Tegucigalpa
El corazón de Centroamérica
se engalana al albergar en su seno a la
capital de la República de Honduras,
Tegucigalpa. Asentada en una zona predominantemente
montañosa, en el centro del territorio
nacional, esta generosa ciudad resguarda
una historia tan fascinante como sus románticos
rincones coloniales, que contrastan con
las estructuras de la época moderna.
Para escudriñar el pasado de la pintoresca
Tegucigalpa, debemos retornarnos al
siglo XVI, cuando los conquistadores españoles
descubrieron en este cerro la existencia
de ricos minerales; ello dio lugar a que
se dijera que el nombre del pequeño
pueblo indígena llamado Taguzgalpa
significaba Cerro de Plata. Opiniones recientes
fundamentan que este vocablo nativo quiere
decir En el lugar de las piedras pintadas,
y que allí creció un poblado
denominado Real Mina de San Miguel de Tegucigalpa,
posiblemente de septiembre de 1578 en adelante,
teniendo como Patrono al Arcángel
San Miguel. Como era de esperarse, el centro
minero fue adquiriendo mayor importancia
a nivel económico, social y político,
hasta que en 1880 adquirió la categoría
que actualmente ostenta.
El instituto Hondureño de Antropología
e Historia (IHAH) ha identificado una serie
de edificios y monumentos que conforman
el Patrimonio Cultural de Honduras.
En Tegucigalpa, la mayor parte de estas
edificaciones se ubican en la zona que rodea
la Plaza Central, en donde se erige una
escultura en bronce dedicada al ilustre
General Francisco Morazán, máximo
impulsor de la Unión Centroamericana
después de la independencia de España
en el siglo XIX