vez te introdujiste sin saberlo en una realidad distinta a la ordinaria, donde no tienes por qué estar limitado a ser tan sólo un hombre.

La miré explorando sus profundos ojos azules antes de responderle.

- Recuerdo tu presencia a mi lado en todo momento. ¿Viviste tú también el mismo sueño? -pregunté entonces intrigado.- ¿Acaso entramos los dos en otra realidad diferente y compartimos la misma experiencia?

- ¡Sí, eso es un pensamiento abierto! Veo que estás liberando tu mente de las explicaciones convencionales. -me expresó muy alegre y con voz cantarina, al mismo tiempo que me daba el primer beso de ese fresco día.

- ¡Pero Tanit! -protesté confuso- Aunque yo haya dado esa explicación, en realidad carece de toda lógica para mí, porque no comprendo cual es el mecanismo por el que se producen esos fenómenos. Lo he dicho tan sólo como una hipótesis. -aseguré muy serio.

Ella me miró silenciosa y luego se incorporó. Estiró su elástico cuerpo y paseó la vista por el paisaje de nuestro alrededor, que manifestaba el hechizo de la naturaleza cuando el día despierta.

Caminó despacio, alejándose de mí. De un brinco subió a una piedra grande y exclamó:

- ¡Mira, va a salir el sol tras ese pico!

Me levanté y acudí a su lado. La sujeté por la cintura, mientras contemplábamos emerger el disco dorado del sol sobre las cumbres de las altas montañas que nos rodeaban.

- ¿Ves como se produce ese fenómeno, cómo nace el sol todos los días? Así ha sido siempre sin necesidad de que los seres humanos comprendieran como funcionaba en realidad todo el proceso -habló sin mirarme, enfocando su rostro directo hacia el disco solar.

- ¿Que quieres decir?

- Pues que no es necesaria siempre la razón para vivir bellas experiencias. No es preciso explicarlo todo mediante la lógica para que las cosas sucedan. Lo que aconteció anoche fue una vivencia que tú y yo compartimos. No era una fantasía dentro de un sueño, sino un sueño dentro de otra configuración de la realidad. Estuvimos juntos, siendo en ese momento auténticos lobos, y regresamos después a la realidad cotidiana que constituye nuestro espacio tiempo, pero que no es más verdadera que la otra.

Tanit bajó de la piedra y cogidos de la mano nos dirigimos hacia el lugar donde la tarde anterior habíamos dejado nuestros enseres y provisiones. Había un riachuelo cercano donde podríamos realizar el aseo matutino.

- Pero lo de anoche fue una experiencia tan sólo mental. -respondí mientras caminábamos, intentando convencerme también a mi mismo- Aunque tu mente y la mía compartieran inexplicablemente la misma e idéntica vivencia. De alguna forma debimos sintonizar nuestros pensamientos. -añadí intentando construir una imposible lógica y entrando en el resbaladizo terreno de cuál és en realidad la naturaleza de la mente.

Sin embargo, aún así, Tanit respondió desconcertándome y llegando todavía más lejos.

- Lo de anoche no fue una experiencia tan sólo mental, sino algo en lo que se involucró toda tu energía, toda tu materia y toda tu alma.

La miré sorprendido.

- ¿Qué quieres decir? ¿Insinúas que nuestros cuerpos se transformaron igualmente hasta convertirnos en lobos genuinamente auténticos? -le hice la pregunta sumamente escéptico, pues lo que me planteaba me parecía física y orgánicamente imposible.

- No sé si fuimos lobos genuinamente auténticos- respondió en voz alta y riéndose, mientra saltaba con los pies juntos unas matas e iniciaba cortas carreras por la ladera de la montaña-, pero desde luego ... por un tiempo ... abandonamos nuestra forma humana. Eso es seguro.

- ¿Y como puede un organismo vivo transformarse en otro? ¿Que explicación tendría ese fenómeno que viola completamente las leyes de la biología y de la materia?

- Pues, sencillamente, ... desplazaste tu conciencia a otra realidad, ... y tu cuerpo entró también entonces en otra modalidad energética del espacio-tiempo.

Regresó entonces Tanit a mi lado, sin dejar de blincar y jugar.

- ¿Y como puede ocurrir eso, que trastoca las lógicas leyes de la Física? -le respondí con el típico argumento de la ciencia convencional. Pero ella no se inmutó.

- ¿Acaso conoces todas las leyes de la Física? Hay leyes que gobiernan el Universo que carecen de lógica humana. Esa frontera apenas la ha rozado aún la ciencia en sus campos de investigación más vanguardistas. La lógica rige sólo en una parte del Universo, ese mundo de lo cotidiano tan conocido. La mente y el Cosmos tienen sin embargo amplios espacios carentes de lógica, mundos apenas explorados por la conciencia, pero también ... igualmente reales.

- ¿Y como puede afectar eso a la materia? -quise saber, ahora intrigado.

- Pues porque la materia en ocasiones también puede escapar a las leyes de la lógica, aunque no de la Física, pero la Física aún tiene muchas sorpresas que revelar al ser humano.

Llegamos junto a nuestras mochilas y cogimos lo que necesitábamos para el aseo. Luego caminamos hasta el riachuelo, un curso de agua fresca de poco más de un metro de ancho. Nos lavamos en un pequeño salto o desnivel del agua, la cual descendía en forma de arroyo parcialmente oculto por la maleza, procedente de algún lugar de las cumbres.

Mientras Tanit se peinaba continué preguntándole.

- Si alguien nos hubiera observado anoche, supongamos ... ¿nos habría visto con forma humana, de lobo, o ... sin forma alguna?

Mi pregunta intentaba diferenciar si para Tanit la experiencia había ocurrido en este mundo real o en la realidad de otro mundo.

Ella se rió como si hubiera escuchado algo divertido y escuetamente respondió:

- Todo dependerá únicamente de ese alguien.

- ¿Que quieres decir? ¿Acaso no fue entonces algo objetivo?

- Sí, pero lo objetivo depende casi siempre del observador, cielo, que en cualquier caso es siempre un observador subjetivo, ya que és el que determina siempre la percepción, su sentido y su interpretación.

- Eso es un juego de palabras. -le repliqué algo enfadado, pues creía que su respuesta era evasiva.

