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Y ahora con ustedes, otra gracejada letal de Hacienda

Cuando la estupidez de argumentos para encubrir el gasto público irresponsable toma fuerza ya no hay poder que la detenga, y el nuevo gravamen a los alimentos preparados por parte del gobierno federal es un claro ejemplo de ello

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Por Roberto Rojas P.

JULIO, 2015. Sediento de recursos (pero no muy dispuesto a bajarlos: según Arturo Lamm, en los dos y medio años de Peña Nieto, el gasto público está a punto de rebasar el de los dos sexenios panistas) el gobierno federal sorprendió a los inversionistas al anunciar el pasado 19 de julio que los "alimentos preparados" en las llamadas tiendas de conveniencia también causarían IVA el cual, señaló la SHCP en otro comunicado, "ya existía desde hace dos años pero no se había aplicado".

La explicación de Luis Videgaray, nuestro secretario que ni idea tiene de lo que es vivir en el México real, anunció que "con la aplicación activa de este impuestos se reforzarán las finanzas públicas" y patatín, patatán.

¿Pero por qué, a 18 meses de que se aplicó un gravamen a los llamados "alimentos chatarra", difícilmente los contribuyentes hemos visto que las finanzas públicas se fortalezcan o abandonen el déficit en el que nuestro secretario de Hacienda las tienen sumidas?

¿Tan tontos nos creen como para decirnos muy orondas nuestras autoridades hacendarias que los impuestos sirven de algo a una economía en problemas? Sí sirven, por supuesto, para financiar el gasto público aunque al final la inflación termine por devorarse esa ventaja que termina por diezmar a la clase media. De nuevo, que se friegue la carne del sandwich.

Si ha habido un auge en estos últimos cuatro años en México, ha sido el de las tiendas de conveniencia, llámense Oxxo y 7 Eleven, entre las más conocidas (hay repartidas en todo el país más de 60 franquicias diferentes en ese rubro). Por ejemplo, los 7 Eleven iniciaron en el 2011 una expansión millonaria al punto en que hay ciudades donde hay uno de estos establecimientos a tres cuadras de distancia uno del otro. Sin embargo, como apunta nuestro entrevistado, el contador Ramón Valenzuela, "estas tiendas lo hicieron en el entendido de que no se aplicaría el impuesto que hoy se les quiere meter por el cogote. El acuerdo se hizo con el gobierno panista de Felipe Calderón y con el nuevo sexenio les cambian las reglas del juego". ¿Y es así como el gobierno de Peña Nieto quiere atraer a la inversión extranjera?

Por supuesto, eso del gravamen a la "comida preparada" suena a argumento idiota. ¿Qué diferencia tiene la "comida preparada" de una tienda de conveniencia con los bocadillos, "gorditas", tortas, bigotes y demás que se venden en las calles y que, aparentemente, no causarán el IVA? ¿Acaso éstos se consumen crudos? De nuevo, que se friegue la clase media: al cabo a la clase alta el impuesto no le causa menor escozor y en la clase baja, donde la informalidad se mueve a su antojo, no se le ha tocado ni con una tosecita de nuestro secretario Videgaray.

El golpe será demoledor no solo para estos establecimientos sino para sus clientes. La "comida preparada" sigue reglamentos de salud y control que no aplican a quien prepara fritangas y carne quién-sabe-de-qué en las calles de México. De nuevo se castiga al responsable y se premia al principal promotor de enfermedades gastrointestinales.

Naturalmente que ante semejante insensatez --¿quién es el ingenuo que aún sostiene que los alimentos siguen exentos de IVA?-- nadie impediría que el día de mañana la secretaría a cargo de Videgaray comenzará a aplicar el IVA en los medicamentos como las aspirinas, los analgésicos y los jarabes, pero no en otras medicinas alegando que son "medicinas preparadas". Cuando la estupidez de argumentos para encubrir el gasto público irresponsable toma fuerza ya na hay poder que la detenga, y lo de los "alimentos preparados" es un claro ejemplo de ello.

Los impuestos son necesarios, hay que aclararlo, auque nos repatee pagarlos. Lo que igualmente irrita es que se haga mal uso de ellos, que terminan en el bolsillo de maestros que se plantan sin dar clase y de todos modos reciben su sueldo, que se paguen a legisladores que no paran de buscar formas de seguir jorobando al país o de burócratas cuya mayor actividad consiste en trasladarse de sus hogares a sus oficinas.

Pero esto de que se aplican impuestos a unos rubros y a otros no, genera una corrupción monstruosa.

En contraste, nuestro secretario Videgaray no ha dicho siquiera estas gafas son mías para indicar que a esa alza se dará una rebaja en el Impuesto Sobre la Renta. Pero no: en esta situación el único ganón es el gobierno federal: ya no habrá alzas en gasolina de aquí hasta fin de año --pues sí, ¿pero qué tal en enero del 2016?-- que se busca atraer más inversión foránea --¿con engaños, como sucedió con estas tiendas de conveniencia?-- lo cual resultará en una recuperación gradual de la economía mexicana --¿con más devaluación?-- y cuyos resultados serán claramente perceptibles a partir del 2017 --¿cuando inicie el Año de Hidalgo?-- por lo que, hombres de poca fe, verán --¿cómo con Salinas?-- que para entonces México estará ya en vía fastrack hacia el desarrollo.

El alza de impuestos es prueba fehaciente de la inoperancia de un gobierno. Ya déjese de cuentos, señor secretario Videgaray. Con este gravamen a las tiendas de conveniencia se un golpe letal a un sector de la economía en abierta expansión. Cuando llegue el impuesto a los mejoralitos y los chichitos con el pretexto de que son "alimentos preparados" y no medicamentos generales, el lector se acordará de este texto.

 

 

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