Reportaje de la revista
Estampas del 16/Sep/01
Cuenta
que alla en Wroclaw, Polonia, en el trajinar del XI Campeonato Mundial
Juvenil de Voleibol, el público coreaba su nombre, y todos estaban
pendientes de él. No es de extrañar. Ernardo Gómez, el jugador venezolano
que en su camiseta lleva el nombre de Harry (lo apodan así por el personaje
Harry "Pie Grande", y es que calza 49) ha deslumbrado a todo el que lo ve
jugar desde que tenía sólo 11 años y empezaba su meteórica carrera en el
mundo del voleibol. Alzándose sobre la malla a una altura increíble para su
tamaño ("apenas" mide 1,96), desplaza su brazo con pasmosa agilidad para
asestar luego un poderoso remate que deja al contrario sin ninguna
posibilidad de respuesta. La mayoría de sus mortíferos ataques terminó en
puntos, muchos más de los que pudo alcanzar cualquier adversario, lo que le
convirtió en el mejor anotador y además, en el jugador más valioso del
torneo. Con su brillante labor, Gómez no estaría más que confirmando lo que
ya técnicos y comentaristas de todas partes reconocen (y de allí que fuera
la atracción del campeonato), y es que no hay nadie en el mundo, en las
categorías juveniles y menores, que juegue mejor voleibol que este muchacho
venezolano, nacido en Ciudad Bolívar. Es tan bueno, que también está entre
los mejores del mundo cuando se habla de la totalidad de quienes se dedican
a este deporte, y eso que todavía no ha cumplido los 20 años. Entre los ocho
primeros, se atreve a decir David Suárez, el director técnico cubano que
llegó al país en 1992 y quien es el responsable de todo lo alcanzado hasta
ahora por el voleibol nacional; su opinión es la de alguien que ha visto
jugar a la crema y nata de esta especialidad. ¿Y qué tiene Ernardo que no
tengan los demás? El mismo experto responde: "Es un gran talento, un jugador
muy fuerte, con mucha habilidad, explosividad y un alto nivel técnico". No
es la primera vez que Gómez se lleva el título de mejor anotador. En la Liga
Mundial, frente a los mejores jugadores del mundo (y aquí se está hablando
de los mayores), se llevó esa distinción durante la etapa eliminatoria
(Venezuela no superó esta fase por lo que el jugador salió de carrera). "Un
juvenil por encima de los más habilidosos del mundo", exclamaron los
comentaristas deportivos para ese entonces, y no han dejado de sorprenderse.
Pero es precisamente el jugar contra mayores, desde que era pequeño, lo que
le ha permitido desarrollarse mucho más que otros atletas de su misma edad.
"Yo llegué a la selección el 13 de enero de
1995. El entrenador David Suárez vio mis cualidades, le gustaron, y empecé a
entrenar con el equipo juvenil; tenía 12 años. Al principio fue bastante
duro, extrañaba mi casa, mi familia y sólo jugaba con juveniles y mayores,
pues ni siquiera existía mi categoría". Pero no tardaría en acostumbrarse, y
de qué manera. En 1998, durante la celebración de la Copa América, debutó
con el equipo de mayores, sustituyendo a otro gran jugador, José Matheus.
"Fue lo que dio inicio a esta etapa de mayor experiencia, de mayor
relevancia en mi carrera. En el primer partido, contra Argentina, hice un
buen juego y todos comentaban: ese joven, con esa edad, tiene un gran
futuro". Y no se equivocaron. La seguidilla de triunfos apenas empezaba.
Expertos que lo han visto jugar por otras tierras, lo comparan con otros
grandes jugadores, uno de ellos, el español Rafa Pascual. Precisamente este
atleta y el ruso Dimitri Fomin, son quienes han deslumbrado a Ernardo por
sus habilidades ("yo digo que son bárbaros"). Pero los conocedores han
llegado más lejos, y por lo menos en Italia, país donde se juega la mejor
liga de voleibol del mundo, han afirmado que, incluso, el venezolano puede
llegar a ser mejor que ellos. Lograrlo, le han dicho, es un asunto de
disposición, atributo que parece no faltarle, si se toma en cuenta lo que él
mismo relata a continuación: "Yo recuerdo que un día, cuando estaba entre
los menores, veía a los mayores jugando en el suramericano que le ganaron a
Argentina; estaban Matheus y Alvarado, y yo decía: algún día tengo que ser
mejor que ellos… y es lo que siempre me he propuesto, en los entrenamientos,
en los juegos, mejorar, mejorar… eso me ha dado bastantes resultados".
En opinión de Suárez todavía tiene que trabajar algunos aspectos, como el
bloqueo, donde tiene ciertas deficiencias, "pero está en ascenso y tiene
muchas posibilidades de convertirse en mejor jugador de lo que ya es".
Como reconocimiento a todo lo logrado, Gómez se convirtió en el primer
jugador de voleibol abanderado de una selección nacional para unos juegos
bolivarianos; él acepta la distinción con orgullo pero no puede dejar de
lamentarse por las dificultades que siempre rodean al equipo. "Ves este
gimnasio, ahora lo están arreglando porque viene el Presidente. A veces no
tenemos pelotas, o no tenemos zapatos para entrenar. Este año, a la mayoría
de los mayores nos retiraron la ayuda económica, son cosas que desmotivan;
todos aquí somos pobres, todos trabajamos para ayudar a nuestras familias,
así es difícil". Pero está muy orgulloso de dedicarle todo su tiempo al
voleibol: "Mi vida ha cambiado bastante. Antes era una persona normal, ahora
no, ahora me respeta mucha gente, me admiran, y para mi familia es una cosa
muy grande. Mis padres están muy contentos, muy orgullosos, para mí es algo
extraordinario".
Mejores perspectivas, en lo económico, le depara el futuro. En los actuales
momentos, es uno de los 12 jugadores del país que juega para equipos
extranjeros (el Olimpiakos de Grecia, en su caso) y ya se prepara para
ingresar a las filas de algún club de la liga italiana, algo así como la NBA
del voleibol. Por ahora, su objetivo es ratificar en mayores lo que ha
logrado en las categorías juveniles. "Mi meta, hoy en día, en lo individual,
es ser el mejor jugador del mundo. En lo colectivo, tengo un sueño:
clasificar a Venezuela a los Juegos Olímpicos". Nada mal para un muchacho al
que el voleibol ni siquiera le gustaba. |