- No cielo -insistió- . Lo objetivo depende de lo subjetivo, pues la mente y la percepción de cada ser son diferentes. También las máquinas que miden materia o energías no son sino proyecciones de la limitada estructura mental humana y por ello amplían el campo perceptivo poco más. El sujeto determina el objeto, ya que es el que le da significado.

Tanit me miró fijamente con el azul profundo de sus iris brillantes y continuó:

- El universo que ves y en el que crees, no es más que un convenio de percepción colectiva, mantenido en el tiempo por generaciones de mentes y cuerpos. Sin embargo puede ser alterado en sus límites conocidos y es posible entrar en otro universo en cualquier momento y volver luego a éste. A veces ni siquiera te das cuenta. Además, ¿qué crees que habría visto anoche un verdadero lobo, o una flor, o un niño? Incluso un adulto ve cosas diferentes cuando la materia entra en la frontera que separa los distintos espacio-tiempos.

(Cuando la materia entra en esa forma de estado de la energía se puede acceder también a lo Mundos liminales, por donde viajaban los antiguos chamanes y todo tipo de seres que aún desconocemos y también lo que llamamos ovnis )

Y Tanit concluyó su explicación repitiendo la frase inicial:

- No sé lo que habría visto "alguien", pues todo dependería de quien fuera ese alguien.

Sin embargo no me dí por satisfecho e insistí con mis argumentos de lógica convencional.

- Pero si un ser humano hubiera dispuesto de un aparato sensible, ¿qué es lo que habría medido o detectado éste? ¿No sería acaso eso una prueba objetiva?

- No, porque lo que el aparato mediría es tan sólo un parámetro establecido por el observador, lo que él quiere medir, y eso también sería un límite condicionado por el sujeto y por la misma máquina. Todo se halla ordenado, restringido y determinado por los propios límites mentales e interpretativos del observador.

(Tanit, como era habitual en ella, omitió referirse a la posibilidad excepcional de percibir y registrar objetivamente campos lumínicos, magnéticos y diversas energías radiantes, con efectos tangibles en el mundo de la materia ordinaria y que escapan a las expectativas habituales de un observador común)

- ¿Y que era esa luz que recuerdo nos acompañó durante un buen rato?

- La luz era un ser amigo mío, que nos percibió a lo lejos, mientras jugábamos dentro de la realidad en la que tú y yo éramos dos lobos. Y se acercó para saludarnos. El también estaba viajando por la frontera que separa las realidades de los distintos universos, por el umbral donde convergen los mundos, esa zona donde la materia se convierte en otro estado de energía y puede modificar su forma, o desplazarse en el espacio incluso sin mediar tiempo alguno.

Todo lo que escuchaba de boca de Tanit, a través de su melodiosa voz, me parecía disparatadamente fantástico e inverosímil en aquel instante.

- Pero no te preocupes, cielo, no me mires con esa cara de desconcierto, pues algún día todo esto te resultará familiar. -intentó consolarme mientras me miraba con ternura y preocupación.

- ¿Algún día? ¿Qué quieres decir? ¿Tendremos más experiencias de este tipo juntos.?

- No sé si juntos, pero desde luego llegará el momento en el que tendrás que abandonar los límites de tu mundo cotidiano y adentrarte en el espacio casi infinito de un universo que ahora te resulta extraño y fantástico.

- Explícame lo que quieres decir, pues no comprendo el significado de tus palabras. -le solicité con cierto temor.

- Ya lo sé, cariño, todo parece muy abstracto cuando nos enfrentamos rebasar la visión y los parámetros del mundo ordinario que constituye lo conocido por la mente. Ese universo del que te hablo está en realidad también aquí, sólo que tu mente no lo percibe, y tampoco tu cuerpo interactúa conscientemente con él. Pero la posibilidad de vislumbrarlo y alcanzarlo la posees en todo momento, aunque la desconozcas y no la utilices. Se puede desarrollar mediante el proceso de recorrer un "camino" que te abra las puertas a otras realidades. Sin embargo para eso necesitas primero despertar a la consciencia de tu parte desconocida. Y luego, desplazar tu energía desde tu ego, en torno al que ahora gravita toda tu vida, hacia esa otra parte desconocida de ti mismo que te vinculará con la unidad suprema de todo el universo.

Tanit concluyó, como cuando concluye el canto de un pájaro en el bosque y todo queda sumergido en un mágico silencio.

Quedé sorprendido, pero al mismo tiempo hechizado por su explicación, pues algo dentro de mí despertaba, como si reconociera un secreto o una presencia indefinible escondida en lo más profundo de un pesado sueño.

El sol comenzó tibiamente a calentar.

- ¿Qué es mi parte desconocida? Háblame más de ello, por favor, pues no veo claro a que te refieres.

- Todos los seres humanos tienen su parte desconocida, una parte de sí mismos que escapa completamente de los límites del ego y de la personalidad. En realidad es tu auténtica naturaleza, aunque secreta, algo increíblemente profundo e indescriptible mediante el lenguaje, una parte de ti que se ha mantenido inalterable y libre, siempre existente pero muy pocas veces presente. Esa parte de ti eres también tú mismo, pero más allá del ego y de la personalidad de esta vida que ahora vives y de todas las vidas pasada que ya has olvidado.

- ¡Caray! -exclamé aturdido- Tu explicación, más que darme una respuesta, ha abierto las puertas a múltiples preguntas. Además, sigo sin saber a que te refieres. ¿Se trata acaso del alma, del espíritu, del tao como dicen los chinos, del nagual de las religiones prehispánicas de América, o ... es tal vez algo distinto lo que tratas de definir?

- Es un poco todo eso y al mismo tiempo no lo es, pues es imposible describirlo con palabras. A tu parte desconocida la debes sentir y experimentar para así poder conocerla realmente, pues no valen para nada las palabras a la hora de acceder a ella. Incluso podríamos decir que las palabras son un obstáculo, pues es como tratar de poner límites a lo que no tiene límites. En cuanto se los pones, ya no es lo que es, sino una cosa concreta encerrada en un concepto pequeño y por tanto erróneo.

- ¿Y entonces como puedo comprenderlo? -le pregunté completamente desconcertado- Parece una excusa para ocultar algo tras un misterio.

- No es una excusa, existe un camino para tomar contacto con tu parte desconocida, aunque no es el de las palabras.

- ¿Y cual es ese camino?

- Consiste en avanzar un poco todos los días hacia tu otra parte. Creer que existe y tratar de descubrirla. Romper las cadenas que te encierran en tu parte conocida, en tu ego y en tu personalidad, las cuales están determinadas y definidas por tus experiencias y por tu interpretación del mundo. Debes esforzarte con firmeza en descubrir y acceder a una nueva parte de ti, que ahora te resulta desconocida, pero que es más real que todo lo que conoces. Cuando vayas desplazando tu conciencia a esa parte misteriosa y profunda que constituye tu secreta y auténtica naturaleza, cuando te abras a ella, cuando entres en ella o ella entre en ti, también entonces te abrirás y entrarás en un mundo distinto y nuevo que ahora no percibes ni sabes que existe, pero que está también aquí. Esa otra parte de ti mismo es tu puerta al infinito.

En ese instante mi mente evocó las historias contadas por los místicos, tan indefinibles y misteriosas, a veces tan apasionadas; y las frases de algunos filósofos, con sus "conócete a ti mismo" o "la verdad está oculta en tu interior". Pero no quise perderme en el divagar de mis pensamientos. Regresando al presente observé a Tanit que estaba jugando con el agua.

- Aún no me has explicado con claridad en qué consiste el camino para descubrir esa otra parte nuestra desconocida. - protesté francamente interesado.

- El camino se sabrá ... ¡después del almuerzo! -exclamó mirándome y sonriendo.

Y acto seguido Tanit corrió hacia el lugar donde se hallaban nuestras mochilas y demás equipo de excursión.

La contemplé saltando con agilidad sobre las piedras y los matorrales del monte, y pensé si tal vez ella no estaría loca, y yo casi tan loco como ella. Pero enseguida mi estómago me recordó que él también tenía apetito, y entonces corrí veloz siguiendo la estela de mi extraordinaria amiga.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

5. EL TIEMPO Y EL ESPACIO.

 

 

 

Tenía tanto apetito que el desayuno me supo delicioso. Los tibios rayos del sol pronto comenzaron a hacer cálida la fresca mañana, a pesar de que nos encontrábamos a bastante altura. A nuestro alrededor se divisaban las cumbres, aún más elevadas que la meseta donde nos hallábamos. Me senté en la hierba y apoyé mi espalda contra el grueso y amigable tronco del árbol que nos daba sombra. Tanit reposó su cuerpo sobre el mio. Sentí su peso ligero. Abracé su cintura y besé sus cabellos.

La brisa agitaba suavemente las hojas sobre nuestras cabezas. Cientos de sombras se proyectaban juguetonas en el suelo, como si danzaran con los finos rayos luminosos que se filtraban entre las ramas de los árboles.

Reinaba tranquilidad y paz en aquel lugar. La música producida por el trinar de múltiples variedades de pájaros se extendía por el aire fragante de la alta montaña. Parecía una especie de Paraíso en la tierra, una copia tal vez simplificada del Edén, en el que se dice se encuentra el origen de la humanidad antes de que ésta conociera el pecado y la división entre el bien y el mal.

Recordaba los relatos religiosos que mencionan la eterna lucha entre la luz y la oscuridad, entre los simbólicos colores duales del blanco y su antagónico el negro, entre los ángeles de Dios y de Lucifer, siempre enfrentados. Esta visión de lucha y pecado es la que sustentan algunas religiones. ¿Existió un tiempo pasado antes de que se dividiera el Universo en dos principios o fuerzas contrarias en eterno conflicto? ¿Era todo un mito, una invención de la mente humana, que quería interpretar así las cosas? Quizás hubo una época remota, olvidada ya por la humanidad, donde prevaleció la armonía y la unidad entre los seres vivientes. ¿Existió una edad lejana feliz, antes que concibiéramos el pecado y la virtud, antes de que surgiera el dolor y el placer, antes de que nacieran el sufrimiento y la fugaz felicidad, el amor y el odio, la falsedad y la realidad, la muerte y la vida, la vejez y la juventud, el triunfo y el fracaso, la riqueza y la pobreza, la salud y la enfermedad, ...?

Frente a toda esa dualidad en lucha, ¿es posible que exista otro Universo que tenga infinitos colores en armonía, donde todo esté integrado, donde los opuestos se complementen, donde las partes formen un conjunto, donde el Todo sea Uno, donde cada uno es todo, donde los múltiples Universos del Espacio-Tiempo formen una Unidad, donde la Divinidad no esté separada de sus criaturas. Un universo donde Tanit y yo no somos dos, sino un sólo amante que se divide a sí mismo para amarse, para poder vivir el amor. ?

Algunas religiones han hablado de un lugar utópico así. En excepcionales y breves ocasiones yo había experimentado también algo similar, momentos donde mi conciencia percibía las cosas a través de una extraña e inquietante unidad, donde todo absolutamente estaba compuesto de energía y vida, absolutamente todo. Era algo que se hallaba fuera de la razón.

- Imagina una planta cuyas raíces permanecen firmemente asentadas en la fresca tierra y no puede moverse -dijo de pronto Tanit-. Vive allí sujeta en un pequeño espacio concreto, y recibe el sol y el viento, la lluvia o la sequía, durante toda su vida. Imagina ahora un animal que se mueve y cambia de lugar según prefiera sol o sombra, según quiera estirar sus músculos o descansar, comer o dormir, cazar o huir, etc. La planta está siempre anclada en el espacio, mientras que el animal se mueve voluntariamente a través de él. Una capacidad similar, pero en otra escala, es la que yo poseo frente al ser humano normal. Aunque te sorprenda, puedo desplazarme a través del espacio-tiempo con libertad, ya que no estoy atada a él. -me reveló sin inmutarse.

- ¿Sí?. ¿Puedes ponerme un ejemplo para que lo entienda mejor?. -repuse con calma, preparado para escuchar cualquier extravagante y disparatada respuesta, pues Tanit era un bello baúl de infinitas sorpresas.

- Tengo la capacidad de trazar una línea paralela en el tiempo, realizar una serie de actos en ese u otro lugar, y volver luego al mismo punto original de la primera linea del tiempo. En realidad la temporalidad es como una esfera u holograma, que posee múltiples ramas que se bifurcan y se cruzan en todas las direcciones, formando algo similar a la copa de un árbol. Y además, es posible saltar entre las ramas.-me dijo tranquilamente.

- ¿Y un ejemplo de desplazarte en el espacio, que sea diferente a lo que experimentamos los que somos pobres "plantitas" como yo, atrapados sin remedio en el devenir del espacio-tiempo?. -le pregunté intentando ocultar mi escepticismo.

- Puedo salir del lugar espacial en el que me encuentro y resituarme en otro punto del espacio sin que haya mediado ningún desplazamiento sobre el tiempo. Es como salir de una habitación por una puerta y entrar por otra sin que se haya movido el reloj.

Debí poner cara de no comprender y ella insistió.

- En realidad tú estás quieto y es el espacio-tiempo el que se mueve a través de ti, aunque tu conciencia no lo percibe así. Es como el Sol que crees que se desplaza, pero es la Tierra la que gira. El tiempo y el espacio fluyen a través de ti. En cambio para mí el espacio-tiempo se halla a veces como quieto, o mejor -se corrigió-, puedo llegar a desvincularme de su fluir, y entrar y salir de él a voluntad, como alguien que entra y sale de un río.

Se rió como una niña. No comprendí bien si era por el contenido de lo que decía o por lo difícil que le resultaba tratar de buscar ejemplos para explicarmelo. Por supuesto no creí nada. Había visto ya en varias ocasiones las extrañas facultades de Tanit y los fenómenos que en ocasiones se producían cuando estábamos juntos, pero mi razón aún seguía aferrada a los principios que a todos nos han enseñado que rigen la naturaleza del mundo, y que constituyen nuestro concepto de la realidad tal como la conocemos, y también la salvaguarda de nuestro equilibrio mental. Aunque tampoco pude evitar pensar, durante un momento, que quizás el conocimiento que tenemos del mundo sea tan sólo uno entre varios posibles.

- ¿Y como logras esas proezas? ¿Existe algún medio para conseguirlo? -la interrogué buscando quizás inútilmente una explicación racional.

- Basta tan sólo el dominio completo de la mente, que es el verdadero vehículo por el que nos movemos en el espacio-tiempo. Perdón -se corrigió otra vez-, quise decir que el espacio-tiempo fluye por la mente. Pero cuando menciono la mente no me refiero sólo al cerebro o al pensamiento, porque la mente es en realidad una energía que se manifiesta en la materia como emoción, pensamiento, movimiento, sensación y también como forma. Todo el cuerpo está implicado en la mente-energía y no sólo el cerebro, sino todas las células y órganos, y especialmente el corazón, que es el centro principal donde se procesa y emite la energía.

Permanecimos mirándonos a los ojos por un instante y fui yo el que habló a continuación.

- Sí, estoy de acuerdo en que el cuerpo humano es un complejo sistema orgánico, químico y electromagnético que refleja estados de nuestra mente, pero sigo sin comprender lo de la capacidad para poder moverte en el espacio-tiempo que aseguras tener.

Mientras decía esto último, una pareja de mariposas revolotearon entre nosotros, adornando el aire con sus colores, y tal vez ajenas a nuestra presencia. Tanit me explicó:

- Normalmente la atención está siempre influida por cosas que te han sucedido o te han dicho, en un pasado próximo o lejano, por expectativas o por cosas que crees van a ocurrir en un futuro, o por el divagar continuo de la mente. Muy pocas veces la atención está libre de estos condicionantes, que son su verdadero lastre, y es rarísimo que logre desinvolucrarse de ellos y se centre de forma libre en el presente. Siempre hay pensamientos que mediatizan el instante que vives.

Guardó silencio mientras las mariposas se posaban durante un momento en su cabello y luego retomaban el vuelo girando sobre nuestras cabezas, buscando quizás los reflejos de los rayos de sol.

- Conseguir educar la atención -continuó- es indispensable para vivir intensa y profundamente el presente, algo que en ocasiones puede parecer inalcanzable.

- Desde luego a mi me parece muy difícil -le aseguré- pues lo he intentado y jamás lo he conseguido. Los pensamientos y las emociones brotan sin control y acaban apoderándose siempre de mi atención.

- Sin embargo, esa es la clave para conseguir liberar tu mente, y por tanto también tu cuerpo, del fluir cotidiano del espacio-tiempo que constituye el mundo conocido. Una vez logras el dominio completo de tu mente y de las energías que se manifiestan en tu cuerpo, ya no es el espacio-tiempo el que fluye inevitablemente a través de ti, sino que tú puedes también dirigir el proceso, y fluir a voluntad dentro de este y otros espacio-tiempos.

- ¿Y cómo ocurre eso? - le pregunté con curiosidad mientras sentía su piel y su cuerpo junto al mio.

- Cuando alcanzas la meta de gobernar tu mente, liberándola de su luchas internas, entonces la conciencia se puede desplazar y unir con tu "otra parte", que ya te he mencionado que existe aun cuando la ignoremos.

- ¿Y qué ocurre cuando mi conciencia se une o entra en mi otra parte? -la interrumpí impaciente.

- Cuando tu otra parte entra en tu conciencia -modificó aquí el sentido de mi frase-, puedes viajar entonces a través de una energía que es un océano de conocimiento, que permanece siempre y que guarda la información de todo lo acontecido y por acontecer en el Cosmos . Es una energía extremadamente sutil que no está en ningún lugar pero que sin embargo se halla en todos los lugares. Y esa energía es una energía inteligente, que puede entrar y salir del tiempo y el espacio, y que una vez accedes a ella, te empieza a revelar todos sus secretos. Realmente ese campo infinito de energía es la misma inteligencia del Universo.

Después de decir esto ya no proseguimos con la conversación, y permitimos que los antiguos instintos de la naturaleza poseyeran nuestros cuerpos. Entramos en el mundo de los sentidos.

- Deja de pensar ahora y sumérgete con tu conciencia en el océano de la sensación. -dijo amorosamente Tanit- Porque es en la sensación donde se halla el soporte básico de toda la realidad.

Pero a esas alturas yo sabía ya que la sensación es un soporte que hay que educar y modelar, al igual que la estructura y el orden de nuestra mente, si queremos llegar a vislumbrar la trama oculta de la realidad.

El acto sexual supone habitualmente una pérdida de la conciencia, pues la reduce a sus niveles instintivos más básicos, lo cual a veces resulta gratificante y liberador. Pero Tanit me enseñaría poco a poco que el sexo humano es un regalo divino que puede usarse también como medio para profundizar y ampliar la conciencia.

Así que me sumergí en la maravillosa sensación del placer de nuestros cuerpos. Hay puertas que se abren cuando la mente guarda silencio. Bien sabía que estaba en la mejor compañía posible para hallar el puente secreto que conduce al mundo de lo desconocido.

Según Tanit podemos penetrar dentro de la realidad y darle una forma nueva. Ella conocía y manejaba con facilidad claves que eran capaces de alterar la percepción y la misma forma de la materia. Permanecer a su lado causaba vértigo, pero también provocaba una amorosa atracción hacia el vacío que no tiene límites.

Cerré los ojos y creí entrar en un mundo nuevo donde dejé de ser yo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

6. LA PARADOJA DE LA CREACIÓN.

Caminamos monte arriba durante más de una hora. Llegamos hasta un punto donde las rocas colgaban sobre el vacío del abismo. Allí una cornisa pétrea formaba una superficie plana casi aérea, similar a un balcón con maravillosas vistas de las interminables crestas de la sierra en la lejanía. Nos aposentamos en ese agreste y hermoso lugar, y después de descansar unos minutos brotó de nuevo la conversación. Una parte de ella es la que sigue:

- Empecemos por el principio. ¿De dónde surgió entonces el Universo? ¿Es cierta la teoría del Big-Bang?. -interrogué a mi amiga, buscando como siempre sus enigmáticas y sorprendentes respuestas.

- Sí, es parcialmente cierta. El Universo global surgió de un punto infinitamente pequeño, que contenía una energía ilimitada, que no estaba en ningún sitio y sin embargo estaba en todas partes, pues era la totalidad de lo que existía. -Tras un silencio en el que sus dulces ojos nos se apartaron de los míos, prosiguió- Cuando se produjo el Big-Bang emergió el tiempo y el espacio y comenzó un proceso de manifestación de la energía y de la información que ésta contenía, pues la energía es al mismo tiempo también información y materia. Se inició entonces también el viaje de la conciencia. Y esa aventura de expansión continúa hoy en día.

- ¿Quieres decir que sigue creciendo el Universo?. -quise saber intrigado.

- La conciencia del Universo está aumentando, continúa desplegándose la información que se hallaba potencialmente escondida en el punto original infinitamente pequeño. Cuando todo lo que preexistía en ese punto diminuto infinito se manifieste, entonces el Universo se detendrá y volverá a replegarse y a desaparecer el tiempo y el espacio.

- ¿Y tiene todo eso algún sentido? - le pregunté perplejo.

- Lo tiene, pero es algo que no podrías vislumbrar en este momento, aunque yo tratara de explicártelo.

- ¿Cómo podía estar todo el Universo encerrado en un punto tan pequeño?

- Pues porque no existía el espacio. El espacio se crea cuando la información del Universo se despliega.

- ¿Pero y toda la materia?

- La materia era entonces toda energía y no ocupaba ningún lugar ni tenía ninguna masa. También todo el "tiempo" estaba incluido en ese punto. ¿Por qué no te preguntas nunca eso?. Ni el espacio ni el tiempo existen como realidades absolutas, son una creación de la mente, que es una propiedad colectiva del Universo.

- ¿Y como podía estar una información infinitamente grande contenida en ese punto infinitamente pequeño que en teoría es el origen de todo?

Tanit se rió, y mirándome con sus profundos y brillantes ojos respondió:

- ¿Y entonces, de dónde crees que ha salido, si antes no existía nada más? Todo estaba ahí, -dijo mientras desplazaba suavemente sus manos delante de mis rostro, formando un pequeño círculo- : todos los colores, todos los sonidos, todos los pensamientos, todos los sentimientos, toda la información infinita imaginable, toda la mente, toda la energía, toda la materia, todo el espíritu. Era el Alma del Universo, que estalló para que surgiera el Espacio y el Tiempo, y todas las almas infinitas de todos los seres que existieron, existen o existirán en algún momento.

Su voz suave se extendía y parecía reverberar entre las ramas bajas de los árboles próximos. Esas palabras llenaban de color el aire perfumado de la montaña. Yo la miraba embelesado, mientras escuchaba la desconcertante y abstracta conversación que manteníamos sentados en aquel saliente formado por grandes rocas, cerca de la cima de un alto monte. A nuestros pies se extendía el valle amplio cubierto de verde vegetación.

- ¿De dónde proviene nuestra conciencia? - Volví a preguntar muy serio, pues su alegre humor hoy me aturdía, aunque lo sentía muy cálido.

- La mente y la conciencia son las otras propiedades del Universo. A través de ellas todo tiene sentido, pues el Universo es en realidad una mente gigantesca que se observa a sí misma. La parte externa de esa mente es la trinidad "materia-información-energía", tres cualidades de una misma cosa. ¿Recuerdas el concepto de los dioses "trinos" y al mismo tiempo "uno"?. Pues parecido. Y la parte más interna de esa mente es la conciencia que lo observa todo desde infinitos o incontables puntos, desplegados en el espacio-tiempo, y simultáneamente unificados o integrados por una conciencia de fondo infinita, que permanece siempre al otro lado del velo de la manifestación. Esa conciencia matriz que engloba a todas las demás es denominada la Gran Madre.

Un trueno resonó entonces en el cielo azul. Un poderoso relámpago lo acompañó deslumbrando la misma luz del día. Y un inesperado torbellino de viento alborotó con fuerza las hojas de los árboles, que parecían millones de voces murmurando o riendo desde algún lugar invisible y antiguo.

Tras un instante de profundo silencio, miles de pájaros comenzaron a cantar y el bosque se llenó de hermosos sonidos.

- ¿La Gran Madre? - pregunté mirándola a los ojos, de los que parecía surgir un brillo extraño y mágico- ¿Es esa la Diosa de las antiguas culturas, cuando aún no existían las religiones que nosotros o nuestros padres conocieron?.

- Sí, antes de que nacieran las civilizaciones que precedieron a esta sociedad moderna, los seres humanos eran capaces de percibir la conciencia de fondo de la Gran Madre, aunque de una manera imperfecta para la mayoría, pues únicamente unos pocos estaban preparados para penetrar en sus recónditos y profundos misterios.

- ¿Y como la percibían?

- Como un océano infinito de información y de conciencia, cuyo camino de acceso era subjetivo, pero donde estaba contenida toda la energía, y todo lo que había existido o podía existir en el tiempo. Era algo tan inmenso que estaba fuera del espacio y la materia o de la medición temporal, era la existencia infinita que comprendía e integraba a todos los seres. Ella puede ser llamada el Gran Espíritu o el Espíritu Original. Es el Principio y el Fin.

- ¿Y como intentaban comunicarse con la Gran Madre? ¿Tenían sacerdotes?

- Los sacerdotes únicamente dirigían los rituales o preparaban mediante instrucciones o consejos a los que querían emprender alguna vez la aventura de la comunicación personal con esa divinidad absoluta. Esos sacerdotes no tenían dogmas o trataban de monopolizar la verdad. La búsqueda del misterio era algo individual. Ellos simplemente apoyaban a los que necesitaban ayuda para emprender el camino.

- ¿Y en qué consistía ese camino? - pregunté cada vez más interesado.

- Ese camino se llamaba "peregrinar". Es decir la búsqueda y el retorno del alma individual a la Gran Alma del Universo o Divinidad Suprema. Pero antes el ser humano debía hallar su propia alma, que en cada uno está dormida, pues sólo despertándola y preparándola se puede lograr la comunión con el Alma Cósmica o Mente-Conciencia del Universo. El peregrinaje era un proceso de despertar de esa alma individual o personal. Los instructores-sacerdotes daban unas instrucciones o información confidencial al peregrino y entonces éste iniciaba, en solitario o acompañado, un difícil viaje con la ansiada finalidad de encontrar y despertar su alma dormida y poder acceder directa y personalmente a la comunicación interior y exterior con la Gran Madre o alguna de sus Manifestaciones. Era la búsqueda del Vivo Mundo Mágico que se halla escondido en este Mundo Muerto de Materia. Se trataba de un camino muy bonito y peligroso, lleno de misterio, dónde a veces el valiente peregrino arriesgaba e incluso perdía su propia vida. No se parecía en nada a las actuales peregrinaciones, que son tan sólo un pálido reflejo, una huella ligera de una realidad eterna que nunca muere del todo. El reencuentro con el Alma Madre es el destino de cada ser en la eternidad.

- ¿Quiere eso decir que las religiones modernas posteriores copiaron el rito de la peregrinación en busca del alma y la divinidad que tenían los "antiguos"?.

- Sí, claro que sí, las religiones posteriores fueron degeneraciones de las originales, copias de mala calidad, instrumentos de manipulación humana.

- ¿Y cómo emprender una auténtica peregrinación?

- Hay dos formas. Una consiste en viajar a un lejano lugar que se halla dotado de poderes energéticos que emanan de la tierra, un santuario espiritual tradicional, y a veces secreto, cuyo viaje a pie, siguiendo un meticuloso itinerario que previamente te haya transmitido un instructor de peregrinaje, suponga un duro y sacrificado esfuerzo.

- ¿Por qué un sacrificado esfuerzo? - la interrumpí pensando en las penitencias que me habían intentado inculcar los religiosos en mi infancia.

- Pues porque sólo conectando con los dormidos recursos energéticos latentes en tu cuerpo se activará el proceso de despertar de tu alma. El alma está escondida energéticamente dentro de la materia. Es la información secreta que todos llevamos en nuestro corazón y en las células de nuestro cuerpo.

- Explícamelo más detalladamente.

- Cuando, siguiendo un propósito de búsqueda interior del misterio que se oculta en la vida, llevamos a nuestro cuerpo y nuestra psique más allá de los límites y esfuerzos cotidianos, se comienzan a resquebrajar los resortes mentales y energéticos que mantienen prisionera a nuestra consciencia. Y entonces tenemos la oportunidad de abrir una pequeña y cerrada puerta, de recorrer un estrecho sendero y vislumbrar un hilo de luz que nos permite la posibilidad de encontrar nuestra propia alma y liberarla. O redimirla, como te guste más la expresión.

(En otra ocasión Tanit matizó que antes, durante y después de la peregrinación es necesario una disciplina mental rigurosa que mantenga libre a la conciencia)

- ¿Y por qué un itinerario meticuloso o un santuario final determinado tradicionalmente?

- En realidad eso era tan sólo una cuestión secundaria, una herramienta de ayuda para muchos en la difícil tarea. Los puntos secretos de tránsito eran fuentes de energía que podían servir para activar información latente en el interior de los esforzados peregrinos. Esos lugares señalados contenían claves de información que se convertían en energía y luz en el peregrino auténtico. Pero el viajero debía ir provisto de un conocimiento previo, una mínima capacidad de intuición y una preparación que le había proporcionado su maestro de peregrinaje, quien a veces incluso caminaba con él.

Tras una pequeña pausa Tanit prosiguió su larga explicación.

- El destino final o gran santuario era un mítico lugar de concentración de esa energía e información. Si el camino había sido vivido intensamente y se había despertado en parte el alma interior individual, entonces el buscador podía vislumbrar y contactar con el secreto de la Gran Madre, o la Manifestación concreta que utilizaba la tradición cultural subjetiva del peregrino.

- ¿ Y cuál era entonces la experiencia que tenía la conciencia del peregrino?

- Eso no te lo puedo explicar -me dijo Tanit adoptando un gesto entre sonrisa y pena- pero quien llega a ese punto del viaje, que en realidad es más bien un estado de percepción y de conciencia, ya nunca más se siente solo. El Universo lo acompaña a partir de entonces en todo momento. Es como si el que ha visto esa luz viviera en dos mundos de forma simultánea, pero que sorprendentemente son uno al mismo tiempo.

La debí mirar con cierta perplejidad en el rostro, porque Tanit sonrió dulcemente, mientras la brisa nos acariciaba a los dos. Por fin volví a preguntar:

- ¿Y cuál es la otra forma de peregrinar? Has dicho antes que existía una segunda opción.

- La otra forma es un peregrinaje tan sólo interior, un viaje sin moverte del lugar donde vives, un viaje hacia dentro de ti mismo a través de la selva oscura de tu vida cotidiana. Es tan difícil como el anterior o incluso más, pues si en aquel esforzado peregrinaje de los antiguos se arriesgaba la vida, aquí el peso imperceptible de la monotonía y la rutina es un monstruo de oscuridad que duerme al que busca, impidiéndole encontrar su alma a través de sus propias tinieblas. También aquí ha de buscar un hilo de luz que le permita orientarse en el camino, y un medio que le permita estar siempre despierto. Ha de estar motivado y aprender el lenguaje secreto del Alma del Mundo.

- "¡Velad y orad!", decía Cristo, ¿no es así?.

- "Velad y orad", dicen todos los maestros del peregrinaje. El cristianismo sólo es una copia.

- ¿Y qué significan realmente esas palabras?

- "Velad" es una clave que nos indica que debemos mantener permanentemente nuestra atención en el presente, centrados intensamente en lo que estamos haciendo en cada momento, pues sólo así la conciencia se entrena en estar cada vez más despierta. Hay que procurar mantener la conciencia fuera de la mente el mayor tiempo posible cada día. "Orad" significa que continuamente tenemos que estar también en diálogo silencioso con nuestro interior y renovar con el corazón el propósito incondicional de búsqueda. Debemos repetirnos y recordarnos cual es nuestra intención vital y decirle a nuestra alma y al Alma del Universo que vamos en su búsqueda. Todos los días y continuamente debemos "Velad y orad".

- ¿Y se consigue realmente alguna vez llegar al final del peregrinaje?.

- Se consiguen recorrer etapas, en el mejor de los casos, pues el viaje en realidad es infinito. El Universo entero está "peregrinando".- enfatizó.

La escuchaba en silencio y contemplaba la majestuosa naturaleza, desviando la mirada de sus bellos ojos.

- El Big-Bang -continuó- sólo fue la señal de salida, el inicio del tiempo. Ahora la humanidad debe transcender ese tiempo, aprender a dominarlo y liberar su alma. Existen ciertos seres que lo consiguieron, y que en el pasado se les denominó "dioses" o "hijos de los dioses".

(También se pueden considerar "dioses" a determinado tipo de vida con una capacidad energética y mental superior a la humana, pero que tampoco se han integrado con su alma.) (Igualmente Tanit posteriormente negó la existencia del Big-Bang inicial, contradiciendose como hacía algunas veces)

- Todo eso me parece muy fantástico. -le respondí mientras volvía a mirarla con un destello de tristeza y de impotencia en mis ojos.

- Sí, la realidad es quizás demasiado fantástica, por eso los seres humanos la han olvidado y prefieren inventarse otra realidad. Se ha reducido la vida a cosas más sencillas, más necesarias, más pasionales o más absorventes : como el trabajo, los instintos, la subsistencia, las emociones desgastantes, el ocio a veces sin sentido, el tributo al ego personal, la autocompasión, la ambición material por sí misma, etc. Incluso la ciencia se halla secuestrada por determinados paradigmas mentales que impiden vislumbrar todo el espectro amplio de la auténtica realidad.

Tras un corto silencio volví a preguntar, intentando esta vez sorprenderla:

- ¿Eres tú una "diosa", como esas del pasado, que se juntaron con los hijos o hijas de los hombres? -Me intrigaba mucho por dónde saldría su respuesta-.

- Soy una peregrina, como puedes serlo tú. - respondió- ¿Recuerdas el mito del Grial? ¿Qué eran aquellos que lo buscaban sino peregrinos en pos de sus almas y de la magia del mundo? Existen dos tipos de vidas y dos tipos de mundos. Tú puedes elegir el que quieras, pues en realidad son uno y el mismo, visto y sentido desde perspectivas distintas, diferentes.

Por un instante dejé de escuchar y mi pensamiento se enredó en sí mismo. Un Universo infinito que ha nacido de un punto diminuto. Una energía asimismo infinita que se hallaba encerrada en ese punto. Un tiempo sin límites que se encontraba también dentro de él. Y toda la información posible o imaginable que estaba igualmente ahí. Es difícil de creer, pensé, que toda la materia del mundo y del cosmos provenga en realidad de ese microscópico punto donde estaba todo y al mismo tiempo no se hallaba en ningún lugar. Un punto que además es la Mente de la que procede el Cosmos entero. Es una verdadera locura aceptar eso. Quizá es más fácil creer en el mundo material convencional que nos han enseñado en la escuela, con las consabidas leyes físicas de Newton, Descartes, etc. O tal vez es mejor creer en las religiones tradicionales, que al fin y al cabo prometen a nuestro asustadizo ego, simplemente a cambio de obediencia y fe ciega, la existencia de un sencillo Paraíso de completa felicidad. O por el contrario podemos adoptar la solución de no creer absolutamente en nada más que lo que hay delante de nuestras racionales narices.

Calló mi mente durante un momento y escuché la melodía del trinar armonioso de innumerables pájaros escondidos en el bosque.

- ¿Y cómo podemos hallar a esa Gran Madre o Alma del Universo? - pregunté escéptico- ¿No se trata de una meta tan lejana que muy pocos o ninguno consiguen alcanzar? ¿No morían en el intento o fracasaban todos los buscadores del Grial?

- No todos -me respondió muy seria-, algunos lo consiguieron, pero sí que és verdaderamente una meta muy difícil y ardua. Aunque es la única meta real o definitiva para aquellos que buscan la verdadera libertad.

- ¿En qué lugar del Universo está la Gran Madre? -insistí- ¿Cómo podemos encontrarla? ¿Cuánto tiempo se precisa en esa complicada búsqueda? ¿Cómo acceder a una energía que es metafísica y transcendente? ¿Se puede alcanzar esa utópica meta en una corta vida humana? - la machaqué con reiteradas y escépticas preguntas ante lo que veía como una filosofía quimérica de mi enigmática amiga.

Ella me miró cálidamente y hablando despacio y muy bajito con su suave voz me explicó:

- La Gran Madre no está en ningún lugar lejano, en ningún Cielo elevado o privilegiado, sino que está en ese punto infinitamente pequeño de donde proviene todo el Universo. Está en un espacio fuera del espacio, y en un tiempo fuera del tiempo; es decir, está en todas partes y no está situada en ninguna. En realidad te está rodeando. Tú estás dentro de Ella, como un pez dentro del agua, en un océano que no ocupa ningún lugar.

Y ante mi mirada perpleja, pues todo me parecía un juego de palabras absurdo, continuó:

- Además no se llega a Ella en el futuro de un cielo o paraíso prometido por cumplir los preceptos de una religión, que son argucias para manipular a los seres humanos, sino que la Gran Conciencia del Universo está en un espacio existente fuera del tiempo, aquí mismo, rodeandote con sus amorosos brazos del presente, en el ahora que tú no percibes y que se te escapa de tu conciencia como el agua se filtra entre los dedos de una mano abierta. ¡Detente con intensidad en el presente! ¡Aprende a liberar tu consciencia del campo de los pensamientos!.¡Sal fuera del tiempo, de la estructura mental de tu propio ego, y la sentirás ahora y aquí, en todas partes y ocupando ningún espacio! Ella es Infinita y Una, Eterna en el Presente, pero inalcanzable en cualquier futuro imaginario. Ella es el Corazón que abarca todos los corazones.

- ¿Entonces a dónde se dirigían los buscadores del Grial? -le pregunté cada vez más desconcertado.

- Se dirigían -continuó ahora en tono confidencial- a ese punto infinitamente pequeño que contiene toda la energía del Universo, todo el espacio y todo el tiempo, toda la información y toda la conciencia. Buscaban el Alma del Mundo que les rodeaba, aunque ellos no la veían. Lo único que les diferenciaba de los seres humanos corrientes es que ellos y ellas, los auténticos peregrinos en este Mundo Muerto buscaban el Mundo Vivo y Mágico del Grial. E incluso morían en esa búsqueda, o hallaban la luz y salían por fin del espacio y el tiempo.

- ¿Y había algún camino concreto que tenían que recorrer, algún sendero especial, algún oculto conocimiento arcano que desvelar, algún destino dónde se hallaba el legendario e invisible castillo del Grial?

- Te revelaré el secreto -me dijo sonriendo y bajando aún más la voz-, el camino misterioso que recorrían era a través de su propia mente. -Calló y luego prosiguió.- Y el destino tan ansiado, el castillo tan misterioso y escondido, se encontraba oculto e invisible en algún lugar en el centro de su corazón. Ese es el arcano que había que desvelar. Ahí estaba el Grial, en el cual cabe eternamente el Universo. El corazón abre la primera puerta y la energía sexual creadora abre la segunda. Tu mente es el bosque lleno de peligros en el que puedes perderte. Haz de buscar la fuerza y la luz que te guíe en el camino.

De nuevo sus palabras me sugirieron una increíble fantasía, como un cuento medieval lleno de romanticismo y magia; pero demasiado irreal para nuestro estructurado y archiconocido mundo moderno, donde rigen la técnica y la razón, las leyes mecánicas de lo concreto, lo ordinario y lo práctico. Y sobre todo ... en nuestra sociedad brilla la hegemonía de la ciencia materialista y el codiciado dinero como dioses supremos. ¿Que pintaba el Grial en todo esto? Únicamente podía ser considerado como una bonita y antigua literatura. ¿Por qué me contaba Tanit estas historias? Sin embargo ella me había mostrado en múltiples ocasiones el dominio que poseía sobre la materia y las energías.

Miré con desconcierto a la chica que estaba delante de mí. Sentí que la amaba profunda e intensamente, desde los primeros días que entró en mi vida. Sin embargo ... no sabía bien porqué. En mi interior escuché un mensaje que no conseguí entender en ese momento, pero un calor tibio recorrió mis miembros y todas las células de mi cuerpo; y era como si me reencontrara con una época lejana perdida, con algún instante fuera de este tiempo, una era donde existía la felicidad y una paz llena de dicha. Después sentí llegar una fuerza oscura indefinida y un dolor punzante. Comprendí que hay un misterio al que todos tenemos miedo de enfrentarnos, y del que queremos apartar siempre a nuestro corazón a pesar de su silenciosa insistencia. Mi ego atemorizado cerró la puerta a una memoria que pugnaba por manifestarse.

De pronto, vi como Tanit se incorporaba del suelo de roca en que nos encontrábamos. Se levantó lenta y delicadamente. Le brillaban acuosos los ojos profundos y contemplé como se alejaba con pasos gráciles hacia los árboles, igual que si flotara. Varias veces se volvió a mirarme y su rostro me sonreía con tristeza. Observé como se marchaba y no me levanté. No hice nada.

Llegó hasta la linde de la arboleda y allí su cuerpo de repente se iluminó. El espacio que ocupaba la silueta de su figura se transformó en una masa de luz. Aquella asombrosa imagen lumínica emitía un fulgor compacto y cálido que no destellaba. Un momento después la luz sobrenatural se alzó como una llama durante un instante breve, hasta desvanecerse totalmente su forma humana. Luego de inmediato el resplandor se comprimió convirtiéndose en una esfera plateada muy luminosa. Enseguida la esfera de luz cobró movimiento deslizándose con lentitud entre los árboles, sin rozar el suelo ni hallar obstáculo alguno en las ramas. En ese mismo instante se oyó el estrépito de un poderoso trueno. Resonó entre las altas montañas con un rumor prolongado y sordo, sin estar acompañado de relámpago o centella visible alguna. Toda la increíble escena transcurrió en tan sólo unos segundos. La mágica luz desapareció ahora veloz en el bosque y una terrible soledad contrajo mi corazón. El mundo de repente me pareció frío y solitario. Los colores de todo lo que me rodeaba se tornaron oscuros y no escuché el trinar de ave alguna. El sol crepuscular ya se había ocultado tras las montañas.

Lloré entonces silenciosamente y temí haber perdido a quien más amaba.

 

 

 

 

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